Friday, January 22, 2016

El misterio de la muerte. ( Metropolita Ierotheos Vlajos )


El misterio de la muerte es un punto “divisorio o culminante” de nuestra vida, como el dolor, la enfermedad, etc. También es de las preguntas existenciales que nos torturan y piden solución. ¿Por qué morimos, que pasa con el hombre después de su muerte y a dónde vamos después? Por eso, la referencia sobre este gran misterio, tal como lo apocalipta=revela la Iglesia, es el punto central de los siguientes conceptos.

Los hombres de nuestra época se distinguen en dos tendencias: Una es la pretensión de olvidar la muerte. Esto se hace principalmente en los países occidentales, pero día a día intentan traspasarlo también a nosotros los ortodoxos. La enseñanza habla sobre hijos inmortales. Lo mismo ocurre en todas las actividades de nuestra vida. Se ha observado correctamente que: “Existen muchas maneras que tiene el hombre para olvidarse de la muerte y esconderse de ella. La cultura contemporánea es la más descubridora en este punto. Hiperactividad profesional, continua estimulación acústica y visible de los instintos y los sentidos (radio, televisión, etc.), la manía de huida continua con el coche, no dejan al hombre concentrarse en sí mismo y afrontar el problema de la muerte en relación con el sentido y significado de la vida. En América, por ejemplo, maquillan a los muertos para que se vean bonitos y los cementerios parecen parques, no se distinguen las cruces y los sepulcros. (Archimandrita Yeorgios, San Gregorio Athos). Por otra parte, existen hombres que quedan abatidos por el pensamiento de la muerte o se les convierte en una pesadilla. Se dejan dominar por la melancolía y desean la muerte. Esto lo padece uno a causa de la mezquindad, vileza y por el gran desconocimiento e ignorancia. De todos modos no son pocos los casos que los hombres suspiran y desean la disolución o autodestrucción. Pero creemos que la disolución o autodestrucción no es siempre la solución. Desde allí empieza otro problema mayor.

La enseñanza cristiana acepta que existen dos clases de muerte. La primera es la espiritual y la segunda la somática. La muerte espiritual es el alejamiento del hombre de Dios, el Cual es la fuente de la vida y la somática o corporal, física es el alejamiento de la psique del cuerpo. En la Iglesia enseñamos que primero fue la muerte espiritual de Adán y después la somática o corporal. Por eso sostenemos que existen hombres que viven corporalmente y están muertos espiritualmente y existen hombres que mueren corporalmente, pero viven espiritualmente, puesto que la psique de ellos tiene la Jaris (gracia) la energía increada de Dios.

¿Quién creó la muerte? Los Santos Padres enseñan que no es Dios la causa del mal. Él no ha creado la muerte. No ha creado al hombre ni mortal, ni inmortal, sino que le ha creado con la capacidad y posibilidad de hacerse inmortal. Pero el pecado que cometió, es decir, con su libre alejamiento de Dios, introdujo la muerte en nuestra vida. Dios permitió la introducción de la muerte por filantropía y amor. Para que no permanezca el mal como inmortal. ¡Imaginaos una sociedad estando llena de hombres con pazos, asesinatos, robos, etc., si fueran inmortales! No habría mayor desgracia para el hombre y la sociedad. Con el Santo Bautismo lo perecedero de nuestra naturaleza, es decir, la muerte, como medio de abolición y condena del pecado, igual que en el nacimiento impecable de Cristo, permaneció lo perecedero del cuerpo, gracias a los salvíficos pazos padecimientos, pasiones.

Así, dentro de la Iglesia se anula la muerte espiritual y se vive la primera resurrección. Con nuestra conexión con Cristo se vive la inmortalidad, porque la inmortalidad no es la vida de la psique después de la muerte, sino la superación de la muerte desde esta vida. La mayor obra de la Iglesia es ayudar a los hombres a superar la muerte, que es el más terrible enemigo que tenemos, a quien nadie puede vencer. También dentro en la Iglesia adquirimos la certeza de que en el futuro se abolirá la muerte somática con la resurrección de los cuerpos. Esta es una didascalía (enseñanza) que no existe en ninguna filosofía. La resurrección de los muertos que enseña el logos de Dios es una piedra de escándalo para cada razón humana (o la mente, intelecto racional).

Nuestra Tradición conecta estrechamente con la muerte. No pretende olvidarla. Esto lo enseñan las canciones, los poemas y las costumbres del pueblo. El hecho de que los familiares tienen toda la noche el cadáver en casa, muestra una hermandad con la muerte. La vida no es ajena a la muerte. La memoria de la muerte hace la vida más humana. La sociedad que se hermana con los muertos es más humanizada y aterrizada. Creo que la memoria de la muerte y su superación es lo que hace al hombre más humano y constituye la sociedad filántropa (amiga del hombre).

Metropolita Ierotheos Vlajos. Noviembre 1985

De su libro “La vida después de la muerte”

Cuando se habla sobre la existencia de la psique (alma) después de la muerte, para la vida eterna, para el Juicio de los hombres en la Segunda Presencia de Cristo y tantas otras verdades que conectan con estas, se formulan muchas contradicciones y rechazos por los hombres contemporáneos, mundanizados, racionalistas y consumistas. El rechazo más previsible es el siguiente: “¿Quién ha visto estas cosas, quién ha venido de allí para decírnoslas?”. Es un pensamiento sin fundamento, una pregunta previsible y superficial. Sin ningún otro pensamiento, borramos toda una enseñanza entera de la Iglesia para estos temas. ¿En serio no ha venido nadie? Pues Cristo ha venido de allí, exclusivamente aquí, para enseñar a los de aquí qué pasa allí. Hizo milagros, resucitó muertos, sanó enfermos, etc., se sacrificó voluntariamente en La Cruz por nosotros y Resucitó…

Sin embargo, no pensamos lo mismo sobre otros temas que conectan con nuestra vida. Muchas cosas las creemos no porque las hemos visto personalmente, sino porque nos las han transmitido otros. Esto también es un tipo de fe. Si no tenemos certeza personal, pero tenemos certeza en varias personas de las que tenemos confianza. Historiadores de la antigüedad nos describen acontecimientos y nos las creemos. También los que visitan otros países nos transmiten sus impresiones y por regla general, las aceptamos, porque tenemos confianza en ellos. Lo mismo se tiene que hacer también sobre los temas de la fe cristiana. Si no tenemos percepción personal, por lo menos que admitamos los que nos transmiten estas verdades.

En la Iglesia tenemos conocimientos de todos los temas que conectan con la otra vida, porque nos lo ha revelado el Mismo Cristo. Él vino, se humanizó y nos ha revelado toda la verdad sobre Dios y el hombre. Aparte de Cristo, hay billones de personas santas, que con su vida personal certificaron estas verdades y dan su testimonio. ¿Por qué tenemos que creer en unos historiadores cuando certifican un hecho y nosotros no creer en billones de santos que certificaron las verdades de la otra vida? Principalmente los Santos, que lo certificaron y confesaron con su sangre. ¿Derrama uno la sangre y se sacrifica por cosas que no acepta y son más que la verdad?

Podemos sostener también las siguientes cosas. Nosotros consideramos la religión que simplemente traspasa el problema del hombre al futuro y habla de la vida post-muerte, en la que el hombre disfrutará de los bienes de Dios y será compensado por los esfuerzos que ha hecho. Realmente esta parte existe también. Pero principalmente debemos de ver la Ortodoxia por la perspectiva de la instrucción terapéutica. Si en el presente no queremos admitir sobre la otra vida, pues vivamos el carácter terapéutico de la Ortodoxia.

Cuanto más pasa el tiempo, tanto más comprobamos que estamos enfermos psíquicamente. Nos infestan, plagan, varios pazos (padecimientos, emociones, malos hábitos físicos, psíquicos y espirituales) y nos tienen cautivados muchas situaciones enfermizas. Esta enfermedad interior hace que no funcionemos regularmente. Las relaciones interpersonales se encuentran en una tensión continua. Las enfermedades somáticas, la mayoría de las veces, tienen la causa en las enfermedades espirituales. La Ortodoxia sana esta enfermedad interior. Toda la instrucción de la Santa Escritura y de la enseñanza de los Padres es terapéutica. Así que, hoy necesitamos la Iglesia, primero para sanarnos de las enfermedades espirituales, para sentir la comunión, la hermandad en Cristo, la paternidad de Dios, de manera que, nos serenemos y tranquilicemos interiormente y liberarnos de la ansiedad, angustia, fatiga y la inseguridad interior.

El primer fin no debe ser conversar sobre el futuro. Es cierto que el Cristiano ortodoxo correcto, cree absolutamente en Cristo y en todo lo que Él dijo. Pero nosotros, si tenemos una pequeña duda por estas cosas, debemos de empezar por el punto de terapia, concienciar a nuestro desorden interior que empecemos la instrucción terapéutica que tiene la Iglesia y entonces adquiriremos la certeza de la vida eterna. Porque al negar la vida después de la muerte y generalmente al negar las verdades de Cristo es porque estamos enfermos espiritualmente. Creo que dentro de la instrucción terapéutica eclesiástica, obtendremos la certeza sobre toda la enseñanza de la Iglesia.

Metropolita Ierotheos Vlajos

                            Catecismo Ortodoxo 

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Como trabaja el demonio.



(Ahora es San  Paísios Athonita)

El diablo intenta anular al combatiente.

-Géronta, algunas veces las tentaciones vienen una detrás de otra y no las aguanto.

-Te diré una solución para evitarlas. ¿La aceptarás?

-La única solución para evitar las tentaciones es… ¡aliarte con el diablo! ¿Por qué te ríes? ¿No te gusta esta solución? Mira lo que te voy a decir. En cuanto uno lucha, tendrá tentaciones y dificultades. Y cuanto intenta evitar la tentación, tanto en contra le lleva el diablo. Pero con las tentaciones –si la persona las explota correctamente- se da la ocasión de convertirse nuestra vida en “evangélica” teniendo la mayor emoción que es percepción y sentimiento de la jaris (energía increada), porque algunas veces nuestra vida es antievangélica.

-Géronta, me engancho y tropiezo algunas veces en cosas insignificantes y después no tengo ganas de luchar por algo superior.

-Estas cosas son como minas que pone el enemigo, para inutilizar el ejército. El tangalaki (diablillo) cuando no puede provocar otro daño, mira como anularte con cosas insignificantes. Después, sabes que existen grandes y pequeños diablos, pero que hacen gran daño. Una vez preguntaron a un pequeño diablillo: “¿qué puedes hacer tú fingiendo?. “¿Yo que puedo hacer?. Contestó: voy y mezclo los hilos a las costureras y a los zapateros y les hago enfadarse. Los mayores escándalos se hacen de cosas insignificantes y no sólo en nosotros sino algunas veces entre los estados. En los hombres espirituales no existen motivos para escándalos; el diablo de las cosas pequeñas toma el motivo o la razón. Rompe y machaca al hombre psíquicamente con unas cosas tontas, pequeñeces y entonces convierte su corazón como él quiere y uno después se queda atontado, duro como un tronco.

-¿Por qué, Géronta, mientras pongo un programa, un orden a mi lucha y práctica, y empiezo con ánimo y disposición a luchar, rápidamente me olvido?

-¿No lo sabes? El tankalaki-diablillo, cuando se da cuenta de que hacemos un trabajo espiritual, entonces gira el botón hacia el otro lado. Mientras ponemos un programa, un cierto orden, nos encontramos en otro y si no tenemos cuidado, nos damos cuenta después de varios días. Por eso el luchador tiene que ir siempre contra el diablo –naturalmente con discernimiento- y que sea conducido por un Pnevmaticós (Guía espiritual) experimentado.

-¿A un hombre que no hace un trabajo esmerado y fino para sí mismo, el satanás le guerrea, le pelea?

-El satanás no va a un hombre inútil, sino a un luchador para tentarlo e inutilizarlo. No pierde su tiempo haciendo un trabajo fino, para alguien que no hace trabajo un fino. Manda al que está cosiendo con aguja, al diablo. Al que hace un trabajo manual fino manda el mismo demonio. A los que hacen un trabajo grande, manda un diablo del mismo orden. A los principiantes manda un diablo experto en principiantes.

Los hombres que tienen una psique (alma) fina, con pundonor y son generosos y sensibles, es necesario que tengan mucho cuidado, porque el diablo mete su pata y les hace más sensibles, y pueden llegar a la melancolía y aún –que Dios guarde- al suicidio. El diablo, mientras en nosotros los humanos nos hace ir en contra de nuestro prójimo y hace que nos peleemos, él mismo nunca va en contra. Al negligente le hace más negligente, le alivia con el loyismós (pensamiento, reflexión): “Te duele la cabeza, estás indispuesto; no pasa nada si no te levantas a orar”. Al piadoso le hace más piadoso, para introducirle en el orgullo, o le empuja a luchar más que sus propias fuerzas, de modo que se agote y así el gran luchador del comienzo, después deje todas sus armas espirituales y se entregue dándose por vencido. Al duro de corazón le hace más duro y al sensible, hipersensible.

Y ves, cuantos hombres, unos porque tienen una sensibilidad y otros porque se han sacudido sus nervios, se atormentan y se angustian con insomnios y toman pastillas o se castigan y se destrozan en los hospitales. Hoy es raro ver una persona equilibrada. Los seres humanos se han convertido en baterías. La mayoría de ellos son como si tuviesen electricidad. Sobre todo los que no se confiesan, reciben influencias de energías demoníacas, tienen un magnetismo demoníaco, porque el diablo tiene poder sobre ellos. Pocos hombres sean jóvenes o mayores tienen una vista serena, calmada. ¡Demonismo! ¿Sabes lo que quiere decir demonismo? El no poder entenderse con el mundo ni entenderlo.

El diablo nos pone la inyección de la anestesia

Dije a algunos médicos que hablaban sobre la anestesia que hacen en las operaciones: «La anestesia del tentador tiene malas consecuencias en el hombre, mientras que la que vosotros ponéis, ayuda.» La anestesia del diablo es como un veneno que pone la serpiente a los pájaros o a las liebres para que se paralicen y poderlos tragar sin que reaccionen. El diablo cuando quiere atacar y guerrear a un hombre, primero manda un diablillo “anestesista”, en principio para anestesiar al hombre, y después se va él mismo y le tala, hace de él lo que quiere… Pero precede el… “anestesista”. Nos pone la inyección de la anestesia y nos olvidamos. Mirad, los monjes hacemos el juramento “que seremos insultados, burlados, etc.,” y finalmente muchas veces el tentador nos lía y hacemos lo contrario de lo que nos hemos comprometido. De una manera empezamos y de otra acabamos. Salimos a caminar hacia un lugar y llegamos a otro. No tenemos cuidado. Os he dado muchos ejemplos.

Antiguamente, en Kónicha (pequeño pueblo de Ipiro) no había Banco. Los hombres estaban obligados a ir a la capital Yanina, si querían pedir un préstamo bancario. Salían pues de los alrededores y hacían setenta kilómetros a pie para ir a conseguir un préstamo del banco, para así poder comprar, por ejemplo, un caballo. Entonces, si uno tenía un caballo, podía mantener su familia. Apareaba su caballo con el de otro y así araba la tierra. Una vez uno se fue a Yanina a solicitar un préstamo, para comprar un caballo y arar sus tierras y así no se castigaría cavando con el azadón. Se fue, pues, al banco y le fue concedido el préstamo y después paseó por las tiendas mirando y tonteando. Cuando algún judío le veía, le arrastraba al interior de su tienda, diciéndole: “Señor, entra, mira tengo mercancía buena, bonita y barata”. Él entraba dentro y el judío empezaba a bajar telas bonitas de sus armarios. Las cogía, las soltaba y le decía: cómpralo, es bueno y te lo dejaré muy barato ya que es para tus hijos. Salía de uno y entraba en otro, ven señor, te lo dejaré más barato que aquel. Al final el pobre se mareó. También era en exceso generoso y piensa que ahora que ha bajado los paquetes de tela y las ha abierto, etc… y como eran para sus hijos y se los dejaba más baratos, entregó el dinero del préstamo del banco y compró el paquete de tela, ¡pero la tela estaba pasada! Además, un paquete ¿para qué le hacía falta? Ni un rico compraría un paquete de tela, compraría los metros que le hacían falta. Finalmente regresó a casa con un paquete de tela podrida. Al llegar, le preguntaron, ¿dónde está el caballo? Se endeudó con el banco y no compró el caballo sino un paquete de tela podrida. Así pues otra vez a cavar las tierras con el azadón, castigarse y tener dificultades para pagar el préstamo. Pero si hubiera comprado el caballo, volvería también montado sin tener que caminar, haría algunas compras para su casa y no se mataría cavando con el azadón. Pero por tontear mirando las tiendas, veis lo que le ha pasado. Lo mismo hace también el diablo, como el mal astuto comerciante, te hace ir de un lado a otro, te pone zancadillas y finalmente, te convence que vayas por donde él quiere. Por una parte empiezas a ir y en otra vas a parar, si no tienes cuidado. Te engaña y pierdes tus mejores años.

El diablo hace de todo, para que no sea ayudado el hombre

El diablo es todo un artista. Por ejemplo, a la hora de la Divina Liturgia a un hombre espiritual le hará percatarse de un loyismós (pensamiento) lastimoso y se apresurará para sacárselo. Por eso le trae un loyismós espiritual. «Le dice, en tal libro está escrito esto sobre la Divina Liturgia». Después le atraerá la atención al polieleos (candelero). Se preguntará, quién lo habrá fabricado o le recordará a un enfermo que tiene que visitar. «Ah, inspiración, dice a la hora de la Divina Liturgia», en cambio es el diablo que entra en medio y pone al hombre en conversación con su loyismós. Tan pronto escucha al sacerdote decir «Con temor a Dios venid…» y entonces se da cuenta que la Divina Liturgia ha terminado y ál no ha participado en absoluto, en nada. Mirad, aquí en el Templo, va la señora que se cuida de la Iglesia a encender las velas en el candelero y he observado que hasta a los mayores, el tentador les separa y se recrean en la hermana que está encendiendo las velas. Esto es totalmente una niñez. Sólo los niños pequeños se alegran de cosas así y dicen: «¡Mira, lo ha encendido!» Esto para los niños pequeños está justificado, ¿pero para los mayores?. Mientras que debiéramos de evitar los movimientos y las distracciones durante la divina Liturgia, el tentador, en aquel momento solemne, puede poner a una hermana a hojear las páginas del libro analogio haciendo ruido con las hojas del libro y separar la atención de los demás. Escuchan «krits-krats» y ¿qué pasa? Piensan y la atención del nus se despista de Dios y el diablillo se alegra. Por eso debemos tener cuidado que no seamos nosotros la causa de distracción de la atención de los demás durante la Divina Liturgia. Perjudicamos a la gente y no nos damos cuenta. Observad en alguna lectura. Cuando el lector llega al punto más sagrado por el que se ayudarán las personas, entonces sonará fuerte a través del aire alguna puerta o toserá alguien y se distraerá la atención y no se beneficiarán de este punto sagrado. Así hace su trabajo el tankalaki.

¡Oh si supierais y vierais como se mueve! No lo habéis visto nunca, por eso no entendéis ciertas cosas. Hace de todo y lo posible para que el hombre no sea ayudado. Lo he observado en mi cabaña cuando estoy conversando. Apenas, cuando llego al punto que quiero, el punto más sensible para ayudar a los que me están escuchando, entonces algún ruido se produce o vienen otros y tengo que interrumpir. Antes el diablo les ha entretenido mirando la Skiti o el paisaje y se las arregla para venir justo al punto más fino de la conversación, para hacer cambiar de tema y no sean beneficiados. Porque cuando empieza la conversación, el diablo, sabe donde resultará y como ve que será perjudicado manda alguien justo al punto más sensible para interrumpirme. «Gritan, eh, ¿Padre por dónde entramos?». Les digo: «Tomad dulces y agua y venid por allí. Otros entran en aquel momento y me interrumpen porque he de levantarme y saludarles. Otros vienen después de un rato y otra vez de nuevo me tengo que levantar y empiezan a preguntar de dónde eres, en fin, etc. Por lo tanto estoy obligado a empezar otra vez desde el principio y volver a repetir el ejemplo de antes. Apenas avanzo un poco, otro me llama desde allí abajo: «Padre Paísios ¿dónde estás? Por aquí está la puerta. Otra vez a levantarme… ¡ay, este tentador!. ¡Un día me hizo levantar seis o siete veces hasta que estuve obligado a poner …vigilantes! «Tú te pones a este lado, tú al otro y mira si viene alguien por allí. Tú siéntate aquí hasta que acabe mi trabajo. ¿Seis o siete veces llegas hasta el punto de que les puedes ayudar, y los tankalakis (diablillos) otra vez te crean historias y escenas!

¡Hay que ver lo que hace el tentador! Cambia el botón de la sintonía de la radio a otra frecuencia. Apenas que el luchador se emocione en algo, tak, le gira el botón hacia otra parte y se olvida de aquello. Si se acuerda de algo espiritual; tak, le recuerda otra cosa; Le da vueltas continuamente. El hombre si aprende y se da cuenta cómo trabaja el diablo se liberará de muchas cosas.





-Géronta ¿cómo aprenderá?

-Persistiendo y observando. Si uno observa, aprende. Ves que los pastores de rebaños son los mejores meteorólogos, porque observan las nubes y el aire.

Las alas de la voluntad

El mundo fácilmente se influye hacia el bien y el mal. Hacia el bien se influye más fácilmente, porque allí gobierna también el diablo. Por ejemplo; Dile a uno que deje de fumar porque perjudica. Apenas decida dejarlo, irá el diablo y le dirá: «Aquel cigarro tiene menos veneno, el otro tiene un filtro y limpia… Fuma aquellos que no te perjudiquen». ¡Le buscará una justificación para no dejarlo, le encontrará una… solución! El diablo puede encontrarnos un montón de justificaciones. Y aquel cigarro que le sugiere, puede que le haga más daño aún. Por eso se necesita tener voluntad. Si uno no corta sus malas costumbres, cuando aún es joven, después es muy difícil de cortar y a medida que pasa la edad se debilita la voluntad.

Si el hombre no tiene voluntad, no puede hacer nada. San Crisóstomo dice: «En el querer o no querer se mueve todo» (PG 62, 428). El diablo es un gran asunto. Dios es por naturaleza bondad y siempre quiere nuestro bien. Pero hace falta que nosotros también queramos. Porque el hombre vuela espiritualmente con dos alas; La voluntad de Dios y la suya. Dios un ala, es decir, la Suya, nos la ha pegado fijamente a nuestro hombro. Pero para que volemos espiritualmente, debemos nosotros también pegar en el otro hombro la voluntad humana. Si el hombre tiene voluntad fuerte, que equivale a la divina, entonces vuela. En cambio, si su voluntad es atrófica, débil, intenta volar un poco, pero cae. Vuelve a probar y otra vez abajo.

-Géronta, ¿se cultiva la voluntad?

-¿No hemos dicho que todo se cultiva? Voluntad existe en todos los hombres, unos poca y a otros más. Cuando el hombre está dispuesto a luchar, ora y pide a Dios que le haga crecer su voluntad, Dios le ayuda. Cuando el hombre no progresa, entonces tiene que saber que no pone nada de su voluntad o pone poca y esta entonces será debilitada y esto no ayuda. Supongamos que un pájaro tiene un ala fuerte pero descuida la otra; Se le caen algunas plumas y después no puede volar correctamente. Un ala funciona bien, pero la otra está como rota, atrofiada. El pájaro la mueve pero el aire no pasa por en medio y no puede volar bien. Vuela un poco y da volteretas. Es necesario tener también entera esta ala para poder volar. Así también el hombre, es decir, si quiere estar espiritualmente volando continuo y correctamente. Porque el tankalaki-diablillo hace lo siguiente; Poco a poco va sacando de las alas humanas alguna pluma pequeña, después una mediana, y si el hombre no tiene cuidado, le quita también una grande y entonces cuando va a volar ya no puede. Y si por suerte saca algunas plumas, entonces cuando va a volar entra el aire en las alas que le faltan las plumas y hace volteretas. El ala divina está siempre llena, completa, no le faltan plumas, porque el diablo no las puede sacar, son divinas. El hombre debe tener cuidado a que el diablo no le quite alguna pluma de sus alas. Cuando empieza poco a poco la pereza (espiritual) y la indiferencia, la voluntad se debilita. ¿Qué va hacer Dios, si el hombre no quiere? No quiere intervenir, porque respeta la libertad del hombre. Así de esta manera el hombre inhabilita también el ala de Dios. Pero si tiene voluntad, es decir, tiene su ala entera, entonces Dios quiere y también el hombre, entonces el hombre vuela.

-Es decir, gérontas ¿qué es exactamente este vuelo?

¿Quiere decir que quiero progresar espiritualmente, quiero mi sotiría redención, sanación y salvación?

-¡Sí, hijo mío! ¡Cuándo digo vuelo, quiero decir crecimiento, subida, el progreso espiritual, no quiero decir subir a un árbol!

-Yérontas, nos había explicado que uno puede labrar, sembrar y hacer todo lo adecuado para estos trabajos y que no puede sacar ni la semilla.

-Sí, es así. Si uno no tiene cuidado, el diablo le roba su esfuerzo; Mientras que si tiene cuidado y el tema de la sanación y salvación de su psique lo toma en caliente y serio, se esfuerza, lucha, fructifica y se alimenta espiritualmente y se alegra angelicalmente.

El hombre espiritual es “fuego consumador”; Gérontas Porfirio el Kapsokalivitis, Athonita

Esto es lo que ha conseguido el diablo: Hacer de la tierra un laberinto para que no podamos entendernos entre nosotros. ¿Veis cómo hemos sido engañados? Hemos degradado nuestra tierra y convertido nuestra época en un psiquiátrico verdadero. Y no entendemos qué nos pasa y quién es el culpable. Todos nos extrañamos: «¿Qué pasa, a dónde vamos, porque nuestros hijos se han desviado del camino y de sus casas, porqué dejan sus estudios, etc.? ¿Por qué pasa esto y lo otro? El diablo ha conseguido hacer como si estuviese desaparecido de sí mismo, como si no existiera y hace que los hombres utilicen otros nombres. Los médicos, los psiquiatras, dicen a menudo, cuando padece un hombre psíquica y espiritualmente: Tiene neurosis, tiene ansiedad, depresión y cosas parecidas. Pero a pesar de esto, el diablo promueve y provoca el egoísmo en el hombre. Tanto si lo queremos como no, el diablo existe, es el espíritu del mal. Si decimos que no existe es como si negásemos el Evangelio, que habla sobre él. Éste es nuestro enemigo en la vida, es el contrario de Cristo y se le llama anticristo. Cristo ha venido en la tierra para liberarnos del diablo y regalarnos la sanación y salvación.





San Lucas de Crimea, Médico cirujano y Obispo de Sebastopol.

Oh, Señor ¿qué otra protección necesitamos, si Tú permaneces en nuestro espíritu del corazón, si Tú iluminas nuestra mente con la luz de tu continua presencia en nuestro nus (espíritu) y corazón? ¡Nos basta esto y es lo que nos hace falta!

Si vestimos este tipo de armadura, no nos queda otra cosa que tomar con nuestras manos una espada de doble filo, tal como hacían también los combatientes de épocas antiguas. Ahora, escuchad que dice sobre esta espada de doble filo el gran Apóstol Pablo: «Porque el logos de Dios es vivo y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir la psique y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» (Heb 4,12).

He aquí la espada que necesitamos. El logos de Dios, del cual tienen miedo todos los demonios y el mismo Diablo, porque con el logos de Dios los demonios huyen vencidos. Si tomamos en nuestras manos esta arma, el arma del logos de Dios, entonces no tendremos miedo a ningún enemigo. Porque todos ya están vencidos desde antiguamente por la cruz de Cristo. La cabeza de la antigua serpiente, del Diablo, se ha destruido bajo el pedestal de la omnipotente cruz de Cristo.

Recordad siempre que con nuestras dinamis, (fuerzas, potencias y energías) no podemos combatir los malignos astutos espíritus. Recordad que toda nuestra esperanza debemos tenerla apoyada firmemente en nuestro Señor Jesús Cristo, al Cual pertenece la gloria y el poder junto con su Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos-amén. Estas fueron las últimas palabras del Santo.

                                    Catecismo Ortodoxo 

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Akathisto de la Virgen María, Madre de Dios



Por las plegarias de nuestros santos padres, Señor Jesucristo, nuestro Dios, ten piedad y sálvanos.  Amén.
Rey del cielo, Consolador, Espíritu de Verdad, Tú, que estás presente arreo y que lo llenas todo, tesoro de bienes y dador de vida, ven y habita en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Tú, que eres bondad.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros; Señor, purifícanos de nuestros pecados; Maestro, perdona nuestras iniquidades; Santo, visítanos y cura nuestras debilidades por causa de tu Nombre.

Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad



Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
                                                                 Padre Nuestro.
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de este día, dánosle hoy. Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en tentación, más líbranos del maligno.

S Pues tuyo es el reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
SALMO 142
. Señor, escucha mi oración,
advierte mi súplica en Tu verdad, escúchame en Tu justicia.
Y no entres en juicio con Tu siervo,
pues no será justificado, ante Tu faz, ningún viviente.
Porque el enemigo ha perseguido a mi alma,
ha humillado hasta la tierra mi vida.
Me colocó en tenebrosidades,
como a muertos desde hace siglos
y mi espíritu cayó en acedía.
En mí se turbó mi corazón.
Recordé días antiguos y medité en todas Tus obras,
medité en las hechuras de Tus manos.
Extendí mis manos hacia Ti,
mi alma es como tierra sedienta de Ti.
Señor escúchame pronto, ha desfallecido mi espíritu.
No apartes de mí Tu rostro
y me asemeje a los que descienden al foso.
Hazme oír temprano Tu misericordia,
pues en Ti he esperado,
manifiéstame el camino en que he de andar,
pues a Ti he levantado mi alma.
Arráncame de mis enemigos, Señor,
pues en Ti me he refugiado,
enséñame a hacer Tu voluntad, pues Tú eres mi Dios,
Tu Espíritu bueno me guiará en tierra recta.
Por Tu Nombre, Señor, me vivificarás
en Tu justicia sacarás a mi alma de la tribulación
y en Tu misericordia exterminarás a mis enemigos,
y perderás a todos los que atribulan a mi alma
pues yo soy Tu siervo.

MEGALINARIA del ECO 4º
Es Dios y Señor y nos lo ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Dad gracias al Señor y llamadle por su nombre santo.
ESTRIBILLO: Es Dios y Señor y nos lo ha manifestado...
Las naciones todas me rodeaban pero en el nombre del Señor las vencí.
ESTRIBILLO: Es Dios y Señor y nos lo ha manifestado...
Esto es obra del Señor y es maravilloso a ojos nuestros.
ESTRIBILLO: Es Dios y Señor y nos lo ha manifestado...
ECO 4º
Recorremos a la Theotokos, con fervor, siendo pecadores y eslavos, y nos postramos arrepentido ante ella, pues clamamos desde las profundidades del alma:  ¡Ven, Señora, a nuestro auxilio y ten misericordia de nosostros, dáte prisa pues nos encontramos perdidos en el error de nuestras pasiones!  No abandones a tus siervos, pues solo tú eres nuestra esperanza.
Gloria…
(Se repite o se entona el Apolitiquio del templo.)
TROPARIO de san Marcos Apostol y Evangelista
(Eco 4)
Desde la infancia te envolvió la luz de la verdad, O Marcos, y amaste la obra del Cristo Salvador, por ello seguiste a Pedro celosamente y serviste a Pablo como compañero y obrero, tú que iluminas el mundo por tu santo Evangelio.

Ahora y siempre…

Jamás entregaremos al silencio, O Madre de Dios, razón de tus portentosas maravillas, aun siendo indignos, pues, ¿quién, sino tú, Abogada nuestra, nos habría rescatado de los innumerables terrores?  ¿Quien, sino tú, nos habría conservado desde nuestra liberación?  No nos apartaremos, O Señora, pues eres compasiva con tus siervos en sus tribulaciones.


SALMO 50
Ten piedad de mi, oh Dios, conforme a tu gran piedad, y conforme a la multitud de tus compasiones borra mi transgresiones. Lavame mas y mas de mi maldad, y limpiame de mi pecado. Porque conozco mi transgresión y mi pecado esta siempre delante de mi. Contra ti solo he pecado y he echo lo malo delante de ti; porque seas reconocido justo en tus palabras y venzas en tu juicio. He aquí, en transgresiones fui concebido y en pecado me engendro mi madre. He aquí, tu has amado la verdad, y lo Escondido y lo secreto de tu sabiduría me has revelado. Me rociaras con hisopo y seré limpio; me lavaras y seré emblanquecido mas que la nieve. Me harás oir gozo y alegría; y los abatidos se regocijaran. Vuelve tu rostro de mis pecados y borra mis transgresiones. Un corazón limpio crea en mi, y un espíritu recto renueva dentro de mi. No me eches de tu rostro, y no quites de mi tu santo Espíritu. Vuelveme el gozo de tu salvación y estableceme con un espíritu de príncipe. Entonces ensenare a los transgresores tus caminos y los impíos se convertirán a ti. Librase de la pena de la sangre, oh Dios, Dios de mi salvación; se regocijara mi lengua en tu justicia. Señor, abre mis labios y mi boca anunciara tu alabanza. Porque si hubieras querido sacrificio, yo te lo habría dado; el holocausto no te agradara. Un sacrificio de Dios es el espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado Dios no despreciara. Haz bien, Señor, en tu benevolencia a Sion, y edifiquense los muros de Jerusalén. Entonces te agradaran los sacrificios de justicia, oblaciones y holocaustos; entonces ofrecerán becerros en tu altar.

Misericordia, O Dios, por tu clemencia; por tu inmensa ternura borra mi iniquidad…

ODA 3ª
Eres el ápside del firmamento, Señor, Creador y Fundador de la santa Iglesia, por ello fundaméntame en el amor divino constante, ya que eres la cima de nuestros anhelos, los cimientos de tus siervos y el único Amigo del hombre.

Santísima Madre de Dios, sálvanos.

Eres para mi vida refugio y cobijo, tú, la Theotokos y Virgen, permíteme alcanzar tu puerto, pues eres fuente de todo bien y refugio de tus siervos, la Toda-Bendita.

Santísima Madre de Dios, sálvanos.

Ruego, O Virgen, aleja la tempestad de mis pasiones y la confusión de mi alma.  Apártalas de mi, Esposa de Dios, que diste a luz al Cristo, el Príncipe de la Paz, tú, la única Inmaculada.

Gloria...
Tú, que nos has dado a Aquél, el Origen y Dador de todos los bienes, inunda por tu interminable bondad nuestros corazones, pues nada es imposible para ti, que llevaste al Cristo, el Todopoderoso, y que eres bendita.
Ahora y siempre…

Padezco, O Virgen, de toda especie de males y oscuras pasiones, ven en mi auxilio, pues nos has hecho reconocerte como el tesoro infinito de la salud, Toda-Pura, rescata a tus siervos de todo peligro, O Madre de Dios, que recurrimos a ti en pos de consuelo tras encomendarnos a Dios, pues eres el muro inconmovible y protector.

Atiende, O Dignísima Theotokos, en tu bondad, y derrama la mirada sobre mis dolencias, que aturden mis sentidos, y concede a mi alma el ungüento para mis penas.
(Aquí se hace mención de las intenciones personales.)

ODA 4ª
Los maravillosos misterios de tu salvación, O Señor, suenan en mis oídos; he contemplado tus proezas y glorifico tu inmensa divinidad.

Santísima Madre de Dios, sálvanos.

Apacigua en mí las oscuras pasiones y silencia con tu ternura la tormenta de los errores en mi interior, pues eres tú la portadora del Señor y Lucero y la santísima Esposa de Dios.

Santísima Madre de Dios, sálvanos.

Concédeme penetrar como solicitante en las profundidades de tu misericordia, tú que eres portadora de Aquél que es la Compasión y nuestro Salvador.

Gloria…
Colmados de todos los bienes, te damos gracias, pues eres tú quien concede el Único Inmaculado al mundo, y te magnificamos, pues eres la Madre de Dios.
Ahora y siempre...

Rescata a tu pueblo de toda tribulación, O Toda-Glorificada, pues eres nuestra esperanza y fundamento, y fortaleza y fuerte de nuestra salvación.

CONTAQUIO del ECO 2º.
O Intachable Refugio de los cristianos e inconmovible mediadora ante el Creador, no desprecies la voz de nuestra súplica, pues somos pecadores, sino por tu bondad, rápidamente atiende a la plegaria que te alzamos en fe.  Intercede y ruega por cuantos te magnificamos, O Theotokos.

 AKATHISTO HIMNO.
A la Theotoko
1
El arcángel excelso
fue enviado del cielo
a decir "Alégrate" a María.
Contemplándote, oh Dios, hecho hombre
por virtud de su angélico anuncio,
extasiado quedó ante la Virgen,
y así le cantaba:
Alégrate, por ti resplandece la dicha;
Alégrate, por ti se eclipsa la pena.
Alégrate, levantas a Adán, el caído;
Alégrate, rescatas el llanto de Eva.
Alégrate, oh cima encumbrada - al alma del hombre;
Alégrate, abismo insondable - a los ojos del ángel.
Alégrate, tú eres de veras - el trono del Rey;
Alégrate, tú llevas en ti - al que todo sostiene.
Alégrate, lucero que el Sol nos anuncia;
Alégrate, regazo del Dios que se encarna.
Alégrate, por ti la creación se renueva;
Alégrate, por ti el Creador nace niño.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!
2
Conociendo la Santa
que era a Dios consagrada,
al arcángel Gabriel le decía:
"Tu mensaje es arcano a mi oído
y difícil resulta a mi alma;
insinúas de Virgen el parto,
exclamando: ¡Aleluya!
3
Deseaba la Virgen
comprender el misterio
y al heraldo divino pregunta:
"¿Podrá dar a la luz criatura
una Virgen? Responde, te ruego".
Reverente Gabriel contestaba,
y así le cantaba:
Alégrate, tú guía al eterno consejo;
Alégrate, tú prenda de arcano misterio.
Alégrate, milagro primero de Cristo;
Alégrate, compendio de todos sus dogmas.
Alégrate, celeste escalera - que Dios ha bajado;
Alégrate, oh puente que llevas - los hombres al cielo.
Alégrate, de angélicos coros - solemne portento;
Alégrate, de turba infernal - lastimero flagelo.
Alégrate, inefable, la Luz alumbraste;
Alégrate, a ninguno dijiste el secreto.
Alégrate, del docto rebasas la ciencia;
Alégrate, del fiel iluminas el alma.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!
4
La virtud de lo Alto
la cubrió con su sombra
e hizo Madre a la Esposa Inviolada.
Aquel seno por Dios fecundado
germinó como fértil arada
para todo el que busca la gracia
y aclama: ¡Aleluya!
5
Con el Niño en su seno,
presurosa María,
a su prima Isabel visitaba.
El pequeño en el seno materno
exultó al oír el saludo,
y con saltos, cual cantos de gozo,
a la Madre aclamaba:
Alégrate, oh tallo del verde Retoño;
Alégrate, oh rama del Fruto incorrupto.
Alégrate, al pío Arador tú cultivas;
Alégrate, tú plantas quien planta la vida.
Alégrate, oh campo fecundo - de gracias copiosas;
Alégrate, oh mesa repleta - de dones divinos.
Alégrate, un Prado germinas - de toda delicia;
Alégrate, al alma preparas - Asilo seguro.
Alégrate, incienso de grata plegaria;
Alégrate, ofrenda que el mundo concilia.
Alégrate, clemencia de Dios para el hombre;
Alégrate, del hombre con Dios confianza.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!
6
Con la mente en tumulto,
inundado de dudas,
el prudente José se debate.
Te conoce cual Virgen intacta;
desposorios secretos sospecha.
Al saber que es acción del Espíritu,
exclama: ¡Aleluya!
7
Los pastores oyeron
los angélicos coros
que al Señor hecho hombre cantaban.
Para ver al Pastor van corriendo;
un Cordero inocente contemplan
que del pecho materno se nutre,
y a la Virgen le cantan:
Alégrate, Nutriz del Pastor y Cordero;
Alégrate, aprisco de fieles rebaños.
Alégrate, barrera a las fieras hostiles;
Alégrate, ingreso que da al Paraíso.
Alégrate, por ti con la tierra - exultan los cielos;
Alégrate, por ti con los cielos - se alegra la tierra.
Alégrate, de Apóstoles boca - que nunca enmudece;
Alégrate, de Mártires fuerza - que nadie somete.
Alégrate, de fe inconcuso cimiento;
Alégrate, fulgente estandarte de gracia.
Alégrate, por ti es despojado el averno;
Alégrate, por ti revestimos la gloria.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!
8
Observando la estrella
que hacia Dios los guiaba,
sus fulgores siguieron los magos.
Era antorcha segura en su ruta;
los condujo ante el Rey Poderoso.
Al llegar hasta el Inalcanzable,
le cantan: ¡Aleluya!
9
Contemplaron los magos
entre brazos maternos
al que al hombre plasmó con sus manos.
Comprendieron que era Èl su Señor,
a pesar de su forma de esclavo;
presurosos le ofrecen sus dones
y a la Madre proclaman:
Alégrate, oh Madre del Sol sin ocaso;
Alégrate, aurora del místico Día.
Alégrate, tú apagas hogueras de errores;
Alégrate, Dios Trino al creyente revelas.
Alégrate, derribas del trono - al tirano enemigo;
Alégrate, nos muestras a Cristo - el Señor y el Amigo.
Alégrate, nos has liberado - de bárbaros ritos;
Alégrate, nos has redimido - de acciones de barro.
Alégrate, destruyes el culto del fuego;
Alégrate, extingues las llamas del vicio.
Alégrate, camino a la santa templanza;
Alégrate, alegría de todas las gentes.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!

10
Portadores y heraldos
de Dios eran los magos
de regreso, allá en Babilonia.
Se cumplía el oráculo antiguo
cuando a todos hablaban de Cristo,
sin pensar en el necio de Herodes
que no canta: ¡Aleluya!
Alégrate, levantas al género humano;
Alégrate, humillas a todo el infierno.
Alégrate, conculcas engaños y errores;
Alégrate, impugnas del ídolo el fraude.
Alégrate, oh mar que sumerge - al cruel enemigo;
Alégrate, oh roca do beben - sedientos de Vida.
Alégrate, columna de fuego - que guía en tinieblas;
Alégrate, amplísima nube - que cubres el mundo.
Alégrate, nos diste el Maná verdadero;
Alégrate, nos sirves Manjar de delicias.
Alégrate, oh tierra por Dios prometida;
Alégrate, en ti fluyen la miel y la loche.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!
12
Simeón el anciano,
al final de sus días,
de este mundo dejaba la sombra.
Presentado le fuiste cual niño,
mas, al verte cual Dios poderoso,
admiró el arcano designio
y gritaba: ¡Aleluya!
13
Renovó el Excelso
de este mundo las leyes
cuando vino a habitar en la tierra.
Germinando en un seno incorrupto
lo conserva intacto cual era.
Asombrados por este prodigio
a la Santa cantamos:
Alégrate, azucena de intacta belleza;
Alégrate, corona de noble firmeza.
Alégrate,
la suerte futura revelas;
Alégrate, la angélica vida desvelas.
Alégrate, frutal exquisito - que nutre a los fieles;
Alégrate, ramaje frondoso - que a todos cobija.
Alégrate, llevaste en el seno - quien guía al errante;
Alégrate, al mundo entregaste - quien libra al esclavo.
Alégrate, plegaria ante el Juez verdadero;
Alégrate, perdón del que tuerce el sendero.
Alégrate, atavío que cubre al desnudo;
Alégrate, del hombre supremo deseo.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!
14
Ante el Parto admirable,
alejados del mundo,
hacia el cielo elevamos el alma.
El Altísimo vino a la tierra
con la humilde semblanza de un pobre
y enaltece hasta cumbres de gloria
a quien canta: ¡Aleluya!
15
Habitaba en la tierra
y llenaba los cielos
la Palabra de Dios infinita.
Su bajada amorosa hasta el hombre
no cambió su morada superna.
Era el parto divino de Virgen
que este canto escuchaba:
Alégrate, mansión que contiene el Inmenso;
Alégrate, dintel del augusto Misterio.
Alégrate, de incrédulo equívoco anuncio;
Alégrate, del fiel inequívoco orgullo.
Alégrate, carroza del Santo - que portan querubes;
Alégrate, sitial del que adoran - sin fin serafines.
Alégrate, tú sólo has unido - dos cosas opuestas:
Alégrate, tú sola a la vez - eres Virgen y Madre.
Alégrate, por ti fue borrada la culpa;
Alégrate, por ti Dios abrió el Paraíso.
Alégrate, tú llave del Reino de Cristo;
Alégrate, esperanza de bienes eternos.
Alégrate, ¡Esposa sin desposar!
16
Todo el orden angélico
asombrado contempla
el misterio de Dios que se encarna.
Al Señor, al que nadie se acerca,
hecho hombre, accesible, admira
caminar por humanos senderos,
escuchando: ¡Aleluya!
17
Oradores brillantes
como peces se callan
ante ti, Santa Madre del Verbo.
Cómo ha sido posible no entienden
ser tú Virgen después de ser Madre.
El prodigio admiramos tus fieles,
y con fe proclamamos:
Alégrate, sagrario de arcana Sapiencia;
Alégrate, despensa de la Providencia.

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