Exhortamos a ustedes para que sobre todo recuerden sobre la fe de los Padres y no se dejen engañar por aquellos que se esfuerzan por llevarlos a la soledad. Además, pues, saben que, el que en sí mismo no tiene vida de la luz de fe en Dios, no da utilidad ni verdadera confesión de la fe; sin vida ejemplar no puede recomendarnos al Señor.
Para ustedes, es necesario pues, unir las dos cosas para que el hombre, entregado a Dios, sea perfecto y la vida no tambalee por la falta de una de las dos. Porque la fe que nos salva - como dice el Apóstol - es aquella que obra mediante el amor. Nosotros creemos en un sólo Espíritu Santo. Consolador, del cual nosotros hemos recibido su sello en el día del Bautismo (Ef. 4:30); en el Espíritu de verdad, en el Espíritu de hijos, con el cual llamamos: "¡Abba Padre!" en el Espíritu Santo, que reparte a cada uno para utilidad, como quiere, y obra los dones de Dios en el espíritu; en el Espíritu Santo, que enseña y recuerda todo lo que oyó del Hijo; en el Espíritu Bueno que orienta a todos a la verdad, que confirma a todos los fieles en el seguro conocimiento; en la verdadera confesión, en el servicio divino, y en espíritu adoramos a Dios. El Espíritu Santo que enseña a inclinarse ante el verdadero Dios, Padre y a su único Hijo-Señor y Dios, nuestro Jesucristo y a sí mismo.
San Basilio el Grande
Para ustedes, es necesario pues, unir las dos cosas para que el hombre, entregado a Dios, sea perfecto y la vida no tambalee por la falta de una de las dos. Porque la fe que nos salva - como dice el Apóstol - es aquella que obra mediante el amor. Nosotros creemos en un sólo Espíritu Santo. Consolador, del cual nosotros hemos recibido su sello en el día del Bautismo (Ef. 4:30); en el Espíritu de verdad, en el Espíritu de hijos, con el cual llamamos: "¡Abba Padre!" en el Espíritu Santo, que reparte a cada uno para utilidad, como quiere, y obra los dones de Dios en el espíritu; en el Espíritu Santo, que enseña y recuerda todo lo que oyó del Hijo; en el Espíritu Bueno que orienta a todos a la verdad, que confirma a todos los fieles en el seguro conocimiento; en la verdadera confesión, en el servicio divino, y en espíritu adoramos a Dios. El Espíritu Santo que enseña a inclinarse ante el verdadero Dios, Padre y a su único Hijo-Señor y Dios, nuestro Jesucristo y a sí mismo.
San Basilio el Grande