Cuida que los demonios salvajes no te engañen mediante una visión cualquiera; permanece atento y recurre a la oración. Invoca a Dios: si tu pensamiento está con Él, Él mismo te iluminará.
Y si no, rápidamente aleja de ti al seductor. Y anímate porque los perros no permanecerán de pie si has hecho con ardor tu súplica a Dios.
Ya que, de inmediato, vencidos invisiblemente y a escondidas por la potencia de Dios, serán echados muy lejos.
San Nilo el Asceta