Contaquio I
A
Ti, oh Theotokos, auxilio de la raza cristiana, que eres
elegida entre todas las generaciones, y que cubriste a los ortodoxos de nuestra
tierra con la protección de tu bondad, te ofrecemos himnos de acción de gracias
por la revelación de tu milagroso icono. Y como eres grandemente misericordiosa
con los que acuden a ti, ayúdanos en nuestras penas y necesidades, en todas las
tribulaciones y peligros, para que podamos clamarte: “¡Alégrate, o ferviente
auxilio de la raza cristiana!”.
Ikos I
Un
ángel, y principal entre ellos, fue enviado a decir: ¡Alégrate!, a
la Theotokos, cuando Dios el Verbo se encarnó en Su
vientre, y nosotros, pecadores, glorificando la manifestación de Su icono con
su divino Hijo, Cristo el Salvador, con compunción le clamamos a la Llena de
gracia:
Alégrate,
Doncella divinamente elegida.
Alégrate,
Theotokos.
Alégrate,
Reina del cielo y de la tierra.
Alégrate,
radiante adorno de la Iglesia del cielo y de la tierra.
Alégrate,
tú que eres alabada por los serafines.
Alégrate,
espléndido cumplimiento de las profecías.
Alégrate,
alabanza de los mártires.
Alégrate,
corona de los venerables.
Alégrate,
gozo de los justos.
Alégrate,
esperanza de los pecadores.
Alégrate,
pues eres honrada por los ángeles.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio II
Contemplando
desde las alturas de tu morada celestial, donde moras con gloria con Tu Hijo,
sobre las penas de tus siervos, en la nueva e iluminada ciudad de Kazan, que a
causa de la visita de la ira de Dios, la Fe de Cristo fue burlada por la
malvada religión de los musulmanes, te complaciste en revelar Tu icono,
glorificándolo con milagros, para que, reafirmado por los signos de tu gracia,
el pueblo amante de Cristo clamara a Dios con fe: ¡Aleluya!
Ikos II
La
sabia doncella, queriendo entender la razón para la aparición tres veces
repetida de la Theotokos, se apresuró a las autoridades, contándoles las
noticias concernientes a la maravillosa manifestación y temible amenaza, y
nosotros, maravillados por el entendimiento dado desde las alturas a la
doncella, con reverencia le clamamos a la Toda Bendita:
Alégrate,
pues perfeccionas la alabanza a Dios mediante los labios de los niños.
Alégrate,
pues revelas los misterios de la gracia de Dios a los jóvenes.
Alégrate,
informe dudoso para los infieles.
Alégrate,
jactancia manifiesta de los fieles.
Alégrate,
relámpago que atemorizas a los incrédulos.
Alégrate,
pues iluminas los pensamientos de los fieles.
Alégrate,
reprobación de la malvada fe de los musulmanes.
Alégrate,
ruina de su orgullo.
Alégrate,
confirmación de la fe cristiana.
Alégrate,
santificación de la veneración de los santos iconos.
Alégrate,
pues transformas nuestra pena en gozo.
Alégrate,
pues nos alegras con cierta esperanza.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio III
Con
la gracia de la Theotokos, el
poder de lo alto hizo sabia a la doncella y le dio fortaleza para buscar los
preciosos dones de Dios, y valientemente, con fe en el Señor, se dispuso a su
labor. Y descubriendo el tesoro del santo icono de la
Theotokos en tierra, clamó jubilosamente a Dios:
¡Aleluya!
Ikos III
Llena
de preocupación compasiva por el pueblo nuevamente iluminado de Kazan, oh
Señora, vertiste un torrente de milagros de tu precioso icono, concediendo la
vista a los ojos de los ciegos, e iluminando espiritualmente a los ignorantes
con la luz del conocimiento de Dios y la piedad, concediéndoles un refugio
lejos de la tormenta bajo la sombra virginal de tu icono. Por eso, te clamamos:
Alégrate,
pues dispersas la oscuridad de las circunstancias dolorosas con la aparición de
tu icono.
Alégrate,
pues iluminas a todos con los rayos de tus maravillas.
Alégrate,
recuperación de la vista de los ciegos.
Alégrate,
iluminación de los ignorantes por medio del entendimiento.
Alégrate,
gloria de la Ortodoxia.
Alégrate,
refugio tranquilo para los que buscan la salvación.
Alégrate, Madre
de la castidad.
Alégrate,
protección y salvaguarda de la virginidad.
Alégrate,
Tú por quien todas las multitudes se reúnen en conjunto.
Alégrate,
Tú por quien la horda de los demonios se llena de lamento.
Alégrate,
ayuda que todos los cristianos anhelan.
Alégrate,
gozo de todos los que están entristecidos.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio IV
El
bienaventurado Hermógenes, el recopilador de los milagros de tu icono, oh
Theotokos, procurando sofocar la tempestad de tumultos
y la sedición que se alzó en la tierra rusa por sus enemigos, vertió sus
lágrimas en oración ante él, y viendo que tu icono era como una protección y un
estandarte de victoria para las fuerzas ortodoxas, fortalecido con fe, hasta el
final de su vida, clamó a Dios: ¡Aleluya!
Ikos IV
Los
soldados ortodoxos, escuchando el misterio revelado por el venerable Sergio al
santo jerarca Arsenio de que, por la intercesión de la
Theotokos, el juicio de su patria sería
misericordioso, tomó el icono de la Theotokos como
estandarte de victoria, rescató a la madre de las ciudades rusas de as manos
del adversario y clamó a la Auxiliadora de los cristianos:
Alégrate, Madre
del Dios Altísimo.
Alégrate,
pues rogaste a Tu Hijo, Cristo nuestro Dios, en nombre de todos.
Alégrate,
pues procuras la salvación a los que acuden a tu poderosa protección.
Alégrate,
auxilio de todos en medio de las penas y las enfermedades.
Alégrate,
pues concedes lo que es provechoso a los que rezan ante tu purísima imagen con
corazón contrito.
Alégrate,
liberación del mal para los que confían inquebrantablemente en ti.
Alégrate,
refugio bueno y tranquilo.
Alégrate,
rápida y ferviente protección de salvación.
Alégrate,
pues viertes tu inagotable misericordia sobre nosotros.
Alégrate,
pues te apresuras de antemano en nuestra ayuda.
Alégrate,
pues nos liberas de todas las tribulaciones.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio V
Tu
icono, oh Theotokos, se
ha mostrado como una estrella guiada que ha atravesado toda la tierra de Rusia,
haciendo resplandecer los rayos de tus milagros sobre los que están perdidos en
el mar de esta vida de sufrimiento, alejando la oscuridad del dolor y la
penumbra de toda aflicción, y guiando por el camino de la salvación a los que,
con fe, recurren a ti y claman a Dios: ¡Aleluya!
Ikos V
El
zar Pedro, viendo que se obraron muchas maravillas por la gracia de Dios a
través del santo icono de la Theotokos,
lo tomó como guía de su ejército como escudo y protección en el día de la
batalla contra los suecos, y habiendo vencido absolutamente al enemigo con la
ayuda de la Theotokos, estableció
un perfecta piedra como fundamento para su nueva ciudad real, y puso tu
milagroso icono en el corazón de aquella ciudad como santificación, protección
y muralla de defensa. Por eso, clamamos a la Toda Pura:
Alégrate,
habitáculo y morada de Cristo nuestro Dios.
Alégrate,
lugar de Su inefable gloria.
Alégrate,
ciudad animada siempre reinante.
Alégrate,
palacio adornado.
Alégrate,
regocijo de las ciudades y pueblos.
Alégrate,
fortaleza invencible y muralla de los cristianos en medio de la tribulación.
Alégrate,
jactancia de la Iglesia Ortodoxa.
Alégrate,
confirmación del cetro de los reyes.
Alégrate,
ayuda de los ejércitos amantes de Cristo.
Alégrate,
triunfo sobre el enemigo.
Alégrate,
liberación de las desgracias.
Alégrate,
pues visitas a todos con tu maternal compasión.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio VI
Puestos
frente a tu purísima imagen, las asambleas de los jerarcas, los reyes, los
príncipes y todo el pueblo, los monjes y laicos, han proclamado tu gran
misericordia, oh Theotokos, pues preservas las ciudades, proteges las
comunidades monásticas y defiendes los pueblos. Y sabiendo que eres un poderoso
y invencible auxilio, te ofrecen oraciones con lágrimas, para que extiendas tus
manos portadoras de Dios a tu Hijo, por tu pueblo, para que lo libre de toda
desgracia y peligro, y pueda clamar a Dios con acción de gracias: ¡Aleluya!
Ikos VI
Habiendo
mostrado la verdadera iluminación y disipado la falsedad del Islam en la nueva
ciudad iluminada, hiciste brillar la luz de tus maravillas y misericordias
también en la nueva ciudad real, pues lo que acudían a tu icono sanador con fe
recibían la liberación de las penas, la sanación de las enfermedades y la
plenitud del gozo, clamándote con fervor:
Alégrate,
fuente inagotable de santidad.
Alégrate,
río crecido con la gracia de Dios.
Alégrate,
reconciliación de los pecadores con Dios.
Alégrate,
limpieza de nuestras almas.
Alégrate,
instructor de la piedad.
Alégrate,
confirmación y ayuda en las buenas obras.
Alégrate,
tú que aceptas los votos fervientes.
Alégrate,
tú que ayudas a las buenas intenciones.
Alégrate,
tú que frustras las malas empresas.
Alégrate,
tú que aniquilas las asechanzas del enemigo.
Alégrate,
pronto auxilio de los hombres.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio VII
Cuando
el zar Alexander el bendito quiso confesar la misericordia de la bendita Reina
del cielo y de la tierra, y ofrecerle acciones de gracias según su poder por la
liberación de su reino de las incursiones extranjeras, a la maravillosa iglesia
erigida en honor del icono milagroso trajo los trofeos de su victoria como
presentes, para que todos, conscientes de la misericordia de la
Theotokos que salvó su ciudad y su reino, pudieran
cantar siempre a Dios con labios agradecidos: ¡Aleluya!
Ikos VII
Tu
santo icono, oh Theotokos, se
mostró verdaderamente a la nueva ciudad real como una buena Guía, semejante al
de Constantinopla de la antigüedad, pues los zares acudieron a ti, pidiendo tu
ayuda cuando emprendían viajes y comenzaban empresas, y ofreciendo oraciones de
acción de gracias ante tu purísimo icono por la liberación de las tribulaciones
y los peligros, te reconocían como una poderosa ayuda y auxilio. Por tanto, te
clamamos con acciones de gracias:
Alégrate,
protección de la tierra de Rusia.
Alégrate,
defensa y confirmación de la Ortodoxia dentro de ella.
Alégrate,
escudo indestructible de los fieles.
Alégrate,
armadura impenetrable.
Alégrate,
pues pones al descubierto los engaños del enemigo.
Alégrate,
pues los haces pedazos como una tela de araña.
Alégrate,
corrección de la impiedad.
Alégrate,
destrucción de la sedición.
Alégrate,
corrección de los jóvenes.
Alégrate,
consuelo de los ancianos.
Alégrate,
refutación de las enseñanzas perniciosas para el espíritu.
Alégrate,
concesión del conocimiento provechoso para el alma.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio VIII
Es
algo extraño y dudoso para los incrédulos escuchar cómo fluyen los torrentes de
la gracia de tu icono, y cómo emite la dulce fragancia de la vida. Y nosotros,
creyendo las palabras dirigidas a tu icono nuevamente pintado: “Mi gracia y
poder están con vosotros”, confiamos que tu gracia siempre está en este icono.
Por eso, estando frente a él con reverencia, lo besamos y nos inclinamos ante
él, como si estuviéramos ante Ti misma, pues el honor dado a un icono asciende
a su prototipo y por este icono, tu gracia obra signos y maravillas para todos
los que acuden a ti con fe y claman a Dios: ¡Aleluya!.
Ikos VIII
Habiendo
sido totalmente ascendida al cielo, oh Theotokos, en
tu sagrada intercesión no has abandonado a los que estamos en la tierra, pues
tienes audacia maternal ante Cristo nuestro Dios. Por eso, establece la vida de
los ortodoxos en profunda paz, y concede siempre a tus siervos todo lo que les
sea beneficioso, para que, magnificándote, podamos cantarte:
Alégrate,
contenedora del Incontenible.
Alégrate,
portadora de la Deidad en toda Su plenitud.
Alégrate,
tú que pusiste la Espiga de trigo celestial.
Alégrate,
pues has liberado a todo el mundo del hambre destructora del alma.
Alégrate,
pues siempre medias por nuestra raza.
Alégrate,
pues tu oración puede alcanzar mucho ante tu Hijo y Dios.
Alégrate,
pues nos adoptaste a todos en la Cruz de tu Hijo.
Alégrate,
pues siempre nos muestras amor maternal.
Alégrate,
mediadora de las bendiciones eternas.
Alégrate,
pues incluso en esta vida transitoria nos concedes lo que es provechoso.
Alégrate,
refugio manifiesto en medio de todas nuestras circunstancias penosas.
Alégrate,
consuelo seguro en medio del dolor.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio IX
Te
has mostrado más exaltada que cualquier naturaleza angélica, oh santísima
Virgen, pues concebiste a Dios en la carne, contuviste en tu vientre a Aquel
que nada puede contenerlo y llevaste en tus brazos a Aquel que sostiene a todo
el mundo en Su mano. Por eso, magnificándote como más honorable que los
querubines y más gloriosa e incomparable que los serafines, por ti clamamos a
Dios: ¡Aleluya!
Ikos IX
Vemos
a los oradores más elocuentes tan simples como los peces a causa de ti, oh
Señora, pues ninguna lengua sabe cómo alabarte dignamente, e incluso la
inteligencia sobrenatural queda perpleja al intentar alabarte, oh
Theotokos. Mas como tú eres buena, acepta nuestro
clamor a imitación del ángel, que te exclamamos:
Alégrate,
oh llena de gracia.
Alégrate,
pues el Señor es contigo.
Alégrate,
pues eres bendita entre todas las mujeres.
Alégrate,
pues has hallado gracia ante Dios.
Alégrate,
pues diste a luz al Salvador del mundo.
Alégrate, Madre
del Hijo de Dios.
Alégrate,
tú que llevaste al Rey eterno.
Alégrate,
hiciste florecer para nosotros al Fruto de vida.
Alégrate,
pues fuiste santificada por el Espíritu Santo.
Alégrate,
pues el poder de lo alto te cubrió con Su sombra.
Alégrate,
ferviente esclava del Señor.
Alégrate,
pues todas las generaciones te llamarán bienaventurada.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio X
Deseando
salvar a muchos de los males, las penas y las aflicciones que nos ocurren, oh
Theotokos, nos has concedido tu maravilloso icono, mediante el cual los ciegos
recuperan su vista, los lisiados anda, los paralíticos se alzan, los poseídos
son sanados, se otorga la fertilidad a toda la tierra, los hombres son librados
de las plagas mortales y las ciudades y hogares son salvados del fuego. Por
eso, glorificando a Dios que nos ha concedido tales misericordias, Le clamamos
con fervor: ¡Aleluya!
Ikos X
Eres
una muralla de defensa para la Iglesia Rusa, oh
Theotokos, baluarte y gloria de sus jerarcas
y la fortaleza de los fieles ortodoxos contra todo enemigo. Por eso, dándote
gracias, te clamamos:
Alégrate,
pues glorificas a los que te glorifican.
Alégrate,
pues avergüenzas a los que rechazan honrarte.
Alégrate,
espanto del enemigo.
Alégrate,
gloria de los reyes.
Alégrate,
fortaleza de los guerreros.
Alégrate,
torre y muralla en el día de la batalla.
Alégrate,
jardín vivificador que alegras los corazones de los fieles en los días de paz.
Alégrate,
arma que temen los demonios.
Alégrate,
ungüento de salvación que unge las heridas de los pecadores arrepentidos.
Alégrate,
nuestra esperanza segura.
Alégrate,
nuestra confianza cierta.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio XI
Inclinándonos
ante tu icono y besándolo amorosamente, oh Señora, los coros de las vírgenes te
ofrecen himnos de alabanzas y acciones de gracias, llevando una vida monástica
pacífica y tranquila bajo tu poderosa protección, y habiendo puesto todas sus
esperanzas en ti, claman jubilosamente a Dios: ¡aleluya!
Ikos XI
Contemplamos
tu precioso icono como una lámpara que recibe la llama divina, oh santísima
Señora, pues habiendo recibido el fuego inmaterial de tu gracia, ilumina
igualmente las copias de él como nuevas lámparas, que comparten el mismo poder
de la gracia, y resplandece con milagros, guiando por el camino de la salvación
a los que te claman:
Alégrate,
Novia no desposada.
Alégrate,
doncella divinamente elegida, Virgen y Madre.
Alégrate,
buena instructora de la inmaculada virginidad.
Alégrate,
preservadora de los celosos de la pureza.
Alégrate,
jactancia de las mujeres.
Alégrate,
magnificación de las vírgenes.
Alégrate,
auxilio de las viudas.
Alégrate,
tú que proteges a los huérfanos.
Alégrate,
alimentadora de los pobres.
Alégrate,
vestidura de los desnudos.
Alégrate,
consuelo de los afligidos.
Alégrate,
alegría de los entristecidos.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio XII
Queriendo
conceder la gracia sobre los que te honran con amor, oh Theotokos, dejaste el
poder de la gracia que reside en Ti, en tus santos iconos, pues la gracia
divina que mira en tales iconos siempre obra signos y maravillas y concede la
sanación de las enfermedades del alma y del cuerpo a todos los que se acercan a
ellos con amor, por tus incesantes y divinas oraciones maternales a Dios en
nombre de los que Le claman: ¡Aleluya!.
Ikos XII
Alabando
los milagros que se han obrado desde antaño y que continúan obrándose hasta
ahora, te alabamos como fuente vivificadora de la gracia, como río inagotable
de milagros y como abismo de misericordia y compasión, y poniendo toda nuestra
esperanza en Ti, después de Dios, en esta vida y en la venidera, te clamamos,
glorificándote:
Alégrate,
esperanza de los cristianos que no puede ser avergonzada.
Alégrate,
refugio de salvación para los fieles.
Alégrate,
esperanza de los desesperados.
Alégrate,
salvación de los desesperados.
Alégrate,
fuente que lava la conciencia pura.
Alégrate,
rocío que revive el alma.
Alégrate,
pronta y gratuita sanación de las enfermedades.
Alégrate,
rápida liberación de todas las desgracias.
Alégrate,
consuelo en medio de todas las penas.
Alégrate,
pues salvas a los pecadores del abismo de la perdición.
Alégrate,
alivio en el día de la muerte.
Alégrate,
única esperanza incluso después de la muerte.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio XIII
Oh
alabadísima Madre, que diste a luz al Verbo que es más santo que todo lo santo,
acepta ahora esta pequeña súplica y por la grandeza de tu bondad y la
profundidad de tu compasión, no tengas en cuenta la multitud de nuestros
pecados, sino cumple nuestras peticiones que son beneficiosas para nuestra
almas, otorgándonos la salud del cuerpo y la salvación del alma, liberándonos
de toda necesidad y dolor, y haciendo herederos del reino del cielo a los que
fielmente claman a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Oh
alabadísima Madre, que diste a luz al Verbo que es más santo que todo lo santo,
acepta ahora esta pequeña súplica y por la grandeza de tu bondad y la
profundidad de tu compasión, no tengas en cuenta la multitud de nuestros
pecados, sino cumple nuestras peticiones que son beneficiosas para nuestra
almas, otorgándonos la salud del cuerpo y la salvación del alma, liberándonos
de toda necesidad y dolor, y haciendo herederos del reino del cielo a los que
fielmente claman a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
Oh
alabadísima Madre, que diste a luz al Verbo que es más santo que todo lo santo,
acepta ahora esta pequeña súplica y por la grandeza de tu bondad y la
profundidad de tu compasión, no tengas en cuenta la multitud de nuestros
pecados, sino cumple nuestras peticiones que son beneficiosas para nuestra
almas, otorgándonos la salud del cuerpo y la salvación del alma, liberándonos
de toda necesidad y dolor, y haciendo herederos del reino del cielo a los que
fielmente claman a Dios: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
(Se
Repite el ikos y el Contaquio I)
Ikos I
Un
ángel, y principal entre ellos, fue enviado a decir: ¡Alégrate!, a la
Theotokos, cuando Dios el Verbo se encarnó en Su vientre, y nosotros,
pecadores, glorificando la manifestación de Su icono con su divino Hijo, Cristo
el Salvador, con compunción le clamamos a la Llena de gracia:
Alégrate,
Doncella divinamente elegida.
Alégrate,
Theotokos.
Alégrate,
Reina del cielo y de la tierra.
Alégrate,
radiante adorno de la Iglesia del cielo y de la tierra.
Alégrate,
tú que eres alabada por los serafines.
Alégrate,
espléndido cumplimiento de las profecías.
Alégrate,
alabanza de los mártires.
Alégrate,
corona de los venerables.
Alégrate,
gozo de los justos.
Alégrate,
esperanza de los pecadores.
Alégrate,
pues eres honrada por los ángeles.
Alégrate,
oh ferviente auxilio de la raza cristiana.
Contaquio I
A
Ti, oh Theotokos, auxilio de la raza cristiana, que eres
elegida entre todas las generaciones, y que cubriste a los ortodoxos de nuestra
tierra con la protección de tu bondad, te ofrecemos himnos de acción de gracias
por la revelación de tu milagroso icono. Y como eres grandemente misericordiosa
con los que acuden a ti, ayúdanos en nuestras penas y necesidades, en todas las
tribulaciones y peligros, para que podamos clamarte: “¡Alégrate, o ferviente
auxilio de la raza cristiana!”.
Oraciones a la Santísima Theotokos leídas ante su
Milagroso icono de Kazan
Primera oración
Oh
santísima Señora Theotokos. Inclinándonos ante tu
precioso icono obrador de milagros con temor, fe y amor, te suplicamos: no
apartes tu rostro de los que acuden a ti. Suplica al Señor Jesús Cristo, tu
Hijo y nuestro Dios, oh misericordiosa Madre, para que preserve nuestra tierra
en paz, para que confirme el mando de nuestras autoridades civiles legales,
para que mantenga Su santa Iglesia inviolable, y la libre de la incredulidad,
las herejías y los cismas. Pues no tenemos otra ayuda ni otra esperanza mas que
Tú, oh purísima Virgen. Tú eres la poderosa ayuda y auxilio de los cristianos.
Libra a los que te claman de todas las caídas pecaminosas, de los asaltos de
los hombres malignos, de todas las tentaciones, penas, enfermedades,
tribulaciones y de la muerte súbita. Concédenos espíritu de contrición,
humildad de corazón, pureza de pensamiento, corrección de nuestra vida
pecaminosa, y remisión de nuestras transgresiones, para que, alabando tus
poderosas obras y tu misericordia mostrada sobre nosotros en la tierra, podamos
ser hechos dignos también del reino del cielo, y allí podamos glorificar, con
todos los santos, el honorable y majestuoso nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Segunda oración
Oh
santísima Señora Theotokos, Reina del cielo y de la
tierra, que eres más excelsa que los ángeles y los arcángeles, y más honorable
que toda la creación, oh purísima Virgen María, buen auxilio del mundo, confirmación
del pueblo, y liberación ante toda necesidad. Desciende ahora tu mirada, oh
Misericordiosa, sobre tus siervos que te claman con alma compungida y corazón
contrito, inclinándose ante ti con lágrimas y venerando tu preciosa y sanadora
imagen, suplicando tu ayuda y asistencia. Oh misericordiosa y pura Virgen Theotokos,
que
estas llena de bondad. Mira a tu pueblo, oh Señora, pues los pecadores no
tenemos otra ayuda más que a Tú y Cristo nuestro Dios, que nació de Ti. Eres
nuestra ayuda e intercesión, defensa de los oprimidos, gozo de los apenados,
refugio de los huérfanos, protectora de las viudas, gloria de las vírgenes,
alegría de los que lloran, visitación de los enfermos, sanación de los
enfermos, salvación de los pecadores. Por eso, oh
Theotokos, acudimos a ti, contemplando tu preciosa
imagen llevando al Hijo pre-eterno, nuestro Señor Jesús Cristo, en tus brazos,
y te ofrecemos himnos con compunción y te clamamos: Ten misericordia de
nosotros, oh Theotokos, y
cumple nuestras peticiones, pues todo es posible por tu mediación, y a ti te es
debida gloria, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Catecismo Ortodoxo
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