El alma racional del hombre tiene aspiraciones sobrenaturales e infinitas. Si el alma racional dependiera del cuerpo y muriera con el cuerpo, debería estar necesariamente sometida al cuerpo y seguirlo en todos sus apetitos. La independencia habría sido contraria a las leyes de la naturaleza y la razón, porque enturbia la armonía entre el cuerpo y el alma. Como dependiente del cuerpo, debería estar sometida al cuerpo y seguirlo en todos sus apetitos y deseos, mientras que, por el contrario, el alma amaestra al cuerpo, impone su voluntad al cuerpo. El alma subyuga y limita los apetitos y las pasiones del cuerpo, y los dirige según su voluntad. Este fenómeno se presta a la atención de cada hombre racional y el que es consciente de su propia alma racional es consciente del dominio del alma sobre el cuerpo.
San Nectario de Egina