Friday, February 12, 2016

La veneración de la Theotokos según la Biblia ( Archimandrita Cleopa Ilía )



Testimonios de la Santa Biblia para la veneración especial de la Theotokos
¿Por qué honramos a la Madre de Dios?
Nosotros, los cristianos ortodoxos, honramos a la Theotokos María más que a todos los santos y ángeles del cielo, pues ella fue hecha digna de dar a luz a Cristo, el Salvador del mundo cuando el Espíritu Santo la cubrió con Su sombra. El honor que le damos a la Madre de Dios es excepcional, más honorable y más reverenciado, pues no es sólo “una amiga Suya”, al igual que los santos, sino que ella es la Toda Santa (Panagia) por encima de todos los santos y todos los ángeles.
Por eso tanto los ángeles como la gente la veneran y honran con oraciones, himnos, alabanzas y oficios religiosos. De forma similar, el Arcángel la saludó en la Anunciación (Lucas 1:28-29), así como Santa Isabel, la madre del Precursor, San Juan Bautista (Lucas 1:40-43).
La Toda Santa Virgen misma profetizó por medio del Espíritu Santo: “Y he aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones; porque en mí obró grandezas el Poderoso” (Lucas 1:48-49). Por estas palabras, entendemos que el honor excepcional concedido a la Theotokos es intencional e indicado por el mismo Dios. Este honor excepcional que es concedido por la Iglesia Ortodoxa a la Siempre Virgen María forma la veneración de la Madre del Señor.
En el marco de la veneración a la Toda Santa Theotokos, mencionamos primeramente sus grandes fiestas, que son: el nacimiento de la Toda Santa Theotokos, la Entrada de la Theotokos en el templo, la Anunciación y la Dormición. Y así, por medio de los oficios celebrados en las iglesias y en los monasterios en Su honor, las salutaciones, los cánones de súplica, los iconos hagiográficos decorados tan bellamente, y en especial los milagrosos, y por medio de muchas otras oraciones, pedimos la ayuda de la Theotokos diariamente en nuestras vidas.
Honramos a la Theotokos porque ella es la madre que dio a luz al Hijo de Dios, y la primera que intercede por el mundo ante la presencia de la Toda Santa Trinidad. Ella nos ayuda muchísimo en la conquista de nuestra salvación por medio de sus santas oraciones.
Sin embargo, a lo largo de la historia, aparecieron algunos a los que llamamos herejes o seguidores de otras confesiones (neo-protestantes), que blasfemaron contra ella, tanto como lo hacen contra el Salvador y Su Biblia.
El santo apóstol Pablo, en sus cartas, indica que en los últimos días aparecerán personas que no tolerarán la enseñanza de la verdadera fe, y que pondrán maestros acordes a sus obras, próximos a los cuentos de hadas. Es decir, mientras ven la verdadera fe, negarán su poder, predicando siempre contra ella y no siendo capaces de alcanzar la verdadera fe: “Así como Jannes y Jambres resistieron a Moisés, de igual modo resisten estos a la verdad; hombres de entendimiento corrompido, réprobos en la fe. Por su parte, los hombres malos y embaucadores irán de mal en peor, engañando y engañándose” (2ª Timoteo 3:8, 13).
Nosotros, desde la creación de esta nación, así es como somos conocidos: como rumanos y cristianos ortodoxos. Así es como nacimos y tenemos el deber de mantener puro y completo aquello que heredamos de nuestros ancestros, así como del mismo Dios. Pues el apóstol Pablo dice: “Así pues, hermanos, estad firmes y guardad las enseñanzas que habéis recibido, ya de palabra, ya por carta nuestra” (2ª Tesalonicenses 2:15).
Los protestantes, y con ellos, los herejes neo-protestantes (seguidores de otras confesiones contemporáneas) de nuestros días, los llamados “arrepentidos” entre sus muchas confusiones mentales y su falsa predicación, blasfeman muchísimo más contra la Toda Santa Theotokos y Siempre Virgen María. Estos blasfemos contra la Madre de Dios dicen que no debemos concederle un gran honor, porque Su Hijo, el mismo Jesús Cristo, no le rindió ningún honor. Aparentemente, según las palabras del Salvador, que dicen: “Díjole alguien: ‘Mira, tu madre y tus hermanos están de pie afuera buscando hablar contigo’. Más Él respondió al que se lo decía: ‘¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos?’. Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: ‘He aquí a mi madre y mis hermanos. Quienquiera que hace la voluntad de mi Padre celestial, este es mi hermano, hermana o madre” (Mateo 12:47-50). Así pues, el hecho de que la Virgen María fuera Su madre no tuvo importancia para Él, y Su relación consanguínea o física no tenía valor o preferencia respecto a Su relación espiritual con los que hacen la voluntad del Padre, quienquiera que sean.
Por otra parte, añaden que esto es obvio por la forma en la que el Señor se dirigía a ella y porque durante diferentes ocasiones la llamaba “mujer”, que significa que ella estaba casada, es decir, no siendo virgen, pues en este sentido se verifica la palabra de la Biblia: “Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, he ahí a tu hijo’” (Juan 19:26). Además, en las bodas de Canaan, la llama desdeñosamente diciendo: “¿Qué nos va en esto a Mí y a ti, mujer?” (Juan 2:4). Por tanto, de este modo y en tal caso, no podemos considerarla por encima de todos (Toda Santa) y no podemos concederle una veneración especial.
Sin embargo, no es como lo creen los que se engañan y se alejan de la verdad, y que interpretan según su mente enferma, llena de egoísmo, pues en el primer caso, se trata de otra cosa, y en concreto, a parte de la relación física, hay otra relación con Cristo, mucho más grande e importante, que es la relación espiritual, y que consiste en hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, esta relación no cancela o disminuye la relación física. La diferencia consiste en el hecho de la relación espiritual que cualquiera puede adquirir haciendo la voluntad de Dios. La relación significa, no sólo la relación física, sino también una relación de amor y unión espiritual. El que hace la voluntad de Dios se convierte en un familiar espiritual de Dios. Del mismo modo, según lo anterior, el Salvador no sólo no dejó de lado Su relación física con Su Madre, ni tampoco disminuyó el honor que es debido a una madre por su hijo, sino que sólo quiso hacer hincapié en la otra relación con Él. La espiritual, aunque de gran valor, puede incluso ser alcanzada por cualquier fiel.
En consecuencia, fue una expresión instigadora y alentadora hacia la multitud, y no despectiva hacia Su Madre. Nuestro Salvador Jesús Cristo, mientras estuvo con Su Madre en la tierra, siempre la escuchaba, la amaba y se sometía a ella (Lucas 2:51), y cuando ella pedía algo, Él nunca la desobedecía. Así, en las bodas de Canaán, a la petición de Su Madre, Cristo obró el primer milagro, convirtiendo el agua en vino (Juan 2:3-10). Por eso, cuidaba mucho de Su Madre e incluso mientras pendía de la Cruz, actuó con cuidado y protección y le entregó a Su discípulo amado de entre Sus discípulos (San Juan el Evangelista) para que cuidara de ella, según las Escrituras: “Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, he ahí a tu hijo’. Después dijo al discípulo: ‘He ahí a tu madre’. Y desde este momento el discípulo la recibió consigo” (Juan 19:26-27). ¿Veis aquí cómo el Salvador, incluso durante el momento de Su gran prueba sobre la Cruz, no descuidó la atención hacia la persona de Su Madre, que le dio a luz y lo crió?. Y cómo sería posible descuidar a su madre, cuando fue Dios mismo quien nos mandó honrar a nuestros padres, así como está escrito: “Honra a tu padre y a tu madre….” (Deuteronomio 5:16).
En segundo lugar, no hay ningún motivo para el desprecio, pero en cambio parece que cuidaba de ella confiándola al cuidado del apóstol Juan, sabiendo que Él ya no estaría mucho más en la tierra para cuidarla hasta el fin de su vida, como hemos visto antes. Este hecho no es deshonesto, sino ciertamente un gran honor y respeto hacia la persona de Su Madre, a quien incluso durante Su tormento en la Cruz, no olvidó cuidar, mostrando el gran amor que tenía por la persona de Su Madre. Sin embargo, si la llama “mujer”, bajo ninguna circunstancia tiene esto el sentido de una mujer casada o el propósito de despreciarla o desdeñarla, sino sólo el sentido de indicar su sexo. Pues de la misma forma, los dos ángeles en la tumba también se dirigieron así a María Magdalena: “Mujer, ¿por qué lloras?” (Juan 20:13). Y de mismo modo, los dos hombres vestidos de blanco que estaban presentes durante la Ascensión del Señor, dijeron  los apóstoles: “Varones de Galilea, ¿por qué quedáis aquí mirando al cielo?” (Hechos 1:11). Ni los ángeles ni los dos hombres usaron las palabras “mujer” o “varones” de forma despectiva o desdeñosa, sino más bien, de forma halagüeña.
Estos herejes y neo-protestantes incluso nos preguntan dónde dice en la Santa Biblia que María, la madre de Jesús, era Virgen y fue Siempre Virgen, como la llamamos. Que ella diera a luz siendo virgen, nuestra Biblia lo muestra así: cuando el Arcángel Gabriel fue enviado a Nazaret y le anunció que concebiría al Hijo de Dios (Lucas 1:35), la llamó “llena de gracia” y “bendita tú entre las mujeres” (Lucas 1:28, 42). Parece que el Arcángel veneró (honró) a la Virgen María, llamándola “llena de gracia” y “bendita tú entre las mujeres”, y que recibió una gran gracia de Dios, la del poder del Todopoderoso que la cubrió con Su sombra, y que ella concibió por medio del Espíritu Santo y dio a luz al hijo de Dios. Aunque era virgen, no habiendo conocido varón, el ángel del Señor no la llamó “bendita tú entre las vírgenes”, sino bendita tú entre las “mujeres”, y con esto no muestra desprecio o desdén hacia la Toda Santa Theotokos que está “llena de gracia”, sino que revela un antiguo misterio: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje; este te aplastará la cabeza” (Génesis 3:15), y ella sería la Eva mística y espiritual que daría a luz al nuevo Adán, Cristo, que daría la vida al mundo.
Los padres theóforos de la Iglesia nos dicen que Cristo era llamado la semilla o “linaje” de una mujer (Génesis 3:15) ya que no nació de la semilla de un hombre, sino del Espíritu Santo y recibió el Cuerpo de la sangre sin mancha de la Toda Santa Virgen.
En el día del gran juicio (la Segunda Venida) esta Reina y Virgen María, se sentará a la diestra del trono de su Hijo, con gran e indescriptible gloria, como lo indica el salmo, diciendo: “A tu diestra está en pie la reina, vestida de oro de Ofir” (Salmos 44:10). Puesto que el Arcángel Gabriel también la llamó mujer, cuando dijo: “bendita tú entre las mujeres”, ¿significa esto que la Virgen María era una mujer casada?
Entonces, ¿por qué respondió ella al saludo del ángel diciendo: “no conozco varón” (es decir, soy una virgen)?.
De igual modo, cuando Dios creó a Eva de la costilla de Adán (Génesis 2:21-22), y se la llevó y este la llamó “mujer”, ¿era quizá que Eva era una mujer casada, puesto que Adán la había llamado “mujer”? ¿Es posible que Eva no fuera creada virgen de la costilla del puro Adán que no había conocido a una mujer?
En consecuencia, si Eva fue creada por Dios, y mientras Dios mismo junto con Adán llamaban a esta virgen “mujer”, ¿la llamaron más tarde “mujer” con el sentido de una mujer casada?. ¿Cuán falsamente entienden todos estos neo-protestantes y herejes? Puesto que Eva era una virgen, y así la llamó él, “mujer”, del mismo modo, la Eva mística y espiritual, la purísima Virgen María que dio a luz al Nuevo Adán, Cristo, es Virgen por los siglos de los siglos, aunque la Santa Biblia la llame mujer, pues se refiere sólo a su sexo, el sexo femenino.
Entonces, Adán, por medio de la energía de Dios, dio a luz (es decir, de su cuerpo se tomó una costilla, y se creó, o se dio a luz a Eva) a partir de su cuerpo virginal, sin una mujer (es decir, sin tener conocimiento de una mujer), mientras que durante el cumplimiento del tiempo, la naturaleza femenina, por las energías del Espíritu Santo, dio a luz a un hombre sin un hombre, y siendo virgen dio a luz y permaneció virgen así como en el principio Adán dio a luz aunque era virgen. Así pues, Dios estaba complacido, pues por medio de la Virgen María quitaría la naturaleza del Antiguo Adán mediante el Nuevo Adán que iba a nacer de la Virgen y que vino al mundo y llevó nuestra naturaleza por Su infinita misericordia y bondad, para salvar al Antiguo Adán con todos sus descendientes de la sentencia de muerte. Pues aunque por Adán todos morimos, por Cristo todos somos resucitados (Romanos 6:5; Juan 3:16, 5:24).
Por tanto considera, oh hombre engañado (tú y tus semejantes) que la Santa Biblia no llama a la Theotokos “mujer” con el sentido de “casada” como tú entiendes, sino que por medio de la palabra “mujer”, la Santa Biblia sólo se refiere al sexo femenino de la Santa Virgen María y al mismo tiempo muestra, de forma sombría y mística que es la mujer cuya descendencia (Cristo) aplastará la cabeza de la serpiente y por Quien vendrá la salvación a todos.
A lo anterior debemos añadir:
– Siendo la Madre del Salvador, a la Virgen María se le concedió el mayor honor que cualquier criatura puede tener.
– Al concebir al Salvador por medio del Espíritu Santo, fue limpiada completamente del pecado más que cualquier otro humano, sin importar cuanto santo o santa haya sido.
– Puesto que su honor excepcional fue pre-concedido (como ningún otro honor sobre una persona) la Toda Santa Virgen María debe ser considerada la primera entre los santos, así como San Juan Bautista es considerado el más grande entre los profetas (Malaquías 3, Isaías 40:3).
Por todo esto, la Toda Santa Virgen María es digna de un honor mayor que el de los otros santos (un honor excepcional), porque es la reina y la corona de todos los santos. Para conocer cómo permaneció virgen tras el parto, leed y observad lo profetizado por el profeta Ezequiel “Después me hizo volver hacia la puerta exterior del Santuario, la cual mira al oriente; y estaba cerrada. Y díjome Dios: Esta puerta estará cerrada, no se abrirá, y no entrará nadie por ella, porque ha entrado por ella el Señor, el Dios de Israel; por eso quedará cerrada. Solamente el príncipe, por ser príncipe se sentará allí para comer en la presencia de Dios. Por el vestíbulo de la puerta entrará, y por ese mismo camino saldrá”(44:1-3).
Los que se engañan añaden además que no debemos dar demasiado honor a la Virgen María e incluso no llamarla “Siempre Virgen”, pues tuvo más hijos, que fueron nombrados en la Santa Biblia como “hermanos y hermanas” de Jesús, mientras que Jesús es llamado “primer nacido” (Mateo 1:35), por lo que se sugiere que más tarde tuvo otros hijos.
Es cierto que la Santa Biblia habla sobre algunos hermanos del Señor, así como de Sus hermanas; y con las palabras de los judíos, que se asombraron por la milagrosa persona del Señor, dice: “¿No es Este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y sus hermanas no están todas entre nosotros?” (Mateo 13:55-56; Marcos 6:3). Sin embargo, en este caso, por la frase “primer nacido”, no significa que tengamos que presuponer la existencia de otros nacidos después (segundo, tercero…etc.). Esta era una forma de hablar en el Antiguo Testamento, y “primer nacido” se le llamaba al primero que abría la matriz, independientemente de si tenía otros hermanos o no (Éxodo 13:2), y donde muchas veces, la numeración absoluta (1, 2, 3…) es sustituida o usada y mezclada junto con la forma táctica (primero, segundo…etc).
Este judaísmo introdujo el uso en el lenguaje del Nuevo Testamento. Ahora, “primer nacido” significa “sólo nacido” con el sentido de “único nacido”. Cualquier otro significado es rechazado porque si fuera cierto que Jesús tenía otros hermanos de sangre (hijos de María), no habría dejado a Su Madre al cuidado de algún apóstol, sino al cuidado de uno de sus hijos.
Se da otro argumento al segundo punto sobre los “hermanos” del Señor. Los hermanos son mencionados incluso por su nombre, y son cuatro, mientras que las hermanas deben de ser al menos dos. Sin embargo, bajo ninguna circunstancia podían ser hermanos / hermanas  de Jesús Cristo e hijos de María, la Madre de Jesús, porque:
-Según una antigua tradición aceptada, María, la Madre de Jesús, permaneció virgen después del nacimiento según la forma en la que aparecía en la visión del profeta Ezequiel (44:1-3).
-La madre de los llamados “hermanos / hermanas” del Señor es otra persona diferente a la de la Virgen María, porque en la Santa Biblia, la primera es llamada “María” o “la otra María”, o la “hermana de Su madre, María de Cleofás”, siendo mencionada incluso al lado de la Madre del Señor y cerca de ella (Mateo 27:55-56; 28:1; Marcos 15:40-47; Juan 19:25).
-A los “hermanos” del Señor ni siquiera se les llama hermanos, sino “esclavos” (Santiago 1:1), y “siervos-esclavos” (Judas 1:1) del Señor, los autores de las dos epístolas universales, y allí son llamados “esclavos” (Santiago 1:1; Judas 1:1) del Señor y no hermanos.
-Si fueran Sus hermanos, Cristo los habría hecho apóstoles. Si bien, algunos sugieren que estos dos “hermanos del Señor”, llamados Santiago y Judas, son los mismos apóstoles que llevan este nombre (de hecho, Santiago es el mismo que el joven “hermano del Señor” en todas las listas de los apóstoles, mientras que Judas, “el hermano del Señor” es quizá Judas Tadeo). Al mismo tiempo, este es un caso simple, adecuadamente fundado, especialmente porque no se llaman a sí mismos “apóstoles” como tampoco se llaman “hermanos del Señor”. Sobre Santiago, “el hermano del Señor”, sabemos que fue el primer obispo de Jerusalén y disfrutó del mayor honor de los fieles así como de los apóstoles (Hechos 12:17; 15:13), desde que Santiago, hijo de Zebedeo, fuese asesinado (Hechos 12:2). Cristo habría confiado la Virgen a su cuidado, y no al apóstol Juan, quien ciertamente habría sido más distante que un hijo o una hija suya.
Teniendo en cuenta el hecho de que en todo Oriente, y especialmente en Judea, el significado “hermano” es usado en un sentido más amplio, para un primo u otros familiares cercanos y distantes, como por ejemplo en Génesis (13:8), donde Abraham llama a Lot “hermano”, aun cuando era su sobrino, hijo de su hermano (Génesis 11:27), aceptamos que “hermanos del Señor” eran primos de Jesús. Pero no primos hermanos, pues si su madre es llamada hermana de la Madre del Señor (Juan 19:25), no podría haber sido hermana del mismo padre porque tendría el mismo nombre María, pero la palabra hermana, aquí debe tener el significado de cuñada, pues la Virgen María era hija única. Podría haber significado cuñada por José, que no está excluido que tuviera alguna hermana que estuviera casada. En este caso, sus hijos, llamados “hermanos del Señor”, podrían haber sido como mucho primos segundos de Jesús Cristo.
Como si no tuvieran nada que añadir (decir) sobre la virginidad de la Theotokos, y tras el nacimiento, añaden incluso este pasaje de la Santa Biblia: Y no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito y le puso por nombre Jesús” (Mateo 1:25), explicando que tras el nacimiento, la Virgen María podía tener otros hijos.
Consideremos y entendamos que en la Biblia, la frase “y sin que la conociera” (hasta ese momento e incluso después) significa eternidad. Porque el Señor dijo: “…..Y mirad que yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del siglo” (Mateo 28:20). ¿Es posible que esto signifique que Él se alejará de nosotros tras la consumación del siglo?. ¿No dijo el divino apóstol Pablo: “…. y así estaremos siempre con el Señor” (1ª Tesalonicenses 4:17)?. En otro pasaje de la Santa Biblia está escrito: “Oráculo del Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi diestra, hasta que Yo haga de tus enemigos el escabel de tus pies’” (Salmos 109:1). ¿Significa esto, quizá, que tras esto, nuestro Salvador Jesús Cristo no se sentará a la diestra de Su Padre para gobernar con Él por los siglos?. Mas sabemos muy bien que “…. su reinado no tendrá fin” (Lucas 1:33).
De nuevo, en otro pasaje de la Santa Biblia, se dice que Noé envió al cuervo y el cuervo salía y volvía hasta que la tierra quedó seca (Génesis 8:7), ¿significa esto que regresó al barco tiempo después?.
Y nuevamente se dice en la Santa Biblia que Micol, hija de Saúl, y mujer de David, no dio a luz ningún hijo “hasta el día de su muerte” (2ª Samuel [2ª Reyes] 6:23). ¿Significa esto, quizá, que ella dio a luz cuando murió, puesto que se dice “hasta el día de su muerte”?.
Por lo tanto, abramos los ojos de sus almas a todos estos blasfemos contra la verdad, contra estos testimonios que fueron tomados de la Santa Biblia y entendamos que la frase “y no la conoció hasta que” (hasta ese momento e incluso después), en la Santa Biblia, significa la eternidad, pues el Salvador existirá eternamente con los apóstoles y con todos aquellos que cumplan Sus mandamientos, así como también estará eternamente sentado a la diestra del Padre reinando en Su reino que no tendrá fin, así como el cuervo nunca regresó al arca de Noé, y así como Mecol, la hija de Saúl, eternamente nunca dio a luz ningún hijo tras el día de su muerte, y así como de la misma forma, el justo y temeroso de Dios José, eternamente no la “conoció”, a quien era virgen antes del nacimiento, a la Toda Santa e Inmaculada Virgen María, Theotokos y Madre de la Luz, la Reina de los ángeles y de los fieles, y que permaneció virgen durante el nacimiento y por siempre, tras el nacimiento.
Tras todo esto, las personas con tendencia hostil contra la Theotokos dicen que no debemos dirigir nuestras oraciones a ella con las súplicas: “no tenemos otra protección, y no tenemos otra ayuda más que tú”, y “Toda Santa Theotokos, sálvanos”, siendo un gran error, porque ponemos a la Theotokos a la par con el Salvador, como mediadora de nuestra salvación, ya que sólo uno es nuestro mediador, Jesús Cristo.
En cuanto a nuestra súplica a la Theotokos, de la siguiente forma: “no tenemos otra protección”, con ella no negamos la unicidad de Jesús Cristo como el mediador de nuestra salvación objetiva, pero tampoco podemos descuidar el beneficio de cualquier ayuda para nuestra salvación subjetiva. El significado de esta súplica es el siguiente: “Tú puedes darnos la mayor ayuda para nuestra salvación subjetiva, pues no podemos encontrar otra gran ayuda en cualquier santo o no tenemos a nadie más que pueda ayudarnos tanto como tú nos ayudas, siendo la Madre de nuestro Salvador”. Así mismo, las palabras de la súplica que le dirigimos, “Toda Santa Theotokos, sálvanos”, significan “Intercede ante tu Hijo para que nos salve” o “nos redima”. En la lengua griega, en la que fueron escritos casi todos los libros del Nuevo Testamento, así como los libros de adoración ortodoxa, el verbo “salvar” también significa “redimir” (librar, absolver, etc.), del mal, de la tentación, de los pecados, de la preocupación, de las dificultades financieras. Así: “Toda Santa Theotokos, sálvanos”, significa “ayúdanos con tus súplicas para que seamos redimidos del mal, del contratiempo, de las actividades del maligno, de nuestras pasiones”.
Al mismo tiempo, mediante el “sálvanos”, no queremos decir “perdona nuestros pecados”, sino “intercede ante tu Hijo para nuestra salvación”. Es imposible entristecer a su Hijo mediante la devoción (que significa rendir honor) a la Theotokos, pues de esta forma, la adoración debida a Él no es disminuida de ninguna forma, sino al contrario, y toda la gran devoción “particular” a la Theotokos pasa a su Hijo, que la eligió y la santificó para ser Su Madre.
Con respecto a lo que se ha dicho, demostramos por medio de testimonios de la Santa Biblia, el honor, la gloria y los dones que Dios concedió a su Toda Santa Madre, porque: Dios, una vez más, y desde la caída de Adán y Eva, predijo sobre la Theotokos que ella sería aquella mujer-virgen que, mediante su Hijo, aplastaría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15). Más tarde, se profetizó que ella sería la Virgen que sería la intercesora para la entrada en el mundo del Salvador Jesús Cristo (Jeremías 31:2-23); el Arcángel Gabriel vino a ella para honrarla y la llamó “llena de gracia” y “bendita entre las mujeres”, y “Madre de mi Señor” (Lucas 1:40-45), bendijo su vientre y sus pechos pues ella llevaría y alimentaría al Salvador del mundo, Cristo (Lucas 11:27-28). El Salvador, como su Hijo, le obedeció y se sometió a ella (Lucas 2:51); el primer milagro del Salvador se realizó en las bodas de Canaan mediante su súplica (Juan 2:3-10); el Salvador cuidó de ella incluso cuando sufría dolores insoportables en la cruz, confiando al más amado de Sus apóstoles el cuidado de Su madre, y ella misma, por medio del Espíritu Santo, profetizó que todas las generaciones la llamarían bienaventurada y cantaría con gloria que Dios la hiciera digna por su humildad (Lucas 1:48-49), mientras que el mismo nombre de Theotokos, en lengua hebrea es traducido como “Señora Virgen”.
Esta Señora y Virgen Reina se sentará a la diestra del trono de su Hijo en el día de la Segunda Venida (Salmos 44:9). Concibió y dio a luz por medio del Espíritu Santo al Hijo de Dios (Lucas 1:35), habiendo sido cubierta por la sombra del Espíritu Santo por el poder del Todopoderoso, y permaneció virgen incluso después del parto (Ezequiel 44:1-3), y por eso es más honorable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines, no teniendo más hijos que a Jesús Cristo, el Salvador del mundo. La madre de los llamados “hermanos” del Señor no es la Theotokos, sino María la de Cleofás (Mateo 27:55-56; Marcos 15:40-47; Juan 19:25), mientras que los “hermanos” del Señor son sólo familiares de Él y no Sus hermanos naturales, pues en los tiempos antiguos de los hebreos, los familiares cercanos eran llamados “hermanos” (Génesis 13:8). La madre de los hermanos del Señor, María la de Cleofás, es llamada hermana de la Madre del Señor, según el sentido de familiares cercanos (Juan 19:25, etc).
Habiendo visto testimonios de la Biblia para estas verdades que se refieren a la Theotokos, si tuvierais una mente clara y alejada de la oscuridad de las herejías y pecados, seríais capaces de entender muy claramente (iluminadamente) porqué los cristianos ortodoxos de la Iglesia de Cristo concedemos la súper-devoción (honor especial) a la Toda Santa Theotokos María. Suplicándole, la tenemos como intercesora ante su Hijo y nuestro Dios, para que nos ayude mediante sus mediaciones intercesoras que siempre presenta a Dios por toda la raza humana, y especialmente por los cristianos devotos.
¿Por qué no honráis a la Madre del Señor, cuando la Santa Biblia misma os revela que el Arcángel Gabriel la honró con su saludo? (Lucas 1:29).
¿Cuál es la razón por la que no honráis a la Theotokos, que, según el testimonio de la Santa Biblia y del mensajero, el Arcángel Gabriel, ella está “llena de gracia”? (Lucas 1:28-30). ¿Por qué sois tan duros de corazón y ciegos, que no comprendéis que no honráis a la Theotokos aun cuando por la gracia del Espíritu Santo, Isabel confesó que ella era la Madre del Señor y era “bendita entre las mujeres”? (Lucas 1:40-43).
Si decís que creéis en los escritos de la Santa Biblia, ¿por qué, entonces, no honráis y respetáis a la Theotokos, cuando la Biblia os revela que ella será bendecida por todas las generaciones, por causa del honor que Dios le concedió?
¿Cuál es la razón por la que llegasteis a tan gran ignorancia, cuando en vez de honrar y respetar a la Theotokos, blasfemáis contra ella y en vuestro desorden (locura) la consideráis como una mujer común? El Espíritu Santo la ha presentado en los Salmos como Reina de los ángeles y de toda la creación, sentada a la diestra de su Hijo, vestida de oro y adornada (Salmos 44:14) y la nombráis como a una mujer común, como al resto.
El Espíritu Santo revela en la Santa Biblia que ella será conmemorada de generación en generación y todas las naciones le cantarán himnos incesantemente por los siglos de los siglos (Salmos 44:18), mientras que vosotros no queréis glorificar y honrar a la Theotokos. El Espíritu Santo revela: Toda hermosa entra la hija del rey, vestida de tela de oro” (Salmos 44:14). Por la gloria interior muestra que es un templo del Espíritu Santo, inmaculado, mientras que vosotros blasfemáis contra la Theotokos y no la honráis.
La Madre del Señor es esa Virgen que dio a luz a Emmanuel Dios (Isaías 7:14), y decís que ella es una mujer como todas las demás mujeres. El Espíritu Santo, por medio de la boca del profeta Ezequiel representa a la Theotokos como “una puerta cerrada” por la que nadie entrará, sino sólo el Dios de Israel, y tras su paso, permanecerá cerrada (Ezequiel 44:2), es decir, ella será virgen antes del nacimiento, durante el nacimiento, y tras el nacimiento, permanecerá siempre virgen, y vosotros decís que la Theotokos tuvo otros hijos a parte del Hijo de Dios, a quién dio a luz.
Sería mejor colgar una piedra a vuestro cuello y saltar al mar (Mateo 18:6-7; Marcos 9:42; Lucas 17:1-2) que escandalizar las almas de los cristianos inocentes con vuestras mentiras y vuestras blasfemias satánicas y malditas. ¡Cómo se atrevería el justo y temeroso de Dios, José, a tocar a la Toda Santa Virgen después del nacimiento, especialmente tras recibir la revelación por medio del ángel de que “su concepción es del Espíritu Santo” (Mateo 1:20), y que “salvará a su pueblo de sus pecados”, Cristo (Mateo 1:21)!.
¿Podría quizá el justo y temeroso de Dios José (a quien Dios reveló que la Virgen María, su prometida, concibió por el Espíritu Santo y había entendido que, mediante ella, Dios obraría la salvación de la raza humana, aplastando la cabeza de la serpiente [Génesis 3:15], y que ella es la Virgen, profetizada por el Espíritu Santo mediante el profeta Isaías, que daría a luz al Emmanuel, Dios y Salvador del mundo [Isaías 7:14]), ser capaz de tener pensamientos humanos ilícitos con respecto a ella? Exactamente a causa de esto, el justo y temeroso José demostró ser celoso, obediente y servicial con tal herramienta del Niño divino, desde Su nacimiento hasta tener que escapar a Egipto y luego regresar (Lucas 2:4-5; Mateo 2:13; 20:21-23), así como el resto del tiempo de su vida, hasta la edad de 30 años de nuestro Salvador, pues pudo entender completamente la llamada al servicio a la Theotokos, por quien Dios vino al mundo, para redimir a la raza humana.
Por lo tanto, que permanezcan en silencio las bocas de todos los herejes y neo-protestantes, y dejen de blasfemar contra la Reina de los ángeles y la Theotokos, y contra el justo y temeroso José, con relación a los malignos y locos pensamientos de que la Toda Santa y Purísima Virgen María, la Theotokos, la “llena de gracia”, pudiera tener otros hijos.
Negando todas las locas blasfemias de los herejes, nosotros, los hijos de la Iglesia de Cristo, tengamos siempre a la Theotokos como ferviente intercesora y orante por nuestra salvación frente a Dios. Honremos incesantemente su nombre como Madre del Hijo de Dios. Que las vírgenes la glorifiquen como la madre Siempre Virgen. Que el sacerdote y el monje la tengan como la Madre del Sumo Sacerdote Jesús Cristo, mientras que nosotros, los piadosos cristianos, junto con los ángeles y los santos, cantémosle diariamente el Akacisto y el canon de la Paráclesis a la Theotokos, repitiendo juntos el santo himno: “Alégrate, Novia no Desposada”.
(Por el archimandrita Cleopa Ilía)

                                   Catecismo Ortodoxo 

                  http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/

Akathisto a Jesús, Luz de los que están en las tinieblas


Contaquio I

Desde las profundidades de las tinieblas y de la desesperación, Te clamo, oh Señor, a Ti que pendías sobre la cruz en las tinieblas. Desde el abismo del dolor y de la confusión, elevo esta oración, y con todo mi corazón, Te canto a plena voz: ¡Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti!.

Ikos I

En el día de mi tristeza, te busco, oh Señor, y en la noche, mi mano se tiende hacia Ti sin cansarse. Mis ojos, llorando, no encuentran ningún reposo, y estoy tan turbado que no puedo hablar. Por tanto, mientras que mi espíritu medita en la noche, elevo estos himnos hacia Ti:

Jesús, Salvador de los abandonados.

Jesús, Esperanza de los desesperados.

Jesús, Estrella que guía a los extraviados.

Jesús, gozoso retorno del exilio.

Jesús, victoria imprevista.

Jesús, triunfo eterno.

Jesús alba radiante tras la noche sin fin.

Jesús, Luz eterna del reino.

Jesús, enjuga mis lágrimas.

Jesús, calma el pánico de mi corazón.

Jesús, exultación de los que están rodeados por el miedo.

Jesús, gozo de los que son aplastados por la tristeza.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio II

Oh Señor, Dios de mi salvación, he clamado hacia Ti día y noche. Mi alma está cubierta de males y mi vida se aproxima al Hades. Yazgo en las profundidades del foso, en las regiones tenebrosas y profundas. Mis amigos y los que me aman se han ido lejos de mí, y mis compañeros están en las tinieblas. Pero por Tu gracia, desafío las tinieblas, y declaro Tu ayuda salvadora en la tierra del olvido, clamando en alta voz: ¡Aleluya!

Ikos II

La aflicción me ha aislado de los que me rodean, y ya no puedo sentir Tu amor, oh Señor. Camino por la luz como un ser olvidado entre los muertos, como los difuntos que yacen en la tumba, de los cuales Tú ya no te acuerdas. Pero Tú eres el que hace prodigios por los muertos, y tu amor inquebrantable se declara en la tumba. Confiando sólo en Ti, hago conocer tus maravillas:

Jesús, consuelo de los afligidos.

Jesús, consuelo de los moribundos.

Jesús, libertad de los prisioneros y de los que están olvidados.

Jesús, compañero de los separados y abandonados.

Jesús, concede la paz al corazón en el tormento.

Jesús, por mí apacigua a los que están en la aflicción.

Jesús, calma de la tempestad.

Jesús, refugio de los viajeros.

Jesús, resurrección para aquellos cuyos hijos están muertos.

Jesús, serenidad de aquellos cuyo dolor es crónico.

Jesús, promesa de victoria final.

Jesús, posesión de la paz invencible.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio III

El enemigo persigue mi alma, oh Señor, ha aplastado mi vida contra la tierra, y soy presa de las tinieblas, como los muertos de hace muchos años. Mi espíritu está perturbado por la depresión, y mi corazón está consternado. Pero soy Tu siervo, oh Dios misericordioso, y Tu Espíritu bueno me conducirá a caminos de rectitud con una fuerza renovada. Esperando este día, incluso hoy, tiendo hacia Ti mis manos, clamando: ¡Aleluya!

Ikos III


A pesar de los ataques de mis enemigos espirituales, pongo mi confianza en Ti, oh Salvador, sabiendo que me enseñarás la forma de caminar de forma segura. Incluso si permanezco en tierras áridas, busco en Ti el agua vivificante, ofreciéndote himnos como estos:

Jesús, escudo y protección.

Jesús, defensa sin quebranto.

Jesús, fuente en el desierto.

Jesús, manantial del reino.

Jesús, destierro del abatimiento.

Jesús, sé el resplandor de mi corazón.

Jesús, seguridad en medio de los enemigos.

Jesús, esperanza cuando toda otra esperanza está perdida.

Jesús, prueba de regocijo eterno.

Jesús, destierro de las sombras de la vida.

Jesús, haz resplandecer mi inocencia.

Jesús, perdona todos mis pecados.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio IV


La mujer siro-fenicia cuya hija estaba cruelmente poseída por un demonio clamaba a Ti, oh Hijo de David, para enseñarle que Tú solamente fuiste enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel. A pesar de Tu silencio, la fe de esta pagana encontró Tu compasión, y regresó a su casa, cantando: ¡Aleluya!

Ikos IV

A pesar de mis súplicas, numerosas e incesantes, no encuentro respuesta, oh Señor, y mi corazón está demasiado cansado para continuar. Me siento indigno incluso de recoger las migajas de Tu mesa, y en todo lugar, no encuentro nada, más que desaliento. Pero sabiendo que Tú salvas a los que invocan Tu Nombre, oh Jesús, y confiando en que prestas oído a las palabras de mi boca, me inclino ante Ti, diciendo:

Jesús, acogida de los extraños.

Jesús, orgullo de los santos.

Jesús, sálvame, pues alabo Tu Nombre con amor.

Jesús, defiéndeme mientras me aproximo a Tu misericordia con fe.

Jesús, perdón de mis numerosas ofensas.

Jesús, sanador de mi corazón pecador.

Jesús, alimento de los niños.

Jesús, fiesta de los pobres.

Jesús, Rey que das fuerza a los que están agotados.

Jesús, Maestro, que concedes la liberación a los oprimidos.

Jesús, destructor de los demonios.

Jesús, alabanza de los ángeles.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio V

Bartimeo, el mendigo ciego pensaba que pasarías cerca de él, oh Salvador, y aunque muchos le reprochaban, no dejaba de clamar: “Hijo de David, ten piedad de mí”. En Tu bondad acostumbrada, lo llamaste hacia Ti y le concediste la Luz, a fin de que te siguiera en el camino, cantando: ¡Aleluya!

Ikos V

Como un hijo dejado solo en la oscuridad, clamo hacia Ti, oh Hijo de David, refugiándome en las sombra de Tus alas, hasta que las tempestades de la destrucción pasen. Aunque mi alma esté entre los leones que rugen, y aunque no haya salvación para mí, mi corazón es firme y te canta estas alabanzas:

Jesús, vista de los ciegos.

Jesús, riqueza del mendigo.

Jesús, puerto de los que están en la tempestad.

Jesús, fortaleza de todos los que son asediados.

Jesús, Tu gloria está por encima de los cielos.

Jesús, Tu resplandor llena la tierra.

Jesús, exaltación trascendente del Padre.

Jesús, dispensador del Espíritu vivificante.

Jesús, escucha mi clamor cuando los demás están sordos.

Jesús, llámame a Tu trono y sálvame.

Jesús, océano de misericordia sin fin.

Jesús, firmamento infinito de la verdad.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio VI

Como el ciervo ansioso anhela las aguas vivas, como la madre que llora la pérdida de un hijo, permanezco anhelante. La aflicción se ha apoderado de mí, y mis lágrimas son mi alimento noche y día. Aunque todas las olas del pánico choquen contra mí, Tú eres mi socorro en la prueba, oh Dios, y mi alabanza por Ti permanece en la noche: ¡Aleluya!

Ikos VI

El gozo pascual de las procesiones alrededor de la Casa de Dios es un recuerdo lejano, oh Señor, y mi alma están en la desesperación. Toda mi fe anterior ha sido perturbada, de modo que digo a Dios, mi roca: “¿Por qué me has olvidado?”. Pero el Señor manifestará de nuevo Su amor inquebrantable por mí, y esperando su socorro, Lo alabo, cantando:

Jesús, gozo del regreso al hogar para los pecadores.

Jesús, reunión largamente esperada con todos los que están en el cielo.

Jesús, seca mis lágrimas amargas.

Jesús, restaura mi alabanza olvidada.

Jesús, Luz procedente del Padre luminoso.

Jesús, verdad que nos conduce al altar celestial de Dios.

Jesús, fiesta que libera el corazón sobrecargado.

Jesús, tranquilidad que apacigua el espíritu turbado.

Jesús, regreso de las celebraciones para los que están desalentados.

Jesús, restablecimiento de las festividades para los que están lejos.

Jesús, Tú eres quien hace bailar a los afligidos.

Jesús, Tú eres quien hace cantar a los abatidos.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio VII

El hombre cuya hija acababa de morir estaba angustiado, oh Señor, cuando parecía que Tu venida para salvarla era demasiado tardía. Pero le dijiste que no temiera, sino que tuviera fe, y por un simple mandato, resucitaste a su hija de entre los muertos. Lleno de gozo, el padre afligido exclamó: ¡Aleluya!

Ikos VII

Como aquellos cuyos hogares son asolados por la muerte, mi propia casa está llena de duelo, y contemplo el alba de cada nuevo día con temor. Pero, guardando mi fe en Ti, pisoteo mi miedo, y abro mis labios con confianza para ofrecerte estos himnos, oh Señor Dador de vida:

Jesús, vencedor del infierno.

Jesús, fuente de resurrección.

Jesús, borra mi miedo del futuro.

Jesús, sana las penas de mi pasado.

Jesús, guarda mi alma en paz en la batalla contra mis adversarios.

Jesús, vence a mis numerosos enemigos espirituales.

Jesús, Tú eres quien hace huir la desesperación.

Jesús, Tú eres quien llena el corazón de esperanza.

Jesús, luz que ninguna tiniebla puede alcanzar.

Jesús, gozo que ninguna aflicción puede borrar.

Jesús, gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Jesús, himno sin fin de los que nacen a la vida nueva.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio VIII

La mujer hemorroisa sufrió durante muchos años, empeorando su mal a pesar de todo el dinero que había gastado en médicos. Sintiéndose impura, tuvo miedo de acercarse a Ti, oh Señor, y en secreto, tocó el borde de Tu vestidura para encontrar la curación. Mas cuando la encontraste entre la multitud, la liberaste de sus temores, así como de su enfermedad y la dejaste marchar en paz. Cuando ella conoció Tu compasión inesperada, su corazón saltó de gozo y exclamó: ¡Aleluya!

Ikos VIII


Oh Señor, no hay nada sano en mi carne y mi dolor siempre está conmigo. Mis heridas se vuelven repugnantes y se envenenan, y camino en duelo todo el día. Aunque muchos intenten reconfortarme, estoy paralizado, y no tengo más que gemidos a causa del tumulto de mi corazón. Pero Tú no estás lejos de mí, oh mi Dios, y Te darás prisa en venir en mi ayuda. Por eso, abro mis labios para alabar al Señor, mi salvación, diciendo:

Jesús, salud de mis huesos.

Jesús, promesa de mi resurrección.

Jesús, fuerza sin desfallecimiento.

Jesús, perdón de mi locura.

Jesús, curación para los que tocan el borde de Tu vestidura.

Jesús, restauración de los que sólo confían en Tu misericordia.

Jesús, gozo inesperado.

Jesús, exultación eterna.

Jesús, sostenme cuando esté a punto de caer.

Jesús, perdóname cuando mis iniquidades sobrepasen mi cabeza.

Jesús, poder de mi juventud.

Jesús, sabiduría de mi vejez.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio IX


El endemoniado gadareno estaba sometido interiormente por una legión de demonios, oh Maestro Salvador, y había habitado en los desiertos de la desesperación, pues ninguna cadena humana tenía suficiente fuerza para retener su furia. Viendo acercarse a su Salvador, corrió hacia Ti, y postrándose, te imploró la liberación. Cuando expulsaste a sus enemigos y sus pecados fueron sumergidos en las profundidades del mar, exhaló un suspiro de paz, diciendo: ¡Aleluya!

Ikos IX

Mis enemigos espirituales me han pisoteado por tierra, oh Señor, pues son numerosos los que luchan contra mí. Una legión de pecados interiores combate ferozmente contra mí, rugiendo por hacerme caer a cada paso. Por eso, Tú has visto mis lágrimas, oh Cristo, y has inscrito mi dolor en Tu libro, y librarás mis pies de la caída, de forma que pueda caminar ante Ti hacia la luz de la vida, alabando Tu palabra y diciendo:

Jesús, absolución del condenado.

Jesús, himno de los que son perdonados.

Jesús, expulsa a mis enemigos sin número.

Jesús, perdona la multitud de mis pecados.

Jesús, vestidura de los que están desnudos.

Jesús, salud del espíritu para los que están locos.

Jesús, terror de los demonios que huyen escuchando Tu nombre.

Jesús, himno de los ángeles que se acercan a Tu amor.

Jesús, Tú eres quien seca mis lágrimas.

Jesús, Tú eres quien trae el gozo a los que están en el desierto.

Jesús, Tú eres quien hace volver a los exiliados.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio X


La viuda cuyo hijo único murió, quedaba sola en el mundo, abandonada por los que la habían amado. Cuando su hijo era llevado a su sepultura, el Señor se encontró con ella y le ordenó secar sus lágrimas. Por una palabra, Él resucitó al joven hombre para una nueva vida, enseñando a todos los presentes a cambiar su canto fúnebre para clamar: ¡Aleluya!

Ikos X

Oh Señor, estoy separado de los que un día me amaron, y la aflicción me ha separado de mis amigos. Estoy lleno de llanto y mis ojos son consumidos en la espera de mi Dios. El vacío y la soledad me aplastan todas las noches, y durante el día, el absurdo me ahoga. Desde los extremos de la tierra, clamo hacia Ti cuando mi corazón es débil, elevándote estos himnos:

Jesús, amigo indefectible de los que están abandonados.

Jesús, amor de mi alma.

Jesús, serenidad de los que están en medio de las tempestades.

Jesús, fuerza renovada de los que son asediados.

Jesús, colma la vida de mi corazón.

Jesús, sírvete de mi como instrumento de Tu paz.

Jesús, fuerza para el día de la batalla.

Jesús, bandera de la gloriosa victoria.

Jesús, sanador del pasado.

Jesús, guía del futuro.

Jesús, perdón triunfante.

Jesús, justificación eterna.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio XI


Jesús permitió a su amigo amado Lázaro afrontar la amargura de la muerte, de modo que estuvo en la tumba durante cuatro día, experimentando su carne la corrupción. Pero Cristo vino al mundo para pisotear la muerte, y con un clamor poderoso, llamó a Lázaro de entre las profundidades, a fin de que el muerto surgiera de la tumba para clamar: ¡Aleluya!

Ikos XI

Lo que tanto temo ha venido a mí, y la muerte ronda a mi alrededor. Mi fe, en la que confío, no tiene defensa contra el temor glacial que me perfora el corazón, y cada noche, lleno mi lecho de llanto. Pero Tú, oh Jesús, eres la Resurrección y la Vida, e incluso en la Gehena no cesaré de dirigirte alabanzas:

Jesús, esperanza de los que están condenados a muerte.

Jesús, resurrección de los que creen en Tu palabra.

Jesús, himno que ningún temor puede reducir al silencio.

Jesús, quietud que ningún horror puede quebrantar.

Jesús, eleva mis ojos de la muerte para que pueda ver Tu reino eterno.

Jesús, llena mi corazón con la promesa de Tu vida sin fin.

Jesús, gloria resplandeciente de los que afrontan la muerte.

Jesús, fortaleza intemporal de los mártires.

Jesús, valor frente al peligro mortal.

Jesús, constancia ante las continuas pruebas.

Jesús, gloria divina, que transfiguras los corazones heridos.

Jesús, victoria de Dios, que traes de vuelva a los soldados.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio XII

Con alta voz y con lágrimas, oh Jesús, pediste que la copa de la amargura pudiera serte evitada, y el sudor de Tu santo cuerpo caía como gotas de sangre. Aunque tus discípulos te abandonaron y huyeron, oh Cristo, Tu no te debilitaste, sino que cumpliste la voluntad del Padre hasta el fin. Maravillándonos de Tu fidelidad, los que somos débiles te clamamos: ¡Aleluya!

Ikos XII

Por amor a los hombres y por nuestra salvación, oh Hijo de Dios, fuiste suspendido en la cruz. Aunque clamaste que Dios te había abandonado, por obediencia, bebiste la copa del sufrimiento hasta terminarla. Aunque todos los que te rodeaban se burlaban de Ti y blasfemaban, Tú entregaste Tu espíritu en manos del Padre y moriste en las tinieblas. Llenos de estupor ante este misterio, nosotros pecadores clamamos desde el fondo de nuestras almas:

Jesús, cordero cuya dulzura es más fuerte que el mundo.

Jesús, sacrificio cuya sangre purifica toda la tierra.

Jesús, rechazado por los hombres, obedeciste hasta la muerte en la cruz.

Jesús, Rey de los siglos, que reinas desde el trono celestial.

Jesús, guárdame de caer en la hora de la prueba.

Jesús, fortifícame para la batalla inminente.

Jesús, cuya muerte en el madero pisotea mi mortalidad.

Jesús, cuya elevación en la cruz destruye al príncipe de este mundo.

Jesús, pascua eterna y poder de Dios.

Jesús, Reino universal entregado a los hombres, pecadores.

Jesús, luz de los hijos de la tierra que desesperan.

Jesús, luz de los santos triunfantes en la gloria.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.

Contaquio XIII

(Este contaquio se repite tres veces)


Oh Jesús, nuestro Señor, Dios y Salvador, sólo en Tu palabra ponemos nuestra confianza. Aunque el sufrimiento y la agitación llenen nuestros espíritus, cruzamos las tinieblas para tomar Tu mano y recibir Tu misericordia. Sé nuestro gozo y nuestra paz mientras atravesamos este valle terrible, y sostennos cuando nos falten las fuerzas, a fin de que podamos cantarte por los siglos de los siglos: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

Oh Jesús, nuestro Señor, Dios y Salvador, sólo en Tu palabra ponemos nuestra confianza. Aunque el sufrimiento y la agitación llenen nuestros espíritus, cruzamos las tinieblas para tomar Tu mano y recibir Tu misericordia. Sé nuestro gozo y nuestra paz mientras atravesamos este valle terrible, y sostennos cuando nos falten las fuerzas, a fin de que podamos cantarte por los siglos de los siglos: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

Oh Jesús, nuestro Señor, Dios y Salvador, sólo en Tu palabra ponemos nuestra confianza. Aunque el sufrimiento y la agitación llenen nuestros espíritus, cruzamos las tinieblas para tomar Tu mano y recibir Tu misericordia. Sé nuestro gozo y nuestra paz mientras atravesamos este valle terrible, y sostennos cuando nos falten las fuerzas, a fin de que podamos cantarte por los siglos de los siglos: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!



(Se repite el ikos y el contaquio I)


Ikos I

En el día de mi tristeza, te busco, oh Señor, y en la noche, mi mano se tiende hacia Ti sin cansarse. Mis ojos, llorando, no encuentran ningún reposo, y estoy tan turbado que no puedo hablar. Por tanto, mientras que mi espíritu medita en la noche, elevo estos himnos hacia Ti:

Jesús, Salvador de los abandonados.

Jesús, Esperanza de los desesperados.

Jesús, Estrella que guía a los extraviados.

Jesús, gozoso retorno del exilio.

Jesús, victoria imprevista.

Jesús, triunfo eterno.

Jesús alba radiante tras la noche sin fin.

Jesús, Luz eterna del reino.

Jesús, enjuga mis lágrimas.

Jesús, calma el pánico de mi corazón.

Jesús, exultación de los que están rodeados por el miedo.

Jesús, gozo de los que son aplastados por la tristeza.

Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti.



Contaquio I


Desde las profundidades de las tinieblas y de la desesperación, Te clamo, oh Señor, a Ti que pendías sobre la cruz en las tinieblas. Desde el abismo del dolor y de la confusión, elevo esta oración, y con todo mi corazón, Te canto a plena voz: ¡Jesús, Luz de los que están en las tinieblas, gloria a Ti!.

Oración a Jesús Cristo, Luz de los que están en las tinieblas

Oh Jesús, nuestro Rey, ten piedad y compasión de nosotros mientras luchamos, y recibe nuestros himnos como una ofrenda y sacrificio de agradable olor. En nuestra agitación, nuestro vacío y sufrimiento, nos volvemos hacia Ti, alabándote por Tu gran gloria. Álzanos, como un padre alza a su hijo pequeño, y haznos atravesar este tiempo de tinieblas y de dolor, en Tu luz maravillosa. Alivia nuestras cargas según Tu gran sabiduría y amor. Aceptamos todo lo que viene de Tu mano misericordiosa, y Te suplicamos que nos concedas hacer Tu voluntad. Así, seguros de caminar de forma agradable a Ti, hasta nuestro último aliento no dejaremos de dar gracias a Tu nombre santísimo, junto con Tu Padre sin principio, y Tu Espíritu Santo, Bueno y Vivificador, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
 

Catecismo Ortodoxo 

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