Con respecto a nuestros prójimos, debemos ser puros de palabra y pensamiento y tratarlos a todos por igual; si no convertiremos nuestra vida en algo inútil. Hay que saber amar al prójimo no menos, que a nosotros mismos, según el mandamiento del Señor: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lc. 10:27). Pero no de manera tal que el amor al prójimo exceda los límites y nos aleje del cumplimiento del primer y más importante mandamiento: el de amar a Dios. El mismo Señor nos enseña: "El que ama a padre o madre mas que a mí, no es digno de Mí; el que ama a hijo o hija mas que a mí, no es digno de Mí" (Mt. 10:37).
Catecismo Ortodoxo
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