San Nicolás de Myrra Taumaturgo, que hace milagros, es un Santo muy venerado por los Ortodoxos. En diferentes y peligrosos caminos de la vida él es quien ayuda rápidamente. Nació en Asia Menor a fines del tercer siglo. Desde temprana edad era profundamente religioso y su tío, Obispo de la ciudad de Pátara, se preocupó por él y lo ordenó Sacerdote, siendo joven.
Después de la muerte de sus padres San Nicolás heredó una inmensa fortuna la que puso al servicio de los necesitados. Él trataba de ayudar a la gente en forma anónima, para que no se lo agradezcan.
San Nicolás quiso visitar los lugares Santos y se embarcó en una nave en Pátara con destino a Palestina. El viaje fue tranquilo, pero el Santo supo gracias a una visión sobre la tormenta y lo dijo a sus compañeros de viaje. Efectivamente, pronto se desató una fuertísima tormenta y la nave se convirtió en un juguete de las olas. Sabiendo que San Nicolás era sacerdote todos le pidieron que rece por la salvación. Y gracias a las oraciones del Santo el viento se calmó y vino gran silencio. Después de esto, uno de los tripulantes a raíz del viento se cayó del mástil a la cubierta y quedó muerto. La oración a Dios del Santo lo resucitó.
En aquel tiempo falleció el obispo de la ciudad de Myrra y todos los obispos se reunieron para elegir al sucesor. No se ponían de acuerdo hasta que uno de ellos aconsejó: "El Señor mismo debe señalar Su elección. Recemos, ayunemos y esperemos la decisión de Dios". Y así fue. Dios reveló al obispo mayor que aquel hombre quien entrara primero a la iglesia debía ser el obispo. El obispo comentó a los otros obispos sobre la revelación y antes de que empiece la Misa se paró en la entrada de la iglesia, esperando al elegido por Dios. De acuerdo a su costumbre, San Nicolás entró primero para rezar. Cuando él entraba a la iglesia, el obispo lo paró y le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Nicolás se identificó.
"Acompáñame hijo" — dijo el obispo. Le tomó la mano y lo hizo entrar a la iglesia y le comunicó que lo ordenarán como obispo de Myrra. San Nicolás temía asumir un cargo tan alto, pero tuvo que aceptar el deseo de los obispos y del pueblo.
Siendo obispo Nicolás se dijo a sí mismo: "Hasta ahora pude vivir para mí mismo y para la salvación de mi alma, pero desde ahora cada instante de mi vida deberá ser para otros". Y procedió así. Olvidándose de sí mismo, el Santo dejó abiertas las puertas para todos. Se convirtió en el padre de los huérfanos y los pobres, defensor de los ofendidos y benefactor de todos. De acuerdo a los comentarios de sus contemporáneos fue una persona de carácter suave, no se enojaba, vestía ropa sencilla, comía una vez por día — por la noche.
Cuando empezó la persecución durante el reinado del emperador Diocleciano (años 284-305) el Santo fue encarcelado. Ahí también, olvidándose de sí mismo, con sus palabras y ejemplo, sostenía a los cristianos que sufrían junto a él. Sin embargo, el Señor no quiso que él muriera como mártir. El nuevo emperador Constantino fue benévolo con los cristianos y les otorgó el derecho de expresar abiertamente sus creencias religiosas.
Entonces San Nicolás pudo regresar a sus fieles. En aquella época en muchas iglesias había disturbios a raíz de la herejía Arriana, que negaba la Divinidad del Señor Jesucristo. Para apaciguar la Iglesia, el emperador Constantino llamó al Concilio Ecuménico en la ciudad de Nicea en el año 325. Entre los obispos asistía San Nicolás de Myrra. El Concilio Ecuménico condenó al arrianismo y redactó el Símbolo de la Fe, en el cual se expuso en palabras exactas la fe ortodoxa, la fe en el Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, que es de su misma naturaleza que el Padre. Durante los debates, cuando San Nicolás escuchó las palabras blasfemas, se indignó tanto que le dio una bofetada a Arrio delante de todos. El Concilio le retiró su cargo como obispo por violar el orden. Sin embargo, muy pronto algunos obispos tuvieron una visión en la cual ellos veían al Señor Jesucristo entregando a San Nicolás el Evangelio y a la Madre de Dios cubriéndolo con su velo. Los obispos comprendieron hasta qué punto el arrianismo era desagradable a Dios y le devolvieron su cargo de obispo.
San Nicolás falleció en la mitad del siglo IV, siendo anciano. Pero con su muerte no se terminó su auxilio a los creyentes, se incrementó. Durante más de mil quinientos años él es quien auxilia rápidamente a todos los que le piden rezando. Hay muchos libros sobre su auxilio y el amor de los Ortodoxos sigue aumentando.
Después de la muerte de sus padres San Nicolás heredó una inmensa fortuna la que puso al servicio de los necesitados. Él trataba de ayudar a la gente en forma anónima, para que no se lo agradezcan.
San Nicolás quiso visitar los lugares Santos y se embarcó en una nave en Pátara con destino a Palestina. El viaje fue tranquilo, pero el Santo supo gracias a una visión sobre la tormenta y lo dijo a sus compañeros de viaje. Efectivamente, pronto se desató una fuertísima tormenta y la nave se convirtió en un juguete de las olas. Sabiendo que San Nicolás era sacerdote todos le pidieron que rece por la salvación. Y gracias a las oraciones del Santo el viento se calmó y vino gran silencio. Después de esto, uno de los tripulantes a raíz del viento se cayó del mástil a la cubierta y quedó muerto. La oración a Dios del Santo lo resucitó.
En aquel tiempo falleció el obispo de la ciudad de Myrra y todos los obispos se reunieron para elegir al sucesor. No se ponían de acuerdo hasta que uno de ellos aconsejó: "El Señor mismo debe señalar Su elección. Recemos, ayunemos y esperemos la decisión de Dios". Y así fue. Dios reveló al obispo mayor que aquel hombre quien entrara primero a la iglesia debía ser el obispo. El obispo comentó a los otros obispos sobre la revelación y antes de que empiece la Misa se paró en la entrada de la iglesia, esperando al elegido por Dios. De acuerdo a su costumbre, San Nicolás entró primero para rezar. Cuando él entraba a la iglesia, el obispo lo paró y le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Nicolás se identificó.
"Acompáñame hijo" — dijo el obispo. Le tomó la mano y lo hizo entrar a la iglesia y le comunicó que lo ordenarán como obispo de Myrra. San Nicolás temía asumir un cargo tan alto, pero tuvo que aceptar el deseo de los obispos y del pueblo.
Siendo obispo Nicolás se dijo a sí mismo: "Hasta ahora pude vivir para mí mismo y para la salvación de mi alma, pero desde ahora cada instante de mi vida deberá ser para otros". Y procedió así. Olvidándose de sí mismo, el Santo dejó abiertas las puertas para todos. Se convirtió en el padre de los huérfanos y los pobres, defensor de los ofendidos y benefactor de todos. De acuerdo a los comentarios de sus contemporáneos fue una persona de carácter suave, no se enojaba, vestía ropa sencilla, comía una vez por día — por la noche.
Cuando empezó la persecución durante el reinado del emperador Diocleciano (años 284-305) el Santo fue encarcelado. Ahí también, olvidándose de sí mismo, con sus palabras y ejemplo, sostenía a los cristianos que sufrían junto a él. Sin embargo, el Señor no quiso que él muriera como mártir. El nuevo emperador Constantino fue benévolo con los cristianos y les otorgó el derecho de expresar abiertamente sus creencias religiosas.
Entonces San Nicolás pudo regresar a sus fieles. En aquella época en muchas iglesias había disturbios a raíz de la herejía Arriana, que negaba la Divinidad del Señor Jesucristo. Para apaciguar la Iglesia, el emperador Constantino llamó al Concilio Ecuménico en la ciudad de Nicea en el año 325. Entre los obispos asistía San Nicolás de Myrra. El Concilio Ecuménico condenó al arrianismo y redactó el Símbolo de la Fe, en el cual se expuso en palabras exactas la fe ortodoxa, la fe en el Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, que es de su misma naturaleza que el Padre. Durante los debates, cuando San Nicolás escuchó las palabras blasfemas, se indignó tanto que le dio una bofetada a Arrio delante de todos. El Concilio le retiró su cargo como obispo por violar el orden. Sin embargo, muy pronto algunos obispos tuvieron una visión en la cual ellos veían al Señor Jesucristo entregando a San Nicolás el Evangelio y a la Madre de Dios cubriéndolo con su velo. Los obispos comprendieron hasta qué punto el arrianismo era desagradable a Dios y le devolvieron su cargo de obispo.
San Nicolás falleció en la mitad del siglo IV, siendo anciano. Pero con su muerte no se terminó su auxilio a los creyentes, se incrementó. Durante más de mil quinientos años él es quien auxilia rápidamente a todos los que le piden rezando. Hay muchos libros sobre su auxilio y el amor de los Ortodoxos sigue aumentando.