Introducción
Para esta publicación se han usado las siguientes fuentes de información: “La educación religiosa de los niños,” por el arzobispo Sergio Schukin; “La educación ortodoxa de los niños en nuestros días,” por el obispo Gregorio Grabbe; y otros artículos ortodoxos.
Todos los aspectos de la vida humana — su carácter, el sentido de responsabilidad, las buenas y malas costumbres, la habilidad de enfrentar las dificultades, el sentimiento de piedad — son formados principalmente en la niñez. Las vívidas memorias de la infancia fortalecen y dan un sentimiento cálido a la persona en los momentos difíciles de la vida, mientras que aquellos que no tuvieron una infancia feliz, de ninguna forma pueden rehacerla. Cuando nosotros conocemos a estas personas — un huérfano que no conoció el cariño de los padres, una hijastra o un hijastro con un espíritu afectado debido a que en la infancia experimentaron problemas familiares, los abandonados para ser educados por gente ajena — detectamos en sus almas las heridas de las difíciles y dolorosas tempranas impresiones.
La falta de una educación religiosa en la niñez, sin duda se manifiesta en el carácter de la persona — se puede percibir una especie de hendidura en la formación espiritual. Los niños son muy perceptibles a las impresiones religiosas, instintivamente son atraídos a todo aquello que abre en frente de ellos la belleza y el sentido del mundo alrededor. Si nosotros privamos al niño de estos sentimientos, su alma se volverá rígida, sin brillo y el niño quedara en un mundo vacío con sus menudos intereses cotidianos. Algo similar sucede con la apariencia física del niño. Si él vive en un lugar oscuro y húmedo, crece pálido, enfermizo, sin fuerzas y con falta de alegría en su cuerpo subdesarrollado. En ambos casos, los padres son los culpables de la enfermedad (física o espiritual) del niño.
Por otro lado, la gente que nosotros consideramos prominente y de mucho suceso, gente con mucha integridad y energía, generalmente viene de una familia grande, trabajadora y con tradiciones religiosas. Sucede, que la agitada juventud, como si destruyera la Fe en Dios, sembrada en la niñez. La persona se aleja de la religión y de la Iglesia, aparentemente sin las esperanzas de volver. Pero Dios no abandona a la persona que lleva en si las semillas de bondad y de tiempo en tiempo toca a su corazón. Y cuando la vida de este se estremece por algún maleficio, empieza a comprender que es limitado, indefenso y piensa sobre el sentido de la vida. Entonces las olvidadas impresiones de la niñez y las enseñanzas espirituales reviven con las fuerzas renovadas y la persona regresa a Dios. Así los sagrados recuerdos de los años de la niñez ayudan a la persona encontrar la meta y el sentido de la vida. Por esto es muy importante que los padres constantemente se esfuercen para sembrar el fundamento espiritual en sus hijos. Una vez crecidos, valoraran los esfuerzos de sus padres y les serán agradecidos durante toda la vida.
Aquí hablaremos sobre la importancia de la educación cristiana de los niños y sus principales componentes. Explicaremos el significado de la familia, la iglesia y de la escuela parroquial, y también hablaremos sobre ciertas dificultades y errores que se cometen en este proceso educacional.
Educación y
Enseñanza Escolástica
La educación cristiana implanta un fundamento Moral y Espiritual en el niño, mientras que la educación escolástica es necesaria para el desarrollo de las habilidades mentales. Estas dos actividades son muy diferentes. No existe la razón para pensar que la educación escolástica automáticamente facilita un desarrollo moral en el niño. Cierta gente pude ser muy instruida, pero ser maleducada y estar lejos de la espiritualidad. Por otro lado, un campesino sin educación puede encontrarse en un nivel espiritual y moral muy elevado.
La educación en la familia o en el colegio, distanciada de la religión, persigue un objetivo temporal, mundano, relacionado con las necesidades de la familia o de la sociedad o del país. Por ejemplo, la contemporánea escuela Americana se forma en el principio de la “educación libre,” y en los países totalitarios la idea de la educación, es hacer de la persona un instrumento obediente para el gobierno. En ambos casos esta ausente la educación verdadera, ya que aquí la meta de la educación no es la misma persona, sino, la necesidad material del país y la comunidad. La situación política cambia, como también cambian los principios pedagógicos, y los niños se convierten en victimas de los experimentos escolares.
En cambio, la educación religiosa ortodoxa, se dedica al desarrollo moral del alma, basado en los eternos principios Divinos. Sin cambiar su contenido debido a las tendencias políticas o nuevas ideas sociológicas, porque esta fundada sobre una revelación Divina. Los padres no deben guiar a sus niños de acuerdo a las necesidades sociales o a la moda, sino, de acuerdo a la palabra de Dios. Por esto, en la educación de los niños no hay que guiarse por la moda, ni por las exigencias sociales o políticas, sino por la palabra de Dios. Pasan los siglos, cambian las condiciones sociales, pero la naturaleza del alma humana se conserva igual.
La Meta en la
Educación Cristiana
La meta en la educación cristiana consiste en dar a los niños una dirección espiritual apropiada, de tal manera que ellos sean capaces de enfrentar las tentaciones y avanzar por la vida siguiendo el camino correcto. Con este propósito, ellos deberían no solo aprender las regulaciones o la conducta, sino, también, desarrollar una integridad y una clara distinción entre el bien y el mal.
Esta meta de la educación cristiana se revela en las oraciones del sacramento del Bautismo. El sacerdote, entre otras, lee la siguiente oración : “O Maestro, Señor y Dios, llama a Tú servidor (nombre) a Tú Santa iluminación y hazlo digno de la magna gracia de Tú Santo Bautismo. Quita de él la humanidad vieja y renuévalo para la vida eterna. Llénalo del poder de Tú Espíritu Santo, en la unidad de Tú Cristo, a fin de que no sea más hijo de la carne, sino, hijo de Tú Reino.” Durante el bautismo, la persona se transforma sustancial e internamente: ella muere para el pecado y renace para una vida espiritual. Aquí recibe la oportunidad para el crecimiento interno, para ser espiritual, de amar a Dios y querer todo lo que es bueno. Estas cualidades lo asemejan al Encarnado Hijo de Dios, así como se canta durante la procesión, alrededor de la pila bautismal: “Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (de la epístola a los Gálatas). La semilla del Espíritu Santo está implantada; desde ahora, la responsabilidad de fortalecerla y hacerla crecer, es asumida por los padres y padrinos y los familiares.
Ya que nuestra naturaleza se compone de dos esencias, espiritual y física, el niño necesita no sólo el alimento físico, sino, también espiritual. Si los padres se preocupan únicamente en alimentar al niño físicamente, mientras que ignoran el alimento espiritual, una vez siendo adulto, será “materialista y esclavo de los deseos carnales.” San Juan Crisóstomo dice lo siguiente sobre este tema: “Educar los corazones de los niños es una virtuosidad, es una obligación sagrada de los padres. La violación de estas obligaciones, los hace culpables de un infanticidio espiritual. Es la obligación de todos, de los padres y las madres... Hay padres que se sacrifican para darles a sus hijos el placer y la satisfacción como a los ricos herederos; pero debido a una miopía espiritual, no sienten ninguna obligación en hacer de sus hijos buenos cristianos, y, consecuentemente, por esta causa crean un gran problema por el cual la sociedad deberá pagar. Si los padres se sacrificarían para darles a sus hijos una buena educación moral, no existiría la necesidad para las leyes, cortes, castigos. Las prisiones y las ejecuciones son necesarias debido a la falta moral.”
El Evangelio enseña que lo mas importante en la vida del hombre es el correcto estado del corazón. Debemos comprender que el “corazón” es el centro de la vida espiritual. En él se concentran todos los sentimientos y deseos, y él es el lugar donde se origina el comportamiento de la persona y su actitud moral. De acuerdo a las palabras del Salvador: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias” (Mateo 15:19), es evidente que no se puede omitir la educación del corazón. Es importante dirigir el corazón del niño hacia la bondad. Debido a que las tentaciones son ineludibles es importante saber distinguir por si mismo entre lo correcto y lo incorrecto. Desde una edad temprana, los padres deben infundir en los niños el amor por lo bueno y la intuición que le ayudara reconocer y combatir las tentaciones. Lo que es muy importante, es implantar un profundo amor por Dios en la edad mas temprana, antes de que ellos pierdan la sensibilidad y la percepción.
Cuando se debe Comenzar
la Educación de los Niños?
Cuando se debe comenzar la educación de los niños? Con respecto a esto existen diferentes puntos de vista. Algunos padres piensan que en los primeros años de la vida de sus hijos, el deber de ellos es únicamente el cuidado físico, lo ven como a un gatito, que es insusceptible a las influencias espirituales, suponiendo que hasta 2-3 años, la mente del niño no se desarrolla para asimilar la influencia espiritual.
Esta opinión contradice a la ciencia y la enseñanza cristiana y a toda su experiencia. Los estudios psicológicos establecieron que el niño es receptivo a muchas influencias externas, desde su nacimiento. Un especialista de este tema comparó el proceso subconsciente del niño, a una cinta de película que sin parar graba todas sus percepciones. La criatura puede encontrarse aún en su cuna, pero su alma ya colecta las impresiones: siente los ruidos, con sus ojos sigue los movimientos alrededor de él, distingue las entonaciones de las voces, incluyendo los diferentes humores de sus padres. De todas estas impresiones, aparte de su mente, se forma la subconsciente de la criatura, y todo lo que el recibe día tras día llega a formar parte de su personalidad y entonces estas impresiones ya no pueden ser borradas de ninguna forma.
Estudios psicológicos establecieron que las impresiones de la temprana niñez, juegan un papel muy decisivo en el posterior desarrollo de la persona. Por ejemplo, algunas enfermedades psicológicas e malas inclinaciones de un adulto son debidas a ciertas impresiones negativas de su infancia. Esta es la causa por la cual los padres deben prestar mucha atención a las tempranas impresiones de sus niños. Enseguida después del nacimiento, ellos deben comenzar a preocuparse del desarrollo espiritual así como del físico.
Esto es precisamente lo que nuestra fe nos enseña. El relato Evangélico nos dice que unos niños fueron llevados por sus padres a Jesucristo y los discípulos les prohibieron acercarse al Maestro para no molestarlo. Viendo esto, Jesucristo se indignó y les dijo a sus apóstoles: “Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (Marcos 10:14-16). Noten que estos niños no fueron guiados a Jesucristo, sino, fueron llevados a Él, lo que significa que ellos eran muy pequeños para caminar por si solos. Los discípulos no permitieron a los niños acercarse a Jesucristo, tal vez ellos pensaban, como muchos padres creen en el presente, que los niños son incapaces de asimilar las cosas espirituales.
Como reaccionó el Señor a esto? Se indignó. Nosotros sabemos que Jesucristo, siendo misericordioso, se indignaba cuando la verdad era oprimida por medio del engaño; por ejemplo, la hipocresía de los fariseos, la profanación del templo por los cambistas, etc. Esta es la razón por la cual Él les dijo a los apóstoles: “Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14). Resultó de que los niños son mas receptivos para el bien y la gracia Divina que los mayores. Instintivamente los niños son atraídos a Dios.
Siguiendo las instrucciones de Jesucristo y Sus apóstoles, la Iglesia nos enseña que la educación religiosa debe comenzar a una temprana edad. La sabiduría de la Iglesia y la experiencia en conexión con la educación de los niños, se refleja en sus servicios y costumbres. Desde el momento del nacimiento, la Iglesia Ortodoxa le da la bienvenida al niño con varias oraciones: en el primer día (el día del nacimiento), en el octavo día (el día cuando se elige el nombre), y, en el cuadragésimo (el día de la introducción al Templo). Estas oraciones contienen peticiones para el bienestar físico y espiritual y para la bendición por medio de la gracia Divina. Luego, después del bautismo, la Iglesia les aconseja a los padres que ellos frecuentemente traigan al niño al templo para la Santa Comunión, que le hagan besar la cruz y los iconos y que le den de beber agua bendita. Todo esto sería en vano, si los chicos no hubiesen sido receptivos a las impresiones espirituales.
Y así, la edad mas apropiada para comenzar la iluminación del alma, es la temprana infancia. El cimiento ético de la persona se infunde durante este período. El alma del niño, antes de los seis o siete años, es como la arcilla con la cual se puede amoldar su personalidad. Después de esta edad las características principales ya están establecidas y son difíciles de cambiar. Es muy bien cuando una madre acerca a su niño a los iconos, lo bendice haciéndole la señal de la cruz, venciendo el cansancio, ella lo tiene en sus brazos durante el servicio de la iglesia, y cuando ella reza sobre su cuna. Con todas estas buenas acciones, ella lo prepara para que sea un buen cristiano.
La Batalla con
las malas Inclinaciones
Los padres cometen un gran error cuando consideran al niño una criatura inocente, libre del mal. La experiencia demuestra que el niño viene al mundo no sólo con las buenas tendencias, sino, también, con las malas. Estas tendencias, según la ciencia, se llaman “hereditarias,” pero la Iglesia las llama “la semilla del pecado original.” Cada persona nace con heredada predisposición al mal. Esta es la razón por la cual la educación del niño debe incluir también la lucha con sus malas inclinaciones. Sin esta preparación, dejaremos al niño desarmado en la lucha con las tentaciones. Si el niño es abandonado a su propia suerte, por mas talentoso que sea, todas sus buenas cualidades pueden resultar dominados por las bajas inclinaciones.
Cada niño se asemeja a sus padres y parientes. Juntamente con las características físicas, él posee sus rasgos morales sean las buenas o malas inclinaciones. El problema está en que las malas cualidades se desarrollan y se fortalecen rápido y pueden ahogar las semillas de la bondad. Por ejemplo, en el mundo herbáceo, las cizañas son mas robustas y agresivas que las plantas del jardín o las plantas de verdura. Para crear algo que valga la pena, uno debe batallar constantemente las cizañas.
Observando al niño, desde el nacimiento se puede notar que en él germinan ciertas características negativas: ocasionalmente se encapricha, se enoja, o puede insistir en hacer algo que se le prohíbe. Ya en una temprana edad los niños se hacen perezosos, son inclinados a la astucia y al engaño, manifiestan codicia y crueldad con respecto a otros niños. A los cinco años de edad se puede notar la formación del futuro carácter. Si los padres no le enseñan a dominar sus malas inclinaciones, estas se fortalecerán y se transformaran en pasiones y vicios difíciles de combatir. Muchas veces los padres lamentan sobre sus niños diciendo: “De donde tiene él semejante obstinación, capricho, y atracción a lo prohibido, si nosotros no le mostramos este mal ejemplo, quien le enseña?” En realidad no existe la necesidad de enseñar al niño el mal, este ya está arraigado en él. Una madre, observando a su niño decía: “Es claro que él manifiesta las características negativas de su padre.” Lamentablemente las buenas cualidades son adquiridas con esfuerzo y constancia, mientras que las malas, como la cizaña, florecen por si solas.
Los padres jóvenes tienen la tendencia de desestimar estas “cizañas,” considerándolas como un signo de inmadurez: “Ya crecerá,-piensan ellos- y entonces entenderá por si mismo, que es malo y se corregirá.” Pensando así, ellos dejan estas malas costumbres desatendidas y cometen la negligencia en no enseñarle al niño como batallar con ellas. Ellos mas bien prefieren apaciguar los caprichos y las malas inclinaciones del niño de acuerdo al dicho: “Cualquier cosa, con tal de tener una vida de paz.” Por otro lado la psicología y la religión enseñan que hay que eliminar la raíz de las malas inclinaciones desde el principio antes de que se fortalezca. Si las dejamos sin atención, se transformarán en costumbres. Como se arrepienten los padres quienes por ser demasiado suaves y por su insensato amor al niño y por lastima no lo castigan. Después es difícil cambiar y el niño crece indisciplinado.
San Juan de Kronstadt escribe lo siguiente: “Padres y educadores, cuiden a los niños del capricho, sino, ellos infectarán sus corazones de malicia, perdiendo el sagrado amor a la temprana edad, y llegando a la edad adulta, amargamente se quejarán de que sus caprichos fueron complacidos. El capricho es un germen que corrompe el corazón.”
Los padres, desde la temprana edad de sus hijos, deben educarlos de tal manera que el niño sienta que hay cosas Permitidas y no Permitidas. Absolutamente necesarias son las prohibiciones sensatas y castigos moderados. Comprendiendo de que la violación de las reglas impuestas, resulta en una consecuencia desagradable, el niño tratará de eludir lo que se le prohíbe. Un fundamento saludable se implantará en el niño y en su voluntad que recién comienza a formarse, él estará preparado para obedecer las leyes morales establecidas.
El Fundamento Espiritual
Por naturaleza los niños son gentiles, compasivos y sinceros. Estas cualidades valiosas son aun débiles en ellos y tienen que ser guiadas y fortalecidas. Mientras que el niño crece, los padres tienen que fortalecer en él este sentido, el cual puede solo luchar con las malas inclinaciones y apoyar las buenas. Afortunadamente, todos los seres humanos poseen una hermosa cualidad llamada conciencia. La meta de los padres es desarrollar y fortalecer en el niño una conciencia sensible y acostumbrarlo a escucharla.
Esto deber se debe hacer no abstraídamente y en teoría, sino basándonos en las bases religiosas: en Dios y en nuestro amor por el, — en el amor, el agradecimiento, la responsabilidad por los hechos. Sin este fundamento religioso, la educación será insegura y poco convincente.
Algunos creen que la noción de Dios, del bien y del mal, son conceptos demasiado abstractos y complicados para el niño. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que a la edad de tres o cuatro años, el niño puede entender estos conceptos, si tiene ejemplos visuales: el icono, la señal de la cruz, oraciones simples, música religiosa, etc. El alma pura del niño asocia estas primeras impresiones religiosas con la voz de la conciencia, formando en él un sentimiento de piedad.
Para aquellos que dudan de la piedad real en el niño, podrían notar que la fe en Dios no esta inventada por la gente, es una cualidad con la cual se nace. Por esto es accesible para todos, no importa la edad o el desarrollo mental. Las personas humildes y sin educación, y los grandes científicos, son capaces de creer en Dios. Cada persona comprende y experimenta a Dios de acuerdo a sus capacidades, y a medida que la persona se desarrolla, crece y se profundiza su compresión de Dios.
La afinidad de la fe cristiana con el alma humana permite desarrollarla fácilmente en los niños mas pequeños, y construir sobre ella su educación. Uno se puede maravillar con que profundidad y facilidad lo niños aceptan la fe en Dios y que influencia benéfica tiene eso sobre ellos. La fe en Dios no sólo ayuda al niño a luchar contra las malas inclinaciones, sino, también, le ayuda entender muchas cuestiones fundamentales que no son explicables en los términos humanos: la naturaleza del bien y del mal, la aparición del mundo, el sentido de la vida, etc. Lo mas importante, es que la fe en Dios, es la llave para el desarrollo de todas las cualidades positivas en el niño: amor, compasión, sensibilidad, vergüenza, arrepentimiento y el deseo de mejorar.
Por propia experiencia, los padres pueden estar convencidos que la fe en Dios, les dará una herramienta muy poderosa para la crianza del niño. Cuando nosotros decimos que Dios es el origen de todo el bien, y el Supremo Juez de la humanidad, nosotros presentamos la verdadera noción del bien y del mal en la mente del niño. No hacemos esto por medio de ciertas reglas formales, sino, ayudándole a percibir al Ser Viviente que encabeza el mundo, y delante del Cual todos somos responsables. El Ser Supremo nos guía hacía el bien y nos aparta de todo aquello que es perecedero. De esta forma, el niño reconoce el pecado como algo vergonzoso, dañino y la razón del castigo. La noción del pecado no es totalmente desconocida al niño, debido a que, el sentimiento de culpa, vergüenza y la distinción elemental entre el bien y el mal, es parte de la naturaleza humana. Lo que hace la fe Cristiana, es clarificar y fortalecer en él, estos conceptos profundamente arraigados.
El concepto del pecado, abre al niño los caminos de la selección moral y el sentimiento de Responsabilidad delante de Dios. De esta forma el niño es consciente de que sus malas acciones no sólo transgredan la voluntad de sus padres, sino, también, el orden establecido por Dios, y que él puede ser castigado por sus pecados no solo por sus padres, sino, también, por el Padre Celestial. Así mismo, todo el bienestar espiritual y material viene del Señor nuestro Proveedor. Las Santas Escrituras llaman este estado espiritual, como el “temor a Dios” y enseñan que este es el principio de la sabiduría (Prov. 9:10).
La expresión “miedo a Dios” requiere cierta explicación. El concepto de esta expresión se encuentra lejos del primitivo miedo que podrían experimentar los salvajes delante las violentas fuerzas de la naturaleza. De acuerdo con el Evangelio, nuestra relación con Dios tiene que expresarse en un Amor Filial, y el verdadero amor nunca decepciona al amado. Por ejemplo, un buen hijo obedece a su padre, no porque él teme al castigo, sino, por el amor hacía él y por el deseo de no apenarlo. Igual que en la fe Cristiana, el concepto del “temor a Dios,” esta conectado con el pensamiento del Dios-Padre, al cual nosotros no deseamos ofender quebrantando Sus leyes.
El “miedo a Dios,” es una disposición para venerar a Dios y es un sentimiento muy sano que tendría que experimentarse por cada cristiano. Esto no tiene nada que ver con el salvaje miedo de la gente sin fe, quienes temen a cualquier desgracia, enfermedad o la muerte, de los cuales nadie los puede salvar. En cambio en los fieles es el reconocimiento de su propia responsabilidad ante Dios. La correcta educación religiosa demanda la incorporación de estos sentimientos en el niño a una temprana edad.
Aspectos de la Educación Doméstica.
Como ya habíamos mencionado, mientras que el niño es todavía pequeño, él se asimila prominentemente por medio de sus sentimientos. A medida que el crece debe ser desarrollada su voluntad. Debido a que el individuo, desde temprana edad, vive mas que nada por medio de los impulsos y deseos, cuando su mente no esta madura, es muy importante no recargar al niño con admoniciones morales y pruebas lógicas.
La educación comienza con la Obediencia, y cuanto antes el niño se acostumbre a seguir las reglas de los padres, tanto más fácil serán, sus futuras instrucciones. Al principio, la educación se resume a las prohibiciones, por ejemplo: “No hagas eso... No debes actuar de esa manera... Esto no es bueno.” A medida que el niño crece, hay que ofrecerle algo positivo, dirigir y enseñar. Aquí empiezan ciertas dificultades, debido a que las palabras no siempre son suficientes para introducir en el niño las reglas de la conducta. Ocasionalmente se debe enfrentar la obstinación y la negatividad. Para superar esto, los padres a veces tienen que acudir a métodos mas severos.
Existen dos formas de acercamiento: el castigo físico y la influencia religiosa. Lógico que el castigo físico a veces es indispensable, pero si se aplica muy seguido, puede dar malos resultados. El niño se acostumbra a cumplir con sus obligaciones “por medio de la vara” y no aprende a seguir sus propios instintos positivos. Además, castigos frecuentes, tientan a encolerizar al niño, hacerlo callado y desconfiado, dejándole una impresión dolorosa en su carácter.
La educación religiosa otorga mas resultados positivos. Es escasa la necesidad de acudir a los castigos físicos cuando los padres no tratan de imprimir en el niño sus propias reglas, sino aquellas que son prescritas por Dios. Una madre cristiana puede decirle a su niño : “No hagas eso, porque a Dios no le gusta... Esto no se puede hacer — Dios no lo permite.” O: “Si haces esto de esa forma, Dios te castigará!.” Si el niño sufrió debido a su desobediencia (por ejemplo, quemándose los dedos), la madre puede decirle: “Esto te sucede por no obedecer a Dios.”
De esta manera, paso por paso, los padres inculcan en su niño el sentimiento de dependencia de Dios. Si él hace algo, que se le prohíbe, en secreto, entonces, se le debe decir: “No creas que Dios no ve lo que estas haciendo, mientras estoy ausente! Dios ve todo,” y mientras dicen esto, ellos indican el santo icono en el rincón. Un niño quiso robar unos caramelos del aparador; él se subió sobre una silla, y volteo el icono hacía la pared para que “Dios no lo vea,.” En este caso su madre le explico que Dios esta en todas partes y es imposible ocultarse de Él.
No únicamente lo prohibido debe ser amonestado del punto en nombre de Dios. Es mas importante que las exigencias positivas seanbasadas sobre la autoridad Divina. Se le debe explicar al niño que Dios es nuestro Creador, la Fuente de la vida y de la felicidad, y que Él le ayudará en las buenas acciones. El niño debe entender de que no podrá obtener nada sin la ayuda de Dios, y que la herramienta mas importante para conseguir algo, es la Oración. Además, es muy importante enseñarle a agradecer a Dios por todo lo que él tiene — vida, salud, comida, felicidad, y por todas las cosas materiales y espirituales, también rezar por sus padres.
Desde una edad temprana, el niño debe percibir a Dios como a su Padre Celestial, que lo quiere y se preocupa por su bienestar. Por ejemplo, cuando el niño se encuentra solo o con los extraños, la madre lo consuela con las siguientes palabras: “Tú no estas solo, Dios siempre vela sobre ti.” Es bueno de explicarle al niño sobre el Ángel Guardián, quien lo acompaña y lo protege. Esto lo liberará del miedo a la oscuridad o de encontrarse solo. La meta mas importante en la educación del niño, es enseñarle a amar a Dios con todo el corazón.
Para que estas instrucciones no queden abstractas, ellas deben ser reforzadas con vívidas ilustraciones y acciones específicas: persignarse, atendiendo los servicios de la Iglesia, besando los iconos, prendiendo las velas, mirando los dibujos bíblicos, rezando en comunidad, bebiendo el agua bendita en ayuno, recibiendo los Santos Sacramentos, etc. De esta manera, el niño se acostumbra a seguir las regulaciones religiosas y a la sumisión enfrente de la suprema voluntad del Creador.
A medida de que el niño se desarrolla, los padres deben dirigir sus acciones para el fortalecimiento en él, de la misericordia Cristiana. Las características principales son: sinceridad, veracidad, modestia, bondad, diligencia, constancia, saber perdonar, etc. Si a todo esto agregáramos la costumbre de observar los períodos importantes de ayuno y los días santos, entonces se establecería en el niño una condición favorable donde no existiera la necesidad del castigo físico.
Si nosotros comparamos este método cristiano de educación, con otros métodos que lo excluyen, observaremos que algunos padres optan por el grito, el castigo físico, a las lecciones tediosas que no afectan los sentimientos ni la voluntad del niño, o aquellos padres que favorecen al comportamiento indisciplinado y caprichoso. Todo esto solo mutila al niño. No es esta la razón de que los niños de diferentes familias no tienen nada en común: unos son mansos, confiados, sensitivos a la bondad y compasivos; otros, al contrario, malhumorados, desconfiados, sin corazón y caprichosos. La superficial educación mundana le roba al niño las cualidades humanas mas elevadas y preciosas.
Es cierto que la mas grande influencia en la educación, no son las palabras o los castigos, sino, el Ejemplo Personal. El comportamiento de aquellas personas que lo rodean es lo que influye en el alma del niño cada día a cada hora. Los niños entran en contacto con dos grupos de gente: con su propia familia y con los de afuera — maestros, amigos y vecinos. Mientras que los padres tratan de darle al niño el mejor ejemplo, los de afuera a veces tienen una influencia muy negativa sobre él. Eso no significa que los niños deben ser totalmente aislados de la gente, esto los privaría de una preparación necesaria. Mas bien, los padres deberían asegurarse de que sus niños estén relacionados con chicos buenos que también tengan una educación cristiana, y que la influencia de la familia predomine. Aquí tenemos un sumario de las cualidades mas importantes que los padres deben poseer:
v querer a Dios sobre todas las cosas.
v amor de sus niños
v ser justos con respecto a ellos y
v tener constancia en sus acciones.
v como enseñan, así actúan.
Aclarando estas difíciles obligaciones, los padres reconocen mas su responsabilidad por sus niños. Es agradable observar como las parejas, mientras se sacrifican en educar a sus niños, tratan de disciplinarse y educarse. No sólo los padres educan a los niños, sino, los últimos también influyen en sus padres.
Es preferible de que los dos padres sean religiosos y pertenezcan a la misma Iglesia Ortodoxa. En el caso de un matrimonio mixto, se debe hacer un acuerdo (preferible antes del matrimonio) que sus niños serán bautizados y educados en la Iglesia Ortodoxa. La diferencia de opiniones con respecto a la fe, y especialmente las discusiones entre los padres de los asuntos principales ante los niños, causan una hendidura en la conciencia del niño y pueden hacerles mucho daño. Aparte, cuando los padres critican uno al otro en presencia de sus niños, se desautorizan.
En general, los padres deben se muy cuidadosos de lo que hablan en frente de sus niños. Evitar discusiones sean estas por razones fundamentales o pequeñas riñas mundanas. Cuando los niños ven la diferencia en las opiniones de los padres, ellos no dudan en usarlo a su favor, dirigiéndose al quien es menos exigente. Algunos piensan que su hijo es muy pequeño para entender. Pero a pesar de no tener todavía la capacidad de discernir la mayoría de los detalles, el niño puede captar la dirección general de la conversación y los valores morales de la discusión, y esto puede dejar una impresión desfavorable en su subconsciente. Mas tarde podría evocar ciertas preguntas de su parte que los padres no podrían explicar y se podrían formar dudas que son difíciles de dispersar. Es mejor evitar totalmente ciertos temas problemáticos en la presencia de los niños y también evitar de burlarse de alguien o mostrar falta de respeto a las cosas que deben considerarse sagradas. Jesucristo dijo: “Y cualquiera que haga tropezar á alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le anegase en el profundo de la mar” (Mateo 18:6).
Coerción
En algunos países la teoría sobre la “educación liberal” de los niños obtuvo mucha popularidad. Esta teoría rechaza todo constreñimiento y castigo, insistiendo que el niño debe estar libre, para que de esta forma, él pueda expresar y desarrollar su individualidad. Recomiendan aplicar este modo a los niños mas pequeños, los cuales no tienen ningún conocimiento sobre el bien y el mal, ni están acostumbrados a observar sus hechos. Es fácil entender cuantos errores y peligros son producidos por este modo de educación, y estos traen las mas pesadas consecuencias físicas y morales.
Puede un cristiano estar de acuerdo con semejante opinión de educación? Imposible! Así crece una generación que se guía por sus intereses egoístas, sin asumir la responsabilidad moral. Pensando solo en si, estas personas no refrenan sus antojos, su conciencia se duerme poco a poco y ellos empiezan ser poco escrupulosos en los medios para conseguir sus metas. Las escrituras infaliblemente dicen: “porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Génesis 8:21).
La Iglesia nos enseña que desde una edad muy temprana, el niño debe aprender a reconocer entre lo permisible y lo prohibido. Los padres tienen la obligación de guiar las acciones de sus hijos para prepararlos a una vida independiente, edificada sobre los valores espirituales y morales. La guía debe comenzar lo mas temprano posible. A los 10 o 12 Anos, podría ser muy tarde corregir los defectos ya adquiridos.
En orden de reconocer la importancia del constreñimiento en la educación, debemos considerar lo siguiente: (1) La voluntad del niño no es muy débil para guiar sus actos. (2) El niño se acostumbra a ser responsable cuando se le exige lo que es factible. (3) Una sensible y moderada combinación del constreñimiento y el castigo, imprimen en el carácter del niño el sentido de la responsabilidad moral y las buenas costumbres.
Los castigos indirectos, no menos efectivos que los directos, podrían ser: terminar la comida sin recibir el postre, privar al niño por un tiempo de ciertos juegos o TV, no dejarle ver a sus amigos y otros placeres, agregarle mas obligaciones, etc. Cuando las palabras dejan de tener su efecto, se debe usar un método de influencia mas productivo para el niño. (Existe un dicho que dice: “No gastéis las palabras, cuando debéis usar la autoridad !” (de la fábula de Krilov, “El gato y el cocinero”). Debido a que el niño no nace únicamente con predisposiciones positivas, pero también con las predisposiciones negativas, se debe luchar con las ultimas desde un principio. Que lucha puede haber sin las restricciones y los castigos? Recuerde tu propia infancia, y se convencerá que el conocimiento y las buenas costumbres no llegaron automáticamente, pero fueron obtenidas con persuasión y a veces con lágrimas. El Apóstol San Pablo dice: “Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia á los que en él son ejercitados” (Hebreos 12:11). Por esta razón, que los padres muy sentimentales, no teman apenar a sus niños, cuando la situación lo requiere. A veces es necesario para el buen desarrollo cristiano.
El Significado del Templo.
El principal objetivo de la Iglesia es guiar a la gente hacía la fe y a la virtuosidad, por medio de sus servicios y los medios educativos. Entre los poco creentes y la gente corrompida el templo es un faro espiritual, la isla de santidad para los adultos y los niños. Sin el es imposible educar a los niños piadosos.
Su ambiente y sus servicios divinos, tienen una influencia benéfica muy especial para el niño. Las velas, los iconos y los frescos, el aroma del incienso, el canto del coro, el sonido de las campanas — dejan una luminosa impresión en el alma joven. Cuando los padres frecuentemente llevan a sus hijos a la Iglesia, estos se acostumbran a ella y aprenden a amar los servicios inspiradores.
La Iglesia Ortodoxa es rica en fiestas, servicios magníficos y costumbres nobles, las cuales producen una firme influencia para los cristianos. Recuerde: El Domingo de Ramos, la Semana de la Pasión y la procesión con el Santo Sudario, el Servicio de Pascua (nadie lo celebra con tanto esplendor, como los ortodoxos), nuestra bendición de las aguas en el día de Epífanes, la celebración de la Santísima Trinidad con su verdor y abundantes flores, el alzamiento de la Santa Cruz, la bendición de las frutas y la cosecha en el día de la Transfiguración. Cuantas costumbres ancestrales ortodoxas embellecen nuestra vida cotidiana el rincón hermoso con los iconos y una candileja encendida, la primer comida después del ayuno, los días conmemorativos, la bendición de las casas y otras celebraciones religiosas. Que alimento mas rico para el alma del niño! Para el bien de los niños, los padres no deben faltar, o buscar excusas para no presenciar los servicios de la Iglesia.
Debido a que la educación religiosa del niño se logra no tanto por los medios del intelecto, sino, por medio de los sentimientos, los niños que atienden los servicios de la Iglesia y las oraciones de la familia, son como un arada del campo que recibe las semillas del bien, que a su debido tiempo darán su fruto.
La primer confesión a la edad de los siete años, es un acontecimiento muy importante en la vida del joven. Después de la confesión, la persona se vuelve tan santa y casta como después del bautismo. Es importante para esta edad, que los padres le hayan enseñado a sus niños a darse cuenta de sus defectos y a arrepentirse sinceramente por sus palabras o acciones incorrectas. La primer confesión, es una indicación de que el niño ya es suficientemente maduro para comenzar a ser conscientemente responsable por sus acciones ante Dios. Anteriormente el sacramento de Comunión lo nutrió a través de la fe paternal. Ahora él se acerca al cáliz con una convicción personal. Por esto la preparación del joven para recibir dignamente su primer consciente comunión, es una etapa muy importante en el desarrollo espiritual del niño.
Comenzando a esta edad, o quizás un poco mas tarde, los varones pueden servir como monaguillos y las niñas cantar en el coro de la Iglesia o asistir en recoger las velas consumidas de los candelabros enfrente de los iconos. Esto los acostumbrará a participar en los servicios divinos. Estar activamente envueltos en la Liturgia y un contacto cercano con el sacerdote, lleva al niño sensitivo hacía la Iglesia y a una vida espiritual y hasta pensar a dedicar su vida a Dios. Esto no significa que el joven escogerá exactamente este camino, pero la presencia de estos pensamientos dice que la iglesia toco en el o en ella las mejores notas de su alma.
El Colegio Parroquial.
Los colegios públicos muchas veces son incapaces de luchar firmemente contra el impío y las influencias corruptas de la sociedad. Al contrario, deseando estar “al día” con frecuencia elaboran las formas legales de lograr una actitud ligera ante las cuestiones de la vida. Existen muchos factores internos y externos que empujan la familia y la sociedad hacía la desintegración moral. Podemos notar que dentro de estos factores se encuentran los medios de comunicación y la industria cinematográfica, los cuales invaden a los niños con películas de bajo nivel, saturadas con escenas de violencia y sexo.
Para balancear este ambiente materialista y anticristiano que rodea a los niños, las escuelas parroquiales deben dar a los niños un conocimiento religioso, el cual fortalecerá su fe y los preparará a una vida apropiada, incluyendo los métodos para resistir las tentaciones y convertirse en un verdadero cristiano. El propósito de la escuela parroquial es profundizar y ensanchar el cimiento religioso que se recibe en el hogar. Durante las lecciones de catecismo, los niños reciben sistemáticamente un conocimiento muy importante: ellos memorizan las oraciones, se familiarizan con la historia sagrada del Antiguo y Nuevo Testamentos, y estudian el fundamento de la fe Ortodoxa, los mandamientos de Dios y el significado de los servicios divinos. En las clases para los mayores, familiarizamos a los estudiantes con los detalles de denominaciones heterodoxas y con el acercamiento apropiado a los problemas morales y espirituales contemporáneos.
La escuela parroquial asiste a la familia en la educación religiosa. El cuidado de los padres, lógicamente, se extiende mas lejos que del colegio. El colegio otorga un conocimiento teorético religioso, mientras que la aplicación de este conocimiento se alcanza dentro de la familia. Sin una atmósfera cristiana en la casa, toda la información recibida en el colegio no será mas que una teoría que los niños olvidarán en el transcurso de los años.
En conclusión, se debe saber que ni la familia, ni el colegio, ni la Iglesia pueden educar al niño en forma separada. La real educación es visible únicamente por medio de los esfuerzos combinados de estas instituciones. Esta es la razón por la cual, cuanto mas es la interacción y la asistencia mutua dentro de ellas, mas éxito tendrán en la educación de los niños.
La Estructura de la Familia
La Iglesia Ortodoxa siempre consideró a la familia como la principal fuente de iluminación cristiana para los niños. Los Apóstoles llamaban a la familia “la Iglesia doméstica” e instruían a los esposos y todos los miembros de la familia a esforzarse unidos para una vida espiritual.
Para formar un ambiente cristiano en el hogar, es importante que todos los miembros de la familia recen juntos a diario preferiblemente en la mañana y en la noche, también antes y después de las comidas. La oración común, une y fortalece a la familia. Los domingos, todos juntos deben ir a la Iglesia, cumpliendo de esta forma el cuarto mandamiento: “Acuérdate del día del reposo, para santificarlo: Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios” (Exodo 20:8). Dándonos seis días de la semana, Dios guardó un día para Él. Aquellos que usan el séptimo día para ellos, le roban al Señor lo que le pertenece a Él y rompen el convenio con Él.
Las discusiones sobre los temas espirituales y la lectura de las Santas Escrituras, la vida de los Santos, Catecismo y otros libros sobre el crecimiento moral, tienen un efecto benéfico para toda la familia y crea una atmósfera reconciliadora en la casa.
No se pueden ignorar los días de ayunas, los cuales son períodos determinados por la Iglesia para el desarrollo de la disciplina y para la firmeza religiosa. El Señor Jesucristo, también sus discípulos y los primeros cristianos, todos ayunaban en ejemplo a nosotros. Por ejemplo, desde el primer siglo del cristianismo, se volvió en una norma ayunar dos veces por semana, los miércoles y los viernes. En aquel tiempo el Gran Ayuno, también conocido como la Cuaresma, fue establecido para el período antes de la Pascua.
En la ausencia de la escuela parroquial, los padres y los padrinos deben asumir las obligaciones del Catecismo para sus niños. Hay que acostumbrar los niños a leer la Biblia (versión para los niños) y otros libros religiosos y recontar a sus padres lo que leyeron. Estas lecturas y conversaciones deben ser cumplidas regularmente, debido a que sin la constancia, es muy difícil de obtener resultados duraderos.
Dificultades
Unos de los problemas contemporáneos mas grandes es la preservación de la familia. Cuando las familias se separan, toda la sociedad se desintegra. Las estadísticas sobre la cantidad de divorcios y crímenes dentro de la gente joven, es alarmante. Cuales son las razones por la crisis de la sociedad? Nosotros creemos que la razón principal es la debilitación de la fe y el alejamiento de los principios morales cristianos.
En orden de preservar la familia y educar a los niños apropiadamente, es imperativo para los padres construir la familia sobre un cimiento cristiano. Dios y la salvación del alma tienen que tomar el primer lugar,y las cosas materiales — el segundo. Lógicamente, esto no es fácil de conseguir en la condiciones presentes y en este ritmo acelerado de vida, mas, el acrecentamiento de las dificultades económicas. Si varios años atrás una familia normal podía existir con las ganancias de una sola persona, generalmente el padre, hoy es necesario para que los dos esposos trabajen. Así es, que debido al exceso de trabajo, los padres no tienen suficiente tiempo para pasar con sus hijos. Cuando los niños se sienten solos, ellos comienzan a asociarse con los vecinos y amigos, quienes pueden ser amistades indeseables desde el punto de vista cristiano.
A veces estando cansados y nerviosos, los padres comienzan a discutir entre ellos, levantan sus voces y hasta se insultan. Esto crea para los niños una atmósfera enferma en el hogar, y destruye en ellos el desarrollo espiritual.
Para eludir estas situaciones, es necesario de que los padres pacifiquen un poco el tiempo de sus vidas. Es preferible vivir una vida modesta pero en paz, que batallar para obtener las abundancias por medio de las amarguras y los desacuerdos. De acuerdo a las estadísticas, los persistentes problemas económicos y la persuasión en obtener las riquezas materiales, muchas veces son la razón del divorcio. Las simples oraciones (a la mañana y a la noche) ayudan a los padres a encontrar un balance en las preocupaciones diarias y atraer la ayuda de Dios.
Por supuesto, los errores y la falta de entendimiento mutuo son inevitables hasta en las familias mas sanas y religiosas. Los padres deben solucionar sus problemas en una franca y amigable discusión. Sería correcto en adaptar un método donde estas discusiones se practiquen regularmente, anticipándolas con las oraciones y la lectura de las Santas Escrituras. Esto atraerá la ayuda y guía Divina. Los dos padres tienen que aprender a escuchar pacientemente los argumentos de cada uno y respetarse mutuamente. Nunca se debe levantar la voz, insultar o humillar uno al otro, especialmente en presencia de los niños. Uno debe pedir perdón antes de ir a dormir, incluso cuando siente que tiene razón. El Apóstol Pablo instruye a los esposos: “Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo; Ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26). Si la pareja ignora estos consejos, el rencor se acumulará aún mas en sus subconscientes, desalentándolos gradualmente uno del otro.
Los padres deben ser atentos con respecto a lo que se considera como entretenimiento para el hogar, principalmente la televisión y la música, que tienen tanto efecto al ambiente familiar. La televisión sería un invento genial, si se transmitirían programas apropiados y en moderación.
En la práctica, la televisión tiene un efecto adverso sobre los niños. Ocupando el lugar mas preeminente del hogar, como un ídolo, no solo devora mucho tiempo, sino, también acostumbra a los niños a una diversión pasiva, sin ningunos valores educativos y muchas veces dañina. Muchos estudios reportan que los programas de TV, como una regla, permiten la violencia, trivialidad y hasta la profanación. Esta es la forma mas peligrosa de polución. Aparte, los niños que gastan la mayoría del tiempo mirando televisión, según la estadística, tienen un aprendizaje muy pobre. Ellos se hacen obstinados, rudos y comienzan a manifestar una conducta inaceptable.
También se notó que la televisión tiene un efecto hipnótico y obsesivo no solo a los niños sino también a los adultos. La gente que regularmente mira TV, desarrolla a ella una gran afición y pasión, de tal forma, que ya no pueden vivir sin ella. En este aspecto, la TV se convierte en una adicción, como el tabaco o el alcohol. La TV gradualmente destruye el deseo de leer, desacostumbra pensar, rezar o ocuparse en hacer algo útil. Por esta razón, hacen muy bien aquellos padres cuando no tratan de obtener uno o que no miran TV por el bien de sus niños, o mantienen bajo un estricto control el tiempo que sus hijos pasan viéndolo.
La música siendo un arte, debería provocar en la persona unos sentimientos nobles y elevados. Existe una vasta cantidad de música clásica y música folclórica. Desafortunadamente no se puede decir lo mismo de la música contemporánea, como el “rock-and-roll” o “heavy-metal,” esta música trasmite para la persona que escucha, sentimientos tormentosos, eróticos y negativos. Algunas de estas canciones contemporáneas contienen una frases groseras, antirreligiosas y ocultas. Los padres cristianos deben ser responsables, en cuanto a la protección de sus niños, de esta polución.
Algunos padres creen que las limitaciones que se imponen sobre la gente, debido a nuestra fe, son muy severas y no necesarias en nuestros días. Estos padres deben recordar las palabras del Evangelio con respecto a los peligros del “camino ancho” seguido por la mayoría de la gente, y la salvación del angosto camino del cristianismo. En nuestros tiempos muy cercanos a la venida del anticristo, los cristianos deben entender que el mundo esta controlado por la fuerza satánica, y así como Jesucristo dijo: “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mi” (Juan 14:30).
A veces, los padres, a pesar de su devoción a la fe, presentan a sus niños los conocimientos religiosos con demasiada formalidad y sequía. El resultado es una implantación superficial de los factores, las reglas, las costumbres que no están calentados por la sincera fe en Dios, ni por el amor a Dios y los prójimos. Otras familias son muy superficiales y no entregan su corazón enteramente a la enseñanza Ortodoxa. Por ejemplo, antes de la revolución Rusa, mucha gente, especialmente la “inteligencia,” se acordaban de la Iglesia únicamente durante las fiesta importantes, y eventos de familia como: Bautismo, casamiento o funeral. El resto de sus vidas transcurría sin ninguna relación con la Iglesia o atención a las regulaciones o requisitos de la última. Es normal de que la gente, con semejante actitud despreciativa con respecto a su fe, les dejaban a sus hijos el mismo legado. Pensamos que esta es la causa por la cual la revolución Rusa tomó semejantes dimensiones monstruosas, y porque los cristianos reaccionaban tan pasivamente con respecto a la destrucción de sus iglesias, la exterminación de las reliquias y la persecución del clero.
Hay que esforzarse para que la fe en Dios penetre toda nuestra vida y no solo “rinconcitos festivos.” Cualquier indecisión o superficialidad priva a la persona de la integridad, la firmeza y el entusiasmo. En la antigüedad Tertuliano dijo, que “el alma de la persona por su naturaleza es ortodoxa y no puede conformarse con la fe incompleta.” Es aun mas justo respecto a los niños cuales buscan el acuerdo completo entre la fe y la vida.
Entre todas las dificultades a las cuales se someten los padres para educar a sus hijos, tienen un aspecto positivo: tratando de guiar sus niños por el camino virtuoso, ellos simultáneamente fortalecen su propia fe y el crecimiento espiritual. De acuerdo al plan del Creador, este es el objetivo real de la familia — enseñar a la gente preocuparse y cuidar a los demás y así crecer espiritualmente.
Cuando los padres reconocen su inexperiencia y la debilidad en cuestión de la educación de los niños, y se dirigen a Dios pidiendo la guía y la ayuda, Dios los asiste, y la vida de la familia fluye con seguridad bajo la protección del Todopoderoso.
Conclusión
En la familia se recibe el fundamento de la fe, guía moral y el sentido de la responsabilidad. Desde el momento del nacimiento, y el principio del conocimiento, el nuevo miembro de la familia aprende a apreciar el cuidado y el amor de sus padres. El trabajo duro y cierta austeridad son los ingredientes útiles para el ambiente de la familia: ellos fortalecen el carácter de los niños, los acostumbran a trabajar y confieren una perspectiva sobria en la vida. La familia es la que cuida y distribuye la tradición cristiana. Aquí es donde la criatura recibe sus primeras impresiones espirituales. Aquí es donde se implanta el cimiento de la fe, oración y buenas obras.
La sicología pedagógica enseña, que en el trayecto de los primeros años, el niño recibe un tercio del concepto de la vida adulta, en los primeros siete años de la niñez, la persona pone los cañamazos de su vida posterior. En otras palabras, el adulto solo amplia y profundiza aquello, lo que se formo en su alma en el transcurso de los primeros siete años. A los tres años comienza a realizar su individualidad y a pronunciar la palabra “yo.” Este es el tiempo a enseñarles a ser obedientes. La obediencia es el principio de la educación.
Desde la temprana edad, el niño debe entender lo que es permisible y lo que no es. Esta noción se desarrolla en él, no en una forma abstracta, sino, sobre una base religiosa, o sea, la fe en Dios y nuestra relación con Él — amor, agradecimiento y esperanza en Su ayuda. La noción del pecado, abre el camino de la selección moral y el sentido de la responsabilidad. Ahora él comprende que cualquier conducta mala viola no solo la voluntad de sus padres, sino, también, el orden natural dirigido por Dios que podría castigarlo por su desobediencia.
Simultáneamente los padres tienen que darle a su niño el Ejemplo de la Vida Cristiana. Si ellos tratan únicamente llenarle la cabeza con reglas, él las considerará como teorías inútiles. Un buen ejemplo tiene un papel determinado en el desarrollo del niño. En conclusión, todos los miembros de la familia deben respetarse y quererse mutuamente, rezar juntos, hablar sobre los temas religiosos, atender la Iglesia, tomar la Santa Comunión, observar los días de ayuna, y ayudar a los necesitados.
Junto con las instrucciones, los padres deben mostrar el ejemplo propio, el cual tiene buena influencia sobre la voluntad del niño al igual que sobre el desarrollo de su conciencia moral. Pero si llenar la cabeza del niño solo con las reglas sin animarlas con la familiar vida cristiana, el va a percibir estos sermones como una teoría seca y abstracta. Un buen ejemplo de los padres juega el decisivo rol en el desarrollo del niño. Para esto los esposos deben amar uno al otro, rezar juntos, Hablar de Dios, Asistir a la iglesia, Confesarse lo mas Seguido Posible, Ayunar, cuidar las costumbres de la Iglesia, ayudar a los necesitados o sea tener un ardiente espirito.
Sin duda, que los fracasos de los padres, son los resultados de una fe débil y por pensar únicamente en obtener las riquezas materiales de la vida. También puede ser que los padres se irritan y se enojan frecuentemente, siendo esto un signo de egoísmo y falta de disciplina. La irritabilidad de los padres es contagiosa para los niños.
Los niños deben ser protegidos de las tentaciones, las cuales generalmente se siembran en ellos por medio de la TV y música voluptuosa. Si los padres insisten en tener un televisor en sus casas, ellos deben restringir la cantidad de tiempo que ellos gastan enfrente de la pantalla, y también revisar el contenido de lo que ellos miran.
Es muy importante, y lo que debe entender cada padre que los buenos resultados en la educación moral de los niños es imposible sin las bases religiosas, sin la ayuda de la iglesia, sin la oración y los sagrados Sacramentos. La designación de la persona no se limita solamente por la vida terrenal, sino se extiende a la eternidad. Por esto la educación del niño debe ayudarle a tener esta meta mas importante ante sus ojos y saber como llegar a ella.
Una Oración.
O Señor, Nuestro Padre Celestial, ten piedad de nuestros niños (nombres), por los cuales con humildad Te rogamos, y a los cuales encomendamos a Tú cuidado y protección. Implanta en ellos la verdadera fe, enséñales a ser reverendos en frente de Tí y dígnalos de amarte con fervor, nuestro Creador y Salvador. Guíalos hacía la virtuosidad, para que ellos hagan todo para Tú gloria. Enséñales a seguir una vida piadosa y virtuosa, para ser buenos cristianos y gente digna. Otórgales salud espiritual y física y éxito en sus esfuerzos. Protégelos de las trampas taimadas del diablo, de las muchas tentaciones, de las malas pasiones y de toda la gente atea y trastornada. Por Tú Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por medio de las oraciones de Su Santísima Madre y todos los santos, déjales encontrar en Tí un refugio tranquilo y Tu eterno Reino, para que ellos, con todos los salvados, eternamente Te den las gracias, a Tu único Hijo Primogénito y Tú Dispensador de la vida, Espíritu Santo. Amen.
Obispo Alejandro (Mileant)
Catecismo Ortodoxo
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