Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo. Faltaba poco tiempo para la fiesta judía de los Tabernáculos, así que los hermanos de Jesús le dijeron: ―Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que realizas, porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca. Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él. Por eso Jesús les dijo: ―Para ustedes cualquier tiempo es bueno, pero el tiempo mío aún no ha llegado. El mundo no tiene motivos para aborrecerlos; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas. Suban ustedes a la fiesta. Yo no voy todavía a esta fiesta porque mi tiempo aún no ha llegado.
Dicho esto, se quedó en Galilea. Sin embargo, después de que sus hermanos se fueron a la fiesta, fue también él, no públicamente, sino en secreto. Por eso las autoridades judías lo buscaban durante la fiesta, y decían: «¿Dónde se habrá metido?» Entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona». Otros alegaban: «No, lo que pasa es que engaña a la gente». Sin embargo, por temor a los judíos nadie hablaba de él abiertamente.
REFLEXIÓN DE VIDA
Amadísimos hermanos y entrañables amigos:
Cuando Cristo testifica que LAS MAYORÍAS PREFIERN LAS OBRAS MALAS, está declarando una gran verdad, porque “Ancha es la puerta que conduce a la perdición y son muchos los que entran por ella” (San Mateo 7:13). La Puerta ancha que conduce a la condenación es amada por muchos ya que se vive bajo la ley “DEL MENOR ESFUERZO”. Aquí la lucha se da pero en sentido negativo imperando “LA LEY DE LA SELVA”. Aquí por esta puerta se encuentran todos con UN MUNDO DE RUIDO, DE SORDERA, DE FANTASÍA Y DE ILUSIÓN. Entrar por esta puerta es formar parte de UNAS MAYORÍAS ILUSAS, cuya esperanza queda en “VEREMOS”, porque jamás llega. En ese mundo de falsas expectativas solo nos hacen tontos y nos convertimos en un MUNDO donde la rapiña y el ¡Sálvese el que pueda es PREVALENTE. Cristo dirige Su Mensaje Salvador a estas multitudes, pero prefieren quedarse en ese ruidoso mundo y hacerse sordos ante la Voz del Señor. Escuchemos al Espíritu Santo que nos dice: “Ojalá escuchen hoy Su voz: «No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto; cuando sus padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» (Salmo 95: 8-9).
Hacernos del montón o de las multitudes sordas es formar parte de los insensatos y faltos de sabiduría. No escuchar al Señor es perder LA GRAN OPORTUNIDAD de vivir plenamente con ese gozo propio de los que en verdad AMAN Y LUCHA CON TENACIDAD Y PASIÓN por lograr todos sus anhelos y sus más acariciados sueños.
P. Cosme Andrade Sánchez+
Catecismo Ortodoxo
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