Sunday, February 19, 2017

El Ciego y Aquel que veía y Estaba Cerca de El. (San Tikón de Zadonsk)

Una vez un ciego estaba al lado de uno que veía. Sin embargo, el ciego no sabía nada y no notaba ninguna presencia cerca de él. De la misma forma, Dios, que es omnipresente, está cerca de cada hombre. Sin embargo, si el hombre no está iluminado por la fe, no siente a su Señor y Juez a su lado, pues no Lo ve. 
 
Por otro lado, pudiera ser que el ciego, creyéndose sólo, actuara de forma indecente y vergonzosa, pensando que no era visto, ya que él mismo no ve a nadie. El pecador, así como el ciego, prefiere actuar sin ser visto ya que no distingue a nadie a su alrededor, y se entrega a actos inicuos. Sin embargo, el desgraciado se engaña mucho: Dios está presente, le ve, ve sus actos y pensamientos. Él anota cada uno de sus actos y el menor de sus pensamientos en Su libro, que abrirá en el juicio final. Dios, en efecto, ha dicho al pecador: “Yo te Pediré Cuentas y te lo Echaré en Cara” (Salmos 49:21); pensabas que nadie te veía mientras cometías iniquidad, pero Yo te veía transgredir Mi ley, y haré alarde ante ti de todas tus transgresiones. Actuabas en secreto, pero mostraré todo esto ante todo el mundo, ante los ángeles y los hombres. Entonces sabrás, tan pecador como eres, que Yo veía todos tus actos, e incluso los proyectos de tu corazón. Te ocultas de los hombres, pero no encontrarás ningún lugar donde ocultarte de Mí. 
 
¿Quiénes son, pues, estos pecadores ciegos?. Son los perversos, los adúlteros, los profanadores, los impuros, los ladrones, los secuestradores, los aduladores, los astutos, los malvados, los falsos y los hipócritas. Todos estos están ciegos, no por sus ojos carnales, sino por sus ojos espirituales. Se esfuerzan por ocultarse de la gente, pero no pueden apartarse de la vista de Dios que lo ve todo. Disimulan ante los hombres sus iniquidades, pero Dios los ve mejor que todos los hombres del mundo. 
 
“Entendedlo, oh necios entre todos; insensatos, sabedlo al fin: Aquel que plantó el oído, ¿no oirá Él mismo?. Y el que formó el ojo, ¿no verá?” (Salmos 93:8-9). “El Señor mira desde lo alto de los cielos, ve a todos los hijos de los hombres. Desde el lugar de su morada fija sus ojos, sobre todos los que habitan la tierra. Él, que formó el corazón de cada uno, presta atención a todas sus acciones” (Salmos 32:13-15). “El Grande en consejo, y el Poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de Adán, para retribuir a cada uno según su conducta y según merecen sus obras” (Jeremías 32:19). “¿A dónde iré que me sustraiga a tu espíritu, a dónde huiré de tu rostro?. Si subiere al cielo, allí estás Tú; si bajare al abismo, Tú estás presente. Si tomare las alas de la aurora, y me posare en el extremo del mar, también allí me conducirá tu mano, y me tendrá asido tu diestra. Si dijera: ‘Al menos las tinieblas me esconderán’, y a modo de luz me envolviese la noche, las mismas tinieblas no serían oscuras para Ti, y la noche resplandecería como el día, la oscuridad como la luz” (Salmos 138:7-12). 
 
Incluso si ningún hombre se pone a tu lado, Dios el Juez te asiste; incluso si ningún hombre te ve, Dios, a quien debes temer y ante quien debes tener más vergüenza que ante el mundo entero, más que ante los hombres y los ángeles, te ve, pues ante Él, toda la creación es como nada. ¡Ten, pues, temor, y arrepiéntete, guárdate en el futuro de cometer iniquidades bajo la mirada de Dios, a fin de no sentir sobre ti Su mano vengadora!. 
 
Cuando un ciego ha notado la presencia de alguien a su lado, procura comportarse bien. El cristiano, iluminado por el ojo interior de la fe, ve ante él al Invisible como si fuera visible, aunque sus ojos carnales no distingan nada (pues en efecto, es imposible ver a Dios). “Tengo siempre al Señor ante mis ojos” (Salmos 15:8), nos dice el salmista mediante la inspiración del Espíritu Santo. Y San Pablo habla del profeta Moisés diciendo que veía “como si viera ya al Invisible” (Hebreos 11:27).
 
 Así pues, el alma tiene la posibilidad de percibir, con sus ojos espirituales, al Dios invisible como si fuera visible. Iluminada así por la fe, el alma se expone en todo ante Dios con veneración y temor, y se guarda de complacerle, actuando como un alumno ante su maestro, como un esclavo ante su señor, como un hijo ante su padre, como un vasallo ante su rey. Dios, que ama a los hombres, obra como Defensor, Amigo y Protector, en las desgracias, las calamidades y las tentaciones. “No temas; porque Yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Si pasas por las aguas, Yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarás; si andas por el fuego, no te quemarás, ni te abrasarán las llamas. Porque Yo soy el Señor, Tu Dios, el Santo de Israel, el que te salva” (Isaías 43:1-3). 
 
Un alma fiel podrá proclamar entonces: “El Señor es mi pastor, nada me faltará. El me hace recostar en verdes prados, me conduce a manantiales que restauran, confortando mi alma, guiándome por senderos rectos, para gloria de su nombre. Aunque atraviese un valle de tinieblas, no temeré ningún mal, porque Tú vas conmigo” (Salmos 22:1-4). 
 
 “El Señor es mi luz y mi socorro, ¿a quién temeré?. La defensa de mi vida es el Señor, ¿ante quien podré temblar?. Cada vez que me asaltan los malignos para devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y enemigos, quienes vacilan y caen. Si un ejército acampase contra mí, mi corazón no temería; y aunque estalle contra mí la guerra, tendré confianza” (Salmos 26:1-3). Por esta razón, alma fiel, “¿Permitirá Él que resbale tu pie?. ¿O se dormirá el que te guarda?. No por cierto: no dormirá, ni siquiera dormitará, el Custodio de Israel. Es el Señor quien te custodia; el Señor es tu umbráculo y se mantiene a tu derecha. De día no te dañará el sol, ni de noche la luna. Presérvete el Señor de todo mal; Él guarda tu alma. El Señor custodiará tu salida y tu llegada, ahora y para siempre” (Salmos 120: 3-8). 
 
San Tikón de Zadonsk

Catecismo Ortodoxo 

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