Wednesday, April 25, 2018

“¿Es posible para los que viven en el mundo ocuparse en la oración noética ( Geronta José de Vatopedi )

Por el Geronta José de Vatopedi (hijo Espiritual del Geronta José el Hesicasta)

Siempre nos hacemos la siguiente pregunta: “¿Es posible para los que viven en el mundo ocuparse en la oración noética (1)?”. Para aquellos que preguntan respondemos muy afirmativamente: “Sí”. Para hacer esta exhortación nuestra, comprensible a los interesados, pero al mismo tiempo hacer conscientes a los que son inconscientes, explicaremos esto brevemente, para que nadie quede en un dilema a causa de las diferentes interpretaciones y definiciones que existen de la oración noética.

Hablando de forma general, la oración es la única ocupación indispensable y obligatoria, y la única virtud para todos los seres racionales, tanto sensibles como pensantes, humanos y angélicos. Por esta razón, estamos obligados a la práctica incesante de la oración (2).

La oración no está dividida dogmáticamente en tipos y métodos, sino que, según nuestros padres, cada tipo y método de oración es beneficiosa, siempre y cuando no se trate del engaño y la influencia diabólica. El fin de esta virtuosa labor es volver y mantener la mente del hombre sobre Dios. Para este propósito, nuestros padres idearon métodos muy fáciles y simplificaron la oración, para que la mente pudiera, más fácilmente y más firmemente, volverse y permanecer en Dios. Con el resto de las virtudes, entran en juego otras partes del cuerpo del hombre y los sentidos, mientras que en la oración bendita sólo la mente está completamente activa; así, es necesario mucho esfuerzo para incitar la mente y refrenarla, con el fin de que la oración sea fructífera y aceptable. Nuestros santos padres, que amaron a Dios en plenitud, tuvieron como su estudio primordial unirse a Dios y permanecer continuamente en Él; así, pusieron todos sus esfuerzos en rezar, como el medio más eficiente para este fin.

Hay otras formas de oración que son conocidas y comunes a casi todos los cristianos, de las que no hablaremos ahora; por el contrario, nos limitaremos a la que se llama “oración noética”, de la que siempre estamos preguntando. Es un tema que involucra a la multitud de los fieles, ya que no se sabe casi nada de ella, y a menudo es malinterpretada y descrita casi fantásticamente. La forma precisa de ponerla en práctica, así como los resultados de su virtud deificante, que conduce desde la purificación a la santificación, la tomaremos de los dichos de los padres. Nosotros, pobres, sólo mencionaremos estas cosas que son suficientes para clarificar el asunto y para convencer a nuestros hermanos que viven en el mundo de que necesitan ocuparse en la oración.

Los padres la llaman “noética”, porque se realiza con la mente, el “nous”, pero también la llaman “sobria vigilancia” (3), que significa casi lo mismo. Nuestros padres describen la mente como un ser libre e inquisitivo que no tolera el confinamiento y no se persuade por lo que no puede concebir por sí misma. Primeramente, por esta razón, seleccionaron unas pocas palabras en una oración simple y sencilla: “Señor Jesús Cristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí”, para que la mente no necesitara un gran esfuerzo con el fin de aferrarse a una oración larga y prolongada. En segundo lugar, se volvieron hacia la mente interior, al centro de nuestra razón, donde reside inmóvil con el sentido de la divina invocación al dulcísimo Nombre de nuestro Señor Jesús, para experimentar tan pronto como fuera posible, el divino consuelo. Es imposible, según los padres, para nuestro bondadoso Maestro, ser llamado constantemente y no escucharnos, pues desea grandemente la salvación de los hombres.

Así como a una virtud natural a la que se aspira, sólo puede ser alcanzada por medios conducentes, así también esta santa labor requiere algunos rudimentos casi indispensables: un grado de quietud, libertad de las preocupaciones, evitar conocer y divulgar las “noticias” de las cosas que suceden, el “dar y tomar” como lo disponen los padres, la autodisciplina en todas las cosas, y por encima de todo, un silencio general que se deriva de todas estas cosas. Por otra parte, no creo que esta persistencia y hábito sea inalcanzable para la gente devota que toma interés en esta santa actividad. El buen hábito de un tiempo regulador de oración, por la mañana y por la noche, siempre a la misma hora, sería un buen comienzo.

Con seguridad, hemos insistido en la perseverancia como el elemento más indispensable en la oración. Es justamente remarcada por San Pablo: “Perseverad en la oración” (Colosenses 4:2). En contraste con el resto de las virtudes, la oración requiere esfuerzo a lo largo de toda nuestra vida, y por esta razón repito, a los que están haciendo el intento, que no se sientan sobrecargados, ni consideren lo necesario para soportarla como un fracaso en esta soberbia labor.

Para empezar es necesario decir la oración en voz baja, o incluso más fuerte cuando se enfrente a la coacción y la resistencia interior. Cuando se alcance este buen hábito, hasta el punto de que la oración pueda ser mantenida y dicha con facilidad, entonces podemos volvernos hacia el interior con un silencio exterior completo. En la primera parte del librito “El peregrino ruso”, se da un buen ejemplo de la iniciación en la oración. La profunda persistencia y esfuerzo, siempre con las mismas palabras de la oración, sin ser alteradas frecuentemente, dará lugar a un buen hábito. Esto dará control a la mente, momento en el que se manifestará la presencia de la Gracia.

Así como toda virtud tiene un resultado correspondiente, así también la oración tiene como resultado la purificación de la mente y la iluminación. Llega al mayor y perfecto bien, la unión con Dios, es decir, la divinización real (zeosis). Sin embargo, los padres también dicen esto: que el hombre que busca y persiste entrar en el camino que conduce a la ciudad, y si por casualidad no llega al final, no manteniendo el ritmo por cualquier razón, Dios lo contará entre los que terminaron. Para explicarme mejor, especialmente sobre el tema de la oración, explicaré cómo debemos esforzarnos todos los cristianos en la oración, particularmente en la que es llamada monológica (4) u oración noética. Si llegamos a tal oración encontraremos mucho provecho.

Por la presencia de la Oración de Jesús, el hombre no se entrega a la tentación que espera, porque su presencia es la vigilancia sobria y su esencia es oración; por tanto “velad y orad para que no entréis en tentación” (Mateo 26:41). Además, no se entrega a la oscuridad de la mente para ser irracional y errar en sus juicios y decisiones. No cae en la indolencia y la negligencia, que son la base de muchos males. Por otra parte, no es superada por las pasiones e indulgencias donde es débil, y particularmente cuando las causas de los pecados están cerca. Por el contrario, su celo y devoción crece. Se vuelve ávido por las buenas obras. Se vuelve humilde y perdonador. Crece día tras día en su fe y amor por Cristo y esto lo enardece en todas las virtudes. Tenemos muchos ejemplos de gente en nuestros días, y particularmente de gente joven, que con el buen hábito de hacer oración, han sido salvados de espantosos peligros, de caídas en grandes males, o de síntomas que conducen a la muerte espiritual.

En consecuencia, la oración es un deber para cada uno de los fieles, de toda edad, nacionalidad y estatus, sin tener en cuenta el lugar, el tiempo o la forma. Con la oración, la Gracia divina se hace activa y provee soluciones a los problemas y pruebas que perturban a los fieles, para que, según las Escrituras: “Todo el que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:21).

No hay peligro de engaño, como si fuera balbuceada por unas pocas personas desconocidas, siempre y cuando la oración se diga de forma simple y humilde. Es de gran importancia que, cuando se diga la oración, no se represente ninguna imagen en la mente, ni la de nuestro Señor Jesús Cristo en ninguna forma, ni la de la Santísima Theotokos, ni de ninguna persona o representación. Por medio de la imagen, la mente se disipa. Del mismo modo, por medio de imágenes, se crea la entrada para los pensamientos y los engaños. La mente debería permanecer en el sentido de las palabras, y con mucha humildad, la persona debería esperar la misericordia divina. Las imaginaciones al azar, las luces, o los movimientos, así como los ruidos y las distracciones son inaceptables, pues son maquinaciones diabólicas que conducen a la obstrucción y el engaño. La forma en la que la Gracia se manifiesta a los iniciados es por medio del gozo espiritual, por la quietud y por las lágrimas que producen gozo, o por un pacífico e imponente temor a causa del recuerdo de los pecados, que conduce así a un crecimiento de la tristeza y el lamento.

Gradualmente, la Gracia se convierte en el sentido del amor de Cristo, en cuyo momento, el errar de la mente cesa completamente y el corazón se vuelve tan ardiente a causa del amor de Cristo que piensa que ya no puede soportarlo más. Sin embargo, en otras ocasiones pensamos y deseamos permanecer para siempre exactamente como nos encontramos, no buscando ver o escuchar nada más. Todas estas cosas, así como otras diversas formas de ayuda y consuelo, se encuentran en las etapas iniciales de tanto como se intenta decir y mantener sobre la oración, a medida en que dependa de ellas, y si es posible. Hasta esta etapa, que es tan simple, creo que toda alma que ha sido bautizada y vive de forma ortodoxa, debería ser capaz de poner esto en práctica y permanecer en este gozo y alegría espiritual, teniendo al mismo tiempo la divina protección y ayuda en todas sus acciones y actividades.

Repito una vez más mi exhortación a todos los que aman a Dios y su salvación, para que no se desanimen practicando esta buena labor y práctica por la gracia y la misericordia que concederá a todos los que se esfuercen un poco en esta tarea. Les digo esto para alentarlos, para que no duden o sean débiles a causa de la poca resistencia o el cansancio al que se enfrentarán. Los gerontas contemporáneos que hemos conocido tuvieron muchos discípulos que viven en el mundo, hombres y mujeres, casados y solteros, que no sólo llegaron al estado inicial sino que se elevaron a los niveles más altos por medio de la gracia y la compasión de nuestro Cristo. “Porque fácil es a Dios el enriquecer en un momento al pobre” (Eclesiástico 11:23). Creo que en el caos de hoy en día y en tal agitación, negación e incredulidad, no existe una práctica espiritual más simple y más fácil que sea factible para casi todo el mundo, con tal multitud de beneficios y oportunidades para el éxito, que esta pequeña oración.

Cada vez que estemos sentados, en movimiento, o trabajando, y si necesitamos estar incluso en la cama, y generalmente en cualquier lugar o donde nos encontremos, podemos decir esta pequeña oración que contiene en sí misma fe, confesión, invocación y esperanza. Con esta pequeña labor e insignificante esfuerzo, se cumple a la perfección el mandamiento universal “Orad sin cesar” (1ª Tesalonicenses 5:17). Cualquier palabra de nuestros Padres a la que nos pudiéramos dirigir, o incluso a sus maravillosas vidas, allí no encontraremos casi ninguna otra virtud a la que se dé más elogio o se aplique con más celo y persistencia, pues esta sola constituye el medio más poderoso para nuestro éxito en Cristo. No es nuestra intención cantar las alabanzas de esta reina de las virtudes, o describirla, porque cualquier cosa que pudiéramos decir podría más bien disminuirla. Nuestra intención es exhortar y alentar a todo creyente en la labor de la oración. Tras esto, cada persona aprenderá por su propia experiencia lo que hemos dicho tan pobremente.

Continuad adelante, los que dudáis, los que estáis desanimados, los que tenéis dificultades, los que estáis en la ignorancia, hombres de poca fe, y los que sufrís pruebas de diferentes clases; adelante hacia el consuelo y la solución a vuestros problemas. Nuestro dulcísimo Jesús Cristo, nuestra Vida, nos ha proclamado: “Separados de Mi, no podéis hacer nada” (Juan 15:5). Así, ved que, clamándole continuamente, no estamos solos, y en consecuencia: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Filipenses 4:13). Ved el correcto sentido y la aplicación del significativo dicho de la Escritura: “Entonces sí, invócame en el día de la angustia; Yo te libraré y tú me darás gloria” (Salmos 49:15). Clamemos a Su Santo Nombre no sólo en “el día de la angustia”, sino continuamente, para que nuestras mentes puedan ser iluminadas, para que no sucumbamos en la prueba. Si alguien desea llegar incluso a lo más alto, donde le guiará la santa Gracia, deberá pasar primero por este punto inicial, y “hablará” (5) contemplándolo, cuando llegue allí.

Como epílogo a lo que se ha escrito, repetimos nuestra exhortación, o más bien nuestro aliento a todos los fieles, de que es posible y vital que se ocupen en la oración “Señor Jesús Cristo, ten piedad de mi”, la llamada “oración noética”, con una fe segura que se beneficiaran grandemente sin importar a qué nivel puedan llegar. El recuerdo de la muerte y una actitud humilde, junto con otras cosas útiles que hemos mencionado, garantizan el éxito mediante la gracia de Cristo, cuya invocación será el objetivo de esta virtuosa ocupación. Amén.

Notas
Como muchas de las palabras griegas usadas en este texto no tienen equivalencias directas en castellano, ha sido necesario añadir un pequeño glosario al final para ayudar al lector a entender con más precisión el sentido del texto.

Noético: del “Nous”, el intelecto, la mente. El intelecto en este caso no es simplemente la facultad de razonamiento del hombre, sino la facultad del corazón que es capaz de comprender las realidades naturales y espirituales mediante la experiencia directa. Es la facultad por la que se puede conocer a Dios mediante la oración. Así, la oración noética es también llamada a menudo “oración del corazón”.
“La oración”: cuando se usa con el artículo “la”, dándole oposición a un tipo general de oración, se refiere entonces a la oración de Jesús: “Señor Jesús Cristo, ten piedad de mí”. La oración de Jesús está enraizada en la antigua tradición monástica de la Iglesia, que han tomado las palabras del Nuevo Testamento.
Sobria vigilancia (En Griego, Nipsis): a menudo traducida tanto como “Sobriedad” y como “vigilancia”, y de hecho incorpora ambas. Es una seriedad no mórbida en la que el “nous”, el intelecto, mantiene un estado de alerta y conciencia de su estado inmediato.

“Monológica”: En este caso se refiere al hecho de que cuando la persona dice la oración, en el nivel de observancia humana aparece como si sólo se dijera la oración, es decir, haciendo un monólogo. La actividad de Dios normalmente permanece imperceptible, especialmente para los que están en etapas iniciales.

“Hablará”: se refiere a los numerosos casos bíblicos en los que Dios habla a los corazones y mentes de Sus justos, comunicándose directamente a los que eran puros de corazón y lo buscaban por medio de la oración.
 
Catecismo Ortodoxo
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