Monday, January 18, 2016

La Santísima Virgen María, Madre de Dios



La Virgen María tiene un importante lugar en la Iglesia Ortodoxa, el que fácilmente se puede observar con el simple hecho de entrar a un templo ortodoxo: siempre hay al menos un ícono de la Virgen María notoriamente visible a los fieles. Entre todos los santos, la Santísima Virgen María goza de un lugar singular. Es venerada como la más excelsa de todas las criaturas de Dios, "mas venerable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines," como cantamos en uno de los himnos de la Divina Liturgia.


Los datos más antiguos que tenemos acerca de María, los encontramos en el Nuevo Testamento, y también en los escritos llamados los "evangelios apócrifos". Estos son documentos compuestos en los primeros días de la iglesia, que no fueron aceptados finalmente como "Evangelios Canónicos" incluidos en el Nuevo Testamento, pero que si son una fuente que nos enseña acerca de la vida de María. Algunos de estos evangelios apócrifos que relatan detalles de su vida incluyen el Proto Evangelio de Santiago, el Pseudo-Mateo, y el Evangelio de la Natividad de María.


De estas fuentes apócrifas, sabemos que el padre de María era Joaquín, un hombre justo, pastor de ovejas, de la tribu de Judá, y que vivía en Nazaret. Era muy generoso, y tenía como costumbre dar un tercio de sus bienes a los pobres, a las viudas y a los huérfanos, otro tercio al templo y a las personas que servían en él, y el último tercio lo guardaba para sus necesidades y las de su familia. La madre de María se llamaba Ana, hija de un sacerdote del templo judío, que había nacido en Belén. Joaquín y Ana habían estado casados por muchos años, pero no tenían hijos. Esto, en la cultura de su tiempo, se consideraba como una maldición de Dios, una humillación delante de todos. Rogaban incesantemente a Dios que les diera hijos, prometiéndole que le dedicarían la vida de su hijo o hija. Un día, un ángel del Señor visitó a Joaquín mientras pastoreaba, y le anunció que Ana daría a luz a una niña. Luego el mismo ángel también apareció a Ana, dándole la misma noticia. Se alegraron mucho y agradecieron a Dios Su Gran Misericordia. La Iglesia Ortodoxa celebra la fiesta de la concepción de María por sus padres, el día 9 de diciembre. Celebramos su nacimiento el 8 de septiembre. Cumpliendo con su promesa a Dios, Joaquín y Ana llevaron después a la pequeña María al templo para dedicar su vida a Dios. Esta fiesta, la Presentación de María en el Templo, la celebramos el 21 de noviembre.


María en la Biblia


En el Nuevo Testamento, encontramos referencias a María en los Evangelios y en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.


Del Evangelio según San Lucas, sabemos que un ángel del Señor fue enviado a  María, cuando era una joven virgen comprometida con José, para anunciarle que nacería de ella el Niño Dios, por obra del Espíritu Santo.  (Lucas 1, 27 al 38) "El ángel…le dijo, 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.' " María, ante esta asombrosa nueva, aceptó gozosa. "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra." (Lucas 1, 38) El Evangelio de Mateo también afirma que María concibió a Jesús por medio del Espíritu Santo. "El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran, se halló que ella había concebido del Espíritu Santo." (Mateo 1,18) Luego la Iglesia expresó esto mismo en el Credo Niceo-Constantinoplano, escrito en los primeros dos Concilios Ecuménicos en los años 325 y 381. "Y en un solo Señor Jesucristo… quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación, descendió del cielo, se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo hombre."


De igual forma sabemos,  del Evangelio según San Lucas, que María era prima de Isabel (Elizabeth), la madre de San Juan Bautista, y que ella fue a visitarla antes de que naciera su hijo. "Aconteció que, cuando Isabel oyó la salutación de María, la criatura saltó en su vientre. E Isabel fue llena del Espíritu Santo." (Lucas 1,41)


El Evangelista San Juan relata que María estuvo presente cuando Jesús hizo su primer milagro en Caná de Galilea, cuando convirtió el agua en vino, en la celebración de unas bodas. (Juan 2,1 al 11)


En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se relata que María permaneció junto a los discípulos después de la muerte y resurrección de Jesús : "Todos éstos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de Él," (Hechos 1,14) y que estaba con ellos también en la Fiesta de Pentecostés, cuando recibieron el Espíritu Santo (Hechos 2,1). Ella, que había cobijado a la divina Persona del Hijo de Dios en su vientre por poder del Espíritu Santo, ahora recibe el Espíritu Santo en su divino descendimiento.


María en la Iglesia


En la Iglesia Ortodoxa, todo cuanto creemos y afirmamos acerca de María, se relaciona directa y explícitamente con nuestra fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad Hecho Hombre. La "Mariología" está imprescindiblemente relacionada con la "Cristología," con nuestra fe en la Encarnación.  Sostenemos  dos dogmas acerca de María : primero, como ya hemos dicho, que ella concibió a su Hijo Jesucristo por obra del Espíritu Santo, como encontramos en el Credo Niceo-Constantinoplano. El segundo dogma acerca de María fue proclamado por el tercer Concilio Ecuménico, celebrado en Efeso en al año 431. Este dogma afirma que María es Theotokos, es decir, "La que Dio a Luz a Dios", Madre de Dios, y no solamente Cristotokos, o sea, únicamente Madre de Cristo.


Asimismo la Iglesia nos enseña acerca de María en su himnología. Numerosos himnos y oraciones son de alabanza o de súplica a la Santísima Virgen María.  Al comienzo de cada Divina Liturgia, el primer himno (antífona) que se canta es a María : "Por las intercesiones de la Madre de Dios, Sálvanos oh Salvador." También, después de la consagración del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, se canta un himno de alabanza a la Virgen María. "Verdaderamente es digno bendecirte, oh Madre de Dios."


La iconografía también es fuente de enseñanza acerca de la Madre de Dios. Los íconos de ella siempre la demuestran con el Niño Jesús en sus brazos, tal como se ve en el ícono de ella que se encuentra en el iconostasio o en el ápside del altar. Esto manifiesta que la principal importancia de María es que haya dado a luz a Dios-Hijo. Un ícono de la Santísima Virgen María es siempre imagen de la Encarnación. Otros íconos demuestran distintas fiestas que celebramos de ella : su nacimiento, su presentación en el templo, y su dormición, entre otros.


María, la Madre de Dios,  figura prominentemente en los escritos de los Santos Padres de la Iglesia. Encontramos referencias a ella en sus escritos tan temprano como el siglo II. San Ignacio de Antioquía, a quien la leyenda identifica con el niño que acogió Jesús en sus brazos cuando habló del reino, es considerado como el "primer escritor mariano".  Este santo, que sufrió el martirio en los primeros años del siglo II, afirma que Nuestro Dios Jesucristo fue llevado por María en su seno, conforme a la disposición divina, y que María la Madre de Nuestro Señor era en verdad virgen. San Ambrosio, Obispo de Milán en el siglo IV, dijo : "La vida de María es una regla de vida para todos. " También en el siglo IV, San Cirilo de Jerusalén, quien fuera una importante figura en el Concilio de Efeso, en el sermón que se considera como el más célebre de la antigüedad sobre María, dice así : "Regocíjate, María Madre de Dios, venerable tesoro del mundo entero, luz inextinguible, corona de virginidad,  báculo de la Ortodoxia, templo indestructible que contiene lo incontenible… es a través de ti que se glorifica y se adora a la Santísima Trinidad; mediante tuyo, se venera a la preciosa Cruz en el mundo entero; por ti los cielos se alegran, los ángeles y los arcángeles se regocijan, y los demonios huyen;… por ti toda la creación ha alcanzado el conocimiento de la verdad. "San Juan de Damasco, en el siglo VII-VIII, afirma que ella es virgen "en mente, en alma y en cuerpo," y nos asegura que "en ella se personifica todo el misterio del plan divino de la salvación." San Andrés de Creta lo expresa de la siguiente manera : María es "la ciudad viva del Rey y Dios, en que Cristo habitó y obró nuestra salvación."

 

  

María en las Fiestas de la Iglesia.


En el Año Litúrgico Ortodoxo, las fiestas dedicadas a la Santísima Virgen María son :  la Natividad de María (8 de Septiembre), en que celebramos su nacimiento;  la Presentación de María en el Templo (21 de Noviembre), en que María es presentada en el templo por sus padres San Joaquín y Santa Ana para dedicar su vida a Dios; la Anunciación (25 de Marzo), en que celebramos el anuncio del Arcángel Gabriel a ella y su libre aceptación de ser la Madre de Dios;  y la Dormición de María (15 de Agosto). Ya que nuestro año litúrgico se inicia el 1 de Septiembre, podemos ver que una fiesta principal de María (su nacimiento) lo inaugura, y otra (su Dormición) lo cierra. La Anunciación se basa en el texto del Evangelio según San Lucas (capítulo 1). Conocemos los acontecimientos que celebramos en las tres otras fiestas por los escritos del Evangelio Apócrifo de Santiago. Además de estas fiestas mayores, durante todo el año celebramos otras fiestas menores en que recordamos a María, la Santísima Virgen y Madre de Dios.


 


María en la Oración.


En el tesoro de su himnología, la Iglesia Ortodoxa incluye dos oficios distintivos a la Virgen María : El Paráclisis y el Acathiston. El Paráclisis es un oficio de súplica a María, tradicionalmente celebrado a diario durante las 2 semanas de Cuaresma en preparación a la Fiesta de la Dormición (1 a 14 de agosto). El AKathiston es celebrado en nuestra iglesia los días viernes por la tarde durante la Gran Cuaresma, y el una oración de alabanza a la Virgen. Es atribuido a San Romanos el Melodista.


Además de estos singulares oficios, existen himnos a María denominados "Theotokion" (de la palabra griega Theotokos, o Madre de Dios), una para cada fiesta que la Iglesia celebra. Esta insistencia de la Iglesia en recordar a María en su vida litúrgica en forma constante, demuestra la gran importancia que tuvo la libre colaboración de María en el Plan Divino de la Salvación.


 


María en la Vida de los Cristianos Ortodoxos.


La Santísima Virgen María no fue un simple instrumento pasivo en la obra de nuestra salvación. Ella podía aceptar la invitación de Su Creador, o bien rechazarla. Pero su respuesta a Dios fue un "si", libre y valiente. Ella personifica la libertad humana restaurada. En ella vemos la vocación de cada mujer y de cada hombre, de la humanidad entera. María es la simiente e imagen de la Iglesia. Ella siempre buscó realizar, en su propia conciencia, el significado de su maternidad divina.


Dios ofrece a cada ser humano el libre don de vida nueva en Su Reino Eterno. Depende de nosotros, de cada uno individualmente, de aceptar este don, o rechazarlo. María es el signo de la aceptación de este don divino.


María participó en la obra de nuestra salvación no sólo corporalmente, sino también mediante su fe personal y obediencia. Se abrió al Espíritu del Altísimo. En la conciencia de la Iglesia, la imagen de María no es una de feminidad frágil y pasiva. Ella es la Nueva Eva, arquetipo de la plena y verdadera humanidad, llena de la gracia vivificadora del Espíritu.


Glorificamos a María por la maternidad que ella recibió de Dios por el Espíritu Santo. Ella nos revela la vocación más alta de todo ser humano : Dar a luz a Dios en uno mismo, y para toda la creación, por el Espíritu Santo.


En Nazaret de Palestina hace 2000 años, un ángel visitó a una joven Virgen, y ella acogió con regocijo su saludo. Mediante ella, el mismo saludo se dirige a la humanidad entera.


En Griego tambien se llama Panagia. Panagia Es mas Superior de todos los Santos.

                                   Catecismo Ortodoxo 

                    http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/

La Señal de la Cruz


Para hacer la señal de la cruz debemos juntar los tres primeros dedos de la mano derecha (pulgar, índice y medio) y los otros dos (anular y meñique), se doblan hacia la palma.
Los tres primeros dedos nos demuestran nuestra fe en la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Los dos dedos doblados, significan que el Hijo de Dios bajó a la tierra siendo Dios y se hizo hombre, demostrándonos sus dos naturalezas, la divina y la humana.
Al iniciar la señal de la cruz ponemos los tres dedos juntos en: la frente, para santificar nuestra mente; en el pecho para santificar nuestros sentimientos interiores; al hombro derecho y después al izquierdo, para santificar nuestras fuerzas corporales.
La señal de la Cruz en la tradición bizantina, es en realidad la forma original que tuvo esta práctica entre todos los cristianos de los tiempos de la Iglesia Indivisa tanto de Occidente, como de Oriente.
Esta manera antiquísima de persignarse que aún se conserva en el seno de la Iglesia Ortodoxa, expresa de manera simple y lógica la doctrina trinitaria, puesto que el cristiano cuando pone sus dedos de la frente al pecho, lo hace diciendo en nombre del Padre, cuando se dirige al hombro derecho, dice en nombre del Hijo, y cuando se dirige al hombro izquierdo, dice en nombre del Espíritu Santo, y esto tiene su razón de ser, y es la siguiente: el Hijo está sentado a la derecha del Padre; es por eso que entre los ortodoxos la señal de la Cruz se hace de derecha a izquierda, y no a la inversa como es el uso común entre los cristianos de Occidente.
Cuando nos persignamos debemos hacerlo repitiendo mentalmente: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén." Así demostramos nuestra fe en la Santísima Trinidad. En nuestro deseo de vivir y trabajar para la gloria de Dios. La palabra Amén significa: "De verdad" o "Así sea."
La señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal. Tenemos que hacerlo correctamente, sin apuro, respetuosamente y conscientemente del acto que significa el persignarse. Debemos persignarnos: al iniciar, durante y al final de una oración; al reverenciar los iconos; al entrar y salir de la Iglesia; al besar la vivificante Cruz; también hay que hacerlo en los momentos críticos de nuestras vidas, en alegrías y pena, en dolor y congoja; antes y después de las comidas.


                                     Catecismo Ortodoxo 

                       http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/