San Daniel, el estilita, nació en el pueblo de Bethara cerca de la ciudad de Samosata en la Mesopotamia. Su madre Marta no tuvo hijos durante mucho tiempo y en sus oraciones hizo el voto de que si llegaba a tener un hijo se lo dedicaría al Señor. Sus oraciones fueron escuchadas y Marta pronto dio a luz a un niño que permaneció sin nombre hasta que tuvo cinco años de edad.
Los padres del niño deseaban que como el niño había nacido gracias a la benevolencia de Dios, recibiera también su nombre de Dios. Llevaron a su hijo a un monasterio ubicado en las cercanías y se acercaron al abad. El abad dio orden de que le alcanzaran uno de los libros de los oficios y lo desenrollo al azar. Encontró al profeta Daniel mencionado en él, por lo tanto el niño recibió este nombre. Sus padres preguntaron si el niño podía permanecer en el monasterio pero el higumeno no lo acepto porque era muy pequeño. A los doce años, sin decir nada a nadie, el niño abandono su hogar y se fue al monasterio.
Sus padres estuvieron felices cuando supieron adonde estaba su hijo y fueron al monasterio. Al ver que el niño todavía seguía usando ropas ordinarias, suplicaron al higumeno que lo vistiera con atuendos angelicales. Ese domingo el higumeno cumplió con ese pedido y permitió a sus padres que lo visitaran a menudo. La hermandad del monasterio estaba sorprendida por los esfuerzos ascéticos del Santo.
En una oportunidad San Simeón, el Mayor, visito el monasterio. Predijo que él también, el joven Daniel, seguiría los pasos de la proeza de morar en un pilar. San Daniel continuo con su vida ascética de reclusión. Cuando el lugar de una nueva hazaña le fue revelado en una visión, se retiro a un bosque de Tracia, junto con dos discípulos que levantaron un pilar sobre el cual San Daniel moro durante 33 años. La gente acudía en masa al pilar, los desafortunados, los enfermos y todos recibían ayuda y curación de San Daniel. Los emperadores bizantinos también pidieron las oraciones de este Santo ascético. La mas notable de las predicciones de este Santo fue sobre el gran incendio de Constantinopla. San Daniel poseía también el don de las palabras graciosas y guiaba a muchos hacia el camino de la vida correcta. El monje nació al cielo a la edad de 80 años.