Así llama la prédica sobre Cristo y la salvación en Él el gran Apóstol de las naciones, San Pablo, quien cruzó, predicando sobre Cristo Crucificado y Resurrecto de los muertos, a todos los países del mundo culto de aquel tiempo — la Asia Anterior (la Asia Menor?) y Europa.
Él dice en su primera epístola a los Corintios: "La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; más a los que se salven, a nosotros, es potencia de Dios" (I Cor. 1:18) y concluye: "Los Judíos piden señales, y los Griegos buscan sabiduría: mas nosotros predicamos a Cristo crucificado a los Judíos ciertamente tropezadero, y a los Gentiles locura; empero a los llamados, así Judíos como Griegos, Cristo Potencia de Dios, y Sabiduría de Dios" (I Cor. 1:22-24).
Sobre la Cruz Cristo "clavó el manuscrito de nuestros pecados," como siempre invariablemente enseñó y enseña hasta ahora la verdadera Iglesia de Cristo (ver Colos. 2:14). La obra de salvación y redención del genero humano del pecado, maldición y muerte, con no otra cosa sino con la preciosa Sangre de Cristo, verdadero Cordero de Dios, vertida por nosotros sobre la cruz. Sobre esto con claridad y fuerza testifican las Sagradas Escrituras que afirman que la misma Iglesia de Cristo "la ganó por Su Sangre" (Hechos 20:28) y que nosotros desde entonces "recibimos la absolución… por la redención que es en Cristo Jesús; al Cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en Su Sangre, para manifestación de Su Justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados" (Rom. 3:25).
Estamos redimidos, como enseña San Apóstol Pedro, "no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la Sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación" (I Ped. 1:18-19).
Nosotros fuimos "justificados en Su Sangre," tal como enseña San Apóstol Pablo, porque "siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo" (Rom. 5:9-10).
Nosotros "tenemos redención por Su Sangre, la remisión de pecados," como enseña San Apóstol Pablo en otra de sus epístolas (Efes. 1:7).
En Cristo "tenemos redención por Su Sangre, la remisión de pecados" (Colos. 1:14) y reconciliados con Dios "por la Sangre de Su Cruz" (Colos. 1:20).
Cristo "nos ha lavado de nuestros pecados con Su Sangre", como atestigua el amado discípulo de Cristo, San Juan el Teólogo (Apoc. 1:5).
Venidos de "gran congoja" y revestidos en vestimenta blanca, como fue revelado a él en la visión apocalíptica, "han blanqueado sus ropas en la Sangre de Cordero" (Apoc. 7:13-14).
Ya de estas pocas citas de Sagradas Escrituras (¡y hay numerosas otras semejantes!) nos convencemos en forma plenamente indudable que el gran Sacramento de nuestra redención no fue cumplido en ningún otro lugar, sino justamente sobre la Cruz a través del Derrame en ella de la Sangre de Cristo.
Por eso se hace comprensible qué significa la última palabra dicha por el crucificado por nosotros sobre la cruz el Señor-Salvador: "¡Está cumplido!" y después de esto en el Evangelio dice sobre El: "Y habiendo inclinado la cabeza, dio el espíritu" (Ju. 19:30).
"Está cumplido," o sea se cumplió aquello para lo que el Hijo de Dios vino a la tierra y murió por nosotros Crucificado en la cruz — se cumplió la gran obra de la redención de la humanidad del pecado, maldición y muerte.
Cómo es esto y por qué nos lo relatan en base a las mismas Sagradas Escrituras los grandes Padres de la Iglesia de los primeros siglos del cristianismo. Su enseñanza para nosotros tiene tanta autoridad que no necesita otras interpretaciones de este grande, inimaginable Misterio Divino. Debemos solo con humildad y veneración aceptar esta enseñanza que durante muchos siglos confesaba toda la Iglesia Universal.
Por consiguiente, justamente sobre la cruz y en ningún otro lugar se produjo nuestra redención. Y por eso la cruz es el instrumento de nuestra salvación. Es por eso que desde los primeros tiempos del cristianismo, l a c r u z e s e l s í m b o l o d e l a f e e n C r i s t o y sirve entre los cristianos como un objeto de especial veneración.
Es por eso que durante la oración nos cubrimos con e l s i g n o d e l a c r u z teniendo la fe en su milagrosa fuerza que aleja de nosotros al enemigo de nuestra salvación — el diablo y que nos salva de penas y males.
Un gran Padre de la Iglesia del siglo IV, San Cirilo de Jerusalén, explica así el significado de la Cruz de Cristo:
"Todo acto de Cristo — es gloria de la Iglesia Universal, pero gloria de las glorias — es la cruz." Y Pablo, sabiendo eso dice: "Más lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Gal. 6:14).
La corona de la cruz iluminó a los ciegos de ignorancia, liberó a todos poseídos del pecado y redimió a los hombres en todo el mundo.
Y no te extrañes que esté redimido todo el mundo ya que murió por él no un hombre común sino el Hijo de Dios Unigénito. El pecado de un hombre Adán tenía tanta fuerza que trajo muerte al mundo. Si la muerte reinaba en el mundo "por un delito" (Rom. 5:18), entonces mas todavía ¿con la verdad de Uno no reinará la vida? Y si entonces por el árbol, del cual comieron, fueron expulsados del paraíso, ¿no sería útil ahora a través del árbol de Jesús entrar para los creyentes al paraíso? Si el primer-creado de la tierra trajo la muerte universal, ¿no traería la vida eterna El que creó al hombre de la tierra, cuando El Mismo es vida? Si Finees, siendo celoso y habiendo asesinado al que pecaba, paró la ira de Dios, entonces Jesús, Quien dio la muerte no a otro que a Sí Mismo como precio de redención ¿no podrá saciar la ira contra los hombres?
Por eso no tendremos vergüenza de la Cruz del Salvador, sino más, vamos a glorificarnos con ella (13 Palabra publicada, pág. 158-159).
De misma manera enseñaban todos los Padres de la Iglesia, así siempre creía y enseñaba toda la Iglesia Universal de Cristo.
¿Por qué solo ahora en el vigésimo siglo de era cristiana aparecieron hombres que se llaman a sí mismos "cristianos" pero tienen vergüenza de la cruz de Cristo — tienen vergüenza hasta tal punto que no la ponen sobre sus templos ni dentro de ellos ni sobre las tumbas de sus muertos, no llevan a este sagrado símbolo, no quieren hacer el signo de la cruz y algunos hasta se mofan de la cruz comparándola con la "horca" y cometen a escarnio a los cristianos ortodoxos por su veneración de la cruz de Cristo?
¡¿Qué extraña enajenación que va contra la enseñanza de la Palabra de Dios y la tradición sagrada de muchos siglos de la Iglesia Cristiana?!
¿Cómo se puede rechazar o hasta disminuir el significado de la Cruz de Cristo para nosotros, cuando la cruz de Cristo es un símbolo tan grande de nuestra redención y simultáneamente — símbolo de inexpresable amor Divino hacia género humano caído?
De esto nos convencen las palabras del Mismo Cristo Salvador en Su excelsa charla con el maestro de la ley Necodemo, venido de noche a El:
"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en El creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Ju. 3:14-15) de donde se ve que la cruz es el símbolo de nuestra salvación, y "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Ju. 3:16) de donde se ve que la cruz — es el símbolo del amor Divino hacia nosotros. ¡Milagrosa, misteriosa, inexpresable para la mente humana unión de Verdad Divina y Amor Divino!
Esta — clara manifestación de la gran verdad sobre Dios, que fue expresada todavía en el Antiguo Testamento por el autor de los Salmos, que en Dios "La Misericordia y la Verdad se encontraron; la Justicia y la Paz se besaron" (Sal. 84:11).
¿Cómo es posible preferir su propia razón a la razón de tan grandes Padres de la Iglesia como el "Pilar de la Ortodoxia" San Atanasio el Grande, los Maestros Universales tales como Basilio el Grande, Gregorio el Teólogo y Juan Crisóstomo, quienes con tal sabiduría divina hablaban de este gran Misterio de la Redención, inclinándose ante esta maravillosa conjunción en Dios de la Misericordia, Verdad y Paz, Su Divina Justicia y Su Divino Amor? Y ¿cómo se puede afirmar que estos grandes Padres de la Iglesia del IV siglo, fundadores de nuestra teología ortodoxa, se encontraban bajo cierta influencia extraña y ajena a la Ortodoxia?
Todavía mas extraño es aceptar el pensamiento que los escritores inspirados por Dios, los Apóstoles de Cristo ¿también escribían los sagrados libros del Nuevo Testamento encontrándose bajo influencia extraña a un verdadero cristianismo? ¡Esto es lo mismo que rechazar la misma inspiración Divina de los libros de Sagradas Escrituras que la Iglesia Universal desde siempre aceptaba y acepta como infalible Palabra Divina!
Y sin embargo en los últimos años a menudo escuchamos justamente sobre tal "critica" no solo de nuestros teólogos rusos sino de los mismos Santos Padres y hasta de los textos de Sagradas Escrituras inspiradas por Dios con una ineludible, a causa de esto, disminución del significado de la Cruz de Cristo como instrumento de nuestra salvación.
Pero de una manera completamente diferente de estos innovadores-reformadores enseña nuestra Santa Iglesia sobre el gran Sacramento de la redención cuando canta el Viernes Santo:
"Nos redimiste del juramento de la ley con Tu Honorable Sangre, clavado en la cruz y traspasado con la lanza, derramaste la inmortalidad a los hombres, Salvador nuestro, ¡gloria a Ti!" (Tropario al final de matines). Y el día de la gran festividad mundial de la Elevación de la Honorable y Vivificadora Cruz del Señor nos llama a todos de venerar la Cruz de Cristo cantándola:
"¡Vengan todas las naciones, veneremos a la madera bendita que da la verdad eterna!"
"La Cruz elevada ordena cantar a toda la creación a Aquel elevado en ella y Su pasión purísima. Ya que matando en ella a aquel que nos mató, vivificó a los muertos y permite vivir en el cielo por Tu misericordia."
"Plantando en el último lugar el madero de verdadera Vida, sobre él hizo la salvación el Rey Preeterno" (versículos).
Glorificando la cruz de Cristo como símbolo y al mismo tiempo instrumento de nuestra salvación, la Iglesia en su arrebato sagrado se dirige a ella como a un ser viviente y clama:
"Alégrate o Cruz portadora de la vida, la victoria invencible de la piedad, la puerta del Paraíso, la afirmación de los fieles, con ella se destruyó y desapareció la corruptibilidad y fue vencido el poder de la muerte, y fuimos elevados de la tierra al cielo, arma invencible, luchadora contra los demonios, la gloria de los mártires y santos, refugio de la salvación que otorga al mundo la gracia."
"Alégrate la Cruz del Señor que liberas del juramento a la humanidad."
"Alégrate… Tu que nos levantaste caídos en la corrupción, honorable cruz que destruyó el juramento y floreció la incorruptibilidad y nosotros los terrenales nos deificamos y el diablo definitivamente fue despeñado…" (versículos).
Se podría citar todavía más lugares del Servicio de la Festividad de la Elevación de la Cruz del Señor, pero lo que está arriba mencionado es completamente suficiente para ver cómo considera nuestra Santa Iglesia el significado para nosotros de la Cruz del Señor:
Justamente sobre la cruz Señor Jesucristo cumplió el gran sacramento de la Redención nuestra del pecado, maldición y muerte, con Su cruz nos abrió las puertas del Paraíso, con la cruz "nos salvó del trabajo enemigo," con la cruz vieron todos los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios."
Es por eso que en el mismo momento cuando el Señor dijo "¡Se cumplió!" y bajando la cabeza entregó el espíritu, "la cortina" en el templo se partió en dos desde arriba hacia abajo (Mat. 27:51). — La cortina en el templo del Antiguo Testamento de Jerusalén se partió como signo que de nuevo se abrió para la gente el Reino del Cielo simbolizado por el "Santo Sanctorum" a donde solo el sumo pontífice podía entrar una sola vez en el año con la sangre de los animales sacrificados que son la proto-imagen de la Purísima Sangre de Cristo, vertiéndola sobre la cruz nos fueron abiertas las puertas del paraíso, cerradas hasta entonces por la caída en pecado de los ancestros.
¡Qué hermoso, expresivo y altamente instructivo símbolo para nosotros, que nos convence que solo a través de la muerte de Cristo en la cruz se produjo nuestra redención! Es por eso que terminando el Servicio religioso en la festividad de la Elevación la Santa Iglesia clama:
"Venid, o fieles, saludemos a la madera vivificadora, sobre ella Cristo Rey de gloria, voluntariamente extendió Sus manos, nos elevó al primer gozo…" (versículo cuando se venera la Cruz). Es por eso que también en el "icos" de este servicio claramente es subrayado el significado salvador para nosotros justamente de la cruz de Cristo:
"No voy a glorificarme, dice (Apóstol Pablo), sino solo con la única cruz del Señor; sobre ella sufriendo mató a las pasiones. A esta sostenemos a la cruz del Señor, gloria de todos: ya que esta madera salvadora para nosotros es el arma de la paz, la victoria invencible" (icos).
Junto con toda la verdadera Iglesia sintiendo y glorificando la cruz de Cristo como instrumento de nuestra salvación y gran símbolo del inexpresable amor Divino hacia nosotros, naturalmente no podemos comprender y aceptar ni absolver la enseñanza de aquellos quienes o completamente rechazan a la cruz o disminuyen su significado denigrándola bajo el pretexto y para los que "se pierden" y consideran a la cruz como una "alienación." Es comprensible y aceptable para nosotros solo la enseñanza verdadera, sin doble sentido, e inspirada por Dios de la Palabra Divina: que coloca a la Cruz de Cristo como lo mas importante en el cristianismo dando el nombre a la prédica sobre Cristo "la palabra de la cruz" (I Cor. 1:18).
Así siempre nuestra Iglesia creía y confesaba. Así también nosotros creemos y confesamos — y en esta fe tenemos la esperanza y esperamos encontrar la salvación eterna otorgada a nosotros por la cruz del Señor.
Él dice en su primera epístola a los Corintios: "La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; más a los que se salven, a nosotros, es potencia de Dios" (I Cor. 1:18) y concluye: "Los Judíos piden señales, y los Griegos buscan sabiduría: mas nosotros predicamos a Cristo crucificado a los Judíos ciertamente tropezadero, y a los Gentiles locura; empero a los llamados, así Judíos como Griegos, Cristo Potencia de Dios, y Sabiduría de Dios" (I Cor. 1:22-24).
Sobre la Cruz Cristo "clavó el manuscrito de nuestros pecados," como siempre invariablemente enseñó y enseña hasta ahora la verdadera Iglesia de Cristo (ver Colos. 2:14). La obra de salvación y redención del genero humano del pecado, maldición y muerte, con no otra cosa sino con la preciosa Sangre de Cristo, verdadero Cordero de Dios, vertida por nosotros sobre la cruz. Sobre esto con claridad y fuerza testifican las Sagradas Escrituras que afirman que la misma Iglesia de Cristo "la ganó por Su Sangre" (Hechos 20:28) y que nosotros desde entonces "recibimos la absolución… por la redención que es en Cristo Jesús; al Cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en Su Sangre, para manifestación de Su Justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados" (Rom. 3:25).
Estamos redimidos, como enseña San Apóstol Pedro, "no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la Sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación" (I Ped. 1:18-19).
Nosotros fuimos "justificados en Su Sangre," tal como enseña San Apóstol Pablo, porque "siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo" (Rom. 5:9-10).
Nosotros "tenemos redención por Su Sangre, la remisión de pecados," como enseña San Apóstol Pablo en otra de sus epístolas (Efes. 1:7).
En Cristo "tenemos redención por Su Sangre, la remisión de pecados" (Colos. 1:14) y reconciliados con Dios "por la Sangre de Su Cruz" (Colos. 1:20).
Cristo "nos ha lavado de nuestros pecados con Su Sangre", como atestigua el amado discípulo de Cristo, San Juan el Teólogo (Apoc. 1:5).
Venidos de "gran congoja" y revestidos en vestimenta blanca, como fue revelado a él en la visión apocalíptica, "han blanqueado sus ropas en la Sangre de Cordero" (Apoc. 7:13-14).
Ya de estas pocas citas de Sagradas Escrituras (¡y hay numerosas otras semejantes!) nos convencemos en forma plenamente indudable que el gran Sacramento de nuestra redención no fue cumplido en ningún otro lugar, sino justamente sobre la Cruz a través del Derrame en ella de la Sangre de Cristo.
Por eso se hace comprensible qué significa la última palabra dicha por el crucificado por nosotros sobre la cruz el Señor-Salvador: "¡Está cumplido!" y después de esto en el Evangelio dice sobre El: "Y habiendo inclinado la cabeza, dio el espíritu" (Ju. 19:30).
"Está cumplido," o sea se cumplió aquello para lo que el Hijo de Dios vino a la tierra y murió por nosotros Crucificado en la cruz — se cumplió la gran obra de la redención de la humanidad del pecado, maldición y muerte.
Cómo es esto y por qué nos lo relatan en base a las mismas Sagradas Escrituras los grandes Padres de la Iglesia de los primeros siglos del cristianismo. Su enseñanza para nosotros tiene tanta autoridad que no necesita otras interpretaciones de este grande, inimaginable Misterio Divino. Debemos solo con humildad y veneración aceptar esta enseñanza que durante muchos siglos confesaba toda la Iglesia Universal.
Por consiguiente, justamente sobre la cruz y en ningún otro lugar se produjo nuestra redención. Y por eso la cruz es el instrumento de nuestra salvación. Es por eso que desde los primeros tiempos del cristianismo, l a c r u z e s e l s í m b o l o d e l a f e e n C r i s t o y sirve entre los cristianos como un objeto de especial veneración.
Es por eso que durante la oración nos cubrimos con e l s i g n o d e l a c r u z teniendo la fe en su milagrosa fuerza que aleja de nosotros al enemigo de nuestra salvación — el diablo y que nos salva de penas y males.
Un gran Padre de la Iglesia del siglo IV, San Cirilo de Jerusalén, explica así el significado de la Cruz de Cristo:
"Todo acto de Cristo — es gloria de la Iglesia Universal, pero gloria de las glorias — es la cruz." Y Pablo, sabiendo eso dice: "Más lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Gal. 6:14).
La corona de la cruz iluminó a los ciegos de ignorancia, liberó a todos poseídos del pecado y redimió a los hombres en todo el mundo.
Y no te extrañes que esté redimido todo el mundo ya que murió por él no un hombre común sino el Hijo de Dios Unigénito. El pecado de un hombre Adán tenía tanta fuerza que trajo muerte al mundo. Si la muerte reinaba en el mundo "por un delito" (Rom. 5:18), entonces mas todavía ¿con la verdad de Uno no reinará la vida? Y si entonces por el árbol, del cual comieron, fueron expulsados del paraíso, ¿no sería útil ahora a través del árbol de Jesús entrar para los creyentes al paraíso? Si el primer-creado de la tierra trajo la muerte universal, ¿no traería la vida eterna El que creó al hombre de la tierra, cuando El Mismo es vida? Si Finees, siendo celoso y habiendo asesinado al que pecaba, paró la ira de Dios, entonces Jesús, Quien dio la muerte no a otro que a Sí Mismo como precio de redención ¿no podrá saciar la ira contra los hombres?
Por eso no tendremos vergüenza de la Cruz del Salvador, sino más, vamos a glorificarnos con ella (13 Palabra publicada, pág. 158-159).
De misma manera enseñaban todos los Padres de la Iglesia, así siempre creía y enseñaba toda la Iglesia Universal de Cristo.
¿Por qué solo ahora en el vigésimo siglo de era cristiana aparecieron hombres que se llaman a sí mismos "cristianos" pero tienen vergüenza de la cruz de Cristo — tienen vergüenza hasta tal punto que no la ponen sobre sus templos ni dentro de ellos ni sobre las tumbas de sus muertos, no llevan a este sagrado símbolo, no quieren hacer el signo de la cruz y algunos hasta se mofan de la cruz comparándola con la "horca" y cometen a escarnio a los cristianos ortodoxos por su veneración de la cruz de Cristo?
¡¿Qué extraña enajenación que va contra la enseñanza de la Palabra de Dios y la tradición sagrada de muchos siglos de la Iglesia Cristiana?!
¿Cómo se puede rechazar o hasta disminuir el significado de la Cruz de Cristo para nosotros, cuando la cruz de Cristo es un símbolo tan grande de nuestra redención y simultáneamente — símbolo de inexpresable amor Divino hacia género humano caído?
De esto nos convencen las palabras del Mismo Cristo Salvador en Su excelsa charla con el maestro de la ley Necodemo, venido de noche a El:
"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en El creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Ju. 3:14-15) de donde se ve que la cruz es el símbolo de nuestra salvación, y "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Ju. 3:16) de donde se ve que la cruz — es el símbolo del amor Divino hacia nosotros. ¡Milagrosa, misteriosa, inexpresable para la mente humana unión de Verdad Divina y Amor Divino!
Esta — clara manifestación de la gran verdad sobre Dios, que fue expresada todavía en el Antiguo Testamento por el autor de los Salmos, que en Dios "La Misericordia y la Verdad se encontraron; la Justicia y la Paz se besaron" (Sal. 84:11).
¿Cómo es posible preferir su propia razón a la razón de tan grandes Padres de la Iglesia como el "Pilar de la Ortodoxia" San Atanasio el Grande, los Maestros Universales tales como Basilio el Grande, Gregorio el Teólogo y Juan Crisóstomo, quienes con tal sabiduría divina hablaban de este gran Misterio de la Redención, inclinándose ante esta maravillosa conjunción en Dios de la Misericordia, Verdad y Paz, Su Divina Justicia y Su Divino Amor? Y ¿cómo se puede afirmar que estos grandes Padres de la Iglesia del IV siglo, fundadores de nuestra teología ortodoxa, se encontraban bajo cierta influencia extraña y ajena a la Ortodoxia?
Todavía mas extraño es aceptar el pensamiento que los escritores inspirados por Dios, los Apóstoles de Cristo ¿también escribían los sagrados libros del Nuevo Testamento encontrándose bajo influencia extraña a un verdadero cristianismo? ¡Esto es lo mismo que rechazar la misma inspiración Divina de los libros de Sagradas Escrituras que la Iglesia Universal desde siempre aceptaba y acepta como infalible Palabra Divina!
Y sin embargo en los últimos años a menudo escuchamos justamente sobre tal "critica" no solo de nuestros teólogos rusos sino de los mismos Santos Padres y hasta de los textos de Sagradas Escrituras inspiradas por Dios con una ineludible, a causa de esto, disminución del significado de la Cruz de Cristo como instrumento de nuestra salvación.
Pero de una manera completamente diferente de estos innovadores-reformadores enseña nuestra Santa Iglesia sobre el gran Sacramento de la redención cuando canta el Viernes Santo:
"Nos redimiste del juramento de la ley con Tu Honorable Sangre, clavado en la cruz y traspasado con la lanza, derramaste la inmortalidad a los hombres, Salvador nuestro, ¡gloria a Ti!" (Tropario al final de matines). Y el día de la gran festividad mundial de la Elevación de la Honorable y Vivificadora Cruz del Señor nos llama a todos de venerar la Cruz de Cristo cantándola:
"¡Vengan todas las naciones, veneremos a la madera bendita que da la verdad eterna!"
"La Cruz elevada ordena cantar a toda la creación a Aquel elevado en ella y Su pasión purísima. Ya que matando en ella a aquel que nos mató, vivificó a los muertos y permite vivir en el cielo por Tu misericordia."
"Plantando en el último lugar el madero de verdadera Vida, sobre él hizo la salvación el Rey Preeterno" (versículos).
Glorificando la cruz de Cristo como símbolo y al mismo tiempo instrumento de nuestra salvación, la Iglesia en su arrebato sagrado se dirige a ella como a un ser viviente y clama:
"Alégrate o Cruz portadora de la vida, la victoria invencible de la piedad, la puerta del Paraíso, la afirmación de los fieles, con ella se destruyó y desapareció la corruptibilidad y fue vencido el poder de la muerte, y fuimos elevados de la tierra al cielo, arma invencible, luchadora contra los demonios, la gloria de los mártires y santos, refugio de la salvación que otorga al mundo la gracia."
"Alégrate la Cruz del Señor que liberas del juramento a la humanidad."
"Alégrate… Tu que nos levantaste caídos en la corrupción, honorable cruz que destruyó el juramento y floreció la incorruptibilidad y nosotros los terrenales nos deificamos y el diablo definitivamente fue despeñado…" (versículos).
Se podría citar todavía más lugares del Servicio de la Festividad de la Elevación de la Cruz del Señor, pero lo que está arriba mencionado es completamente suficiente para ver cómo considera nuestra Santa Iglesia el significado para nosotros de la Cruz del Señor:
Justamente sobre la cruz Señor Jesucristo cumplió el gran sacramento de la Redención nuestra del pecado, maldición y muerte, con Su cruz nos abrió las puertas del Paraíso, con la cruz "nos salvó del trabajo enemigo," con la cruz vieron todos los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios."
Es por eso que en el mismo momento cuando el Señor dijo "¡Se cumplió!" y bajando la cabeza entregó el espíritu, "la cortina" en el templo se partió en dos desde arriba hacia abajo (Mat. 27:51). — La cortina en el templo del Antiguo Testamento de Jerusalén se partió como signo que de nuevo se abrió para la gente el Reino del Cielo simbolizado por el "Santo Sanctorum" a donde solo el sumo pontífice podía entrar una sola vez en el año con la sangre de los animales sacrificados que son la proto-imagen de la Purísima Sangre de Cristo, vertiéndola sobre la cruz nos fueron abiertas las puertas del paraíso, cerradas hasta entonces por la caída en pecado de los ancestros.
¡Qué hermoso, expresivo y altamente instructivo símbolo para nosotros, que nos convence que solo a través de la muerte de Cristo en la cruz se produjo nuestra redención! Es por eso que terminando el Servicio religioso en la festividad de la Elevación la Santa Iglesia clama:
"Venid, o fieles, saludemos a la madera vivificadora, sobre ella Cristo Rey de gloria, voluntariamente extendió Sus manos, nos elevó al primer gozo…" (versículo cuando se venera la Cruz). Es por eso que también en el "icos" de este servicio claramente es subrayado el significado salvador para nosotros justamente de la cruz de Cristo:
"No voy a glorificarme, dice (Apóstol Pablo), sino solo con la única cruz del Señor; sobre ella sufriendo mató a las pasiones. A esta sostenemos a la cruz del Señor, gloria de todos: ya que esta madera salvadora para nosotros es el arma de la paz, la victoria invencible" (icos).
Junto con toda la verdadera Iglesia sintiendo y glorificando la cruz de Cristo como instrumento de nuestra salvación y gran símbolo del inexpresable amor Divino hacia nosotros, naturalmente no podemos comprender y aceptar ni absolver la enseñanza de aquellos quienes o completamente rechazan a la cruz o disminuyen su significado denigrándola bajo el pretexto y para los que "se pierden" y consideran a la cruz como una "alienación." Es comprensible y aceptable para nosotros solo la enseñanza verdadera, sin doble sentido, e inspirada por Dios de la Palabra Divina: que coloca a la Cruz de Cristo como lo mas importante en el cristianismo dando el nombre a la prédica sobre Cristo "la palabra de la cruz" (I Cor. 1:18).
Así siempre nuestra Iglesia creía y confesaba. Así también nosotros creemos y confesamos — y en esta fe tenemos la esperanza y esperamos encontrar la salvación eterna otorgada a nosotros por la cruz del Señor.
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