El Antiguo Testamento es el ícono del ascetismo corporal, mientras que los Evangelios o Nuevo Testamento son los íconos de la pureza del corazón: “El ayuno, la abstinencia, el dormir en el suelo, el permanecer mucho tiempo de pie (al orar, N.N), la vigilia por las noches y otras prácticas semejantes que se acostumbran en relación al cuerpo, hacen que se tranquilice la parte afectiva (pasional) del cuerpo, evitando pecar con hechos. Son un límite al hombre en nosotros y un vigilante contra los pecados de obra; aún más, prácticas como las mencionadas nos cuidan, nos impiden incluso pecar con la mente. La pureza del corazón, o la observación y cautela de la mente, cuya imagen es el Nuevo Testamento, si es practicada por nosotros como se debe, ataja todas las pasiones y todos los males, desenraizándolos del corazón, trayendo en consecuencia alegría, esperanza, contrición hasta las lágrimas, el conocimiento de nosotros mismos y de nuestros pecados, la oración por los que ya no están, la verdadera humildad, el amor infinito a Dios y a los demás, y el amor divino que nace del corazón”.
Sin ignorar el ascetismo del cuerpo, que es absolutamente necesario, los Santos Padres prestan una mayor atención a la pureza del corazón. El ascetismo corporal prepara el terreno para la lucha interior con nuestras debilidades – aunque el que lo practica, sin dedicarse también al ascetismo puramente interior, estará todavía en el período del Viejo Testamento. El esfuerzo de purificar nuestro corazón presupone el alejamiento de “las nubes de maldad en el espíritu del corazón”. Solamente así podremos ver al “Sol de la Verdad, Jesús”. Solamente así se nos iluminarán “el alguna medida, en la mente, los entendimientos de Su grandeza”.
Mitropolitan Hierotheos Vlachos
Catecismo Ortodoxo
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Las razones por las cuales Jesucristo, el Hijo de Dios, vino al mundo, son las siguientes:
1. El amor de Dios por la humanidad. "Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo Único (Juan 3. 16).
2. La restauración de la imagen y semejanza de Dios en la humanidad caída, así como todavía lo celebra la Santa Iglesia (el primer canon de los maitines de la Natividad de Cristo, canto 1). "El hombre, aún habiendo sido creado a imagen de Dios, corrompióse por el pecado, llenándose de maldad, cayendo lejos de la mejor vida Divina, por lo que el sabio Creador restauró nuevamente."
3. La salvación de nuestras almas. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar, sino para que el mundo a través de Él fuera salvado. (Juan 3, 17).
Y, de igual manera, de conformidad con los propósitos de nuestro Redentor, el Señor Jesucristo, deberíamos vivir de acuerdo a esta Divina enseñanza, de manera que podamos obtener la salvación de nuestras almas.
San Serafin de Sarov
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Recuerdo que una vez hubo un problema serio en el monasterio y, al enterarse, mi mamá inmediatamente me dijo: “Si ya no puedes seguir allí (en tal monasterio), ven a casa, acuérdate siempre que tienes a dónde venir!” Fue algo tan emotivo... Ven qué representa el corazón de una madre? No te deja nunca. Puede que otros de abandonen, te repudien, te rechacen, te eviten, te marginen, te alejen, te opriman, pero una madre nunca haría algo así! Algún extraño podrá hacerte algo así, pero quien tiene corazón de madre, no. “Sí, tú, si ya no puedes seguir aquí, ven a casa, acuérdate siempre que tienes a dónde venir”. Si nuestra mamá terrenal puede demostrarnos algo así, imagínense de lo que es capaz la Madre del Señor!
Que la Madre del Señor nos podría abandonar alguna vez? Es posible que la Madre del Señor nos abandone? No Se Puede! Por qué no se puede? Precisamente porque es mamá, porque tiene corazón de madre. Talvez la llamamos “Madre del Señor”, como hablando de un título. Mas debemos saber que la Madre del Señor es eso, mamá. Y no es mamá sólo para Nuestro Señor Jesucristo, sino para todos los que queramos tenerla como madre. “Tú, si ya no puedes seguir aquí, ven a casa, acuérdate siempre que tienes a dónde venir”. Tengamos siempre presente que la Madre del Señor nos dice lo mismo!
Archimandrita Teofil Paraian
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