Monday, October 12, 2015

“Porque angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran” (Mateo 7:14) ( San Nectario de Egina )


Debemos hacer todo lo que podamos para adquirir la virtud y la sabiduría moral (phronesis), pues el premio es hermoso y la esperanza grande.

La vía de acceso a la virtud es una vía de esfuerzo y trabajo: “Porque angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran” (Mateo 7:14), mientras que la puerta del vicio es amplia y el camino espacioso, pero conduce a la perdición.

La virtud es la realización de la ley divina. San Basilio el Grande escribe: “La virtud es la acción de evitar el mal y hacer el bien”. El que participa en la verdadera virtud participa de Dios mismo, porque Dios es enteramente virtud. San Basilio dice: “De todas nuestras posesiones, la virtud es la única que no puede ser quitada; la virtud permanece con nosotros en esta vida y después de la muerte”.

La fe la esperanza y la caridad son los mandamientos esenciales que Jesús nos ha enseñado. Son las virtudes fundamentales del cristianismo, reveladas al mundo por Dios. La fe es la fuente primera de la virtud y la fuerza. La esperanza es consuelo, alivio, sostén de los que se afligen, arrancándolos del abismo de la desesperación, y un alejamiento del alma sobrecargada por el peso de las injusticias del mundo y de las desgracias pesadas y violentas: “Venid a Mí todos los agobiados y los cargados, y Yo os haré descansar” (Mateo 11:28). El amor es el lazo que unifica la sociedad y la fraternización de toda la humanidad. Es el fundamento de la bondad de los hombres así como de todas las virtudes. Es la escalera que eleva al hombre a la perfección, transformándolo en imagen y semejanza de Dios.

El amor de Dios es conocimiento de Dios, pues el que ama, ama lo que conoce, y es imposible amar a lo que es desconocido. El amor de Dios expresa el deseo de estar unido a Él como suprema bondad.

San Nectario de Egina


                                  Catecismo Ortodoxo 

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Las Bienaventuranzas de Cristo Dios


1: Bienaventurados y felices serán los pobres del espíritu porque de ellos es y será la realeza increada de los cielos; (bienaventurados y felices son y serán aquellos que están pobres de males y pecados en el espíritu de su corazón de la psique e humildemente sienten su pobreza espiritual y su dependencia integra de Dios, porque de ellos es y será la realeza increada de los cielos).
 

2: Bienaventurados y felices los que están en luto, afligidos por sus pecados y del mal que domina el mundo, porque ellos serán consolados por Dios.
 

3: Bienaventurados y felices los apacibles, afables porque ellos heredarán la tierra; (Bienaventurados y felices los que dominan su ira, porque ellos recibirán como herencia de Dios la tierra prometida y desde esta vida disfrutarán los bienes de la herencia de la realeza increada celeste).
 

4: Bienaventurados y felices los hambrientos y sedientos de justicia, porque ellos serán saciados (Dichosos los que anhelan como hambrientos y sedientos la justicia, porque de ellos serán satisfechos plenamente sus deseos de justicia);
 

5: Bienaventurados y felices los misericordiosos y caritativos, más los que se compadecen con las desgracias del prójimo, porque ellos alcanzarán la misericordia increada de Dios el día del juicio;
 

6: Bienaventurados los sanados, puros y limpios del corazón, o los que han hecho la catarsis, la sanación y limpieza de su corazón de cada mancha del pecado, porque ellos contemplarán y verán a Dios;
 

7: Bienaventurados y felices los pacificadores o los que hacen obra de paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios; (Dichosos los que a su interior por su santificación tienen la paz y la transmiten también a los demás, pacificándolos entre sí y con Dios, porque ellos serán reconocidos y proclamados en el mundo celeste hijos de Dios).
 

8: Bienaventurados y felices seréis los perseguidos por ser justos, virtuosos y perfectos cristianos, porque de ellos es y será la realeza increada de los cielos.
 

9: Bienaventurados y felices seréis los que os habéis convertido en mis discípulos cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros todo tipo de calumnias y mentiras por causa mía.
 

Alegraos y deleitaos porque vuestra recompensa en los cielos será grande e incalculable. Porque también persiguieron a los profetas que ha mandado Dios antes que vosotros.

                               Catecismo Ortodoxo 

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