Tuesday, May 31, 2016

La Iglesia Ortodoxa le ha dado a la Virgen María dos títulos principales que corresponden a su lugar en esos dos “centros” de la vida eclesial. “Theotokos” (Madre de Dios) y “Panagia” (Santísima).


La Iglesia Ortodoxa le ha dado a la Virgen María dos títulos principales que corresponden a su lugar en esos dos “centros” de la vida eclesial. 


“Theotokos” (Madre de Dios) y “Panagia” (Santísima). La palabra “Theotokos” la coloca en el centro del dogma ortodoxo, porque testifica esa fe en que ella dio a luz a Dios hecho hombre, no a un hombre al que posteriormente descendió Dios. 

El término “Santísima” se refiera al lugar que tiene la Virgen entre los fieles, como una “más santa que todos los santos”, que está en el centro de la Iglesia y de su vida de oración. Cada vez que la recordamos en nuestras peticiones litúrgicas, la llamanos “Santísima (Panagia) Madre de Dios (Theotokos) y Siempre Virgen (Aeiparthenos) Maria”. Así, en sus íconos, como Theotokos es siempre representada portando en brazos a Su hijo. 
Como Panagia es representada con los brazos extendidos en oración, como un miembro de la Iglesia, y Su Hijo en igual postura, pero no portado en brazos por ella. La Virgen No es Representada Nunca sin su Hijo.

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Salmo 35



1. El malvado habla para pecar dentro de sí,

no hay temor de Dios delante de sus ojos.

Porque simuló ante su propia faz,

para no ver su maldad y aborrecerla.

Las palabras de su boca son iniquidad y dolo,

no quiso entender para obrar bien.

En su lecho meditó iniquidad,

se llegó a todo camino no bueno y la maldad no odió.
 

5. Señor, Tu misericordia está en el cielo

y Tu verdad hasta las nubes

y Tu justicia es cual los montes de Dios.

Tus juicios son cual vasto abismo,

hombres y bestias salvarás, oh Señor.

¡Cómo has multiplicado Tu misericordia, oh Dios!

Los hijos de los hombres esperarán al abrigo de Tus alas,

se embriagarán con la opulencia de Tu casa

y con el torrente de Tus delicias los abrevarás.
 

10. Porque contigo está la fuente de vida, en Tu luz veremos la luz.

Extiende Tu misericordia ante los que Te conocen

y Tú justicia ante los rectos de corazón.

Que no venga contra mí el pie de soberbia

y la mano de pecadores no me mueva.

Allí cayeron todos los que obran la iniquidad:

expelidos fueron y no pudieron, no, tenerse.
 

+ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

- Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, oh Dios. (tres veces)
 

- Kirie eleison. (tres veces)
 

+ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
 

Catecismo Ortodoxo 

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Saturday, May 28, 2016

El Cáliz Sagrado.


Esta historia ha sucedido hace poco tiempo en uno de los templos de San Petersburgo. Un domingo, durante la Divina Liturgia, cuando comulgaban los feligreses, la atención de la gente atrajo un niño rubio que estaba parado cerca del altar. El observaba con mucha atención a los comulgantes y de vez en cuando estallaba en alegre risa infantil. En vano trataban algunos de aquietarlo, hasta el momento que terminó la Comunión. Entonces los padres del niño, muy extrañados, le preguntaron cuál fue la causa de su risa y él les contestó: "Mirando a las señoras y los señores acercarse al Cáliz, vi que hacia algunos se les acercaba volando una palomita blanca. Apenas el señor o la señora abrían la boca para recibir los Dones, el pajarito tomaba los Dones de la cucharilla con el pico y salía afuera. Las personas no veían a la paloma y cerraban la boca creyendo haber completado su comunión, y esto me daba mucha risa."
Una persona no creyente tomaría la respuesta del niño por una fantasía, pero un corazón entregado a la fe no puede ser indiferente ante el significado místico de la visión enviada por Dios a la imaginación infantil. Efectivamente, ¿no es temible acaso pensar que Jesucristo a muchos de nosotros nos impide comulgar del Sagrado Cáliz debido a que nos acercamos a Él sin prepararnos y ser dignos de recibirlo? : "porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor" (1Cor. 11:29), dice el Apóstol Pablo. Existen normas cuyo cumplimiento ayuda a los comulgantes recibir decentemente los Sagrados Dones: completa abstención de cercanía conyugal por estos días, examen de propia conciencia, confesión, oración, lectura de la Escritura Sagrada, participación en los oficios religiosos — cada cual en la medida de sus posibilidades y aplicación. Antes de comulgar se debe confesar, mas si la persona comulga varios días seguidos, como por ejemplo en el Gran Ayuno o en ciertos períodos festivos, puede prescindir de la confesión repetida siempre con el permiso del párroco.
La liturgia está por terminar y el comulgante a punto de unirse a Cristo. Se abren las Puertas Reales. El diácono exclama: "Proceded con temor de Dios y la fe…" Temor de Dios y la fe son los sentimientos que deben imprimirse en el corazón de cada uno de los que se acercan al Cáliz. Este no es el momento de charlas, agitación o vanidad.
¿Quién de nosotros no ha presenciado el amontonamiento de la gente delante de la Sagrada Cáliz? Empujándose uno al otro, tratando llegar primero a los Santos Dones, ignorando la apaciguadora voz del sacerdote. Con el comportamiento indigno delante del Cáliz se anula en un instante toda la labor de preparación y sumisión. Entonces la paloma invisible que vió el niño mencionado no dejará a uno recibir los Santos Dones y en el sacramento obtendrá, en lugar de la vida eterna, el reproche y castigo de Dios. Para evitar todo ello cada comulgante debe saber y cumplir muy bien todas las normas que la Iglesia ha establecido para proceder en la Comunión.

He aquí dichas normas:

• Delante de la Cáliz se debe prostrarse ; si hay mucha gente — hacerlo previamente aparte.
• Cuando se abren las Puertas Reales, se debe persignarse y colocar las manos sobre el pecho en la forma de cruz, la derecha sobre la izquierda; así comulgar y no cambiar la posición de las manos mientras se retira del Caliz.
• Se debe acercar por el lado derecho del templo, dejando el izquierdo libre.
• Primero comulgan los que atienden en el altar, luego los monjes, los niños y solamente despues los demás. Se debe dejar paso a las personas y evitar los empujones.
• Al acercarse a la Caliz, decir claramente su nombre, recibir los Santos Dones, masticarlos si es necesario y tragar inmediatamente, luego besar la parte inferior de la Caliz como la costilla de Cristo.
• No se pude tocar el Caliz con la mano, ni besar la mano al sacerdote.
• ¡Esta prohibido persignarse delante del Caliz! Elevando la mano para hacer el signo de la Cruz, uno puede casualmente tropezar con la mano del sacerdote y volcar los Santos Dones.
• Retirándose hacia la mesita con bandeja, se debe tomar el antidor y beber el vino mezclado con agua caliente.
• Cuando los Santos Dones se dan de varios Cálices, se debe tomarlos sólo de una; no se permite comulgarse dos veces el mismo día.
• En el día de la Comunión no se debe arrodillar, salvo inclinaciones ante el Sudario de Cristo el Sábado Mayor y las oraciones con arrodillamiento el día de Santa Trinidad.
• Al volver a casa, antes que nada, se debe leer las oraciones de agradecimiento por la Santa Comunión; si estas oraciones se leen en la iglesia, se las debe escuchar ahí.

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Amor y Humilidad ( Abba Filotheos Zervakos )


Un consejo que te doy es que te esfuerces por adquirir la humildad, y otro es que te esfuerces con el amor. La razón por la que todos pecamos es que no tenemos humildad y amor. Si todos tuvieran humildad y amor, vivirían como los ángeles y no habría ningún mal sobre la tierra. Todos los males, todos los pecados, el libertinaje orgulloso, el adulterio, la fornicación, la sodomía..., todos juntos proceden de la falta de humildad y amor. Y, ¿cómo puede el hombre adquirir estas grandes virtudes? Las adquiriré no siendo descuidado y dormitando, sino rezando y forzándose a sí mismo (Mateo 11:12; Lucas 16:16). El descuido produce todos los males y desgracias, mientras que la diligencia supera todas las dificultades y conduce al hombre al camino de la felicidad. Los antiguos sabios solían decir: “Todo se convierte en esclavo de la diligencia”. Cuando pidas a Dios con diligencia, entusiasmo, piedad y fe, Él te lo dará, pues dijo: “Pedir y se os dará; buscad y encontraréis” (Mateo 7:7; Lucas 11:9). Si guardes estos dos consejos míos, la humildad y el amor, tendrás contigo a Dios, tanto aquí, en esta vida temporal, como mucho más en la vida eterna, donde te hará heredero de Su reino celestial...

Abba Filotheos Zervakos

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Monday, May 23, 2016

Akathisto a la Madre de Dios En su Icono Milagroso de Kazan


Contaquio I
A Ti, oh Theotokos, auxilio de la raza cristiana, que eres elegida entre todas las generaciones, y que cubriste a los ortodoxos de nuestra tierra con la protección de tu bondad, te ofrecemos himnos de acción de gracias por la revelación de tu milagroso icono. Y como eres grandemente misericordiosa con los que acuden a ti, ayúdanos en nuestras penas y necesidades, en todas las tribulaciones y peligros, para que podamos clamarte: “¡Alégrate, o ferviente auxilio de la raza cristiana!”.
Ikos I
Un ángel, y principal entre ellos, fue enviado a decir: ¡Alégrate!, a la Theotokos, cuando Dios el Verbo se encarnó en Su vientre, y nosotros, pecadores, glorificando la manifestación de Su icono con su divino Hijo, Cristo el Salvador, con compunción le clamamos a la Llena de gracia:
Alégrate, Doncella divinamente elegida.
Alégrate, Theotokos.
Alégrate, Reina del cielo y de la tierra.
Alégrate, radiante adorno de la Iglesia del cielo y de la tierra.
Alégrate, tú que eres alabada por los serafines.
Alégrate, espléndido cumplimiento de las profecías.
Alégrate, alabanza de los mártires.
Alégrate, corona de los venerables.
Alégrate, gozo de los justos.
Alégrate, esperanza de los pecadores.
Alégrate, pues eres honrada por los ángeles.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio II
Contemplando desde las alturas de tu morada celestial, donde moras con gloria con Tu Hijo, sobre las penas de tus siervos, en la nueva e iluminada ciudad de Kazan, que a causa de la visita de la ira de Dios, la Fe de Cristo fue burlada por la malvada religión de los musulmanes, te complaciste en revelar Tu icono, glorificándolo con milagros, para que, reafirmado por los signos de tu gracia, el pueblo amante de Cristo clamara a Dios con fe: ¡Aleluya!
Ikos II
La sabia doncella, queriendo entender la razón para la aparición tres veces repetida de la Theotokos, se apresuró a las autoridades, contándoles las noticias concernientes a la maravillosa manifestación y temible amenaza, y nosotros, maravillados por el entendimiento dado desde las alturas a la doncella, con reverencia le clamamos a la Toda Bendita:
Alégrate, pues perfeccionas la alabanza a Dios mediante los labios de los niños.
Alégrate, pues revelas los misterios de la gracia de Dios a los jóvenes.
Alégrate, informe dudoso para los infieles.
Alégrate, jactancia manifiesta de los fieles.
Alégrate, relámpago que atemorizas a los incrédulos.
Alégrate, pues iluminas los pensamientos de los fieles.
Alégrate, reprobación de la malvada fe de los musulmanes.
Alégrate, ruina de su orgullo.
Alégrate, confirmación de la fe cristiana.
Alégrate, santificación de la veneración de los santos iconos.
Alégrate, pues transformas nuestra pena en gozo.
Alégrate, pues nos alegras con cierta esperanza.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio III
Con la gracia de la Theotokos, el poder de lo alto hizo sabia a la doncella y le dio fortaleza para buscar los preciosos dones de Dios, y valientemente, con fe en el Señor, se dispuso a su labor. Y descubriendo el tesoro del santo icono de la Theotokos en tierra, clamó jubilosamente a Dios: ¡Aleluya!
Ikos III
Llena de preocupación compasiva por el pueblo nuevamente iluminado de Kazan, oh Señora, vertiste un torrente de milagros de tu precioso icono, concediendo la vista a los ojos de los ciegos, e iluminando espiritualmente a los ignorantes con la luz del conocimiento de Dios y la piedad, concediéndoles un refugio lejos de la tormenta bajo la sombra virginal de tu icono. Por eso, te clamamos:
Alégrate, pues dispersas la oscuridad de las circunstancias dolorosas con la aparición de tu icono.
Alégrate, pues iluminas a todos con los rayos de tus maravillas.
Alégrate, recuperación de la vista de los ciegos.
Alégrate, iluminación de los ignorantes por medio del entendimiento.
Alégrate, gloria de la Ortodoxia.
Alégrate, refugio tranquilo para los que buscan la salvación.
Alégrate, Madre de la castidad.
Alégrate, protección y salvaguarda de la virginidad.
Alégrate, Tú por quien todas las multitudes se reúnen en conjunto.
Alégrate, Tú por quien la horda de los demonios se llena de lamento.
Alégrate, ayuda que todos los cristianos anhelan.
Alégrate, gozo de todos los que están entristecidos.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio IV
El bienaventurado Hermógenes, el recopilador de los milagros de tu icono, oh Theotokos, procurando sofocar la tempestad de tumultos y la sedición que se alzó en la tierra rusa por sus enemigos, vertió sus lágrimas en oración ante él, y viendo que tu icono era como una protección y un estandarte de victoria para las fuerzas ortodoxas, fortalecido con fe, hasta el final de su vida, clamó a Dios: ¡Aleluya!
Ikos IV
Los soldados ortodoxos, escuchando el misterio revelado por el venerable Sergio al santo jerarca Arsenio de que, por la intercesión de la Theotokos, el juicio de su patria sería misericordioso, tomó el icono de la Theotokos como estandarte de victoria, rescató a la madre de las ciudades rusas de as manos del adversario y clamó a la Auxiliadora de los cristianos:
Alégrate, Madre del Dios Altísimo.
Alégrate, pues rogaste a Tu Hijo, Cristo nuestro Dios, en nombre de todos.
Alégrate, pues procuras la salvación a los que acuden a tu poderosa protección.
Alégrate, auxilio de todos en medio de las penas y las enfermedades.
Alégrate, pues concedes lo que es provechoso a los que rezan ante tu purísima imagen con corazón contrito.
Alégrate, liberación del mal para los que confían inquebrantablemente en ti.
Alégrate, refugio bueno y tranquilo.
Alégrate, rápida y ferviente protección de salvación.
Alégrate, pues viertes tu inagotable misericordia sobre nosotros.
Alégrate, pues te apresuras de antemano en nuestra ayuda.
Alégrate, pues nos liberas de todas las tribulaciones.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio V
Tu icono, oh Theotokos, se ha mostrado como una estrella guiada que ha atravesado toda la tierra de Rusia, haciendo resplandecer los rayos de tus milagros sobre los que están perdidos en el mar de esta vida de sufrimiento, alejando la oscuridad del dolor y la penumbra de toda aflicción, y guiando por el camino de la salvación a los que, con fe, recurren a ti y claman a Dios: ¡Aleluya!
Ikos V
El zar Pedro, viendo que se obraron muchas maravillas por la gracia de Dios a través del santo icono de la Theotokos, lo tomó como guía de su ejército como escudo y protección en el día de la batalla contra los suecos, y habiendo vencido absolutamente al enemigo con la ayuda de la Theotokos, estableció un perfecta piedra como fundamento para su nueva ciudad real, y puso tu milagroso icono en el corazón de aquella ciudad como santificación, protección y muralla de defensa. Por eso, clamamos a la Toda Pura:
Alégrate, habitáculo y morada de Cristo nuestro Dios.
Alégrate, lugar de Su inefable gloria.
Alégrate, ciudad animada siempre reinante.
Alégrate, palacio adornado.
Alégrate, regocijo de las ciudades y pueblos.
Alégrate, fortaleza invencible y muralla de los cristianos en medio de la tribulación.
Alégrate, jactancia de la Iglesia Ortodoxa.
Alégrate, confirmación del cetro de los reyes.
Alégrate, ayuda de los ejércitos amantes de Cristo.
Alégrate, triunfo sobre el enemigo.
Alégrate, liberación de las desgracias.
Alégrate, pues visitas a todos con tu maternal compasión.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio VI
Puestos frente a tu purísima imagen, las asambleas de los jerarcas, los reyes, los príncipes y todo el pueblo, los monjes y laicos, han proclamado tu gran misericordia, oh Theotokos, pues preservas las ciudades, proteges las comunidades monásticas y defiendes los pueblos. Y sabiendo que eres un poderoso y invencible auxilio, te ofrecen oraciones con lágrimas, para que extiendas tus manos portadoras de Dios a tu Hijo, por tu pueblo, para que lo libre de toda desgracia y peligro, y pueda clamar a Dios con acción de gracias: ¡Aleluya!
Ikos VI
Habiendo mostrado la verdadera iluminación y disipado la falsedad del Islam en la nueva ciudad iluminada, hiciste brillar la luz de tus maravillas y misericordias también en la nueva ciudad real, pues lo que acudían a tu icono sanador con fe recibían la liberación de las penas, la sanación de las enfermedades y la plenitud del gozo, clamándote con fervor:
Alégrate, fuente inagotable de santidad.
Alégrate, río crecido con la gracia de Dios.
Alégrate, reconciliación de los pecadores con Dios.
Alégrate, limpieza de nuestras almas.
Alégrate, instructor de la piedad.
Alégrate, confirmación y ayuda en las buenas obras.
Alégrate, tú que aceptas los votos fervientes.
Alégrate, tú que ayudas a las buenas intenciones.
Alégrate, tú que frustras las malas empresas.
Alégrate, tú que aniquilas las asechanzas del enemigo.
Alégrate, pronto auxilio de los hombres.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio VII
Cuando el zar Alexander el bendito quiso confesar la misericordia de la bendita Reina del cielo y de la tierra, y ofrecerle acciones de gracias según su poder por la liberación de su reino de las incursiones extranjeras, a la maravillosa iglesia erigida en honor del icono milagroso trajo los trofeos de su victoria como presentes, para que todos, conscientes de la misericordia de la Theotokos que salvó su ciudad y su reino, pudieran cantar siempre a Dios con labios agradecidos: ¡Aleluya!
Ikos VII
Tu santo icono, oh Theotokos, se mostró verdaderamente a la nueva ciudad real como una buena Guía, semejante al de Constantinopla de la antigüedad, pues los zares acudieron a ti, pidiendo tu ayuda cuando emprendían viajes y comenzaban empresas, y ofreciendo oraciones de acción de gracias ante tu purísimo icono por la liberación de las tribulaciones y los peligros, te reconocían como una poderosa ayuda y auxilio. Por tanto, te clamamos con acciones de gracias:
Alégrate, protección de la tierra de Rusia.
Alégrate, defensa y confirmación de la Ortodoxia dentro de ella.
Alégrate, escudo indestructible de los fieles.
Alégrate, armadura impenetrable.
Alégrate, pues pones al descubierto los engaños del enemigo.
Alégrate, pues los haces pedazos como una tela de araña.
Alégrate, corrección de la impiedad.
Alégrate, destrucción de la sedición.
Alégrate, corrección de los jóvenes.
Alégrate, consuelo de los ancianos.
Alégrate, refutación de las enseñanzas perniciosas para el espíritu.
Alégrate, concesión del conocimiento provechoso para el alma.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio VIII
Es algo extraño y dudoso para los incrédulos escuchar cómo fluyen los torrentes de la gracia de tu icono, y cómo emite la dulce fragancia de la vida. Y nosotros, creyendo las palabras dirigidas a tu icono nuevamente pintado: “Mi gracia y poder están con vosotros”, confiamos que tu gracia siempre está en este icono. Por eso, estando frente a él con reverencia, lo besamos y nos inclinamos ante él, como si estuviéramos ante Ti misma, pues el honor dado a un icono asciende a su prototipo y por este icono, tu gracia obra signos y maravillas para todos los que acuden a ti con fe y claman a Dios: ¡Aleluya!.
Ikos VIII
Habiendo sido totalmente ascendida al cielo, oh Theotokos, en tu sagrada intercesión no has abandonado a los que estamos en la tierra, pues tienes audacia maternal ante Cristo nuestro Dios. Por eso, establece la vida de los ortodoxos en profunda paz, y concede siempre a tus siervos todo lo que les sea beneficioso, para que, magnificándote, podamos cantarte:
Alégrate, contenedora del Incontenible.
Alégrate, portadora de la Deidad en toda Su plenitud.
Alégrate, tú que pusiste la Espiga de trigo celestial.
Alégrate, pues has liberado a todo el mundo del hambre destructora del alma.
Alégrate, pues siempre medias por nuestra raza.
Alégrate, pues tu oración puede alcanzar mucho ante tu Hijo y Dios.
Alégrate, pues nos adoptaste a todos en la Cruz de tu Hijo.
Alégrate, pues siempre nos muestras amor maternal.
Alégrate, mediadora de las bendiciones eternas.
Alégrate, pues incluso en esta vida transitoria nos concedes lo que es provechoso.
Alégrate, refugio manifiesto en medio de todas nuestras circunstancias penosas.
Alégrate, consuelo seguro en medio del dolor.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio IX
Te has mostrado más exaltada que cualquier naturaleza angélica, oh santísima Virgen, pues concebiste a Dios en la carne, contuviste en tu vientre a Aquel que nada puede contenerlo y llevaste en tus brazos a Aquel que sostiene a todo el mundo en Su mano. Por eso, magnificándote como más honorable que los querubines y más gloriosa e incomparable que los serafines, por ti clamamos a Dios: ¡Aleluya!
Ikos IX
Vemos a los oradores más elocuentes tan simples como los peces a causa de ti, oh Señora, pues ninguna lengua sabe cómo alabarte dignamente, e incluso la inteligencia sobrenatural queda perpleja al intentar alabarte, oh Theotokos. Mas como tú eres buena, acepta nuestro clamor a imitación del ángel, que te exclamamos:
Alégrate, oh llena de gracia.
Alégrate, pues el Señor es contigo.
Alégrate, pues eres bendita entre todas las mujeres.
Alégrate, pues has hallado gracia ante Dios.
Alégrate, pues diste a luz al Salvador del mundo.
Alégrate, Madre del Hijo de Dios.
Alégrate, tú que llevaste al Rey eterno.
Alégrate, hiciste florecer para nosotros al Fruto de vida.
Alégrate, pues fuiste santificada por el Espíritu Santo.
Alégrate, pues el poder de lo alto te cubrió con Su sombra.
Alégrate, ferviente esclava del Señor.
Alégrate, pues todas las generaciones te llamarán bienaventurada.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio X
Deseando salvar a muchos de los males, las penas y las aflicciones que nos ocurren, oh Theotokos, nos has concedido tu maravilloso icono, mediante el cual los ciegos recuperan su vista, los lisiados anda, los paralíticos se alzan, los poseídos son sanados, se otorga la fertilidad a toda la tierra, los hombres son librados de las plagas mortales y las ciudades y hogares son salvados del fuego. Por eso, glorificando a Dios que nos ha concedido tales misericordias, Le clamamos con fervor: ¡Aleluya!
Ikos X
Eres una muralla de defensa para la Iglesia Rusa, oh Theotokos, baluarte y gloria de sus jerarcas y la fortaleza de los fieles ortodoxos contra todo enemigo. Por eso, dándote gracias, te clamamos:
Alégrate, pues glorificas a los que te glorifican.
Alégrate, pues avergüenzas a los que rechazan honrarte.
Alégrate, espanto del enemigo.
Alégrate, gloria de los reyes.
Alégrate, fortaleza de los guerreros.
Alégrate, torre y muralla en el día de la batalla.
Alégrate, jardín vivificador que alegras los corazones de los fieles en los días de paz.
Alégrate, arma que temen los demonios.
Alégrate, ungüento de salvación que unge las heridas de los pecadores arrepentidos.
Alégrate, nuestra esperanza segura.
Alégrate, nuestra confianza cierta.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio XI
Inclinándonos ante tu icono y besándolo amorosamente, oh Señora, los coros de las vírgenes te ofrecen himnos de alabanzas y acciones de gracias, llevando una vida monástica pacífica y tranquila bajo tu poderosa protección, y habiendo puesto todas sus esperanzas en ti, claman jubilosamente a Dios: ¡aleluya!
Ikos XI
Contemplamos tu precioso icono como una lámpara que recibe la llama divina, oh santísima Señora, pues habiendo recibido el fuego inmaterial de tu gracia, ilumina igualmente las copias de él como nuevas lámparas, que comparten el mismo poder de la gracia, y resplandece con milagros, guiando por el camino de la salvación a los que te claman:
Alégrate, Novia no desposada.
Alégrate, doncella divinamente elegida, Virgen y Madre.
Alégrate, buena instructora de la inmaculada virginidad.
Alégrate, preservadora de los celosos de la pureza.
Alégrate, jactancia de las mujeres.
Alégrate, magnificación de las vírgenes.
Alégrate, auxilio de las viudas.
Alégrate, tú que proteges a los huérfanos.
Alégrate, alimentadora de los pobres.
Alégrate, vestidura de los desnudos.
Alégrate, consuelo de los afligidos.
Alégrate, alegría de los entristecidos.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio XII
Queriendo conceder la gracia sobre los que te honran con amor, oh Theotokos, dejaste el poder de la gracia que reside en Ti, en tus santos iconos, pues la gracia divina que mira en tales iconos siempre obra signos y maravillas y concede la sanación de las enfermedades del alma y del cuerpo a todos los que se acercan a ellos con amor, por tus incesantes y divinas oraciones maternales a Dios en nombre de los que Le claman: ¡Aleluya!.
Ikos XII
Alabando los milagros que se han obrado desde antaño y que continúan obrándose hasta ahora, te alabamos como fuente vivificadora de la gracia, como río inagotable de milagros y como abismo de misericordia y compasión, y poniendo toda nuestra esperanza en Ti, después de Dios, en esta vida y en la venidera, te clamamos, glorificándote:
Alégrate, esperanza de los cristianos que no puede ser avergonzada.
Alégrate, refugio de salvación para los fieles.
Alégrate, esperanza de los desesperados.
Alégrate, salvación de los desesperados.
Alégrate, fuente que lava la conciencia pura.
Alégrate, rocío que revive el alma.
Alégrate, pronta y gratuita sanación de las enfermedades.
Alégrate, rápida liberación de todas las desgracias.
Alégrate, consuelo en medio de todas las penas.
Alégrate, pues salvas a los pecadores del abismo de la perdición.
Alégrate, alivio en el día de la muerte.
Alégrate, única esperanza incluso después de la muerte.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio XIII
Oh alabadísima Madre, que diste a luz al Verbo que es más santo que todo lo santo, acepta ahora esta pequeña súplica y por la grandeza de tu bondad y la profundidad de tu compasión, no tengas en cuenta la multitud de nuestros pecados, sino cumple nuestras peticiones que son beneficiosas para nuestra almas, otorgándonos la salud del cuerpo y la salvación del alma, liberándonos de toda necesidad y dolor, y haciendo herederos del reino del cielo a los que fielmente claman a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Oh alabadísima Madre, que diste a luz al Verbo que es más santo que todo lo santo, acepta ahora esta pequeña súplica y por la grandeza de tu bondad y la profundidad de tu compasión, no tengas en cuenta la multitud de nuestros pecados, sino cumple nuestras peticiones que son beneficiosas para nuestra almas, otorgándonos la salud del cuerpo y la salvación del alma, liberándonos de toda necesidad y dolor, y haciendo herederos del reino del cielo a los que fielmente claman a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Oh alabadísima Madre, que diste a luz al Verbo que es más santo que todo lo santo, acepta ahora esta pequeña súplica y por la grandeza de tu bondad y la profundidad de tu compasión, no tengas en cuenta la multitud de nuestros pecados, sino cumple nuestras peticiones que son beneficiosas para nuestra almas, otorgándonos la salud del cuerpo y la salvación del alma, liberándonos de toda necesidad y dolor, y haciendo herederos del reino del cielo a los que fielmente claman a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
(Se Repite el ikos y el Contaquio I)
Ikos I
Un ángel, y principal entre ellos, fue enviado a decir: ¡Alégrate!, a la Theotokos, cuando Dios el Verbo se encarnó en Su vientre, y nosotros, pecadores, glorificando la manifestación de Su icono con su divino Hijo, Cristo el Salvador, con compunción le clamamos a la Llena de gracia:
Alégrate, Doncella divinamente elegida.
Alégrate, Theotokos.
Alégrate, Reina del cielo y de la tierra.
Alégrate, radiante adorno de la Iglesia del cielo y de la tierra.
Alégrate, tú que eres alabada por los serafines.
Alégrate, espléndido cumplimiento de las profecías.
Alégrate, alabanza de los mártires.
Alégrate, corona de los venerables.
Alégrate, gozo de los justos.
Alégrate, esperanza de los pecadores.
Alégrate, pues eres honrada por los ángeles.
Alégrate, oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio I
A Ti, oh Theotokos, auxilio de la raza cristiana, que eres elegida entre todas las generaciones, y que cubriste a los ortodoxos de nuestra tierra con la protección de tu bondad, te ofrecemos himnos de acción de gracias por la revelación de tu milagroso icono. Y como eres grandemente misericordiosa con los que acuden a ti, ayúdanos en nuestras penas y necesidades, en todas las tribulaciones y peligros, para que podamos clamarte: “¡Alégrate, o ferviente auxilio de la raza cristiana!”.

Oraciones a la Santísima Theotokos leídas ante su Milagroso icono de Kazan
Primera oración
Oh santísima Señora Theotokos. Inclinándonos ante tu precioso icono obrador de milagros con temor, fe y amor, te suplicamos: no apartes tu rostro de los que acuden a ti. Suplica al Señor Jesús Cristo, tu Hijo y nuestro Dios, oh misericordiosa Madre, para que preserve nuestra tierra en paz, para que confirme el mando de nuestras autoridades civiles legales, para que mantenga Su santa Iglesia inviolable, y la libre de la incredulidad, las herejías y los cismas. Pues no tenemos otra ayuda ni otra esperanza mas que Tú, oh purísima Virgen. Tú eres la poderosa ayuda y auxilio de los cristianos. Libra a los que te claman de todas las caídas pecaminosas, de los asaltos de los hombres malignos, de todas las tentaciones, penas, enfermedades, tribulaciones y de la muerte súbita. Concédenos espíritu de contrición, humildad de corazón, pureza de pensamiento, corrección de nuestra vida pecaminosa, y remisión de nuestras transgresiones, para que, alabando tus poderosas obras y tu misericordia mostrada sobre nosotros en la tierra, podamos ser hechos dignos también del reino del cielo, y allí podamos glorificar, con todos los santos, el honorable y majestuoso nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Segunda oración
Oh santísima Señora Theotokos, Reina del cielo y de la tierra, que eres más excelsa que los ángeles y los arcángeles, y más honorable que toda la creación, oh purísima Virgen María, buen auxilio del mundo, confirmación del pueblo, y liberación ante toda necesidad. Desciende ahora tu mirada, oh Misericordiosa, sobre tus siervos que te claman con alma compungida y corazón contrito, inclinándose ante ti con lágrimas y venerando tu preciosa y sanadora imagen, suplicando tu ayuda y asistencia. Oh misericordiosa y pura Virgen Theotokos, que estas llena de bondad. Mira a tu pueblo, oh Señora, pues los pecadores no tenemos otra ayuda más que a Tú y Cristo nuestro Dios, que nació de Ti. Eres nuestra ayuda e intercesión, defensa de los oprimidos, gozo de los apenados, refugio de los huérfanos, protectora de las viudas, gloria de las vírgenes, alegría de los que lloran, visitación de los enfermos, sanación de los enfermos, salvación de los pecadores. Por eso, oh Theotokos, acudimos a ti, contemplando tu preciosa imagen llevando al Hijo pre-eterno, nuestro Señor Jesús Cristo, en tus brazos, y te ofrecemos himnos con compunción y te clamamos: Ten misericordia de nosotros, oh Theotokos, y cumple nuestras peticiones, pues todo es posible por tu mediación, y a ti te es debida gloria, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

                                   Catecismo Ortodoxo 

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