Bendito sea nuestro Dios
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Si
no hay sacerdote: Por
las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro, Ten
piedad de nosotros. Amén.
Gloria
a Ti, Dios Nuestro, Gloria a Ti.
Rey
del Cielo, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todo lugar, y que
todo lo llenas, Tesoro de bienes y Dador de la Vida, ven y haz de nosotros tu
morada, purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas.
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
Santísima
Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados.
Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras
dolencias, por tu nombre.
Señor,
ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre
nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu
Majestad, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo; el pan
sobreesencial dánosle hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas
líbranos del maligno.
Porque tuyo es el reino y
el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Salmo
142
Señor,
escucha mi oración, presta oído a mi súplica según tu fidelidad; óyeme por tu
justicia, y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente es justo
delante de Ti. El enemigo persigue mi alma, ha postrado en tierra mi vida; me
ha encerrado en las tinieblas, como los ya difuntos. El espíritu ha
desfallecido en mí, y mi corazón está helado en mi pecho. Me acuerdo de los
días antiguos, medito en todas tus obras, contemplo las hazañas de tus manos, y
extiendo hacia Ti las mías; como tierra falta de agua, mi alma tiene sed de Ti.
Escúchame pronto, Señor, porque mi espíritu languidece. No quieras esconder de
mí tu rostro: sería yo como los que bajaron a la tumba. Hazme sentir al punto
tu misericordia, pues en Ti coloco mi confianza. Muéstrame el camino que debo
seguir, ya que hacia Ti levanto mi alma. Líbrame de mis enemigos, Señor; a Ti
me entrego. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Tu Espíritu
es bueno; guíame, pues, por camino llano. Por tu Nombre, Señor, guarda mi vida;
por tu clemencia saca mi alma de la angustia. Y por tu gracia acaba con mis
enemigos, y disipa a cuantos atribulan mi alma, porque soy siervo tuyo.
Tono IV
Oda I
Irmos: Aquel
que era torpe de boca, habiendo sido cubierto con la divina oscuridad, dio
expresión a la divina ley escrita, y habiendo quitado el fango de sus ojos Noéticos,
contempló a Aquel que Es, y aprendió la comprensión del Espíritu, pronunciando
alabanzas con himnos divinos.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, gloria a Ti.
Oh
Maestro, que en la antigüedad alimentaste a Israel con el maná en el desierto,
llena mi alma con el Espíritu Santo, para que así pueda servirte continuamente,
de forma agradable a Dios.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, gloria a Ti.
Con
audacia, Te canto con tus ministros incorporales el himno tres veces santo,
aunque soy polvo y cenizas, oh verdadera Trinidad y Unidad bondadosa.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, gloria a Ti.
Siendo
asediado siempre en mi alma por las tormentas de las pasiones y los espíritus
destructivos, pongo mi esperanza de salvación en Ti, oh bondadoso Paráclito,
pues Tú eres Dios.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, gloria a Ti.
Ahogado
miserablemente en las profundidades de la ignorancia y en el sueño de la
dolorosa negligencia, a Ti te clamo, pues eres completamente puro: ¡Líbrame de
esta corrupción del alma!.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Oh
Tú que concebiste en Tu vientre a Aquel a quien el Padre engendró antes de
todos los siglos, por tu poderoso poder líbrame, pues estoy esclavizado por los
placeres del vientre!.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Sólo
Tú eres verdaderamente la tierra santa, pues diste a luz a la Vida divina de
todos. ¡Oh Theotokos,
muestra a Tu Hijo mi alma como tierra fértil!.
Oda III
Irmos: En
la antigüedad, la simple oración de la profetisa Ana al Dios Todopoderoso de la
comprensión, que tenía un espíritu contrito, rompió los lazos de su vientre
estéril y el reproche de la maternidad, que era difícil de soportar.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Grande
es el conocimiento de Tu bondad, oh Santísima Trinidad; es la restauración de
lo que fue creado según Tu divina imagen, y que inefablemente manifestaste por
la maravillosa encarnación de Uno de Ti, como morada divina.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Oh
Soberano, adorna mi mente con Tus santos dones y pensamientos de sagrada
reverencia, para que en la tranquilidad y la santa disposición del alma,
también pueda glorificarte, oh divino Paráclito.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, gloria a Ti.
Te
suplico, oh Soberano, que no me destruyan los movimientos ocultos de la carne,
que se producen en mí por la pasión del orgullo, para que no contaminen
vilmente mi miserable alma.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Con
las riendas y el freno del temor de Dios, refrena las embestidas de mi
desvergonzada alma, para que pueda alabarte y glorificarte con gran reverencia
y mente sobria, oh divino Consolador.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Corrompido
totalmente por la lujuria, me apresuro con fe a Ti, oh Sol radiante. Con tu
divina luz, dígnate iluminar los ojos de mi alma, oh divino Paráclito.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Tú
que alimentaste a la Vida de todos, oh purísima Señora, dígnate conceder la
vida a mi alma con tu divina visitación, pues he sido aniquilado por viles
pasiones.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
Toda Pura, muéstrame como un hacedor anhelante y veloz de los vivificantes
mandamientos de Tu Hijo, librando mi alma de la terrible división y el profundo
sueño.
A
continuación se dicen estos versos:
Salva
a tus siervos de las desgracias, oh buen Consolador, pues los impuros demonios
me asalta grande y constantemente con viles pensamientos y engaños.
En
tu compasión contempla la dolorosa dureza de mi corazón, oh alabadísima Theotokos,
e
ilumina la oscuridad de mi alma.
Contaquio, tono 1º
Con
himnos, alabemos y magnifiquemos reverentemente a la Vida de todos, el
manantial inagotable de los dones divinos, al Espíritu Santo, de la misma
esencia del Padre e igualmente eterno que el Hijo, y con fe, adorémosle como
Dios.
Otro
Verso:
Te
adoro, oh Soberano, Consolador y Dios. Ten misericordia y salva a los que Te
adoran y Te confiesan como Dios.
Oda IV
Irmos: Oh
Logos, Rey de reyes, que surgiste de Aquel que es como Tú eres, del Padre que
es sin causa, y del Espíritu, que es igual a Ti en poder. Como nuestro Benefactor,
verdaderamente enviaste a los apóstoles, que te cantan: ¡Gloria a Tu dominio,
oh Señor!.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Oh
Señor, concede que pueda escuchar Tu deseada invitación, que convocará a todos
Tus santos a la cámara nupcial del cielo.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Has
buscado y salvado al hombre que fue condenado por el engaño del autor del mal,
oh Santísima Trinidad, y lo has glorificado. Fortalece mi corazón, que se ha
vuelto débil por el dolor, con Tu poder de lo alto, y levanta mis pensamientos.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Atraviesa
mi maldita mente carnal con el temor de Dios, como con un clavo, y atemoriza mi
alma con el pensamientos de los tormentos que están por venir.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Oh
alabadísima Theotokos, enriquece mi humilde alma con los dones
divinos, descendiendo desde la altura de tu grandeza.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Oh
Theotokos, haz de mi alma la sagrada morada de Tu
Hijo, disipando sus innumerables corrupciones.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Por
tus súplicas, oh alabadísima Theotokos, reafírmame
en el temor y en el amor de Dios, pues perezco gravemente en la confusión de mi
alma.
Oda V
Irmos:
Oh radiantes hijos de la Iglesia, recibid el ardiente rocío del Espíritu, la
purificación de los pecados que trae la liberación. Pues ahora, desde Sión, ha
salido la ley: la gracia del Espíritu en forma de lenguas de fuego.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Dirige
mi vida con tus salvíficos mandamientos, oh trascendente Trinidad, y te suplico
que ilumines mi alma con Tu vida.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Complácete
en soltarme de los lazos de las graves transgresiones que me rodean, oh
Bondadoso, y proporcióname alas por el amor de la castidad.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Con
Tu divina gracia, oh Paráclito, ilumina mi alma, que ha sido oscurecida por las
pasiones, y aleja de ella la profunda oscuridad de la ignorancia.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Completamente
impávido, todos los días de mi vida me enfurezco contra ti con viles palabras y
obras, oh Bondadoso. Líbrame de esta impiedad.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Oh
alabadísimo, que engendraste a la Fuente de toda sabiduría, devuelve la razón a
mi alma, que se ha vuelto necia al violar los divinos mandamientos.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
Purísima, expulsa de mi alma los malos pensamientos que continuamente me
afligen, y enriquéceme con las enseñanzas agradables a Dios.
Oda VI
Irmos: Oh
Cristo Dios, nuestra purificación y salvación. Tú resplandeciste de la Virgen.
Rescátanos de la corrupción de Adán, en cuya caída ha sucumbido nuestra raza,
como salvaste al profeta Jonás del vientre de la ballena.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Amargado
en mi alma maldita por las amargas pasiones carnales, y ahogándome en ella como
en lo más profundo, Te clamo a ti, oh Salvador: mediante el torrente de las
aguas que surgen de Ti, concédeme la vida.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Todos
tus misterios son verdaderamente dignos de un gran silencio, pues Tú eres tres
Personas en una Esencia, y unidos, permaneces sin confusión. Oh Trinidad sin
origen, sálvame, pues soy la criatura formada por Tus manos.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Creemos
que el Hijo está total, completa y esencialmente en el Padre, como lo está el
Espíritu, pues del Padre, como de un simple principio, han surgido co-eternos,
y sin embargo, permanecen por sí mismos, en sus vivificantes hipóstasis.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
En
mi mente, he caído en graves peligros. Estoy totalmente cercado por la perplejidad,
y caigo en diversas desgracias, y como un bote, soy agitado por las olas del
mar. Oh buen Consolador, rescátame rápido de este grave asedio, Te lo imploro.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
He
tropezado y caído gravemente, rompiendo mis votos a Tu Hijo. Sin embargo, te
suplico, oh Toda Pura, como fuente de compasiones y abismo de bondad:
“Suplícale que tenga misericordia de mí”.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Con
tu invencible y divino poder expulsa siempre de mi alma los asaltos
destructivos hechos contra mí por mis enemigos invisibles, oh
Theotokos, y concédeme armas espirituales y una
estrategia útil contra ellos.
Contaquio, tono 2
Oh
Espíritu Santo, vida, luz, consuelo, esperanza y deleite de todos, concede Tus
dones a los que Te reconocen como Dios, entronizado igualmente con el Padre y
el Hijo, y concédeles la remisión de los pecados.
Oda VII
Irmos: Sonaba
la melodiosa música de los instrumentos, llamando a los hombres a adorar al
ídolo inanimado hecho de oro, pero la gracia radiante del Consolador hizo que
clamaran: ¡Bendita seas, oh Santa Trinidad, que eres igual en poder, e
igualmente sin principio!.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Habiéndome
liberado de toda maldad y de la mala moral, oh Salvador, el divino Paráclito me
enriqueció con sus santos dones, y por eso canto: ¡Bendito seas, oh Dios de
nuestros padres!.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Suaviza
mi corazón, que es más duro que cualquier metal o piedra, oh Salvador, para
que, salvado, pueda clamar con verdadera compunción: ¡Bendito seas, oh Dios de
nuestros padres!.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Teologizando,
alabemos al Hijo, al Espíritu y al Padre sin principio en una sola Esencia y en
tres Personas, clamando: ¡Bendito seas, oh Dios de nuestros padres!.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Vencido
servilmente por los malos y pecaminosos hábitos, me postro ante Ti, oh Maestro
de todos: ¡Líbrame de esta vil esclavitud!.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Con
Tu inconmensurable poder, complácete en reafirmar mi alma, que ha sido
debilitada por el pecado, para que, salvado, pueda clamarte: ¡Bendito seas, oh
Dios de nuestros padres!.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Con
divina razón y ferviente arrepentimiento, dígnate iluminar mi mente y mi alma,
que ha sido oscurecida gravemente por el pecado, oh Llena de gracia de Dios,
para que con el arcángel, pueda cantarte: ¡Alégrate, oh Señora!.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Por
medio de los inicuos y apasionados movimientos de mi carne, he sido arrojado
completamente a la muerte, oh Theotokos. Deposita
la gracia del Paráclito en mi alma, para que de forma sagrada pueda glorificarte
siempre, oh Santísima.
Oda VIII
Irmos: La
Triple imagen resplandeciente de Dios soltó los lazos y apagó la llama, y toda
la creación Te bendijo como Benefactor, Salvador y Consumador de todo.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Libérame
de la ardiente destrucción de los pensamientos inicuos, oh mi Jesús, para que
pueda glorificarte con un corazón puro.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Con
Tus ministros incorpóreos Te alabamos, oh poderosa y consumadora Trinidad, y
nosotros, Tus siervos hechos del polvo, Te exaltamos supremamente.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Elimina
de mi alma los asaltos destructivos de mis enemigos invisibles, oh Paráclito, y
por Tu gracia, complácete en morar allí.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Concédeme
las peticiones que, con temor y amor, Te pido diligentemente en oración, oh
Consolador.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Oh
Maestro, sana mi alma como solo Tú sabes, pues siempre está acosada por
orgullosos pensamientos malignos.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Habiendo
pecado más que la pecadora y Esaú, acudo a Tu compasión: no alejes Tu gracia de
mí, oh Santísimo Paráclito.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, un solo Señor.
Amando
el pecado más que cualquier otro hombre, oh alabadísimo, acudo a Ti. Salva a Tu
indigno siervo.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
Alabadísima, hazme ser un amante de la divina filosofía de la Verdad,
estableciéndome con temor y amor.
Oda IX
Irmos: ¡Alégrate,
oh Reina, gloriosa entre las madres y las vírgenes!. Pues aun la boca más hábil
más elocuente y divina es capaz de alabarte como eres, y toda mente se asombra
al intentar comprender tu alumbramiento. Por tanto, juntos, Te glorificamos.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Oh
mi Salvador, Iluminación y Defensa. Por las súplicas de Tu purísima Madre, no
me alejes de Tu gozo divino.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Postrándome
con temor, yo que soy polvo, Te adoro con las huestes celestiales, y te clamo
con amor: ¡Oh Santísima Trinidad, gloria a Ti!.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Sálvame,
pues alabo, adoro y glorifico el dominio de Tu inalcanzable gloria.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Enséñame
la recta moral, la instrucción de la ley y el entendimiento de los dogmas
divinos, para que pueda alabarte en forma agradable, oh divino Paráclito.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Dígnate
concederme la gozosa celebración de los justos que Te han complacido, para que
con ellos pueda alabarte, oh Santísimo Consolador.
Gloria
a Ti, Dios nuestro, Gloria a Ti.
Anulando
el terror de mi alma y todos sus diversos males y malicia, oh Santísimo
Paráclito, adórnala con la corona de las virtudes.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Oh
Purísima Virgen, por sus santas oraciones sana mi desdichada alma, que se ha
corrompido por toda clase de fornicación.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
divina Mediadora entre Dios y el hombre, Santísima Theotokos, te
ruego que dirijas mi pobre súplica al divino Paráclito.
Y
de nuevo:
Salva
a Tu siervo de las desgracias, oh buen Consolador, pues los impuros demonios me
asedian grande y constantemente con viles pensamientos y engaños.
En
tu compasión, mira la dureza de mi corazón, oh Santísima
Theotokos, e ilumina la oscuridad de mi alma.
Y
estos troparios:
En
verdad es digno magnificarte, oh Logos de Dios, ante Quien tiemblan los
querubines y se llena de temor, y a Quien las huestes celestiales glorifican:
Cristo, Dador de vida, que sin cambio alguno se encarnó de la Virgen.
En
verdad es digno magnificarte con glorificaciones y alabarte, oh Bueno y Santo,
Preservador de nuestra vida, Grande e Inconcebible, que con el Padre y el Hijo
reinas como Dios sobre todas las cosas visibles e invisibles, el Espíritu e
Dios, que procede del Padre.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Con
himnos divinos Te alabamos a Ti como Dios: al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo, el Poder tripartito, la única Monarquía y Dominio.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
Señora, Madre del Libertador, acepta las súplicas de tus infructuosos siervos,
y así, concédenos la liberación de los pecados y la aceptable corrección de una
vida complaciente a Dios.
Oración al Espíritu Santo
Oh
Soberano, Paráclito, que eres Uno de la santa, adorable, consubstancial e
indivisible Trinidad. Acepta esta pobre súplica que has permitido ofrecer a
este hombre pecador y condenado, y perdona mis ofensas, voluntarias e
involuntarias. Purifícame de mis pecados ocultos, y ten piedad de Tu siervo
frente a los pecados de otros. Extiende Tu favor sobre mí, pecador e indigno,
visita la enfermedad de mi alma con Tu gracia, y sana su estado corrompido.
Ten
misericordia de mí, oh Maestro, Paráclito y Dios. Ten misericordia de mí,
santifica mi alma y cuerpo, ilumina mi mente y razón, y purifica la conciencia
de mi alma de toda deshonra. Y para gloria de Tu Nombre, líbrame de los
pensamientos impuros, de las maquinaciones de los malvados y de las intenciones
del mal, de toda vanagloria, orgullo y auto engrandecimiento, de toda
arrogancia y audacia, de toda hipocresía farisaica y de mis malos hábitos.
Concédeme un arrepentimiento sincero, contrición y humildad de corazón,
mansedumbre y serenidad, y toda reverencia cristiana, comprensión y destreza
espiritual, con toda nobleza, agradecimiento y perfecta paciencia.
Sí,
oh Dios, por la gloria de Tu Nombre, escucha al pecador que Te suplica, y
concede que por el recuerdo de mi desdichada vida pueda arrepentirme
sinceramente de mis iniquidades con toda humildad de mente, castidad y
verdadera templanza, habiendo alejado toda duda, insensibilidad y ánimo
doblegado, y presérvame completamente en una confesión piadosa y ortodoxa de la
fe cristiana, oh Maestro, para que me sea concedido todos los días de mi vida
alabarte sin duda, bendecirte y glorificarte, y decir: ¡Oh Santo Dios, Padre
sin origen!. ¡Oh Santo Fuerte, Su Hijo, que es igualmente sin principio!. ¡Oh
Santo Inmortal, Espíritu Santo que procede del Padre y que permanece y descansa
en el Hijo!. ¡Oh Santa Trinidad, gloria a Ti!. ¡Gloria a Ti, oh Santa Trinidad,
que eres consubstancial, vivificadora e indivisible!.
¡Gloria
a Ti por todas las cosas!
¡Gloria
a Ti, oh Theotokos, refugio de los fieles,
liberación de los acosados por los males, y consuelo divino de mi alma!. Oh Tú
que eres llena de la gracia de Dios, confío a tu poderosa intercesión mi
desdichada alma, que ha sido herida por las flechas del enemigo, y protégela y
sálvala indemne de las acechanzas de los demonios, para que pueda clamarte:
¡Alégrate, Novia no desposada!.
San
Máximo el Griego (+ 21 de enero de 1556), fue
encarcelado en Rusia, y desterrado al monasterio de Volokolamsk, donde sufrió
hambre, mucho frío y toda clase de tormentos. Allí, estaba desprovisto de todo,
incluso fue privado de la Santa Comunión y de libros, y sólo la oración lo
sostenía. El Señor no lo abandonó, sino que un día, se le apareció un ángel y
le dijo: “¡Ten paciencia!. Serás liberado de tormento eterno por los
sufrimientos de aquí abajo”. Dando gracias a dios por este consuelo celestial,
San Máximo compuso un canon poético en honor al Espíritu Santo. Privado de
papel y lápiz, lo escribió en las paredes de su celda con carbón. Este canon se
canta el Domingo del Espíritu Santo en ciertos monasterios Rusos y Serbios.