Tenemos muchas tentaciones por causa de nuestros ojos, oído y gusto. Cuantos hombres sufren, porque siendo débiles miraron sin cuidado con ojos impuros, escucharon sin distinción de lo que es bueno y lo que es malo, comieron con avidez... Los gustos de la carne pecaminosa, no reprimida por la razón y los mandamientos de Dios, los arrastraron a las pasiones, oscurecieron la mente y corazón, los dominaron, quitando la paz. Con mucho cuidado hay que mirar, escuchar, comer, olfatear y tocar, porque a causa de los sentidos exteriores, como por una ventana abierta, pueden penetrar en nosotros algunos pecados, o peor aun, el causador de los pecados — el demonio con su veneno mortal.
San Juan de Kronstadt