Thursday, August 13, 2015

El primer grado de la oración consiste en arrojar ( San Juan Clímaco )



El primer grado de la oración consiste en arrojar, mediante un pensamiento o una palabra, simple y fija (monológicamente), las sugestiones en el momento mismo en que aparecen. El segundo, es vigilar nuestro pensamiento únicamente en aquello que decimos y pensamos. El tercero, el rapto del alma en el Señor. Una es la exultación que encuentran en la oración aquellos que viven en comunidad; otra, diferente, la que experimentan los solitarios: la primera puede estar todavía ligeramente manchada de imaginación, la segunda está totalmente colmada de humildad...

San Juan Clímaco

Sobre la oración y sobre la pureza del corazón ( San Gregorio Palamás )


Dios es el bien en si, la misericordia misma, un abismo de bondad y, al mismo tiempo, él abraza ese abismo y excede todo nombre y todo concepto posible. No hay otro medio para obtener su misericordia que la unión. Uno se une a Dios compartiendo, en la medida de lo posible, las mismas virtudes, por ese comercio de súplica y de unión que se establece en la oración.

La participación en las virtudes, por la semejanza que instaura, tiene por efecto disponer al hombre virtuoso a recibir a Dios. Pertenece al poder de la oración operar esta recepción y consagrar místicamente el crecimiento del hombre hacia lo divino y su unión con él -pues ella es el lazo de las criaturas razonables con su Creador- siempre a condición de que la oración haya transcendido, gracias a una compunción inflamada, el estadio de las pasiones y de los pensamientos. Pues un espíritu ligado a las pasiones no podría pretender la unión divina. En tanto que el espíritu ora en esta clase de disposición, no obtiene misericordia; en cambio, cuanto más éxito alcanza en alejar los pensamientos, más adquiere la compunción y, en la medida de su compunción, participa en la misericordia y en su consuelo. Que persevere humildemente en ese estado y transformará enteramente la parte apasionada del alma.