Thursday, October 27, 2016
Saturday, October 22, 2016
San Juan Damasceno - Sobre el Islam.
La fuente del Conocimiento,
Libro II (“Sobre las Herejías”)
San Juan Damasceno.
101. Existe también la superstición de los ismaelitas que permanece hasta nuestros días y encierra a la gente en el error, y que es precursora del Anticristo. Ellos descienden de Ismael, nacido de Agar a Abraham, y por esta razón son llamados tanto agarenos como ismaelitas. También son llamados sarracenos, lo cual deriva de Sarra Kenoi o destituidos de Sara, a causa de lo que Agar le dijo al ángel: “Sara me ha destituido.”1 Éstos solían ser idólatras y adoraban al lucero del alba y a Afrodita, a quien en su propia lengua llamaban Khabir (¿Khabar?), lo que significa grande.”2 Y así que hasta el tiempo de Heraclio fueron enormes idólatras. Desde aquel tiempo hasta la actualidad un falso profeta llamado Mahoma se ha aparecido en medio de ellos. Este hombre, después de haberse topado con el Antiguo y Nuevo Testamento y, asimismo, según parece, después de haber conversado con un Monje arriano3, ideó su propia herejía. Entonces, habiéndose ganado la simpatía de la gente por una muestra de aparente piedad, anunció que cierto libro le había sido bajado del cielo. Había dejado por escrito algunas composiciones ridículas en este libro suyo y se lo dio a la gente como objeto de veneración.
Dijo que hay un solo Dios, Creador de todo, que no ha sido engendrado ni ha engendrado4. Dijo que Cristo es el Verbo de Dios y su Espíritu, pero una creatura y siervo, y que ha sido engendrado, sin simiente, de María, hermana de Moisés y Aarón5. “Pues –dijo– el Verbo y Dios y el Espíritu entraron en María y ella dio a luz a Jesús, que fue profeta y siervo de Dios. Y dijo que los judíos querían crucificarlo en violación de la Ley, y que se apoderaron de su sombra y a ésta crucificaron. Pero Cristo mismo –dijo– no fue crucificado ni murió, porque Dios por su amor a Él lo tomó consigo al cielo 6. Y dijo esto, que cuando Cristo hubo ascendido al cielo, Dios le preguntó: “Oh Jesús, tú dijiste: ¿‘Yo soy el Hijo de Dios y Dios’?” Y Jesús dijo, respondiéndole: “Sé misericordioso conmigo, Señor. Tú sabes que no dije eso y que no menosprecio ser tu siervo. Pero los hombres pecadores han escrito que yo realicé esta declaración, y han mentido sobre mí y han caído en el error. Y Dios le respondió y le dijo: “Yo sé que no dijiste esta palabra.”7 Hay muchas otras cuestiones extraordinarias y bastante ridículas en su libro de las que se jacta de que Dios fue quien se las mandó. Pero cuando preguntamos: ‘¿Y quién hay para testificar que Dios le dio el libro? ¿Y cuál de los profetas predijo que tal profeta se levantaría?’, están perdidos, se quedan sin palabras. Y remarcamos que Moisés recibió la Ley en el Monte Sinaí, con Dios apareciéndose a la vista de toda la gente en la nube, el fuego, la oscuridad y la tormenta. Y decimos que todos los profetas desde Moisés en adelante predijeron la venida de Cristo y cómo Cristo Dios (e Hijo de Dios encarnado) había de venir y ser crucificado, muerto y resucitado, y cómo había de ser el juez de los vivos y los muertos. Entonces, cuando decimos: ‘¿Cómo es que este profeta de vosotros no vino de la misma manera, con los demás anteriores dando testimonio de él? ¿Y cómo es que Dios no presentó en vuestra presencia a este hombre con el libro al cual se refieren, siquiera como Él entregó la Ley a Moisés, con la gente mirando y la montaña que humeaba, para que vosotros también tuvierais certeza?’ –Ellos responden que Dios hace lo que le place. ‘Esto’, nosotros decimos, ‘lo sabemos, pero estamos preguntando cómo llegó el libro a vuestro profeta.’ Entonces contestan que le llegó cuando estaba dormido. Entonces en tono de broma les decimos que como recibió el libro mientras dormía y no percibió realmente la maniobra, entonces el adagio popular se aplica a él (el cual postula: Me estás contando los sueños)8.
Cuando preguntamos nuevamente: “Cómo es que cuando nos ordena en este libro de vosotros no hacer nada o no recibir nada sin testigos, no le preguntáis: ‘Primero muéstranos tú por testigos que eres un profeta y que has venido de Dios, y muéstranos sólo lo haya en las Escrituras que testifique sobre ti”- se avergüenzan y se quedan callados. [Entonces continuamos:] ‘Aunque no podáis casaros con esposa sin testigos, o comprar o adquirir propiedades; aunque tampoco podáis recibir un burro ni poseer una bestia de carga sin testificar, y aunque poseáis tanto esposas como propiedad, asnos y así sucesivamente a través de testigos, sin embargo es sólo vuestra fe y vuestras escrituras lo que tenéis no corroborado por testigos. Pues el que entregó esto a vosotros no tiene garantía de ninguna fuente, ni hay alguien conocido que testifique sobre él antes que viniera. Por el contario, lo recibió mientras dormía’.
Por otra parte nos llaman heteristas o asociadores, porque dicen que le introducimos un socio a Dios por declarar a Cristo el Hijo de Dios y Dios. Nosotros les decimos en respuesta: ‘Los profetas y las Escrituras nos han entregado esto, y vosotros, como persistentemente sostenéis, aceptáis a los profetas. Por tanto, si erróneamente declaramos que Cristo es el Hijo de Dios, es porque ellos fueron los que nos lo enseñaron y nos lo entregaron’. Pero algunos de ellos dicen que es por mal interpretación que hemos representado a los profetas diciendo tales cosas, mientras que otros dicen que los hebreos nos odiaban y nos engañaban escribiendo en nombre de los profetas para que nos perdiéramos. Y otra vez les decimos: ‘Mientras que vosotros decís que Cristo es el Verbo de Dios y su Espíritu, por qué nos acusáis de ser heteristas? Pues la palabra y el espíritu son inseparables de aquel en el que naturalmente existen. Por consiguiente, si el Verbo de Dios es en Dios, entonces es obvio que Él es Dios. Si, empero, está fuera de Dios, entonces, según vosotros, Dios es sin palabra y sin espíritu. En consecuencia, por evitar la introducción de un socio a Dios, vosotros lo habéis mutilado. Sería mucho mejor para vosotros decir que Él tiene un socio en vez de mutilarlo, como si estuvierais tratando con una piedra, un pedazo de madera o algún otro objeto inanimado. Por ende, vosotros habláis faltando a la verdad cuando nos llamáis heteristas; nosotros retrucaremos llamándoos mutiladores de Dios’.
Además nos acusan de ser idólatras porque veneramos la Cruz, que ellos abominan. Y nosotros les respondemos: ‘¿Cómo es, entonces, que os frotáis contra una piedra en vuestra Ka’ba9, la besáis y abrazáis?’ Entonces, algunos de ellos dicen que Abraham tuvo relaciones con Agar sobre ella, pero otros dicen que amarró el camello a ella, cuando estaba yendo a sacrificar a Isaac. Y nosotros les respondemos: ‘Puesto que la Escritura dice que la montaña era arbolada y tenía árboles de los que Abraham cortó madera para el holocausto y que la puso encima de Isaac10, y entonces dejó los asnos detrás con los dos hombres jóvenes, ¿por qué habláis sin sentido? Pues aquel lugar tampoco está lleno de árboles ni hay paso para asnos’. Y se avergüenzan; pero aún así afirman que la piedra es de Abraham. Entonces decimos: ‘Dejemos que sea de Abraham, como vosotros tontamente decís. Entonces, sólo porque Abraham tuvo relaciones con una mujer sobre ella o amarró su camello a ella, vosotros no os avergonzáis de besarla, mas nos culpáis por venerar la Cruz de Cristo por la cual el poder de los demonios y el engaño del diablo fueron destruidos’. Esta piedra de la que ellos hablan es una cabeza de aquella Afrodita a la que solían adorar y que llamaban Khabar. Hasta la actualidad, los rastros de la escultura son visibles en ella para los observadores cuidadosos.
Como se ha relatado, este Mahoma escribió muchos libros ridículos, a cada uno de los cuales les puso título. Por ejemplo, hay un libro Sobre la mujer11, en el que explícitamente hace legal la provisión de tomar cuatro esposas, y, si fuera posible, un millar de concubinas –tantas como uno pueda mantener, además de las cuatro esposas–. También hizo legal repudiar a cualquier esposa que se deseara [repudiarla], y en tal caso debería desearse tomar para sí otra del mismo modo. Mahoma tenía un amigo llamado Zeid. Este hombre tenía una hermosa esposa de la que Mahoma se enamoró. Una vez, cuando se sentaron juntos, Mahoma dijo: ‘Oh, por cierto, Dios me ha ordenado tomar a tu esposa’. El otro respondió: ‘Tú eres un apóstol. Haz como Dios te ha dicho y toma a mi esposa’. Antes –para contar la historia desde el principio– le dijo: ‘Dios me ha dado la orden de que repudies a tu esposa’. Y él la repudió. Entonces, muchos días después: ‘Ahora’, dijo, ‘Dios me ha ordenado tomarla.’ Entonces, después de haberla tomado y cometer adulterio con ella, hizo esta ley: ‘Déjalo que repudie a su esposa. Y, si después de haberla repudiado, él desea retornar con ella, deja que otro se case con ella. Pues no es lícito tomarla a menos haya sido casada con otro. Además, si un hermano repudia a su esposa, deja que su hermano se case con ella si así lo desea.’12
En el mismo libro (Sobre la Mujer) da preceptos tales como éste: ‘Trabaja (¿labra/ara?) la tierra que Dios te ha dado y embellécela. Y hazlo, y hazlo de tal manera13. No repetir todas las cosas obscenas que hizo.
A continuación está el libro de El camello de Dios14. Sobre este camello hembra dice que había un camello de Dios que se bebió el río entero y no podía pasar entre dos montañas, porque no había espacio suficiente. Dice que había gente en aquel lugar que solía beber el agua un día, mientras el camello bebía al [día] siguiente. Además, por beber el agua, los proveía de alimento, ya que les suministraba leche en vez de agua. Entonces, a causa de que estos hombres eran malos, se rebelaron y mataron al camello. Sin embargo, éste tenía una cría, un camello pequeño, que –prosigue Mahoma– cuando se deshicieron de la madre, invocó a Dios y Dios lo tomó consigo. Entonces nosotros les decimos: ‘¿De dónde vino ese camello?’ Y ellos dicen que de Dios. Entonces decimos: ‘¿Hubo otro camello vinculado a éste?’ Y ellos dicen: ‘No.’ ‘Entonces’ –decimos nosotros–, ‘¿cómo fue engendrado? Porque vemos que este camello vuestro no tiene padre, ni madre, ni genealogía, y que aquel que lo engendró padeció el mal. Tampoco es evidente quién lo creó. Y también, este camello pequeño fue llevado arriba. Así que, ¿por qué vuestro profeta, a quien, según lo que vosotros decís, Dios le habló, no averiguó sobre dónde había pastado el camello y quién recibió leche por ordeñarlo? ¿O, posiblemente, al igual que su madre, se encontró con la gente malvada y fue aniquilado? ¿O entró en el paraíso antes que vosotros, para que pudierais tener el río de leche del que muy tontamente hablan? Porque decís que tenéis tres ríos fluyendo en el paraíso, uno de agua, uno de vino y uno de leche. Si vuestro predecesor el camello está fuera del paraíso, es obvio que se ha secado por el hambre y la sed, o que otros tienen el beneficio de su leche, y así que vuestro profeta se jacta vanamente de haber conversado con Dios, porque Dios no le reveló el misterio del camello. Pero si está en el paraíso, bebe agua todavía, y vosotros por falta de agua os secaréis en medio del paraíso del deleite (placer). Si no habiendo agua a causa de que el camello se haya bebido toda, tenéis sed del vino del río de vino que fluye, os intoxicaréis por beber vino puro, colapsaréis bajo la influencia de la fuerte bebida y os quedaréis dormidos. Entonces, padeciendo un pesado dolor de cabeza después de dormir y estando descompuestos por el vino, extrañaréis los placeres del paraíso. ¿Cómo, entonces, no entró en la mente de vuestro profeta que esto podría ocurriros a vosotros en el paraíso del deleite (placer)? Nunca tuvo la menor idea de a lo que ahora conduce el camello, y ni siquiera se lo preguntasteis, cuando no os paraba de hablar de sus sueños sobre el asunto de los tres ríos. Lisa y llanamente os aseguramos que el maravilloso camello de vosotros os ha precedido en las almas de los asnos, a donde también vosotros, tal como las bestias, estáis destinados a ir. Y allí están las tinieblas exteriores y el castigo eterno, el fuego ardiente, los gusanos que no duermen y los demonios infernales’.
Por otra parte, en el libro de La mesa, Mahoma dice que Cristo le preguntó a Dios por una mesa y que ésta le fue dada a Él. Pues Dios –dice Mahoma– le dijo: ‘Te la he dado y la tuya es una mesa incorruptible’15
Y en otra ocasión, en el libro de La vaquillona16, dice otras cosas estúpidas y ridículas, las que, por causa de su gran número, pienso que no deben ser tomadas en cuenta. Hizo una ley para que sean circuncidados (también las mujeres) y les ordenó no guardar el Sabbath ni bautizarse. Y, mientras que les ordenó comer algunos alimentos prohibidos por la Ley, les ordenó abstenerse de otros. Además, prohibió el consumo del vino.
Notas:
1. Cf. Gen. 16.8. Sozomen también dice que descendían de Agar, pero autodenominándose descendientes de Sara para ocultar su origen servil (Historia Eclesiástica 6, 38. Pág. 67.1412AB).
2. Kabirun en árabe significa ‘grande,’ ya sea en tamaño como en dignidad. Herodoto menciona el culto arábigo a la “Afrodita celestial”, pero dice que los árabes la llamaban Alilat (Heredoto 1,131).
3. Éste puede ser el Monje nestoriano Bahira (Jorge o Sergio) que conoció al muchacho Mahoma en Bostra de Siria y afirmó reconocer en él la señal de un profeta.
4. Corán, Sura 112.
5. Sura 19, 4-169.
6. Sura 4, 156.
7. Sura 5.116ff.
8. Los manuscritos no contienen el adagio, pero Lequien sugiere éste de Platón.
9. La Ka’ba, llamada ‘la casa de Dios’, se supone construida por Abraham con la ayuda de Ismael. Ésta ocupa lo que los musulmanes consideran el sitio más sagrado de la mezquita de La Meca y de todo el mundo. Incorporada a su muralla está la piedra aquí referida, la famosa Piedra Negra, que obviamente es una reliquia de la idolatría de los árabes preislámicos.
10. Gen. 22.6.
11. Corán, Sura 4.
12. Cf. Sura 2, 225ff.
13 Sura 2, 223.
14 No hallado en el Corán.
15 Sura 5, 114-115.
16 Sura 2.
Tuesday, October 18, 2016
Muchos padres, amando en forma errónea a sus hijos, les causan un daño espiritual. por. ( San Paisos de Athos )
Muchos padres, amando en forma errónea a sus hijos, les causan un daño espiritual. por. ej., la madre por excesivo amor a su hijo, abrazándolo y besándolo, le dice: "que maravilloso niño eres" o "Tu — el muchacho mejor del mundo," etc. De esto, el pequeño desde muy temprano (a la edad que no puede tener todavía plena conciencia), asimila una elevada opinión de si mismo, que él es el mejor y más inteligente de todos. Por eso él, naturalmente, no siente necesidad de la gracia Divina y no sabe pedir ayuda a Dios. Así, desde la temprana infancia, en el alma del niño se fija una pétrea presunción, que nunca podrá superar y la llevará consigo a la tumba.
San Paisos de Athos
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Saturday, October 15, 2016
El orgullo impide al alma tener fe. ( San Siluan el Athonita )
Un alma orgullosa, aunque hubiera estudiado todos los libros, nunca conocerá a Dios, porque el orgullo no da lugar a la gracia del Espíritu Santo por la cual se conoce al Señor. El orgullo impide al alma tener fe. Tengo un consejo para un incrédulo, que diga: "Señor, si Tú existes, ilumíname y yo te serviré con toda mi alma y corazón." Y por tal humilde pensamiento y la voluntad de servir a Dios, el Señor, sin falta, lo iluminara.
San Siluan el Athonita
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Salmo 135
Salmo 135
1. Confiesen al Señor, porque es bueno,
pues eterna es Su misericordia.
Confiesen al Dios de los dioses,
pues eterna es Su misericordia.
Confiesen al Señor de los señores,
pues eterna es Su misericordia.
A Quien solo hace grandes maravillas,
pues eterna es Su misericordia.
5. Al que hizo los cielos con entendimiento,
pues eterna es Su misericordia.
Al que afianzó la tierra sobre las aguas,
pues eterna es Su misericordia.
A Quien solo hizo grandes lumbreras,
pues eterna es Su misericordia.
El sol para regir el día,
pues eterna es Su misericordia.
La luna y las estrellas para regir la noche,
pues eterna es Su misericordia.
10. Al que golpeó a Egipto con sus primogénitos,
pues eterna es Su misericordia.
Y sacó a Israel de en medio de ellos,
pues eterna es Su misericordia.
Con mano poderosa y brazo excelso,
pues eterna es Su misericordia.
Al que dividió en partes la Mar Roja,
pues eterna es Su misericordia.
Y por en medio de ella condujo a Israel,
pues eterna es Su misericordia.
15. Y en la Mar Roja despeñó a Faraón y su ejército,
pues eterna es Su misericordia.
Al que condujo a Su pueblo en el desierto,
pues eterna es Su misericordia.
Al que golpeó a grandes reyes,
pues eterna es Su misericordia.
Y mató reyes poderosos,
pues eterna es Su misericordia.
A Sejón, rey de los amorreos,
pues eterna es Su misericordia.
20. Y a Og, rey de Basán,
pues eterna es Su misericordia.
Y dio Su tierra en heredad,
pues eterna es Su misericordia.
En heredad a Su siervo Israel,
pues eterna es Su misericordia.
El Señor Se acordó de nosotros en nuestra humillación,
pues eterna es Su misericordia.
Y nos redimió de mano de nuestros enemigos,
pues eterna es Su misericordia.
25. El que da de comer a toda carne,
pues eterna es Su misericordia.
Confiesen al Dios del cielo,
pues eterna es Su misericordia.
1. Confiesen al Señor, porque es bueno,
pues eterna es Su misericordia.
Confiesen al Dios de los dioses,
pues eterna es Su misericordia.
Confiesen al Señor de los señores,
pues eterna es Su misericordia.
A Quien solo hace grandes maravillas,
pues eterna es Su misericordia.
5. Al que hizo los cielos con entendimiento,
pues eterna es Su misericordia.
Al que afianzó la tierra sobre las aguas,
pues eterna es Su misericordia.
A Quien solo hizo grandes lumbreras,
pues eterna es Su misericordia.
El sol para regir el día,
pues eterna es Su misericordia.
La luna y las estrellas para regir la noche,
pues eterna es Su misericordia.
10. Al que golpeó a Egipto con sus primogénitos,
pues eterna es Su misericordia.
Y sacó a Israel de en medio de ellos,
pues eterna es Su misericordia.
Con mano poderosa y brazo excelso,
pues eterna es Su misericordia.
Al que dividió en partes la Mar Roja,
pues eterna es Su misericordia.
Y por en medio de ella condujo a Israel,
pues eterna es Su misericordia.
15. Y en la Mar Roja despeñó a Faraón y su ejército,
pues eterna es Su misericordia.
Al que condujo a Su pueblo en el desierto,
pues eterna es Su misericordia.
Al que golpeó a grandes reyes,
pues eterna es Su misericordia.
Y mató reyes poderosos,
pues eterna es Su misericordia.
A Sejón, rey de los amorreos,
pues eterna es Su misericordia.
20. Y a Og, rey de Basán,
pues eterna es Su misericordia.
Y dio Su tierra en heredad,
pues eterna es Su misericordia.
En heredad a Su siervo Israel,
pues eterna es Su misericordia.
El Señor Se acordó de nosotros en nuestra humillación,
pues eterna es Su misericordia.
Y nos redimió de mano de nuestros enemigos,
pues eterna es Su misericordia.
25. El que da de comer a toda carne,
pues eterna es Su misericordia.
Confiesen al Dios del cielo,
pues eterna es Su misericordia.
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Saturday, October 8, 2016
El Milagro del Fuego Santo en Jerusalén
"El Sábado Santo, los creyentes se reúnen, en grandes multitudes, en la Iglesia del Santo Sepulcro. Ya que en este día, baja Fuego del Cielo y enciende las lámparas en la Iglesia". Esto es lo que se lee en uno de los muchos itinerarios de la Pascua en Tierra Santa.
"El Milagro del Fuego Santo" es conocido, por los Cristianos de las Iglesias Ortodoxas, como "El más grande de todos los milagros Cristianos". Tiene lugar cada año, a la misma hora, de la misma manera, y en el mismo lugar. No se conoce de ningún otro milagro que ocurra, de manera tan regular, y por un período de tiempo tan extenso. Se puede lee acerca de él en fuentes tan antiguas, como las del siglo octavo después de Cristo. El milagro ocurre en La Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, la cual es, para millones de creyentes, el lugar más sagrado sobre la Tierra. La Iglesia del Santo Sepulcro es un sitio enigmático, en sí mismo. Los teólogos, historiadores y arqueólogos consideran que la Iglesia contiene tanto el Gólgota, la pequeña colina en la cual Jesucristo fue crucificado, como la "tumba nueva", cerca del Gólgota, que recibió Su Cuerpo Muerto, como se lee en los Evangelios. Es en este mismo punto que los Cristianos creen que Él resucitó de entre los muertos.
Uno puede rastrear el milagro, a través de los siglos, en los muchos itinerarios de Tierra Santa. El abad ruso Daniel, en su itinerario, escrito en los años 1106 y 1107, presenta el "Milagro de la Luz Santa", de una manera muy detallada, así como las ceremonias que lo enmarcan. Él recuerda cómo el Patriarca entra en la capilla-Sepulcro (la Anastasis), con dos velas apagadas. El Patriarca se arrodilla frente a la piedra, sobre la cual Cristo fue colocado después de Su Muerte, y dice ciertas oraciones, después de las cuales ocurre el milagro. La Luz emana desde el centro de la piedra: una Luz azúl indefinible, que después de un tiempo, enciende las lámparas de aceite apagadas, al igual que las dos velas del Patriarca. Esta Luz es "El Fuego Santo", y se propaga a todas las personas presentes en la Iglesia. La ceremonia del "Milagro del Fuego Santo" es, tal vez, la ceremonia Cristiana, más antigua e ininterrumpida en el mundo. Desde el siglo cuarto después de Cristo, hasta nuestros días, diversas fuentes hablan del asombroso milagro. Por lo escrito, en estas fuentes, es claro que el milagro ha sido celebrado en el mismo punto, en el mismo día de Pascua, y en el mismo esquema litúrgico, a través de todos estos siglos. Uno se puede preguntar, si esto ocurrirá también en el año 1998.
Con el fin de averiguarlo, viajé a Jerusalén para estar presente en la ceremonia, en la cual el Milagro del Fuego Santo ocurre, y puedo dar testimonio de que no solo ocurrió en la antigua Iglesia, y durante toda la Edad Media, sino también el 18 de abril de 1998. El Patriarca Griego Ortodoxo de Jerusalén, Diódoro I, es el hombre que, cada año, entra al Sepulcro para recibir el Fuego Santo. Él ha sido el Patriarca de Jerusalén, desde 1982 y, por lo tanto, es el testigo clave del milagro. Previamente a la ceremonia de este año, el Patriarca me recibió, en audiencia privada, donde tuve la oportunidad de hablar con él acerca del milagro, con el fin de saber, exactamente, qué sucede en el sepulcro, y qué significado personal tiene el milagro para él, en su vida espiritual. Además, por su intervención, fui admitido a los balcones en el domo de la Iglesia del Santo Sepulcro, desde donde tuve una buena vista de la gran cantidad de gente que se había reunido alrededor del Sepulcro, en anticipacioó al "Gran Milagro del Fuego Santo".
¿Pero, qué exactamente, sucede en la Iglesia del Santo Sepulcro el Sábado de Pascua?. ¿Por qué tiene tal impacto en la Tradición Ortodoxa?. ¿Por qué parece que nadie sabe del milagro, en los países Protestantes y Católicos?.
El milagro ocurre cada año en el Sábado de la Pascua Ortodoxa. Hay muchos tipos de Cristianos Ortodoxos: Sirios, Armenios, Rusos y Griegos Ortodoxos, al igual que Coptos. Tan solo en la Iglesia del Santo Sepulcro, hay 7 distintas denominaciones Cristianas. La fecha de la Pascua Ortodoxa se determina de acuerdo al Calendario Juliano, y no en base al Calendario Gregoriano de Europa Occidental, lo que significa que su Pascua, normalmente, ocurre en una fecha distinta a la fecha de la Pascua Protestante y la Católica.
Desde que Constantino, el Grande, construyó la Iglesia del Santo Sepulcro, a mediados del siglo cuarto, ha sido destruida muchas veces. Los Cruzados construyeron la Iglesia que vemos, hoy en día. Alrededor del Sepulcro de Jesús fue erigida una pequeña capilla con dos cuartos: uno pequeño frente al Sepulcro, y lel a propio Sepulcro, en donde no caben más de cinco personas. Esta capilla es el centro de los acontecimientos hechos milagrosos, y el estar presente en la celebración, justifica, totalmente, el término "acontecimiento", ya que la Iglesia del Santo Sepulcro, no se llena de esa manera, en ningún otro día del año. Si uno desea entrar, tiene que calcular seis horas de formar fila. Cada año, cientos de personas no pueden entrar debido a las multitudes. Acuden peregrinaciones de todas partes del mundo, la mayoría de Grecia, pero en años recientes, ha aumentado el número de asistentes rusos, y de lo que eran los países de Europa Oriental.
Con el fin de estar tan cerca del Sepulcro, como sea posible, las peregrinaciones acampan alrededor de la Capilla-Sepulcro, esperando desde la tarde del Viernes Santo, en anticipación a la maravilla del Sábado Santo. El milagro ocurre a las 2.00 P.M. pero, desde las 11.00 A.M., la Iglesia está completamente llena.
Desde las 11:00 A.M., y hasta la 1 P.M., los árabes Cristianos entonan cantos tradicionales, a todo pulmón. Estos cantos datan de los tiempos de la ocupación turca, de Jerusalén en el Siglo 13, un período, en el cual, a los Cristianos no se les permitía cantar sus cantos, en ninguna parte, más que en las Iglesias. "Somos los Cristianos, lo hemos sido por siglos, y esto seremos por siempre. ¡Amén!", cantan, fuertemente, acompañados por el sonido de tambores. Los músicos que tocan los tambores, se sientan sobre los hombros de otros, quienes danzan alrededor de la Capilla del Sepulcro. Pero, a la 1:00 P.M., las canciones se terminan, y hay silencio, un silencio tenso y electrificado, por la anticipación de la gran manifestación del Poder de Dios que todos están a punto de atestiguar.
A la 1:00 P.M., una delegación de las autoridades locales, atraviesan por la multitud. Aunque estos oficiales no son Cristianos, son parte de las ceremonias. En los tiempos de la ocupación turca de Palestina, eran turcos Musulmanes, hoy son israelíes. Durante siglos, la presencia de estos oficiales ha sido una parte integrante de la ceremonia. Su función es la de representar a los romanos, en tiempos de Jesús. Los Evangelios hablan de los romanos que fueron a sellar la Tumba de Jesús, para que Sus Discípulos no se robaran Su Cuerpo, y dijeran que había resucitado. De la misma manera, las autoridades israelíes, este Sábado de Pascua, acuden y sellan el Sepulcro, con cera. Antes de que sellen la puerta, es costumbre que entren al Sepulcro a revisar que no haya ninguna fuente oculta que, fraudulentamente, pudiera producir el milagro del fuego. Tal y como los romanos estuvieron presentes para garantizar que no hubiera manipulación después de la muerte de Jesús, ahora, las autoridades locales israelíes se encuentran aquí para garantizar que no haya engaño en 1998.
Cuando el Sepulcro ha sido revisado y sellado, la Iglesia entera canta el Kyrie Eleison (Señor, ten misericordia). A la 1:45 P.M., el Patriarca entra en escena. Al final de una gran procesión, rodea el Sepulcro tres veces, después de lo cual, es desvestido de sus vestiduras litúrgicas reales, llevando solo su alba blanca, una señal de humildad frente a la gran Potencia de Dios, de la cual, va a ser el testigo clave. Todas las lámparas de aceite han sido apagadas la noche anterior, y ahora, toda la luz artificial se apaga, de manera que, la mayoría de la Iglesia está envuelta en la obscuridad. Con dos grandes velas, el Patriarca entra a la Capilla del Santo Sepulcro: primero al pequeño cuarto frente al Sepulcro, y de ahí, al Sepulcro Mismo.
No es posible seguir los hechos dentro del Sepulcro, así que le pregunté al Patriarca de Jerusalén, Diódoro I, acerca del centro de los acontecimientos.
"¿Su Beatitud, qué ocurre cuando usted entra en el Santo Sepulcro?".
"Entro al Sepulcro, y me arrodillo, en santo temor, frente al lugar donde Cristo yacía después de Su Muerte, y donde Él resucitó, de entre los muertos. Orar en el Santo Sepulcro, en sí mismo, es siempre para mí, un momento muy sagrado, en un lugar muy sagrado. Es aquí, donde Él resucitó, con Gloria, y es de aquí, desde donde Él propagó Su Luz al mundo. Juan, el Evangelista, escribe en el primer capítulo de su Evangelio, que Jesús es la Luz del Mundo. Al arrodillarnos frente al lugar donde Él resucitó de los muertos, somos partícipes de la cercanía inmediata de Su Gloriosa Resurrección. Los Católicos y los Protestantes llaman a esta Iglesia, "La Iglesia del Santo Sepulcro". Nosotros la llamamos "La Iglesia de la Resurrección". La Resurrección de Cristo, para nosotros, los Ortodoxos, es el centro de nuestra fe. En Su Resurrección, Cristo ha ganado la victoria final sobre la muerte, no solo Su Propia Muerte, sino la muerte de todos aquéllos que permanecerán cerca de Él".
"No creo que sea coincidencia que el Fuego Santo llegue, exactamente, en este punto. En Mateo 28,3, se dice que cuando Cristo resucitó de entre los muertos, vino un ángel, vestido de una Luz temerosa. Creo que la Luz sorprendente que envolvía al ángel, en la Resurrección del Señor, es la misma Luz que aparece, milagrosamente, cada Sábado de Pascua. Cristo quiere recordarnos que Su Resurrección es una realidad, y no sólo un mito. Él, realmente, vino al mundo, con el fin de dar el Sacrificio necesario, a través de Su Muerte y Resurrección, para que el hombre pudiera ser reunido con Su Creador."
"Busco mi camino, a través de la obscuridad, hacia la cámara interna, en la cual, caigo de rodillas. Aquí, digo ciertas oraciones que nos han sido dadas a través de los siglos y, habiéndolas dicho, espero. Algunas veces, espero unos cuantos minutos, pero, normalmente, el milagro ocurre inmediatamente después de que he dicho las oraciones. Desde el centro de la misma piedra, en la cual Jesús yació, surge una Luz indefinible. Generalmente, tiene un tinte azúl, pero el color puede cambiar y tomar muchos matices diferentes. No puede ser descrita en términos humanos. La Luz se eleva de la piedra, como la niebla se eleva de un lago. Parece que la piedra estuviera cubierta por una nube, pero es Luz. Cada año, esta Luz se comporta de manera diferente. Algunas veces cubre solamente la piedra, mientras que otras veces, ilumina todo el Sepulcro, para que las personas que están paradas afuera de Él, puedan verlo lleno de esta Luz. La Luz no quema. En los dieciseis años que he sido Patriarca, en Jerusalén, y he recibido el Fuego Santo, nunca se me ha quemado la barba. La Luz es de una consistencia distinta al fuego normal que arde en una lámpara de aceite."
"En cierto momento, la Luz se eleva y forma una columna, en la cual el Fuego es de una naturaleza diferente, por lo que puedo encender mis velas de Él. Una vez que recibí la Llama en mis velas, salgo y doy el Fuego, primero al Patriarca Armenio, y luego, al Copto. Después, doy la Llama a todas las personas presentes en la Iglesia".
"¿Cómo experimenta usted el milagro, y qué significa para su vida espiritual?".
"Cada año, el milagro me conmueve, con la misma intensidad. Cada vez, es un paso más hacia mi conversión. Personalmente, es un gran consuelo contemplar la Fidelidad de Cristo hacia nosotros, la cual Él demuestra al darnos la Santa Llama, cada año, a pesar de nuestras fragilidades y fallas. Experimentamos muchas maravillas en nuestras Iglesias, y los milagros no son nada raro para nosotros. Sucede a menudo, que los íconos lloran, cuando el Cielo quiere mostrar su cercanía con nosotros. También tenemos santos, a quienes Dios les da muchos dones espirituales. Pero ninguno de estos milagros tiene un significado, tan penetrante y simbólico para nosotros, como el milagro del Fuego Santo. El milagro es casi como un Sacramento. Hace la Resurrección de Cristo presente, como si hubiera muerto, sólo hace algunos años".
Mientras el Patriarca está dentro de la capilla, arrodillado frente a la piedra, afuera hay obscuridad, pero no silencio. Se escucha un fuerte murmullo, y el ambiente está muy tenso. Cuando el Patriarca sale con las dos velas encendidas, que resplandecen, brillantes, en la obscuridad, un grito de júbilo resuena en la Iglesia, comparable solo al grito de gol en una partido de futbol.
El milagro no se limita a lo que ocurre dentro del Pequeño Sepulcro, donde el Patriarca ora. Lo que es más significante es, que se ha reportado que la Luz azúl aparece fuera del Sepulcro. Cada año, muchos creyentes dicen que esta Luz milagrosa, por sí misma, enciende las velas que ellos sostienen en sus manos. Todos en la Iglesia esperan, con velas, con la esperanza de que éstas se enciendan espontáneamente. A menudo, las lámparas de aceite cerradas, se prenden por sí mismas, ante los ojos de los peregrinos. Se ha visto a la Llama azúl, moverse en diferentes lugares de la Iglesia. Varios testimonios firmados por los peregrinos, cuyas velas se prendieron espontáneamente, testifican la validez de estos hechos. La persona que, a cierta distancia del Sepulcro, experimenta el milagro de ver su vela encendida, o el ver la Luz azúl, generalmente, se va de Jerusalén cambiado, y para todos los que asistieron a la ceremonia, siempre hay un "antes y después" del Milagro del Fuego Santo en Jerusalén.
Uno se puede preguntar por qué el Milagro del Fuego Santo es casi desconocido en Europa Occidental. En las areas Protestantes, en cierta forma, se puede explicar por el hecho de que no hay una verdadera tradición para los milagros. La gente no sabe como clasificarlos, y éstos casi no se publican en los periódicos. Pero, en la tradición Católica existe un gran interés por los milagros. Entonces, ¿por qué casi no se conoce?. Sólo una explicación es suficiente: la política en la Iglesia. Sólo las Iglesias Ortodoxas asisten a la ceremonia, enmarcando el milagro. Sólo ocurre en la fecha de la Pascua Ortodoxa, y sin la presencia de las autoridades Católicas. Para ciertos Ortodoxos, esta evidencia es prueba de la noción de que la Iglesia Ortodoxa es la única Iglesia legítima de Cristo, en el mundo, y esta aseveración, obviamente, puede ocasionar ciertas inquietudes, en los círculos Católicos.
Como con cualquier otro milagro, hay personas que creen que esto es un fraude, y solamente una obra maestra de propaganda Ortodoxa. Creen que el Patriarca tiene un encendedor dentro del Sepulcro. Estas críticas, sin embargo, se enfrentan a un número de problemas. Los cerillos, y otros instrumentos para encender fuego, son inventos recientes. Hasta hace sólo algunos cientos de años, encender un fuego era una tarea que requería mucho más tiempo, que los pocos minutos que el Patriarca está dentro del Sepulcro. Tal vez, se podrá decir que él tiene una lámpara encendida adentro, de la cual él enciende las velas, pero las autoridades locales confirman haber revisado el Sepulcro, y no encontraron ninguna luz dentro.
Sin embargo, los más grandes argumentos contra un fraude, no son los testimonios de los distintos patriarcas. Los retos más grandes, que confrontan los críticos, son los miles de testimonios independientes de los peregrinos, cuyas velas fueron encendidas, espontáneamente, frente a sus ojos, sin ninguna explicación posible. De acuerdo con nuestras investigaciones, nunca ha sido posible filmar el momento en que las velas, o las lámparas de aceite se encienden por sí mismas. Sin embargo, tengo una cinta filmada por un joven ingeniero de Belén, Souhel Nabdiel. El señor Nabdiel ha estado presente en la ceremonia del Fuego Santo, desde su niñez. En 1996, se le pidió que filmara la ceremonia desde el balcón del domo de la Iglesia. Junto a él, en el balcón, estaban una religiosa y otros cuatro creyentes. La religiosa estaba a la derecha de Nabdiel. En el video, se observa que él filma hacia abajo, enfocando a las multitudes. En cierto punto, todas las luces se apagan, es el momento que el Patriarca entra al Sepulcro, y toma el Fuego Santo. Mientras, el se encuentra todavía dentro del Sepulcro, se escucha, de repente, un grito de sorpresa y asombro, de la religiosa parada junto a Nabdiel. La cámara empieza a moverse, mientras se escuchan las voces agitadas de las otras personas presentes en el balcón. Entonces, la cámara gira a la derecha, siendo posible contemplar el motivo de la emoción. Una gran vela, sostenida por la religiosa rusa, se enciende frente a todas las personas ahí presentes, antes de que el Patriarca salga del Sepulcro. Con manos temblorosas, ella sostiene la vela, mientras una y otra vez, hace la señal de la Cruz, asombrada por el milagro que ha atestiguado. Este video parece ser lo más cercano a una filmación del milagro.
Este milagro, como muchos otros, están rodeados de factores inexplicables. Como dijo el Arzobispo de Tiberias, Alexios, cuando me encontré con él en Jerusalén:
"El milagro nunca ha sido filmado, y probablemente, nunca lo será. Los milagros no pueden ser probados. Se requiere fe para que un milagro traiga fruto en la vida de una persona, y sin este acto de fe, no hay milagro, en sentido estricto. El verdadero milagro, en la tradición Cristiana, tiene un solo propósito: extender la Gracia de Dios a la creación, y Dios no puede extender Su Gracia, sin fe por parte de Sus Criaturas. Por lo tanto, no puede haber milagro sin fe."
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Los mandamientos Divinos, ( San Filofeo de Sinaí )
Así como satanás a través nuestro guerrea contra Dios, en aquello, que nos incita a quebrantar los mandamientos Divinos, y con esto dificulta la ealización de Su Voluntad así también Dios a través nuestro destruye los planes de perdición del malo en esto, que nos ayuda a cumplir Su santa voluntad, expresada en Sus Divinos y vivificantes mandamientos. Así a través de nuestra debilidad humana Dios desmorona los planes de lucha del enemigo
San Filofeo de Sinaí
Catecismo Ortodoxo
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Thursday, October 6, 2016
La Cruz de Cristo, Salvación de los Hombres ( San Efrem Siriaco )
Nuestro Señor, pisoteado por la muerte, la holló luego en desquite, como quien pisa con sus pies el polvo del camino. Se sometió a la muerte y la aceptó voluntariamente, para vencer así la resistencia de la muerte. Salió nuestro Señor llevando la cruz, sometiéndose a las exigencias de la muerte; pero luego clamó en la cruz y sacó a los muertos de la región de las sombras, contra la voluntad de la muerte.
La muerte sometió al Señor a través del cuerpo humano que él tenía; pero él, valiéndose de esta misma arma, venció a su vez a la muerte. La divinidad, oculta tras el velo de la humanidad, pudo acercarse a la muerte, la cual, al matar, fue muerta ella misma. La muerte destruyó la vida natural, pero fue luego destruida, a su vez, por la vida sobrenatural.
Como la muerte no podía devorar al Señor si éste no hubiese tenido un cuerpo, ni la región de los muertos hubiese podido tragarlo si no hubiese tenido carne humana, por eso vino al seno de la Virgen, para tomar ahí el vehículo que había de transportarlo a la región de los muertos. Allí penetró con el cuerpo que había asumido, arrebató sus riquezas y se apoderó de sus tesoros.
Llegóse a Eva, la madre de todos los vivientes. Ella es la viña cuya cerca había abierto la muerte, valiéndose de las propias manos de Eva, para gustar sus frutos; desde entonces Eva, la madre de todos los vivientes, se convirtió en causa de muerte para todos los vivientes.
Floreció luego María, nueva viña en sustitución de la antigua, y en ella habitó Cristo, la nueva vida, para que al acercarse confiadamente la muerte, en su continua costumbre de devorar, encontrara escondida allí, en un fruto mortal, a la vida, destructora de la muerte. Y la muerte, habiendo engullido dicho fruto sin ningún temor, liberó a la vida, y a muchos juntamente con ella.
El eximio hijo del carpintero, al levantar su cruz sobre las moradas de la muerte, que todo lo engullían, trasladó al género humano a la mansión de la vida. Y, así, en el mismo árbol que contenía el fruto amargo fue aplicado un injerto dulce, para que reconozcamos el poder de aquel a quien ninguna criatura puede resistir.
A ti sea la gloria, que colocaste tu cruz como un puente sobre la muerte, para que, a través de él, pasasen las almas desde la región de los muertos a la región de la vida.
A ti sea la gloria, que te revestiste de un cuerpo humano y mortal, y lo convertiste en fuente de vida para todos los mortales. Tú vives, ciertamente; pues los que te dieron muerte hicieron con tu vida como los agricultores, esto es, la sembraron bajo tierra como el trigo, para que luego volviera a surgir de ella acompañada de otros muchos.
Venid, ofrezcamos el sacrificio grande y universal de nuestro amor, tributemos cánticos y oraciones sin medida al que ofreció su cruz como sacrificio a Dios, para enriquecernos con ella a todos nosotros .
(Sermón sobre Nuestro Señor, 3-4.9; Liturgia de las Horas)
Catecismo Ortodoxo
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Parábolas Evangélicas
El Significado de las Parábolas Evangélicas.
Nuestro Señor Jesucristo predicaba la enseñanza evangélica en
forma de relatos parabólicos, tomando ejemplos de la naturaleza o de la vida
cotidiana. Estos relatos recibieron el nombre de "parábolas." Aunque
las parábolas eran conocidas también en los tiempos del Antiguo Testamento, por
medio de los labios del Dios - Hombre, se perfeccionaron en el Nuevo
Testamento.
En
primer lugar, la razón por la cual el Salvador exponía Su enseñanza en forma de
relatos alegóricos, fue que el Señor hablaba sobre la profundidad de las
verdades espirituales las cuales no eran muy bien comprendidas por los oyentes,
mientras que un relato vivido y concreto tomado de la vida cotidiana se
recordará por muchos años. La persona que desea entenderlo puede pensar en su
sentido y apreciar la sabiduría que se encuentra en él. En segundo lugar, hay
gente que no puede entender plenamente la enseñanza de Cristo y por esta razón
puede interpretarla y propagarla de una manera errónea. Las parábolas conservan
el verdadero sentido de la enseñanza del Señor. En tercer lugar, las parábolas
tienen cierta prioridad sobre las directas enseñanzas, no solo ellas contienen
en sí toda la ley Celestial, pero indican su aplicabilidad en la vida
privada así como en la vida social. A pesar de que han pasado muchos siglos,
las parábolas de Jesucristo siguen siendo admirables, porque en ellas se
conservó un sentido claro y bello. Las parábolas representan el vivido
testimonio de una íntima unión que existe entre el mundo espiritual y físico,
en otras palabras: la causa interior manifestada en la vida exterior.
En
el Evangelio existen másde treinta parábolas. Las últimas se dividen en tres
grupos de acuerdo a los diferentes períodos de la misión de Cristo. Al primer
grupo pertenecen las parábolas pronunciadas por Jesucristo muy pronto después
del Sermón de la Montaña, o sea, entre la segunda y tercer Pascua. En ellas se
habla sobre las condiciones en las cuales se propaga y fortalece el Reino de
Dios, o sea, la Iglesia dentro de la gente. A estas corresponden las parábolas
sobre el Sembrador, la Cizaña, la Semilla que crece invisiblemente, la Semilla
de la mostaza, la perla Preciosa y otras. Sobre ellas hablaremos en el primer
capítulo.
Las
parábolas del segundo grupo pertenecen al final del tercer año de la misión del
Señor. En estas parábolas el Señor habla sobre la infinita misericordia de Dios
con respecto a aquellos que se arrepienten de sus pecados, exponiéndoles
diferentes reglas morales. A estas corresponden las parábolas sobre la Oveja
perdida, el Hijo pródigo, los Dos deudores, el Buen samaritano, el Rico
insensato, el Edificador de la torre, el Juez injusto y otros. Sobre estas
parábolas se habla en el segundo y tercer capítulo.
En
las últimas parábolas (tercer período), pronunciadas poco antes de su muerte en
la cruz, el Señor habla sobre la Gracia de Dios y las responsabilidades de la
gente con respecto a Él, y en adición las siguientes predicciones: sobre los
hebreos sin fe que serán castigados, sobre Su segunda venida, el Juicio final,
los Fieles que serán premiados y sobre la vida eterna. En este último grupo
están incluidas las parábolas sobre la Higuera sin frutos, los Malvados obreros
de la viña, la Fiesta de bodas, los Talentos, las Diez vírgenes, los Labradores
que recibieron igual pago que los demás. Estas parábolas se encuentran en el
cuarto capítulo.
Parábolas sobre el Reino de Dios
En las parábolas pertenecientes al primer grupo, nuestro
Señor Jesucristo nos ofrece la Enseñanza Espiritual en cuanto a la propagación
en el mundo del Reino de Dios o el Reino Celestial. Bajo estos nombres se
debe entender la Iglesia de Cristo en la tierra la cual se componía al
principio de doce Apóstoles y los discípulos más cercanos a Cristo. Después de
que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, en el día de la
Pentecostés, continuó la dispersión de la palabra del Señor por medio de los
apóstoles en otros paises. Debido a su esencia espiritual, la Iglesia de Cristo
no se limita por territorios, grupos étnicos, cultura, idiomas, etc. La Gracia
de Dios entra y vive en las almas de la gente, iluminando sus mentes y
conciencias, dirigiendo las voluntades de los mismos, hacia el bien. Aquella
gente que se hizo miembro de la Iglesia de Cristo, se llama en las parábolas
"hijos del Reino," contrario a los infieles y pecadores que no se
arrepienten, llamados "hijos del tentador." Sobre las condiciones en
cuanto a la propagación y fortalecimiento del Reino de Dios en la gente, se
recuenta en las parábolas del Sembrador, la Cizaña, del Crecimiento de la
semilla, la Semilla de la mostaza, la Levadura y del Tesoro guardado en el
campo.
De
acuerdo a su período, esta parábola fue la primera que pronunció el Salvador.
En ella se habla sobre las diferentes formas en que la gente recibe la palabra
Celestial (la semilla), y como esta palabra influye a los mismos de acuerdo al
anhelo espiritual de esa persona. Esta parábola está escrita por el evangelista
Mateo en la siguiente forma:
"He aquí el que sembraba salió a sembrar. Y sembrando,
parte de la simiente cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron.
Y parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y nació luego, porque
no tenía profundidad de tierra: Mas en saliendo el sol, se quemó; y secóse,
porque no tenía raíz. Y parte cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la
ahogaron. Y parte cayó en buena tierra, y dió fruto, cuál a ciento, cuál a
sesenta, y cuál a treinta. Quien tiene oídos para oír, oiga" (Mat. 13:4-9).
En
esta parábola, la palabra camino significa aquella gente que se
encuentra en un estado de decadencia moral y la palabra de Dios no puede
introducirse en sus corazones: cuando esta palabra cae sobre la superficie de
sus conciencias, rápidamente se esfuma de sus memorias sin haberlos interesado
y sin haber estimulado en sus almas, sentimientos espirituales más elevados. El
suelo pedregal significa la gente de sentimientos inestables, cuyos
buenos impulsos no son profundos, así como la capa fina de tierra que cubre la
superficie de la piedra. Esta clase de gente por más que en un momento de su
vida se hubiera interesado en la verdad evangélica como en algo interesante y
nuevo, igual no hubiese sido capaz de sacrificar por esta verdad sus intereses
personales, cambiar sus costumbres de la vida y comenzar firmemente a batallar
con las tendencias malas. Ya en las primeras pruebas estas personas se
desaniman y caen en la tentación. Hablando sobre el suelo espinoso,
Jesucristo tenía en cuenta aquellos que están totalmente envueltos en las
preocupaciones cotidianas, gente que está interesada únicamente en
enriquecerse, y ama los placeres. El ajetreo diario, la carrera por los bienes
fantasmagóricos, como la planta espinosa, extingue en ellos todo lo bueno y
santo. Finalmente, la gente con un corazón sensible para el bien, siempre está
lista para cambiar la vida de acuerdo a la enseñanza de Cristo, asemejándose a
la tierra fértil. Habiendo escuchado la palabra de Dios, ellos con
firmeza deciden seguirlo y por medio de sus acciones ofrecer buenos frutos,
algunos cien, otros en sesenta o treinta veces, cada uno de acuerdo a su
capacidad, fuerza y entusiasmo.
Termina
el Señor esta parábola con las famosas palabras: "Quien tiene oídos
para oír, oiga." Concluyendo la parábola con estas palabras, el Señor
llama a la puerta del corazón de cada persona para que ella con atención analice
su alma y por medio de este análisis se conozca mejor: ¿Acaso no se asemeja
su alma a la tierra infructuosa que está cubierta con plantas espinosas, o sea,
los deseos pecaminosos? Si así fuese, no hay que desesperarse! Sabemos que la
tierra que no es buena para el sembrado, no debe necesariamente permanecer en
una condición irremediable e infructuosa. Sacrificándose diligentemente, el
agricultor puede hacer la tierra fértil. De la misma manera, nosotros podemos y
debemos remediarnos con el ayuno, arrepentimiento, oración y acciones buenas,
para que de una gente espiritualmente perezosa y pecadora, nos convirtamos en
gente fiel y virtuosa.
La
Iglesia de Jesucristo es un reino espiritual, pero aquí en la tierra tiene una
forma física ya que se compone de gente que vive en cuerpos. Lamentablemente no
toda la gente recibe la fe cristiana por convicción interna y con el deseo de
seguir en todo la voluntad de Dios. Muchos se convierten en cristianos debido a
ciertas circunstancias, por ejemplo: siguiendo el ejemplo general,
subconscientemente o por haber sido bautizado en la infancia por sus padres.
Otros aunque tomaron el camino hacia la salvación con un sincero deseo de
seguir a Dios, eventualmente se debilitaron y comenzaron a someterse a sus
precedentes pecados y vicios. Por esta causa existen miembros en la Iglesia de
Jesucristo (y no en poca cantidad) de una conducta bastante baja, permitiéndose
diferentes acciones censurables. Lógicamente que ellos provocan reproches y
dejan caer una sombra sobre toda la Iglesia de Jesucristo a la cual ellos
pertenecen de una manera formal.
En
la parábola sobre la cizaña, el Señor habla sobre la triste realidad de que en
esta vida pasajera, dentro de los fieles y devotos miembros del Reino de Dios,
se infiltran los miembros infieles, a quienes como contraste con los hijos del
Reino, el Señor llama "hijos del tentador." Esta parábola se describe
en el Evangelio en la siguiente forma:
"Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los
cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo: Mas
durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se
fue. Y como la hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña.
Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no
sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde, pues, tiene cizaña? Y él les
dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres,
pues, que vayamos y la cojamos? Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no
arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro
hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Coged primero
la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi
alfolí" (Mat. 13:24-30).
En
esta parábola bajo el termino "cizaña" se debe entender las
tentaciones de la vida en la Iglesia, como la gente que practica una vida
anticristiana. La historia de la Iglesia está llena de eventos que de ninguna
forma pueden ser obra de la mano de Dios, por ejemplo: las herejías, discordias
y cismas, persecuciones religiosas, intrigas, problemas en las parroquias,
acciones en la gente que llevan a la tentación, incluyendo aquellas personas
que muchas veces ocupan cargos administrativos. Una persona de sentimientos
superficiales o lejana de la vida espiritual, observando estos problemas, no
vacila en reprochar la Iglesia y la enseñanza de Jesucristo.
En
esta parábola el Señor nos indica al diablo como al verdadero origen y causa de
todas las acciones oscuras. Si tuviéramos ojos espirituales, hubiéramos visto
que existen seres malvados muy reales que se llaman diablos, los cuales
conscientemente, con insistencia y astucia usando las debilidades de la gente
nos empujan a cometer maldades. De acuerdo a esta parábola, nosotros no somos
inocentes porque muchas veces servimos como instrumento para esta malvada e
invisible fuerza: "Mientras la gente dormía, vino el enemigo y sembró
la cizaña," o sea, si la gente no tiene cuidado, puede ser influida
por el diablo.
¿Porqué Dios no destruye la gente que comete maldades? Porque
como esta escrito en la parábola, "arrancando la cizaña, podemos dañar el
trigo," o sea, castigando a los pecadores, podemos dañar simultáneamente a
los hijos del Reino, significando a los miembros virtuosos de la Iglesia. En
esta vida la relación entre la gente es tan entrelazada, como las raíces de las
plantas que crecen juntas en el campo. La gente está relacionada entre sí con
ataduras familiares y sociales y depende una de la otra. Así, por ejemplo, un
padre indigno, alcohólico o perverso, se preocupa para educar a sus buenos
hijos; el bienestar de los trabajadores honestos puede encontrarse en las manos
de una persona avara; el gobernante ateo puede ser muy inteligente y útil como
legislador para los ciudadanos. Si Dios castigaría a los pecadores sin
diferenciarlos, violaría toda la estructura de la vida e inevitablemente los
virtuosos también sufrirían, más que nada, la gente que no tiene la suficiente
capacidad para adaptarse a la vida. Sucede a veces que un miembro de la Iglesia
sigue un camino erróneo y después de experimentar diferentes trastornos,
recapacita y toma el verdadero camino, en otras palabras, de la cizaña se
convierte en trigo. Existen muchos casos en la historia de la humanidad, cuando
ocurren cambios drásticos en la vida del individuo. Por ejemplo: el rey
Manases, el apóstol Paulo, el gran príncipe ruso Vladimiro al cual la iglesia
igualó con los apóstoles, y muchos otros. Debemos recordar que en esta vida la
gente no está condenada a los sufrimientos eternos, a todos se les facilita la
posibilidad de arrepentirse y salvar sus almas. Unicamente cuando termina el
plazo de la vida terrenal, comienza el día de la cosecha, llevando a cabo el
resultado de su pasado.
La
parábola sobre la cizaña nos enseña a estar en vela, o sea, ser atento
con respecto a la condición espiritual de nuestra alma, no fiarse de nuestra
virtuosidad, para que el diablo no se aproveche de nuestra despreocupación y
llegara a sembrar en nosotros, deseos pecaminosos. Al mismo tiempo, la parábola
de la cizaña nos enseña a ser comprensivos con respecto a la vida de la
Iglesia, sabiendo que en esta vida temporal los eventos negativos son también
ineludibles. Así, como la cizaña no tiene nada en común con el trigo, de la
misma forma es el mundo espiritual del Reino de Dios con el mal. Pero a pesar
de esto, el mal también puede manifestarse a veces dentro de la Iglesia. No
todos, que se encuentran en la lista de los feligreses de una parroquia y
llevan el nombre de cristianos, pertenecen realmente a la Iglesia de
Jesucristo.
El
Reino de Dios no es únicamente una enseñanza en la cual los fieles creen, sino,
contiene en sí una fuerza de Gracia, capaz de transformar todo el mundo
espiritual de la persona. Sobre esta fuerza interna que pertenece al Reino de
Dios, el Señor explica en la próxima parábola
Escrita por el Evangelista Marco, en su Cuarto Capítulo:
"Así es el Reino de Dios, como cuando un hombre echa
semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla
brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra,
primero hierba, luego espiga; y cuando el fruto esta maduro, en seguida se mete
la hoz, porque la siega ha llegado" (26-29).
Como
la planta que nació de la semilla, se somete a diferentes estados de
crecimiento y desarrollo, de la misma forma es la persona que aceptó la
enseñanza de Jesucristo. Luego, una vez bautizada, por medio de la intervención
de la gracia de Dios, gradualmente se renueva interiormente y crece. Al
principio del camino espiritual, tenemos la impresión que nosotros estamos
llenos de impulsos buenos, los cuales a primera vista parecen ser fructuosos,
pero al mismo tiempo, en el hecho son inmaduros, como los brotes jóvenes de una
planta. El Señor no subyuga la voluntad de la persona con Su fuerza
todopoderosa, pero le da tiempo para que ella pueda enriquecerse por medio de
la fuerza de Gracia, fortaleciéndose en la virtud. Unicamente una persona
espiritualmente madura es capaz de ofrecerle a Dios el fruto perfecto por medio
de las acciones buenas. Cuando Dios ve que la persona se estableció
espiritualmente y maduró, la lleva de este mundo, lo que significa en la
parábola: "la cosecha."
Siguiendo
el precepto de esta parábola sobre la semilla que crece invisiblemente, debemos
aprender a ser tolerables con respecto a las imperfecciones de la gente
con la cual nos contactamos, debido a que todos nosotros nos encontramos en el
proceso de desarrollo espiritual. Algunos consiguen la madurez espiritual antes
que otros. La siguiente parábola sobre la semilla de la mostaza, completa la
precedente y habla sobre la manifestación de la fuerza de la gracia en la
gente.
"Otra parábola les referió, diciendo: El reino de los
cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su
campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando
ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que
vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas" (Mat. 13:31-32).
En
el Oriente la planta de la mostaza llega a tamaños muy grandes (más de veinte
pies), su semilla es tan pequeña, que los hebreos en los tiempos de Jesucristo
tenían un dicho: "Pequeño como la semilla de la mostaza." Esta
comparación del Reino de Dios con la semilla de la mostaza se comprobó en la
práctica sobre la velocidad con la cual se propagó la Iglesia en los paises
paganos. Para el resto del mundo la Iglesia era una organización religiosa
imperceptible, representada por un pequeño grupo de pescadores galileos de poca
preparación intelectual. Luego, se extendió durante dos siglos por todos los
países de aquellas regiones - de la Escita salvaje, hasta la calurosa Africa. Y
de la lejana Britaña, hasta la misteriosa India. La gente de diferentes razas,
lenguas y culturas, recibía en la Iglesia la salvación del mundo espiritual,
igual que los pájaros que durante la tempestad encuentran refugio entre las
ramas de un enorme ombú.
Sobre
la transfiguración de la gracia
en la persona, mencionada en la parábola sobre la semilla que crece
invisiblemente, se habla también en la siguiente parábola en breve forma.
"El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que
tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue
leudado" (Mat. 13:33).
"Tres
medidas de harina" simboliza tres fuerzas espirituales: mente, voluntad y
sentimiento, los cuales son transformados por medio de la gracia de Dios. La
gracia ilumina la mente abriéndole las verdades espirituales, fortalece la
voluntad para las acciones buenas, da paz y purifica los sentimientos,
introduciendo en la persona una luz de alegría. Nada en la tierra se puede
comparar con la gracia de Dios: lo terrestre alimenta y fortalece el cuerpo,
pero la gracia de Dios alimenta y fortalece el alma inmortal de la persona.
Esta es justamente la razón por la cual la persona debe apreciar la gracia de Dios
sobre todas las cosas y estar siempre preparada de sacrificar todo por ella,
como el Señor nos explica en la próxima parábola:
Esta
parábola habla sobre la inspiración y la alegría, la cual la persona
debe experimentar cuando su corazón roza con la gracia de Dios. Siendo
reconfortado y alumbrado por Su gracia, la persona ve claramente en sí todo el
vacío y toda la pobreza de las cosas materiales.
"El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro
escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso
por ellos va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo" (Mat. 13:44).
La
gracia de Dios es un verdadero tesoro, y si este tesoro se compara con
los bienes materiales, los últimos son realmente pobres o "basura,"
como se expresó San Paulo. Sin embargo, así como es imposible para la persona
recibir el tesoro sin haber antes vendido sus bienes y con el dinero ganado
comprar aquel campo donde este tesoro está escondido, de la misma manera no es
posible recibir la gracia de Dios, hasta que la persona no tome la decisión de
sacrificar todos sus bienes materiales. Por la gracia que se ofrece por medio
de la Iglesia, la persona debe sacrificar todo lo que posee: sus ideas
preconcebidas, el tiempo libre y la tranquilidad, los éxitos de la vida y los
placeres. De acuerdo a la parábola, el que encontró el tesoro, lo guardó para
que otros no se los roben. De la misma forma debe obrar el miembro de la
Iglesia que recibió la gracia de Dios, se debe guardar con cuidado sin
enorgullecerse por tenerla, para que por causa del orgullo, no perderla.
Como
podemos ver en el primer grupo de estas parábolas evangélicas, el Señor nos da
una enseñanza completa y armoniosa sobre las condiciones internas y externas en
cuanto a la distribución del Reino bendito de Dios entre la gente. En la
parábola sobre el sembrador se habla de la necesidad de purificar o liberar
nuestros corazones de las atracciones mundanas, para hacerlos susceptibles a la
palabra del Evangelio. En la parábola sobra la cizaña, el Señor nos previene de
esa invisible y malvada fuerza, la cual conscientemente y con mucha astucia
siembra las tentaciones dentro de la gente. En las siguientes tres parábolas se
manifiesta la enseñanza sobre la fuerza de la gracia que funciona en la
Iglesia, o sea: la transfiguración del alma sucede en una forma gradual y
muchas veces invisiblemente (sobre la semilla invisible), la gracia de Dios
contiene en sí una fuerza incalculable (sobre la semilla de la mostaza y la
levadura), esta fuerza de gracia es lo más valioso que la persona desea recibir
(el tesoro escondido en el campo). Esta
enseñanza sobre la gracia de Dios, se completa por el Señor en las últimas
parábolas sobre los talentos y sobre las diez vírgenes. Sobre estas parábolas
se hablará más abajo (en los capítulos 3 y 4).
Muchas parábolas evangélicas que fueron escuchadas por
nosotros en nuestra infancia, siempre se recuerdan muy bien debido a que ellas
representan ejemplos de la vida muy claros y vividos. Esta era la razón por la
cual nuestro Señor Jesucristo presentaba en esta forma de relatos parabólicos
ciertas verdades religiosas, para que la gente pueda recordar estas verdades
con facilidad y retenerlas en la consciencia. Es suficiente mencionar el nombre
de una parábola, para que en la mente de la persona inmediatamente aparezca la
imagen evangélica. Lógico, que a veces todo termina en esta imagen, porque
nosotros entendemos muchas cosas sobre el cristianismo, pero no las cumplimos.
El cristiano debe esforzar su voluntad para sentir el significado vital de la
verdad y la importancia de seguirla y esta verdad se iluminará para él como una
nueva y cálida luz.
Después
de una interrupción bastante larga, y pocos meses antes de Sus sufrimientos en
la cruz, el Señor Jesucristo nos abrió Sus nuevas parábolas. Condicionalmente
estas parábolas forman un segundo grupo. En estas parabolas el Señor nos abrió
Su infinita misericordia para la salvación de todos los pecadores, además nos
dejó varias lecciones muy vívidas para los que siguen Sus consejos, como
debemos querernos unos a los otros. Hagamos una revista de este segundo grupo
deliberando las siguientes tres parábolas: la oveja extraviada, el hijo
pródigo, el fariseo y el publicano, en las cuales se ilustra la misericordia de
Dios con respecto a los que se arrepienten de sus pecados. Debemos estudiar
estas parábolas en relación con aquella gran tragedia a causa del pecado
original que se manifestó en las enfermedades, sufrimientos y muerte.
El
pecado profanó y deformó muchos aspectos de la vida del hombre desde los
tiempos más antiguos e inmemoriales. Numerosos sacrificios en el Antiguo
Testamento, juntamente con los ritos de ablución creaban una esperanza que la
gente podría recibir el perdón de los pecados. Pero esta esperanza se basaba en
la espera de la venida del Redentor, el Cual debería liberar la gente del
pecado y devolverles la bienaventuranza en la unión con Dios que ellos habían
perdido (Isaias, capít. 53).
Esta
parábola claramente ilustra el cambio hacia el bien y la salvación de la gente
tan largamente esperada, cuando el Buen Pastor, Unigénito Hijo de Dios, viene
al mundo, para encontrar y salvar Su oveja extraviada - o sea, a la humanidad
inundada en los pecados. La parábola sobre la oveja extraviada, así como las
otras dos siguientes parábolas, fueron pronunciadas en respuesta a las
protestas de los judíos escribas llenos de maldad, que acusaban a Cristo por Su
compasión hacia los pecadores muy conocidos. Y Se llegaban a él todos los
publicanos y pecadores a oírle. Y murmuraban los Fariseos y los escribas,
diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Y él les propuso esta
parábola, diciendo:
"¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si
perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a la
que se perdió, hasta que la halle? Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso;
Y viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: Dadme el
parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. Os digo, que así
habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y
nueve justos, que no necesitan arrepentimiento" (Luc. 15:1-7).
Los
orgullosos y engreídos escribas judíos esperaban que el Mesías vendría para
establecer un reino glorioso y poderoso y ellos asumirían con él el poder.
Ellos no comprendían que el Mesías antes que nada es el Pastor Celestial y no
un gobernador terrenal. Él vino al mundo para salvar y devolver el Reino de
Dios para todos aquellos que se consideraban perdidos. En esta parábola podemos
notar que el pastor no castigó a la oveja y no la corrió a su rebaño debido a
su culpabilidad, sino, compasivamente la tomó sobre sus hombros y la
trajo a su lugar. Este ejemplo simboliza la salvación de la humanidad por medio
de los sufrimientos y muerte de Jesucristo en la cruz, tomando y
purificando nuestros pecados. Desde ese momento la fuerza redentora, por medio
de Sus sufrimientos, otorgó la posibilidad de renovarnos moralmente, devolviéndonos
la virtud y la bienaventurada comunión con Dios que habíamos perdido.
Esta
parábola complementa la precedente debido a su segundo aspecto el cual consiste
en la salvación del hombre que vuelve voluntariamente hacia su Padre
Celestial. En la primer parábola se habla sobre el Salvador que busca al
pecador para ayudarle y en la segunda parábola, sobre el esfuerzo de la persona
necesario para la unión con Dios.
"Un hombre tenía dos hijos; Y el menor de ellos dijo a
su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece: y les repartió
la hacienda. Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió
lejos a una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo
perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en
aquella provincia, y comenzóle a faltar. Y fue y se llegó a uno de los
ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que
apacentase los puercos. Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que
comían los puercos; mas nadie se las daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos
jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre! Me levantaré, e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti; Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de
tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y como aun estuviese lejos,
viólo su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y echóse sobre su
cuello, y besóle. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra
tí, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Mas el padre dijo a sus siervos:
Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos
en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta:
Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y
comenzaron a regocijarse" (Luc. 15:11-24).
En
esta parábola se ofrecen ciertas características de la vida terrenal del
pecador. Estando aferrado por mucho tiempo a los placeres terrenales recapacita
después de muchos errores y caídas, o sea, comienza a reconocer todo el vacío y
las impurezas de su vida y arrepintiéndose toma una firme decisión de volver a
Dios. Esta parábola es muy vital del punto de vista psicológico. El hijo pródigo
pudo realmente apreciar la felicidad de estar reunido devuelta con su padre
después de que él sufrió al máximo la separación con él. De la misma forma
muchos comienzan a apreciar la relación con Dios en el momento que ellos llegan
profundamente a sentir por dentro sus imperfecciones y sus vidas sin ningún
objetivo. De este punto de vista, esta parábola verdaderamente muestra el lado
positivo de la vida de las penas y disoluciones. El hijo pródigo
seguramente nunca hubiese vuelto en sí, si no fuera por la pobreza y el hambre
que despertaron en él la conciencia.
En
esta parábola se habla en una forma alegórica sobre el amor de Dios con
respecto a la gente, en el ejemplo del padre que sufre y sale a la calle todos
los días con la esperanza de ver a su hijo volver. Las dos parábolas ya
presentadas sobre la Oveja Extraviada y el Hijo Pródigo, hablan de lo
importante que es para Dios la salvación del hombre. Al final de la parábola
sobre el hijo pródigo (no descrita aquí) se cuenta sobre el hijo mayor que se encuentra
descontento con respecto a su padre por haber perdonado al hermano menor.
Jesucristo, asemeja al hermano mayor a los envidiosos escribas judíos. Por un
lado ellos detestaban profundamente a los publicanos, fornicadores y otros
pecadores sin querer tener con ellos ningún tipo de relación, y por otro lado,
ellos protestaban de que Jesucristo hablaba con los pecadores tratando de
ayudarlos a encaminarse. Esta misericordia de Cristo con respecto a los
pecadores los enfurecía.
Esta
parábola completa las dos primeras sobre la misericordia de Dios porque muestra
cómo el reconocimiento humilde de los pecados de una persona es más
importante para Dios, que las falsas virtudes de los orgullosos.
"Y dijo también a unos que confiaban de sí como justos,
y menospreciaban a los otros, esta parábola: Dos hombres subieron al templo a
orar: el uno Fariseo, el otro publicano. El Fariseo, en pie, oraba consigo de
esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones,
injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; Ayuno dos veces a la semana,
doy diezmos de todo lo que poseo. Mas el publicano estando lejos no quería ni
aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé
propició a mí pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes
que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se
humilla, será ensalzado" (Luc. 18:9-14).
Evidentemente,
el fariseo no hacía ningún mal a nadie, o sea, no era una persona mala. Sin
embargo, en vez de ayudar a la gente con las buenas acciones, él cumplía con
diferentes ritos religiosos y costumbres de muy poca importancia no exigidas
por las leyes del Antiguo Testamento. Cumpliendo con estos ritos, él tenía una
opinión muy buena de sí mismo. "Acusando a todo el mundo, él se
justificaba" (Palabras de San Juan
Crisóstomo). Gente con esta psicología no es capaz de hacer una
evaluación espiritual de si misma, o sea, arrepentirse y comenzar una verdadera
vida virtuosa. La esencia moral en esta persona está muerta. Nuestro
Señor Jesucristo muchas veces reprendía abiertamente la falsedad de los
escribas judíos y fariseos. Sin embargo, en esta parábola nuestro Señor se
limita únicamente con una reprensión: "volvió el publicano a su casa
justificado, antes que el otro (el fariseo)," o sea: el arrepentimiento sincero del publicano
fue recibido por Dios.
Según
el significado de estas parábolas, la persona es un ser espiritualmente
caído, constantemente peca y no tiene nada para alabarse delante de Dios.
Entregando su vida a Dios y con un profundo arrepentimiento, la persona debe
volver al Padre Celestial, para que con Su gracia esta persona sea guiada por
el camino correcto, de la misma forma que la oveja extraviada. La última se
entregó a la protección y salvación del buen pastor.
Las
siguientes parábolas nos enseñan a ser misericordiosos, así, como es Dios con
nosotros, perdonar y querer a nuestro prójimo, sean o no, cercanos a nosotros.
Únicamente por Su bondad creó Dios el universo y la gente,
otorgándole la vida y una libre voluntad, adornándola de Su manera Celestial
para todos sean partícipes de Su beatitud. Dios no rechazó la gente por caer en
el pecado, sino, por Su benevolencia e infinita misericordia, la sacó de este
precipicio y le devolvió la vida eterna por medio de Su Hijo Unigénito.
Teniendo como ejemplo al Creador y Salvador como el perfecto amor hacia
nosotros, debemos perdonar y querer a nuestros prójimos, porque todos nosotros
somos hermanos en Cristo!
En
las siguientes cuatro parábolas: los Dos Deudores, el Buen Samaritano, el Rico
y Lázaros y el Mayordomo, nuestro Señor Jesucristo nos enseña cómo debemos
manifestar nuestro amor al prójimo. De acuerdo a estas parábolas, las acciones
de misericordia pueden ser diferentes. A estas acciones pertenecen todas las
cosas buenas que hacemos para el prójimo: perdonar a los que nos ofenden,
ayudar a los que sufren, consolar a los apenados, dar un buen consejo, una
oración por el prójimo y muchas otras cosas. Las buenas acciones no se pueden
juzgar únicamente por un indicio, o sea, cuales de ellas son más importantes
para Dios. Las acciones buenas reciben su evaluación no por su cantidad, sino,
por su contenido o esencia espiritual, por la profundidad del amor y la fuerza
de voluntad con la cual la persona las lleva a cabo. El acto primordial de
misericordia, es el perdón de las ofensas. El último no es muy fácil de
cumplir. En esta parábola el Señor nos enseña a perdonar al prójimo.
El Perdón de las Ofensas.
Parábola Sobre los Dos Deudores.
Esta
parábola fue pronunciada por nuestro Señor en respuesta a San Pedro: cuántas
veces debemos perdonar al prójimo? El apóstol Pedro creía que era suficiente
perdonar hasta siete veces. Pero Jesucristo le respondió que debemos perdonar
"siete veces setenta," o sea, debemos perdonar siempre,
ilimitadamente. En explicación Él dijo la siguiente parábola:
"Por lo cual, el reino de los cielos es semejante a un
hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer
cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Mas a éste, no
pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y a su mujer e hijos, con todo lo que
tenía, y que se le pagase. Entonces aquel siervo, postrado, le adoraba, diciendo:
Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor, movido a
misericordia de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda. Y saliendo aquel
siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y trabando
de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes. Entonces su consiervo,
postrándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo
pagaré todo. Mas él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel hasta que pagase
la deuda. Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y
viniendo, declararon a su señor todo lo que había pasado. Entonces llamándole
su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me
rogaste: ¿No te convenía también a tí tener misericordia de tu consiervo, como
también yo tuve misericordia de tí? Entonces su señor, enojado, le entregó a
los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también hará con
vosotros mi Padre celestial, si no perdonáreis de vuestros corazones cada uno a
su hermano sus ofensas" (Mat. 18:23-35).
En
esta parábola, el Señor condicionalmente se asemeja al rey al cual su siervo le
debía cierta cantidad de dinero. La persona es un insolvente deudor
delante de Dios, no sólo por sus pecados, sino, por la ausencia de las acciones
buenas, las cuales la persona podría hacer, pero no las hace. Estas acciones
imperfectas también son deudas de la gente. Así es como nosotros pedimos en la
oración: "Perdona nuestras deudas," y no sólo los pecados! Al final de la vida,
cuando nosotros tenemos que darle a Dios una respuesta por todas nuestras
acciones, se descubre que todos nosotros somos deudores insolventes de Él. En
la parábola sobre los dos deudores se habla de que nosotros podemos contar con
la misericordia de Dios únicamente con la condición de que nosotros de todo
corazón perdonemos a nuestros ofensores. Por esta razón nosotros debemos
recordar diariamente: "Perdona nuestras deudas, así, como nosotros
perdonamos a nuestros deudores."
De
acuerdo a esta parábola, las ofensas que recibimos de nuestros prójimos
comparándolas con nuestras deudas delante de Dios son tan míseras, como
unas pocas monedas comparadas con una enorme cantidad de dinero. Debemos
mencionar que el sentimiento de ofensa es muy individual. Una persona quizás no
presta ninguna atención a una mala palabra o acción de parte de otra persona
hacía ella, pero otra persona por esta palabra o acción puede sufrir toda la
vida. Del punto de vista espiritual, el sentimiento de ofensa nace por el
herido amor propio y el orgullo escondido. Cuanto más amor propio tiene
la persona, más se ofenderá. Si no batallamos inmediatamente con este
sentimiento de ofensa, con el tiempo se volverá en rencor y venganza. El
rencor, según San Juan Clímaco "es el óxido del alma, el gusano de la mente,
el oprobio de la oración, extrañamiento del amor...pecado incesable." Con
el rencor es muy difícil de batallar. "Acordándote de los sufrimientos de
Jesucristo," escribe San Juan Clímaco, "curarás el rencor y lo
derrotarás con la apacibilidad." "Si después de un prolongado
sacrificio" - escribe San Juan, - "tú no puedes eliminar estas
espinas, entonces por lo menos, arrepiéntete y sé humilde aunque sea únicamente
de una forma verbal delante de aquella persona que tú odias, para que tú,
estando avergonzado por tu falsedad tan prolongada delante de él, puedas
finalmente llegar a quererlo."
Es
muy importante saber que la oración por nuestros ofensores nos ayuda a
superar los sentimientos malos con respecto a ellos. Si tuviéramos la
posibilidad de ver la enorme cantidad de deudas por las cuales debemos
responder delante de Dios, con prisa y muy contentos perdonaríamos a todos,
hasta los enemigos más grandes, para que con esto, adquiramos la misericordia
de Dios. Lamentablemente, el reconocimiento de nuestros pecados y culpa delante
de Dios no llega por sí solo, pero requiere un constante y severo análisis de
nuestra consciencia basada en la enseñanza evangélica. Aquel que trata de
perdonar al prójimo, recibe de Dios como recompensa por su empeño, el verdadero
don cristiano de querer, denominado por los santos padres, "como el rey de
las virtudes." Sobre las acciones del amor cristiano se hablará en las
parábolas del siguiente capítulo.
Esta
parábola fue pronunciada por Jesucristo como respuesta a la pregunta que le
hizo un judío escriba: "quién es mi prójimo?" El escriba conocía el
mandamiento del Antiguo Testamento, donde se exigía querer al prójimo. Pero
debido a que él no cumplía este mandamiento, quiso justificarse con la excusa
de que él no sabía a quién se debía considerar como un prójimo. El Señor como
respuesta contó una parábola, presentando como ejemplo al buen samaritano. El
significado de la parábola consiste en que no se debe deliberar quién es ajeno
y quién no lo es, sino, esforzarse para poder acercarse a todos aquellos
quienes necesitan nuestra ayuda.
"Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en
manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole
medio muerto. Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y
viéndole, se pasó de un lado. Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel
lugar, y viéndole, se pasó de un lado. Mas un Samaritano que transitaba,
viniendo cerca de él, y viéndole, fué movido a misericordia; Y llegándose,
vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura,
llevóle al mesón, y cuidó de él. Y otro día al partir, sacó dos denarios, y
diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando
vuelva te lo pagaré. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo
de aquél que cayó en manos de los ladrones? Y él dijo: El que usó con él de
misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo" (Luc. 10:30-37).
Por
temor de ofrecer ayuda a una persona extranjera, el sacerdote judío y el levita
ignoraron a su compatriota que se encontraba en una situación muy penosa. El
samaritano sin pensar dos veces si la persona que se encontraba delante de él
extendida sobre el suelo era o no uno de los suyos, le prestó ayuda, y con este
acto humano, le salvó la vida. La bondad del buen samaritano se manifestó
también en que no solo él le salvó la vida, sino, se preocupó de esta víctima
asumiendo también los gastos y las preocupaciones relacionadas con su cura.
En
el ejemplo del buen samaritano, el Señor nos enseña a no limitarnos únicamente
en desear el bien o expresar simpatía a nuestros prójimos, sino, a quererlos
"con los hechos." No es aquella persona la que quiere al prójimo
estando sentado en su casa y planeando en tener una organización altruista,
sino, aquella que no mezquina su tiempo, fuerza, dinero y ayuda a la gente con
los hechos. Para ayudar al prójimo no es necesario en componer todo un programa
de ayuda humanitaria, por lo general estos planes no siempre se realizan. La
vida en sí nos ofrece la posibilidad de manifestar nuestro amor hacia la gente,
por ejemplo: visitar a un enfermo, consolar a una persona apenada, ayudar a un
enfermo a ver a su doctor, formalizar para alguien un documento, hacer una
donación para los pobres, tomar parte en las actividades de la iglesia o
actividades filantrópicas, dar un buen consejo, prevenir una discordia, etc.
Muchas de estas actividades parecen ser a veces insignificantes, pero en el
trayecto de la vida estas buenas y pequeñas acciones se acumulan formando un
depósito espiritual enorme. Las acciones buenas se pueden igualar a un depósito
bancario donde diariamente depositamos pequeñas sumas de dinero en una cuenta
de ahorro. En el cielo, como dijo el Salvador, estas buenas acciones formarán
todo un tesoro, el cual la polilla no destruirá, y donde los ladrones no cavan
ni roban.
El
Salvador por Su sabiduría permite que la gente viva en diferentes condiciones
materiales: algunos en gran abundancia, otros en escasez y hasta hambre. En la
mayoría de los casos la gente gana su bienestar por medio de grandes
sacrificios, insistencia y talento. Sin embargo, no se puede negar que muchas
veces el estado social y material de la gente depende también por razones exteriores,
favorables o desfavorables, que no dependen de su voluntad. Una persona muy
capaz y laboriosa puede estar viviendo en condiciones muy pobres, al mismo
tiempo que un holgazán puede estar disfrutando de la vida, nada más porque el
destino le sonríó. Estas condiciones parecen ser injustas si las observamos
únicamente del punto de vista de una existencia terrenal. Pero si, llegáremos a
otra conclusión, si miraremos esto del punto de vista de la vida eterna que
espera al justo en el cielo.
En
las parábolas sobre el Mayordomo Injusto y el Rico y Lázaro, en la cuales se
habla sobre la razón porque Dios permite la "injusta" distribución de
los bienes materiales entre la gente, el Señor Jesucristo en breve forma nos
explica este misterio. Basado en esto, nosotros podemos llegar a apreciar la
enorme sabiduría que posee el Señor para dirigir esta injusticia que Él usa
como método de salvación para la gente: a los ricos - por medio de las acciones
de misericordia, a los pobres y a los que sufren - por medio de la paciencia.
Enlucidos por estas dos parábolas, nosotros podemos entender qué
insignificantes son realmente los sufrimientos y las riquezas aquí en la tierra
en el momento que nosotros las comparamos con la eterna bienaventuranza o con
los sufrimientos eternos.
En
la primer parábola se da el ejemplo de una consecutiva y examinada
beneficencia. La primer impresión que tenemos después de haber leído la
parábola es que el dueño elogió al mayordomo por su acción deshonesta. Sin
embargo, el Señor nos contó esta parábola con la intensión de obligarnos a
pensar sobre su sentido profundo. Encontrándose en un estado de desesperación,
el mayordomo encontró una solución genial, por un lado consiguiendo para él
protectores, y por el otro asegurando su futuro.
"Y dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico,
el cual tenía un mayordomo, y éste fue acusado delante de él como disipador de
sus bienes. Y le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de tí? Da cuenta de tu
mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo
dentro de sí: ¿Qué haré? que mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo;
mendigar, tengo vergüenza. Yo sé lo que haré para que cuando fuere quitado de
la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores
de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi
señor? Y él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu
obligación, y siéntate presto, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: ¿Y tú,
cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo. Y él le dijo: Toma tu obligación,
y escribe ochenta. Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho
discretamente; porque los hijos de este siglo son en su generación más sagaces
que los hijos de la luz. Y yo os digo: Haceos amigos de las riquezas de maldad,
para que cuando faltáreis, os reciban en las moradas eternas" (Luc. 16:1-9).
Por
medio de las palabras "el dueño rico" en esta parábola se debe
entender a Dios, y las palabras "el mayordomo gastador," al ser
humano que despreocupadamente malgasta sus talentos otorgados a él por Dios. El
tesoro otorgado por el Señor a la gente así como la salud, el tiempo y las
facultades para las buenas acciones, son malgastados por la gente (o por
el mayordomo en la parábola), en cosas innecesarias y hasta malas. Pero llegará
el momento cuando todos nosotros deberemos como al mayordomo en el Evangelio,
rendir cuentas delante de Dios por los bienes materiales y las buenas
oportunidades que Él nos confíó. El mayordomo infiel, sabiendo que será alejado
de las obligaciones de la casa, con anticipación preparó su futuro. Su
ingenio y facultades para un próspero futuro, es un ejemplo digno de imitar.
Cuando
la persona aparece en frente de Dios para el juicio, descubre que la ansiedad
por los bienes materiales no era la que tenía sentido en la vida, sino, las
acciones buenas llevadas a cabo. Los bienes materiales, según la parábola, por
sí solos "son una riqueza inverosímil," porque aquel que está atado a
estas riquezas, se convierte en una persona avara e insensible. Las riquezas
materiales muchas veces se convierten en un ídolo al cual la gente sirve con
devoción. En la mayoría de los casos, la gente tiene más esperanza en las
riquezas materiales, que en Dios. Esta es la razón por la cual el Señor nombró
las riquezas terrenales "mamón del engaño." Mamón se llamaba un ídolo
antiguo sirio, el protector de las riquezas.
Hablemos
ahora sobre nuestros sentimientos personales con respecto a los bienes
materiales. Muchas de las cosas que poseemos, las consideramos como una
propiedad personal y las usamos únicamente para nuestro beneficio y antojo.
Pero todos los bienes materiales prácticamente pertenecen a Dios. Él es el
Dueño de todas las cosas y nosotros somos únicamente poseedores temporales
de estos bienes, o como dice la parábola, "administradores." Por esta
razón, compartir con los necesitados los bienes ajenos, o sea los bienes de
Dios, no es una violación de la ley, sino, al contrario, así como en el caso
del mayordomo en el Evangelio, es nuestra obligación y el sentido de esto se
encuentra en la conclusión de la parábola: "Ganad amigos por medio de
las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas
eternas." Esto significa que las personas que hemos ayudado aquí en la
tierra, en el otro mundo serán nuestros defensores y protectores.
En
la parábola del mayordomo infiel, el Señor nos enseña a manifestar nuestra
ingeniosidad y constancia en las acciones misericordiosas. Pero así como el
Señor dijo en esta parábola: "porque los hijos de este siglo son más
sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de la luz," o
sea, muchas veces la gente religiosa no tiene suficiente perspicacia e
ingeniosidad como la gente que no es religiosa en la organización de los
deberes cotidianos.
En
cuanto a la extrema falta del sentido común en el uso de los bienes materiales,
el Señor pronunció la siguiente parábola como ejemplo:
En
este caso, por la providencia de Dios el rico vivía en muy buenas
condiciones y podía sin ningún sacrificio ayudar al pobre que se encontraba
tendido en el suelo al lado del portón de su casa. Estando sumergido
enteramente en sí mismo y en las fiestas diarias, el rico fue totalmente
indiferente con respecto a los sufrimientos del pobre.
"Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de
lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo
llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de él, lleno de llagas, y
deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los
perros venían y le lamían las llagas. Y aconteció que murió el mendigo, y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham: y murió también el rico, y fue
sepultado. Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vió a
Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre
Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo
en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama. Y díjole
Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también
males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Y además de todo
esto, una grande sima está constituída entre nosotros y vosotros, que los que
quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Y dijo:
Ruégote pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre; porque tengo cinco
hermanos para que les testifique, porque no vengan ellos también a este lugar
de tormento. Y Abraham le dice: A Moisés y a los profetas tienen: óiganlos. El
entonces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere a ellos de los muertos,
se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas,
tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos" (Luc. 16:19-31).
Recordarse
de la hermosa recompensa que obtuvo Lázaro en el otro mundo, anima a los pobres
y a los que sufren. Por las enfermedades, pobreza y la falta de fuerzas
físicas, Lázaro no podía ayudar o hacer buenas obras para los demás. Pero nada
más que por resistir pacientemente los sufrimientos y por no quejarse de su
destino, él recibió la bienaventuranza en el cielo. La razón por la cual se
menciona en esta parábola a Abraham, significa que el rico no fue condenado por
sus riquezas, sino, por falta de compasión por los necesitados. Abraham, al
contrario, siendo una persona muy rica, al mismo tiempo era piadoso con todos.
Algunos
preguntan: no sería injusto y cruel condenar eternamente al rico, ya que sus
gozos materiales eran temporales. Para responder a esta pregunta, se debe entender
que la futura bienaventuranza o sufrimientos no se deben mirar únicamente desde
el punto de vista como un lugar de permanencia en el paraíso o el infierno. En
primer lugar el paraíso o el infierno son condiciones espirituales.
Según el Señor, el Reino de los Cielos se encuentra dentro de nosotros
mismos igual que el infierno comienza dentro del alma del pecador. Cuando en la
persona habita la gracia de Dios, entonces en su alma habita el paraíso. Cuando
las pasiones y los remordimientos de conciencia agobian a la persona, entonces
ella sufre como los pecadores que se encuentran en el infierno. Recordemos los
sufrimientos "del Caballero Mezquino" en el poema del escritor ruso
Pushkin: "La conciencia es como una bestia que con sus zarpas rasguña el
corazón; la conciencia es como aquel visitante que nadie invitó, como un
interlocutor molesto y un vicioso prestamista." Los sufrimientos de los
pecadores serán especialmente intolerables en el otro mundo por la razón de que
no existirá más la posibilidad de satisfacer los vicios o por medio del
arrepentimiento aliviar los descargos de conciencia. Por esta razón los
sufrimientos de los pecadores serán eternos.
En
la parábola del rico y Lázaro, se entreabre la cortina del más allá y se ofrece
la oportunidad de entender nuestra existencia aquí en la tierra en una
perspectiva basada en la eternidad. Enlucidos por esta parábola, nosotros vemos
que los bienes terrenales no son la felicidad, sino, mejor dicho, representan
ser una prueba de nuestra habilidad en cuanto a querer o ayudar a nuestros
prójimos. "Pues si en las riquezas
injustas no fuisteis fieles" dice
el Señor en su parábola precedente, "Quién os confiará lo
verdadero?" O sea, si nosotros no supimos administrar correctamente
los bienes ilusorios del presente, entonces nosotros no somos dignos de recibir
de Dios el verdadero tesoro designado para nosotros en la vida eterna. Por esta
razón tratemos de recordar que los bienes materiales pertenecen únicamente a
Dios. Y con ellos, Él nos somete a las pruebas.
Sobre las Virtudes.
La
siguiente parábola sobre el rico insensato, igual que en la parábola precedente
sobre el rico y Lázaro, otra vez se habla sobre daño espiritual que causa al
hombre el aferramiento a las riquezas terrenales. Pero si en las dos precedentes
parábolas sobre el mayordomo infiel y el rico y Lázaro se hablaba especialmente
de las buenas acciones, en las siguientes parábolas se hablará más que nada,
sobe el esfuerzo interno que debe hacer el hombre para el desarrollo de las
buenas cualidades espirituales.
"Y refirióles una parábola, diciendo: La heredad de un
hombre rico había llevado mucho; Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué
haré, porque no tengo donde juntar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis
alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis
bienes; Y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos
años; repósate, come, bebe, huélgate. Y díjole Dios: Necio, esta noche vienen a
pedirte tu alma; y lo que has previsto, ¿de quién será? Así es el que hace para
sí tesoro, y no es rico para con Dios" (Luc.
12:16-21).
Esta
parábola fue pronunciada con la intención de prevenir a la gente de no
acumular los bienes terrenales, "porque la vida del hombre no consiste
en la abundancia de los bienes que posee," o sea, al hombre no se le
agregará más años de vida por la simple razón de que él es rico. La muerte es
temible especialmente para aquellos, los que nunca piensan en ella y no se
preparan para recibirla: "Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma." Las
palabras "rico en Dios," significan las riquezas espirituales.
Más detallada es la descripción sobre las riquezas espirituales en la parábola
de los talentos y las diez minas.
En
los tiempos de la vida terrenal del Salvador, el talento representaba ser una
suma grande de dinero, igualada a sesenta minas. Una mina se igualaba a cien
denarios. Un simple trabajador ganaba un denarios por día. En la parábola la
palabra "talento" significa la unidad de todos los bienes que Dios
otorgó al hombre, materiales y espirituales. Los talentos materiales
son: las riquezas terrenales, las condiciones favorables en la vida de una
persona, lugares destacados en la sociedad, buena salud, etc. Los talentos espirituales
es - tener una mente lucida, buena memoria, diferentes cualidades en el arte y
trabajos manuales, elocuencia, firmeza, sensibilidad, tacto, compasión y muchas
otras cualidades engendradas en nosotros por el Salvador. Aparte de esto, para
tener éxito en el bien, El Señor nos ofrece para nuestra ayuda la gracia
espiritual que se manifiesta en diferentes talentos. Sobre estos talentos
habla el apóstol Paulo en su primera epístola a los Corintios: "Empero hay
repartimiento de dones; mas el mismo Espíritu es. Y hay repartimiento de
ministerios; mas el mismo Señor es. Y hay repartimiento de operaciones; mas el
mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos. Empero a cada uno le es
dada manifestación del Espíritu para provecho. Porque a la verdad, a éste es dada
por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo
Espíritu; A otro, fe por el mismo Espíritu, y a otro, dones de sanidades por el
mismo Espíritu; A otro, operaciones de milagros, y a otro, profecía; y a otro,
discreción de espíritus; y a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación
de lenguas. Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo
particularmente a cada uno como quiere" (1
Cor. 12:4-11).
"Porque el reino de los cielos es como un hombre que
partiéndose lejos llamó a sus siervos, y les entregó sus bienes. Y a éste dió
cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno: a cada uno conforme a su
facultad; y luego se partió lejos. Y el que había recibido cinco talentos se
fue, y granjeó con ellos, e hizo otros cinco talentos. Asimismo el que había
recibido dos, ganó también él otros dos. Mas el que había recibido uno, fue y
cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Y después de mucho tiempo,
vino el señor de aquellos siervos, e hizo cuentas con ellos. Y llegando el que
había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor,
cinco talentos me entregaste; he aquí otros cinco talentos he ganado sobre
ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor. Y llegando también el que
había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; he aquí
otros dos talentos he ganado sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y
fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu
señor. Y llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te
conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no
esparciste; Y tuve miedo, y fui, y escondí tu talento en la tierra: he aquí
tienes lo que es tuyo. Y respondiendo su señor, le dijo: Malo y negligente
siervo, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí; Por
tanto te convenía dar mi dinero a los banqueros, y viniendo yo, hubiera recibido
lo que es mío con usura. Quitadle pues el talento, y dadlo al que tiene diez
talentos. Porque a cualquiera que tuviere, le será dado, y tendrá más; y al que
no tuviere, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las
tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat. 25:14-30).
De
acuerdo a esta parábola debemos concluir que Dios no exige del hombre acciones
que excedan sus fuerzas o habilidades. Sin embargo, esta persona asume la responsabilidad
sobre aquellos talentos que le fueron otorgados. La gente debe acrecentar
los talentos para el beneficio de la Iglesia, prójimos, etc. Es muy importante
desarrollar en sí las buenas cualidades. En realidad existe una unión muy
cercana entre las acciones y el estado espiritual del alma. Cuanto más buenas
acciones hace la persona, más se enriquece espiritualmente y se perfecciona en
las virtudes. Lo que es exterior e interior, es indivisible.
La
parábola sobre las minas de oro es muy parecida a la parábola sobre los talentos,
consecuentemente la omitiremos. En las dos parábolas donde se habla sobre el
amor propio en la gente y la pereza para el cumplimiento de las buenas
acciones, está representada en el ejemplo del esclavo malvado que enterró las
riquezas de su amo. El esclavo no debía acusar a su amo de ser cruel, porque en
realidad, con respecto al esclavo, el amo exigía mucho menos que de los demás.
"Dar mi dinero a los banqueros" se entiende como una indicación a la
persona, de que por falta de iniciativa propia y habilidad en cuanto a las
buenas acciones, la persona debe por lo menos tratar de ayudar a otros a
realizarlas. En realidad no existe aquella persona que no tenga alguna
habilidad o talento. Creer en Dios, rezar por los demás y por sí mismo, es
posible para todos. La oración es un acto tan santo y útil, que puede
reemplazar tranquilamente cualquier obra buena.
"Porque
a cualquiera que tuviere, le será dado, y tendrá más; y al que no tuviere, aun
lo que tiene le será quitado."
Aquí se habla principalmente sobre la retribución en el otro mundo: el que se
enriquecía espiritualmente en este mundo, recibirá aun más en la otra vida,
pero el perezoso perderá lo poco que poseía. Hasta cierto punto la justicia de
estas palabras pronunciadas se comprueba diariamente. La gente que no
desarrolla sus habilidades, eventualmente las perderán. Así como en una
vida satisfecha y ociosa, la persona se entorpece mentalmente, su voluntad se
atrofia, se endurecen los sentimientos y todo su cuerpo incluyendo el alma se
debilitan, esta persona deja de ser hábil y se convierte en un zángano.
Si
nosotros podemos concentrarnos más profundamente en el sentido de las parábolas
sobre el Rico Insensato y los Talentos, podremos comprender el crimen que
cometemos y cómo nos robamos nosotros mismos cuando inactivamente o
innecesariamente malgastamos el tiempo y fuerzas otorgadas a nosotros por Dios.
Por esta razón es necesario que nosotros enfoquemos nuestra mente de tal forma,
para que cada minuto de nuestra vida sea usado para hacer el bien de los demás,
dirigir nuestros pensamientos y deseos hacia la gloria de Dios. Servir a Dios
es una necesidad para nosotros y un gran honor.
Las
siguientes parábolas hablan sobre dos virtudes que tienen un sentido muy
importante en la vida del ser humano.
La Sensatez y la Oración.
Unicamente
el entusiasmo no es suficiente para tener éxito en las acciones buenas, también
debemos guiarnos con circunspección. La sensatez nos da la posibilidad
de concentrar nuestras fuerzas para aquellas acciones que concuerdan más
con nuestras fuerzas y habilidades. La sensatez también nos ayuda a elegir
aquellas acciones que nos darán mejores resultados. El nivel más alto de la
sensatez es la sabiduría. La última contiene en sí el conocimiento,
experiencia y clarividencia en la esencia espiritual de los hechos.
La
falta de sensatez en nuestras acciones o palabras pronunciadas con buena
intención, puede llevar a un mal resultado. Con respecto a este tema San
Antonio el Ermita dijo las siguientes palabras: "Muchas de las virtudes
son muy bellas, pero a veces ocasionan daño por la falta de experiencia o
demasiado entusiasmo en su cumplimiento...El razonamiento es una virtud muy
buena que enseña y guía la persona hacia el camino derecho sin tendencias
depravadas. Si nosotros seguimos el camino derecho, no seremos tentados por
nuestros enemigos, a la derecha por una devoción exagerada y a la izquierda por
la pereza y despreocupación. El razonamiento es el ojo del alma y su
lucidez...Por medio del razonamiento la persona analiza sus deseos, palabras y
acciones y también elude a todos aquellos que se alejan de Dios" (Libro "Filocalia"). Sobre la sensatez
el Señor habla en las dos siguientes parábolas:
"Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una
torre, no
Catecismo Ortodoxo
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