Saturday, January 24, 2015

La providencia de Dios ( San Germán de Alaska )

Un terrible accidente tiene el poder de despertar nuestra conciencia a la existencia de las calamidades y a los diversos peligros que nos rodean y de los cuales la providencia de Dios nos preserva. Al mismo tiempo eso nos convence de reconocer nuestra propia debilidad e imperfecciones y de buscar la protección del Padre y su defensa más poderosa que nos confirma la sabiduría y el Verbo de Dios, el cual descendió de lo alto por la voluntad de nuestro Padre celestial bajo un manto de carne como la nuestra, tejido por la Potencia Divina en la más pura Virgen para nuestra salvación. Él se hizo hombre y se dignó enseñarnos a rogar para que no seamos conducidos a la tentación. Eso nos recuerda a qué Padre le debemos nuestra existencia, esto a su vez debería hacernos buscar nuestra patria celeste y nuestra herencia eterna.


San Germán de Alaska

Santa Xenia de Roma

Santa Xenia era la hija única del famoso senador de Roma, Eusebio. Siendo todavía muy joven, ella decidió quedarse virgen y para evitar el matrimonio partió rumbo a Alejandría, junto con dos esclavas. Una vez allí, convenció a sus acompañantes de llamarla Xenia, lo que en griego significa "peregrina," para que sea más difícil encontrarla.

Cuando se encontró con el abad del convento del apóstol Andrés, quien estaba en la ciudad Mileto (en Caria) ella le pidió que la lleve junto con sus acompañantes a la ciudad de Milass. Allí ella compró un terreno y construyó una Iglesia consagrada a San Esteban y organizo un monasterio de mujeres. Dentro de poco, por su vida ejemplar, el obispo de Milass la elevó a la dignidad de diaconisa. Verdaderamente ella llevaba la vida de un ángel. Amaba a todos, prestaba ayuda a todos, lo que estaba a su alcance. Era la benefactora de los pobres, la consoladora para los doloridos y la preceptora para los pecadores. Por su profunda humildad, ella se consideraba a sí misma como la peor de todas y la más pecadora de todos. Santa Xenia salvó a muchas almas. Falleció en la segunda mitad del siglo V. Durante su fallecimiento ocurrieron milagrosos signos.