Monday, August 29, 2016

Paráclesis al Santo Profeta Elías

 

Paráclesis al  Santo Profeta Elías

CANON
Tono 4º
Oda I
Irmos: Huyendo de la esclavitud de Egipto, el pueblo de Israel, cruzó el mar como si fuera tierra seca y exclamó: ¡Alabemos a nuestro Salvador y Dios!.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Por tu celoso fervor por la verdad, fuiste semejante a los serafines y fuiste elevado al cielo en cuerpo, orando por aquellos que buscan tu intercesión en el tiempo del peligro.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Reprendiste al rey Acab, que se había apartado de la verdad de Dios, sirviendo a los corruptibles ídolos, adorando así sus propias pasiones. Ilumínanos, pues, para que podamos alcanzar la Luz celestial en nuestro cuerpo mortal.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Con la fuerza de tu poderosa oración cerraste el cielo, tratando de abrir los corazones de los hombres cerrados por causa del engaño, para volverlos a Aquel que saca de la cárcel a todos los pecadores.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Árbol celestial, oh santísima Theotokos, alimenta a los que tienen hambre de todas las virtudes, por tus santas oraciones.
Oda III
Irmos: Oh Dios que levantas las bóvedas de los cielos y sostienes a tu Iglesia, afírmanos en tu amor, oh consumación de todos los deseos, constancia de los fieles y único Amante de la Humanidad.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Te entristeciste por el pueblo que se había olvidado de Dios, y con audacia cerraste el cielo, para que todos rogaran por la lluvia que limpia la contaminación del pecado.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Los falsos profetas se reunieron y fueron avergonzados, pues el fuego no descendió sobre sus sacrificios, pero el Señor recibió tu oración y devolvió al pueblo la verdadera fe.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Los sacerdotes inicuos fueron muertos a causa de su falsos sacrificios sin salvación, y con la espada de tu oración te suplicamos que nos alivies del dolor que perturba nuestro cuerpo.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Otorga la paz, oh santísima Theotokos, a los que te honran con un corazón puro.

A continuación se dicen las siguientes Estíqueras:

Ascendiste al cielo en un carro de fuego y los ejércitos celestiales fueron a tu encuentro, pues viniste antes de la Segunda Venida de Cristo, para reprender al anticristo y conducir a las ovejas descarriadas al redil de la Verdad.
Oh Theotokos alabadísima, mira con compasión, la miseria de nuestros cuerpos, y sana los dolores de nuestras almas.

Kontaquio tono 2

En tu celo por Dios, superaste a todos los profetas, y te hiciste digno de ascender al cielo, prefigurando la ascensión de Cristo. Ruégale, pues,  que nos eleve por la escalera de la oración a la cima de las virtudes.

Ahora se nombran aquellos por quienes se reza esta Paráclesis.

Letanía
Sacerdote: Ten piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia te suplicamos que nos escuches y tengas piedad.
Coro: Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
  1. De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por todos nuestros hermanos en Cristo.
  1. También rogamos por la vida, paz, salud, salvación, visitación, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios, los cristianos ortodoxos, los que viven en esta ciudad y los reunidos en este santo templo, sus feligreses y bienhechores.
  1. De nuevo rogamos por los siervos de Dios N. N. (Aquí se insertan los nombres de los fieles por los cuales se ruega) que elevan esta súplica.
  1. Porque eres un Dios misericordioso y amante de la humanidad, te rendimos gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
  1. Amén.
Oda IV
Irmos: Oh Señor, he escuchado el misterio de tu dispensación, he contemplado tus obras y he glorificado tu Divinidad.

Santo profeta Elías, ruega  a Dios por nosotros.

Los cuervos fueron alimentados con la carne y con el agua que surgió del río, y nosotros, y ahora te suplicamos que intercedas ante el Señor para que nos conceda los frutos de la tierra.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Destierra nuestras pasiones con la lluvia de tus oraciones y siembra en nuestros corazones los lirios florecientes de los pensamientos humildes.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Con el esplendor del Espíritu Santo, y el poder del Padre, con la buena voluntad del Verbo, has mostrado a la Santísima Trinidad indivisible. Así, destierra las turbulentas olas de nuestra pasión para que podamos alcanzar el puerto de salvación.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Refresca, con la rocío de tus oraciones, nuestros corazones llenos de pecados, oh santísima Theotokos, y muéstranos sin mancha en el juicio terrible de tu Hijo.
Oda V
Irmos: Ilumínanos con tus mandamientos, oh Señor, y concédenos la paz con la fuerza de tu brazo, oh amante de la humanidad.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Ascendiste en cuerpo al cielo, para interceder por la ejecución de la perfección de la tierra, rogando incesantemente por los que vagan en la noche de este siglo.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Le otorgaste tu túnica a tu discípulo Eliseo, orando con él para erradicar de los corazones sedientos de la verdad, la espina de las pasiones mundanas.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Tu profecía sobre el rey y la reina se hizo realidad, atemorizando a todos, y nosotros, por la protección de tus oraciones nos salvaguardamos de las flechas de las tentaciones del maligno.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos por la senda del arrepentimiento, oh Theotokos, y fortalece nuestra alma para permanecer invictos en la terrible batalla.
Oda VI
Irmos: Ante el Señor me lamento y presento mi angustia. Porque mi espíritu está lleno de iniquidad y mi vida se acerca al Hades. Cómo Jonás te digo: ¡Sácame de la corrupción, oh Dios mío!

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Tres veces soplaste en nombre de la Santa Trinidad y resucitaste al hijo de la viuda, y ahora, con el aliento de tu oración, resucita nuestra alma muerta por las flechas del pecado.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Hiciste abundar la harina y el aceite en casa de la viuda. Así pues, multiplica el pan de la oración y el agua humilde de la contemplación en nuestros corazones.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Abriste el cielo con la oración, alegrando el alma del pueblo. Por eso te rogamos que intercedas por los que están sedientos de la salvación.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Destierra el torbellino de nuestras pasiones y haz descansar sobre nosotros el aliento del Espíritu, oh Theotokos, pues de ti nació la Fuente de nuestra vida.

A continuación se dicen las siguientes Estíqueras:

Haciendo surgir tu suave aliento hemos visto al Invisible y en nuestros corazones has dibujado el icono de la recta fe del glorioso Creador.
Oh Toda Pura, que en los últimos tiempos diste a luz de una manera inefable a Dios el Verbo, intercede incesantemente ante Él por nosotros, pues tú posees la seguridad de una Madre.

Ahora se nombran aquellos por quienes se reza esta Paráclesis.

Letanía
Sacerdote: Ten piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia te suplicamos que nos escuches y tengas piedad.
Coro: Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
  1. De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por todos nuestros hermanos en Cristo.
  1. También rogamos por la vida, paz, salud, salvación, visitación, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios, los cristianos ortodoxos, los que viven en esta ciudad y los reunidos en este santo templo, sus feligreses y bienhechores.
  1. De nuevo rogamos por los siervos de Dios N. N. (Aquí se insertan los nombres de los fieles por los cuales se ruega) que elevan esta súplica.
  1. Porque eres un Dios misericordioso y amante de la humanidad, te rendimos gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
  1. Amén.
Kontaquio tono 2º
Profeta y vidente de las grandes obras de nuestro Dios, Elías, el de gran nombre, que con tu palabra detuviste el flujo de las aguas del cielo, ruega por nosotros ante el Único amante de la humanidad.
Anavathmi
Primera antífona de los Himnos de Ascensión del tono 4º

Desde mi juventud me sitiaban pasiones, pero Tú, oh Salvador, me proteges y salvas.

Desde mi juventud me sitiaban pasiones, pero Tú, oh Salvador, me proteges y salvas.

Que sean confundidos por el Señor todos los enemigos de Sión, que sean como hierba quemada por un fuego desolador.
Que sean confundidos por el Señor todos los enemigos de Sión, que sean como hierba quemada por un fuego desolador.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Toda alma vive por la gracia del Espíritu Santo, y cuando está totalmente purificada se eleva hasta que por un misterio sagrado, resplandece con la Unidad Trinitaria.

Ahora y siempre y por lo siglos de los siglos. Amén.

Por el Espíritu Santo, fluyen los arroyos de la gracia, regando toda la creación y llenándola de vida.
Prokímenon
Es preciosa, a los ojos del Señor, la muerte de sus santos.
Versículo:  Yo esperé pacientemente al Señor y Él me socorrió.

Lectura del Santo Evangelio

Sacerdote:  Para que seamos dignos de escuchar el santo Evangelio, roguemos al Señor nuestro Dios.
Coro: Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
Sacerdote: Sabiduría, en pie, escuchemos el Santo Evangelio. Paz a todos.
Coro: Y con tu espíritu.
Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo.
Coro: Gloria a ti Señor, gloria a ti.

(11:27-30)

“A mi me ha sido transmitido todo por el Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce bien nadie sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelarlo. Venid a Mí todos los agobiados y los cargados y Yo os haré descansar. Tomad sobre vosotros el yugo mío, y dejaros instruir por Mí, porque manso soy y humilde en el corazón; y encontraréis reposo para vuestras vidas. Porque mi yugo es excelente y mi carga es liviana”

Coro: Gloria a ti Señor, gloria a ti.
Tono 2º

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Por la intercesión de tu bienaventurado profeta Elías, borra la multitud de nuestros pecados.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Por la intercesión de la Santísima Madre de Dios, oh Misericordioso, borra la multitud de nuestras iniquidades.
Ten piedad de mi, oh Dios, según tu gran misericordia y por tu gran compasión, borra mis faltas.
Estíquera tono 6º
Los ángeles te protegieron desde tu infancia, envolviéndote con el fuego protector de lo alto, prefigurándote como un serafín por tu amoroso celo por Dios. Intercede ante Él para que incendie nuestras pasiones terrenales con el fuego de tu oración.
Oda VII
Irmos: Cuando los tres jóvenes fueron arrojados al horno en Babilonia, por su fe en la Trinidad, pisotearon las llamas mientras cantaban: ¡Bendito eres Señor, Dios de nuestros padres!

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Condujiste al pueblo extraviado a Dios, y te mantuviste invicto ante el malvado rey, haciendo invencible al más grande Rey. Intercede ante Él para que nos libere de la esclavitud de nuestras pasiones.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

En el libro de tu corazón has escrito multitud de oraciones y juicios. Por eso te suplicamos para que podamos ser inscritos en el libro de la vida.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Seca el pecado de nuestra alma cansada que no encuentra la fuente de la tranquilidad, mas te rogamos, oh santo Elías, que intercedas ante Cristo para que nos envíe en aliento fresco del Espíritu Santo.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Te has mostrado más excelsa que los ángeles con el adorno de tus virtudes, oh Theotokos. Así, te rogamos para nos sean concedidas por el Único poderoso.
Oda VIII
Irmos: Glorificad al Rey de los Cielos, a quien los ejércitos celestiales alaban y exaltadlo por los siglos de los siglos.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Destierra nuestras enfermedades con el poder de tu oración y envía a nuestras almas el rocío de la humilde reflexión, eliminando así el furor de nuestro orgullo.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Abre el cielo de nuestro corazón y concédenos el arrepentimiento con el rocío fulgurante de tu oración, para que podamos obtener los ricos frutos de la sabiduría.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Deposita en nuestros corazones la radiante luz de tus oraciones, para que sean disipadas las tinieblas de nuestros pecados.

Ahora y siempre, y por los siglos, de los siglos. Amén.

Corta, oh Theotokos, con la espada de la oración nuestros malos pensamientos y guíanos hacia la luz del arrepentimiento.
Oda IX
Irmos: Tú eres la montaña santa por la que Dios ha subido, tú eres la Roca del desierto no cortada por donde mana el manantial de la vida eterna, Cristo nuestro Dios, que tomó nuestra naturaleza para salvarnos. Por eso, oh bienaventurada Theotokos, te magnificamos.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Nadie puede relatar tu celo por el Señor, ni adentrarse en el interior de tu sabiduría, pues realmente luchaste contra el pueblo que oscurecía la luz de la Verdad.

Santo profeta Elías, ruega a Dios por nosotros.

Enciende la antorcha de nuestro corazón con el fuego de tus oraciones, para que podamos salir de la pesada oscuridad de las tentaciones.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo

Levántanos hacia el arrepentimiento, pues estamos acostado en el lecho de nuestros pecados y extiende la mano inmarcesible de tus oraciones para que nuestras humildes oraciones sean aceptadas ante el trono del Altísimo.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Sobrecargados por la multitud de nuestros terribles pecados, nos dirigimos a ti como hacia una vía de escape, oh Theotokos, para que nos libres de la persecución de nuestras pasiones.
En verdad es digno y justo, a ti alabarte Theotokos, siempre santa e inmaculada, Madre de Nuestro Señor. Más venerable que los querubines, e incomparablemente más gloriosa que los serafines, que sin mancha engendraste al Verbo Dios. A Ti verdadera Theotokos, te ensalzamos.
Megalimnario.
Alégrate, altar terrible del fuego eterno, heraldo y espejo de los profetas, que anunciaste la segunda venida de Cristo, oh fructífero árbol del juicio venidero, dominador de las pasiones con la divina intercesión de tus oraciones.
Con tu poderosa oración cerraste el cielo, y así, te suplicamos que abras nuestros corazones endurecidos hacia Cristo, el que está sentado en el trono sobre los querubines, para que disponga también su trono en nuestro corazón por tus humildes oraciones.
Ascendiste al cielo en un carro de fuego, realizando el camino desde la tierra. Ahora extiende tus manos hacia nosotros, para que podamos alcanzar el puerto de la salvación.
Concediste a tu discípulo el don de las virtudes curativas. Concédenos la renovación de nuestra vida a los que humildemente te honran, oh santo Elías.
Desciende tu oído desde lo alto del cielo, para que podamos ofrecerte el canto celestial, y escucha el lamento de nuestros corazones asediados por el fuego de la adversidad, otorgándonos, oh bendito Elías, el rocío de la misericordia divina.
Concédenos lágrimas por los pecados que afligen a Dios e intercede ante el divino Maestro para que nos conceda el perdón en el día de su temible juicio.
Ejércitos Celestiales, Precursor del Señor, Apóstoles bienaventurados, y todos los santos, suplicad junto a la Madre de Dios, por nuestra liberación y salvación.
Lector: (3 Veces)
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.

Gloria al Padre, al  Hijo y al Espíritu Santo

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados. Soberano, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras dolencias por tu nombre.

Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.

Gloria al Padre, al  Hijo y al Espíritu Santo

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Majestad, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan sobreesencial dánosle hoy; perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas líbranos del maligno.
Sacerdote: Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Tropario

Brillaste con el fuego de la verdad, oh profeta Elías,  y quemaste al pueblo sin ley, dirigiendo hacia el arrepentimiento a los que se habían apartado de la verdad, para depositar en sus almas el ascenso al cielo por la divina intercesión de tus oraciones.
Letanía
Sacerdote: Ten piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia, te suplicamos que nos escuches y tengas piedad.
Coro: Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
  1. También rogamos por todos los fieles cristianos ortodoxos.
  1. De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por toda nuestra hermandad en Cristo.
  1. Roguemos también para que obtengamos misericordia, vida, paz, salud, protección, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios N. N., por los miembros de nuestra parroquia, y por los benefactores de este santo lugar.
  1. Roguemos también por los que hacen el bien en esta santa y venerable iglesia, por todos los que trabajan y cantan y por todo el pueblo aquí presente que espera de ti una grande y abundante misericordia.
  1. De nuevo pidamos para que libre a esta santa iglesia, a esta ciudad, a todas las ciudades y campos del hambre, la ira, las plagas y terremotos, de las inundaciones, de los incendios, de la espada, de las invasiones extranjeras, de la guerra civil y de la muerte súbita; que nuestro Dios, amante de la humanidad, sea misericordioso y se nos muestre favorable y nos libre de toda violencia y enfermedad y del justo castigo que merecen nuestros pecados y tenga misericordia de nosotros.
  1. Señor, ten piedad. (40 veces)
  1. Roguemos también para que el Señor, y aunque somos pecadores, escuche nuestra súplica y tenga piedad de nosotros.

Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.

Sacerdote: Escúchanos, oh Dios Salvador nuestro, Esperanza de los que se encuentras en los confines de la tierra y de los que navegan por el mar; sé misericordioso, oh Señor, sé misericordioso, perdona nuestros pecados y ten piedad de nosotros. Porque eres un Dios compasivo y amante de la humanidad y a ti te damos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Tropario tono 2º
Destierra, oh bendito Elías, la enfermedad de todos los que te honran, y detén el río de nuestros dolores, haciendo brillar la alegre luz de Cristo, e intercediendo ante Él para que salve las almas de los que te honran con piedad.
A la Theotokos
Señora, oh Señora nuestra, recibe las oraciones de tus siervos y líbranos de todas las adversidades.
Toda nuestra esperanza esta depositada en ti, oh Theotokos, protégenos con tu sagrado velo.

Lector.

Gloria al Padre, al  Hijo y al Espíritu Santo

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.  Bendice, padre.
El sacerdote, en las puertas reales y cara al pueblo dice la despedida:
Despedida
Que Cristo nuestro Dios, por intercesión de su purísima e inmaculada Madre,  de los santos, célebres e ilustres Apóstoles, de los santos Mártires, gloriosos y triunfadores, de los santos ancestros de Dios, San Joaquín y Santa Ana, de San Elías el profeta,  de (N. santos del día) cuya memoria hoy celebramos; de (N., patrón de la iglesia) y de todos los santos, tenga piedad de nosotros y nos salve, pues es bueno y amante de la humanidad.
Entonces, el Sacerdote vuelto hacia el icono de Cristo que está en el iconostasio dice:
Sacerdote: Por las oraciones de nuestros Santos Padres, Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos.
Lector: Amén.

                                    Catecismo Ortodoxo 

                      http://catecismoortodoxo.blogspot.ca

Saturday, August 27, 2016

La Santísima Virgen María, Madre de Dios.

La Virgen María tiene un importante lugar en la Iglesia Ortodoxa, el que fácilmente se puede observar con el simple hecho de entrar a un templo ortodoxo: siempre hay al menos un ícono de la Virgen María notoriamente visible a los fieles. Entre todos los santos, la Santísima Virgen María goza de un lugar singular. Es venerada como la más excelsa de todas las criaturas de Dios, "mas venerable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines," como cantamos en uno de los himnos de la Divina Liturgia.
Los datos más antiguos que tenemos acerca de María, los encontramos en el Nuevo Testamento, y también en los escritos llamados los "evangelios apócrifos". Estos son documentos compuestos en los primeros días de la iglesia, que no fueron aceptados finalmente como "Evangelios Canónicos" incluidos en el Nuevo Testamento, pero que si son una fuente que nos enseña acerca de la vida de María. Algunos de estos evangelios apócrifos que relatan detalles de su vida incluyen el Proto Evangelio de Santiago, el Pseudo-Mateo, y el Evangelio de la Natividad de María.
De estas fuentes apócrifas, sabemos que el padre de María era Joaquín, un hombre justo, pastor de ovejas, de la tribu de Judá, y que vivía en Nazaret. Era muy generoso, y tenía como costumbre dar un tercio de sus bienes a los pobres, a las viudas y a los huérfanos, otro tercio al templo y a las personas que servían en él, y el último tercio lo guardaba para sus necesidades y las de su familia. La madre de María se llamaba Ana, hija de un sacerdote del templo judío, que había nacido en Belén. Joaquín y Ana habían estado casados por muchos años, pero no tenían hijos. Esto, en la cultura de su tiempo, se consideraba como una maldición de Dios, una humillación delante de todos. Rogaban incesantemente a Dios que les diera hijos, prometiéndole que le dedicarían la vida de su hijo o hija. Un día, un ángel del Señor visitó a Joaquín mientras pastoreaba, y le anunció que Ana daría a luz a una niña. Luego el mismo ángel también apareció a Ana, dándole la misma noticia. Se alegraron mucho y agradecieron a Dios Su Gran Misericordia. La Iglesia Ortodoxa celebra la fiesta de la concepción de María por sus padres, el día 9 de diciembre. Celebramos su nacimiento el 8 de septiembre. Cumpliendo con su promesa a Dios, Joaquín y Ana llevaron después a la pequeña María al templo para dedicar su vida a Dios. Esta fiesta, la Presentación de María en el Templo, la celebramos el 21 de noviembre.

En el Nuevo Testamento, encontramos referencias a María en los Evangelios y en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Del Evangelio según San Lucas, sabemos que un ángel del Señor fue enviado a  María, cuando era una joven virgen comprometida con José, para anunciarle que nacería de ella el Niño Dios, por obra del Espíritu Santo.  (Lucas 1, 27 al 38) "El ángel…le dijo, 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.' " María, ante esta asombrosa nueva, aceptó gozosa. "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra." (Lucas 1, 38) El Evangelio de Mateo también afirma que María concibió a Jesús por medio del Espíritu Santo. "El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran, se halló que ella había concebido del Espíritu Santo." (Mateo 1,18) Luego la Iglesia expresó esto mismo en el Credo Niceo-Constantinoplano, escrito en los primeros dos Concilios Ecuménicos en los años 325 y 381. "Y en un solo Señor Jesucristo… quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación, descendió del cielo, se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo hombre."
De igual forma sabemos,  del Evangelio según San Lucas, que María era prima de Isabel (Elizabeth), la madre de San Juan Bautista, y que ella fue a visitarla antes de que naciera su hijo. "Aconteció que, cuando Isabel oyó la salutación de María, la criatura saltó en su vientre. E Isabel fue llena del Espíritu Santo." (Lucas 1,41)
El Evangelista San Juan relata que María estuvo presente cuando Jesús hizo su primer milagro en Caná de Galilea, cuando convirtió el agua en vino, en la celebración de unas bodas. (Juan 2,1 al 11)
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se relata que María permaneció junto a los discípulos después de la muerte y resurrección de Jesús : "Todos éstos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de Él," (Hechos 1,14) y que estaba con ellos también en la Fiesta de Pentecostés, cuando recibieron el Espíritu Santo (Hechos 2,1). Ella, que había cobijado a la divina Persona del Hijo de Dios en su vientre por poder del Espíritu Santo, ahora recibe el Espíritu Santo en su divino descendimiento.

María en la Iglesia

En la Iglesia Ortodoxa, todo cuanto creemos y afirmamos acerca de María, se relaciona directa y explícitamente con nuestra fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad Hecho Hombre. La "Mariología" está imprescindiblemente relacionada con la "Cristología," con nuestra fe en la Encarnación.  Sostenemos  dos dogmas acerca de María : primero, como ya hemos dicho, que ella concibió a su Hijo Jesucristo por obra del Espíritu Santo, como encontramos en el Credo Niceo-Constantinoplano. El segundo dogma acerca de María fue proclamado por el tercer Concilio Ecuménico, celebrado en Efeso en al año 431. Este dogma afirma que María es Theotokos, es decir, "La que Dio a Luz a Dios", Madre de Dios, y no solamente Cristotokos, o sea, únicamente Madre de Cristo.
Asimismo la Iglesia nos enseña acerca de María en su himnología. Numerosos himnos y oraciones son de alabanza o de súplica a la Santísima Virgen María.  Al comienzo de cada Divina Liturgia, el primer himno (antífona) que se canta es a María : "Por las intercesiones de la Madre de Dios, Sálvanos oh Salvador." También, después de la consagración del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, se canta un himno de alabanza a la Virgen María. "Verdaderamente es digno bendecirte, oh Madre de Dios."
La iconografía también es fuente de enseñanza acerca de la Madre de Dios. Los íconos de ella siempre la demuestran con el Niño Jesús en sus brazos, tal como se ve en el ícono de ella que se encuentra en el iconostasio o en el ápside del altar. Esto manifiesta que la principal importancia de María es que haya dado a luz a Dios-Hijo. Un ícono de la Santísima Virgen María es siempre imagen de la Encarnación. Otros íconos demuestran distintas fiestas que celebramos de ella : su nacimiento, su presentación en el templo, y su dormición, entre otros.
María, la Madre de Dios,  figura prominentemente en los escritos de los Santos Padres de la Iglesia. Encontramos referencias a ella en sus escritos tan temprano como el siglo II. San Ignacio de Antioquía, a quien la leyenda identifica con el niño que acogió Jesús en sus brazos cuando habló del reino, es considerado como el "primer escritor mariano".  Este santo, que sufrió el martirio en los primeros años del siglo II, afirma que Nuestro Dios Jesucristo fue llevado por María en su seno, conforme a la disposición divina, y que María la Madre de Nuestro Señor era en verdad virgen. San Ambrosio, Obispo de Milán en el siglo IV, dijo : "La vida de María es una regla de vida para todos. " También en el siglo IV, San Cirilo de Jerusalén, quien fuera una importante figura en el Concilio de Efeso, en el sermón que se considera como el más célebre de la antigüedad sobre María, dice así : "Regocíjate, María Madre de Dios, venerable tesoro del mundo entero, luz inextinguible, corona de virginidad,  báculo de la Ortodoxia, templo indestructible que contiene lo incontenible… es a través de ti que se glorifica y se adora a la Santísima Trinidad; mediante tuyo, se venera a la preciosa Cruz en el mundo entero; por ti los cielos se alegran, los ángeles y los arcángeles se regocijan, y los demonios huyen;… por ti toda la creación ha alcanzado el conocimiento de la verdad. "San Juan de Damasco, en el siglo VII-VIII, afirma que ella es virgen "en mente, en alma y en cuerpo," y nos asegura que "en ella se personifica todo el misterio del plan divino de la salvación." San Andrés de Creta lo expresa de la siguiente manera : María es "la ciudad viva del Rey y Dios, en que Cristo habitó y obró nuestra salvación."

María en las Fiestas de la Iglesia

En el Año Litúrgico Ortodoxo, las fiestas dedicadas a la Santísima Virgen María son :  la Natividad de María (8 de Septiembre), en que celebramos su nacimiento;  la Presentación de María en el Templo (21 de Noviembre), en que María es presentada en el templo por sus padres San Joaquín y Santa Ana para dedicar su vida a Dios; la Anunciación (25 de Marzo), en que celebramos el anuncio del Arcángel Gabriel a ella y su libre aceptación de ser la Madre de Dios;  y la Dormición de María (15 de Agosto). Ya que nuestro año litúrgico se inicia el 1 de Septiembre, podemos ver que una fiesta principal de María (su nacimiento) lo inaugura, y otra (su Dormición) lo cierra. La Anunciación se basa en el texto del Evangelio según San Lucas (capítulo 1). Conocemos los acontecimientos que celebramos en las tres otras fiestas por los escritos del Evangelio Apócrifo de Santiago. Además de estas fiestas mayores, durante todo el año celebramos otras fiestas menores en que recordamos a María, la Santísima Virgen y Madre de Dios.

María en la Oración

En el tesoro de su himnología, la Iglesia Ortodoxa incluye dos oficios distintivos a la Virgen María : El Paráclisis y el Acathiston. El Paráclisis es un oficio de súplica a María, tradicionalmente celebrado a diario durante las 2 semanas de Cuaresma en preparación a la Fiesta de la Dormición (1 a 14 de agosto). El AKathiston es celebrado en nuestra iglesia los días viernes por la tarde durante la Gran Cuaresma, y el una oración de alabanza a la Virgen. Es atribuido a San Romanos el Melodista.
Además de estos singulares oficios, existen himnos a María denominados "Theotokion" (de la palabra Griega Theotokos, o Madre de Dios), una para cada fiesta que la Iglesia celebra. Esta insistencia de la Iglesia en recordar a María en su vida litúrgica en forma constante, demuestra la gran importancia que tuvo la libre colaboración de María en el Plan Divino de la Salvación.

María en la Vida de los Cristianos Ortodoxos

La Santísima Virgen María no fue un simple instrumento pasivo en la obra de nuestra salvación. Ella podía aceptar la invitación de Su Creador, o bien rechazarla. Pero su respuesta a Dios fue un "si", libre y valiente. Ella personifica la libertad humana restaurada. En ella vemos la vocación de cada mujer y de cada hombre, de la humanidad entera. María es la simiente e imagen de la Iglesia. Ella siempre buscó realizar, en su propia conciencia, el significado de su maternidad divina.
Dios ofrece a cada ser humano el libre don de vida nueva en Su Reino Eterno. Depende de nosotros, de cada uno individualmente, de aceptar este don, o rechazarlo. María es el signo de la aceptación de este don divino.
María participó en la obra de nuestra salvación no sólo corporalmente, sino también mediante su fe personal y obediencia. Se abrió al Espíritu del Altísimo. En la conciencia de la Iglesia, la imagen de María no es una de feminidad frágil y pasiva. Ella es la Nueva Eva, arquetipo de la plena y verdadera humanidad, llena de la gracia vivificadora del Espíritu.
Glorificamos a María por la maternidad que ella recibió de Dios por el Espíritu Santo. Ella nos revela la vocación más alta de todo ser humano : Dar a luz a Dios en uno mismo, y para toda la creación, por el Espíritu Santo.
En Nazaret de Palestina hace 2000 años, un ángel visitó a una joven Virgen, y ella acogió con regocijo su saludo. Mediante ella, el mismo saludo se dirige a la humanidad entera.

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