La grandeza de Dios
y el deseo humano de conocerlo.
Dios
es un Ser sublime y perfectísimo, Creador y Rector del universo, Espíritu
eterno, omnipresente, omnisciente y todopoderoso.
La
esencia de Dios es incomprensible tanto para la mente humana, como para la de
los ángeles. Él habita en una luz inaccesible; a Él nadie le ha visto ni le
puede ver. (I Tim 6:16).
San Basilio el Grande, escribe:
"Si quieres hablar acerca de Dios,
renuncia a tu cuerpo y a los sentidos físicos, abandona la tierra y el mar. Haz
que el aire quede debajo de ti. Deja de lado la cronología de los años, su
orden preciso, y el ornamento de la tierra. Sitúate sobre el éter, deja a tras
las estrellas, su belleza y tamaño, la utilidad que brindan al universo, su
organización, luminosidad, posición, movimiento y todo cuanto próximo o
distante haya entre ellas. Sobrepasando todo esto con la mente, circunda el
cielo y situándote por encima de él imagínate la belleza del lugar. Desestima
las huestes de los ángeles, la autoridad de los arcángeles, la gloria de los
señoríos, la presencia de los tronos, las virtudes, los principados y las
potestades. Desestimándolos a todos ellos cruza los límites de la creación
dejándola por debajo de tus pensamientos. Imagínate la naturaleza divina, firme
inmutable, desapasionada, simple e indivisible, Imagina la luz inaccesible, la
grandeza ilimitada, el poder inefable, la gloria resplandeciente, la bondad
ansiada y la belleza inconmensurable que impresiona fuertemente las almas
sensibles y que no puede describirse dignamente con palabras."
(N de T: Señoríos, Tronos, Principados, Virtudes, Querubines y
Serafines, son los nombres de las jerarquías de los ángeles. El mundo
espiritual de los ángeles es mucho más numeroso que el nuestro).
Semejante elevación espiritual es necesaria
para meditar acerca de Dios.
Es paradójico que el hombre desde temprana
edad, y a pesar de sus limitaciones mentales y espirituales, desee conocer a
Dios. La tendencia instintiva de la mente humana de conocer al Ser Supremo y al
mundo espiritual, se advierte en personas de cualquier que raza, cultura o de
desarrollo. Evidentemente, hay algo misterioso en la naturaleza del hombre, que
como un imán lo atrae hacia la esfera de lo invisible y lo perfecto. Las
Sagradas Escrituras definen a este "algo" como "imagen y
semejanza de Dios" en el hombre, grabada por el Creador en los cimientos
de nuestra naturaleza espiritual. (génesis 1:27).
Sólo la presencia de este vínculo entre el
alma y su Creador, puede explicar que ante las más adversas circunstancias, aún
las personas sin formación religiosa alguna pueden tener una idea más o menos
correcta acerca de Dios. Lo extraordinario es que Dios siempre va al encuentro
de la persona que lo busca, manifestándose ante ella misteriosamente.
Las Sagradas Escrituras conservan el
recuerdo de un breve pero muy valioso tiempo en el que en los albores de la
humanidad, Dios aparecía y hablaba con Adán y Eva, como un padre con sus hijos.
En aquellos días no había siquiera un atisbo de temor entre los primeros
hombres ante la presencia del Ser Supremo. Sobre esto, los ateos pretenden
convencernos de que la surgió como consecuencia del temor inconsciente que
experimentaba el hombre primitivo frente a las fuerzas de la naturaleza. Por el
contrario, de acuerdo al Génesis, el primer encuentro del Creador al hombre
estuvo pleno de confianza y beatitud. Fue la caída en el pecado lo que privó
realmente al hombre del sentimiento de proximidad y bienaventuranza de Dios.
los filósofos y las civilizaciones antiguas
Luego de la
caída de Adán y Eva en el pecado, la mayoría de sus descendientes fueron
alejándose de Dios y volviéndose cada vez más rudos, y entregándose a los
vicios cayeron en la superstición. Lentamente fue desarrollándose la idolatría.
Pero a pesar de esto, la tendencia instintiva de buscar a Dios permaneció en el
hombre
Toda la historia antigua de la humanidad
testimonia que el hombre, a diferencia de los animales, no puede limitarse solo
a satisfacer sus requerimientos físicos. Inconscientemente, su pensamiento es
atraído hacia niveles más altos, hacia el mundo trascendental, hacia su
Creador. El hombre anhela conocer: ¿cómo y por qué apareció este mundo que lo
rodea? ¿Tiene su vida un significado más importante? ¿Qué le espera detrás del
umbral de la muerte? Existe otro más perfecto? ¿ Existe la justicia absoluta y
excelsa? ¿Habrá una recompensa por las obras buenas y un castigo por los
crímenes? Al Contemplar la grandeza, la armonía y la hermosura del mundo, el
hombre llega al convencimiento de que debe existir un Creador. Su sentido moral
le dicta sobre la existencia de un Legislador recto que dará a cada uno según
sus obras. De esta manera, bajo la influencia de motivos internos y externos,
paulatinamente comenzó a gestarse en el hombre un sentimiento religioso, una
necesidad de conocer y acercarse a su Creador.
Por esta razón, nunca existió un pueblo
totalmente privado de la noción de un Dios.
"Observen la faz de la tierra - dice
Plutarco (siglo I AC) - ustedes encontrarán ciudades sin fortalezas, sin
ciencias, sin autoridades, verán personas sin hogar, personas que desconocen el
uso del dinero o que ignoran totalmente la hermosura del arte, sin embargo,
nunca encontrarán una sociedad que viva sin fe en una Divinidad."
Debido a que no existe una información
detallada sobre las diferentes creencias y la vida de los pueblos antiguos, es
difícil establecer puntualmente como surgieron y se desarrollaron sus
diferentes conceptos religiosos. Sin embargo muchos religiosos de las
religiones comparadas afirman que en las religiones primitivas existió la idea
del monoteísmo (un solo Dios); en tanto que la deificación de las fuerzas
naturales y diferentes dioses (politeísmo) apareció mucho más tarde. * Los
primeros capítulos del Génesis relatan el desarrollo del politeísmo entre
"los hijos del hombre" como el resultado del entorpecimiento moral.
También nos enseña como "los hijos de Dios" (los descendientes de
Set) conservaron su fe en un solo Dios. Además debemos aclarar, que en las
religiones politeístas, siempre existió un dios supremo por encima de otras
divinidades. Por ello al margen de las imperfecciones de las religiones paganas
el reconocimiento de la existencia de un Ser Supremo, nos indica que el hombre
en su naturaleza interna es religioso. El ateísmo es un estado anormal y
patológico del alma humana surgido de un estilo de vida pecaminoso y que con
los años se fortalece aún más con la penetración de los conceptos ateos.
En Grecia, donde 600 años AC, el
politeísmo desplazó al monoteísmo, advertimos una saludable oposición por parte
de los filósofos. Uno de los primeros filósofos en oponerse al politeísmo, fue
Xenofonte (570 – 466 AC) quien luchó contra los adoradores de animales y héroes
legendarios. Él dijo "Entre los dioses y los hombres existe un Dios
supremo, el cual no se parece a ellos, ni mentalmente, ni en su apariencia
externa. El es toda visión, todo pensamiento y oído. Él habita, eterno e
inamoviblemente, en un solo lugar y con su mente dirige todo sin esfuerzo"
Heráclito habla sobre el Logos de quien
todo recibió su existencia. El llama Logos a la Sabiduría Divina (1) Anaxagoras
llama Dios "Razón purísima" omnisciente y omnipotente. Esta Razón,
siendo de naturaleza espiritual, todopoderosa y omnipresente mantiene todo en
un orden. Ella formó al mundo a partir de un caos primitivo.
Sócrates reconoce que Dios solo hay uno. Él
es el principio moral del mundo y es la "Providencia," que se
preocupa del mundo y la gente.
Platón, combatiendo las supersticiones
paganas, exige que se excluyan del concepto de Dios, ciertas cualidades
imperfectas como la envidia o la metamórfosis. "Dios, y no el hombre, es
la última palabra en todo." Para Platón, Dios — "Demiurgo"
es el creador de todo, el Pintor. Del Universo. Él es un espíritu inmortal, que
cambia y da forma a la materia según Su idea. Existe un mundo eterno y real de
ideas, al que se atribuye la auténtica realidad. Al frente de este reino de
ideas se encuentra la Idea del Bien, el Dios Creador del universo.
Aristóteles sostiene que Dio está sobre
todas las cosas, y es el Principio motor del universo "el Inmóvil Primer
Motor," fuente del movimiento universal. Él es un ser eterno y perfecto,
centro de toda actividad y energía, autónomo e inaccesible. Él, es pura razón
"mente de las mente" y ajeno a cualquier materialidad vive en un
intenso estado de acción intelectual y de autocontemplación: "La realidad
del pensamiento es la vida, y Dios es esta realidad." De acuerdo con
Aristóteles, todo el mundo busca a Dios porque Dios es amado por su perfección.
Artaus de Cilicia, (escritor del siglo III
a. de Cristo), elevándose mentalmente llegó a la idea de una "imagen de
Dios en el hombre" diciendo: "nosotros somos Su generación."(2)
Tal vez influencia influenciados por los filósofos, que insistieron sobre la
existencia un Ser sapientísimo que está sobre todas las cosas, los atenienses
hayan construido un altar al "Dios Desconocido," como menciona el
Apóstol San Pablo al principio de su famoso sermón en Atenas. (Hechos 17:23).
De esta manera, los conceptos que algunos
filósofos tuvieron sobre Dios fueron correctos y profundos. Los filósofos más
destacados entendieron que debe existir sólo un Dios verdadero. Dios es todo
pensamiento y es el poseedor de la suprema sabiduría. Él es eterno, absoluto,
transcendente, la Primer causa de toda acción y movimiento en el mundo. Algunos
filósofos llegaron a una opinión tan elevada sobre Dios, que lo consideraban
como el "Demiurgo," conductor del universo. Sin embargo, carecieron
de una clara noción de Dios Creador que hizo el mundo de la nada, como leemos
en la Biblia. La principal falla en la opinión es considerar que Dios es un Ser
"frío," distante al mundo, como encerrado en Su vida introspectiva.
La causa de esta opinión tan alejada del Dios verdadero, reside, en que los
filósofos carecieron de una experiencia espiritual personal. No experimentaron
la viva unión con el Dios bondadosísimo, que es alcanzada durante la oración
ferviente y atenta.
A pesar de esto, muchos Santos Padres
estimaron a los filósofos antiguos hasta el punto de llamarlos "cristianos
antes de Cristo." Su principal mérito fue el desarrollo de un entendimiento
religioso – moral. Acuñaron una terminología que permitió a los primeros
apologetas cristianos y Padres de la Iglesia confesar y defender las verdades
cristianas.
Las opiniones filosóficas aquí presentadas
sobre el Ser Supremo, son interesantes, porque demuestran el límite del
conocimiento sobre Dios al que puede llegar el hombre a través de su esfuerzo
natural. Pero mucho más puro y perfecto aún es el testimonio que hallamos sobre
Dios en las Sagradas Escrituras. Mediante ellas sabemos que Dios se ha revelado
ante quienes lo han buscado como los (Rectos/ Justos) del Antiguo y Nuevo
Testamento. Aquí no se trata de un producto de ideas abstractas o de posibles
adivinanzas, sino de una espontánea iluminación desde lo alto, recibida por los
santos como una viva experiencia espiritual. Los santos escribieron sobre Dios
según lo revelado por el Espíritu Santo. Por esta razón en las Sagradas
Escrituras, y en las obras de los santos cristianos, no hay adivinanzas ni
contradicciones sino una completa unanimidad.
* (Confrontar W. Schmidt " Der Ursprung der
gottesidee).
(1) (la enseñanza sobre el Logos fue desarrollada por Filón
en el siglo I AC).
(2) (una idea similar fue expresada por su contemporáneo
estoico, Cleanfas).
Los atributos de Dios
según las
Sagradas Escrituras
y los
Santos Padres
Las
Sagradas Escrituras nos dan una sublime y completa información sobre Dios.
Ellas nos enseñan que Dios es Uno, Él es un ser personal, supremo, que está
sobre todas las cosas. Dios es Espíritu eterno, bondadosísimo, omnisciente,
fidelisimo, todopoderoso, omnipresente, perfectísimo y muy bienaventurado. Sin
tener necesidad alguna, Dios todopoderoso, por su bondad creó de la nada al
mundo visible e invisible, y también nos creó. Hasta la creación del mundo no
existían ni el espacio ni el tiempo. Ambos surgieron con el mundo. Dios, como
un Padre amoroso, se preocupa por todo el mundo, por cada ser creado por Él,
aún el más pequeño. Por sus sendas misteriosas. Él conduce a cada hombre hacia
la salvación eterna pero sin forzarlo, sino iluminándolo y ayudándolo a
realizar sus buenas intenciones.
Contemplaremos
ahora, atentamente, algunas cualidades divinas que han sido reveladas por las
Sagradas Escrituras y los Santos Padres de la Iglesia. Dios se manifiesta al
hombre como un Ser absolutamente distinto del mundo físico, es decir como Espíritu.
"Dios es Espíritu," — dicen las Escrituras, — "donde está el Espíritu
de Dios — allí esta la libertad" (Ju:
4:24 II Cor 3:17) En otras palabras,
Dios es ajeno a cualquier materialidad o corporeidad, propias de los seres
humanos e incluso de los ángeles, quienes aparecen tan solo como
"imagen" de la espiritualidad de Dios. Dios es Espíritu excelso,
purísimo y perfectísimo. El se manifestó ante el profeta Moisés como " El
que Es " un Ser Supremo, puro y espiritual. (1).
Es
inusual que las mentes contemporáneas imaginen a Dios como Espíritu puro. Por
su parte el panteísmo (2), tan difundido en nuestros tiempos, también
contradice esta verdad. Por esta razón, en el " rito de la
Ortodoxia," celebrado el primer Domingo de la Gran Cuaresma escuchamos
que: " Sean anatemas aquellos que dicen que Dios no es Espíritu, que es
sólo cuerpo."
Dios
es eterno — Dios existe fuera del tiempo, pues el tiempo es finito y variable
(el tiempo se considera como la cuarta dimensión en la teoría física de la
relatividad. De acuerdo con la cosmología actual, el espacio y el tiempo no son
eternos. Ellos aparecieron y desaparecerán con el mundo). Para Dios no existen
ni el pasado, ni el futuro, solo existe el presente. "En el principio Tú,
Señor, fundaste la tierra, y los cielos son obra de Tus manos. Ellos van
pasando, más Tú permanecerás; Todo en ellos envejece como una vestidura. Tú los
mudarás, y quedarán cambiados; más Tú eres el mismo, y Tus años no tienen
fin"(salmo 101, 26-28). Algunos Santos
Padres señalan la diferencia conceptual entre la "eternidad " y la
"inmortalidad." La eternidad es vitalidad, que no tiene principio ni
fin. El entendimiento de la eternidad puede
aplicarse únicamente a la esencia de Dios que es sin principio y en quien todo
es siempre igual y tiene el mismo aspecto.
El
entendimiento de la inmortalidad se atribuye a aquellos seres a los que se les
dio la existencia y son inmortales como los ángeles y el alma humana. La
eternidad es algo que pertenece únicamente a la Esencia Divina (San Isidro Pelusiota).
Dios
— es bondadosísima — es decir, infinitamente bueno. Las escrituras testifican:
"Generoso y clemente es el Señor Dios, paciente en exceso y grande en
misericordia" (Salmo 102:8).
Dios es
amor. La bondad de Dios se extiende sobre todo el
mundo y sobre cada ser que habita en él. Es decir, no se restringe a una
determinada región, pues un amor así es propio de seres limitados. Él se
preocupa con amor por la vida y las necesidades de cada criatura, por más
pequeña e insignificante que pueda parecer.
San
Gregorio el Teólogo dice: "Si
alguien nos pregunta a quién honramos y a quien adoramos, debemos contestar:
"adoramos al amor."
Dios
concede tantos bienes a su creación en la medida en que cada uno puede
recibirlos de acuerdo a su naturaleza y estado, y en correspondencia con la
armonía del mundo. Dios manifiesta al ser humano una bondad especial. San Clemente de Alejandría dice: "Él,
como un ave-madre, al ver a su pichón caer fuera del nido, acude en su ayuda
para levantarlo, y cuando ve que su pichón puede ser devorado por una
serpiente, con un penoso graznido, vuela alrededor de él y de sus otros
pichones sin mostrar indiferencia ante la pérdida de alguno de ellos."
Dios
nos ama mucho más de lo que nos aman nuestros padres, nuestros amigos, e
incluso de lo que nos amamos nosotros mismos. Él, se preocupa más por nuestra
salvación, que por su propia gloria, como lo demuestra el hecho de que envió a
Su Hijo Unigénito encarnado al mundo para que con sus padecimientos y su muerte
nos sea revelado el camino de la salvación y la vida eterna.
Si
el hombre muchas veces no entiende toda la fuerza de la bondad de Dios, es
porque concentra su mente y sus deseos en la prosperidad terrenal. La
Providencia Divina, en cambio relaciona la concesión de bienes temporales y
terrenales con el llamado a la conquista para sí y para nuestras almas de los
bienes eternos.
Ciertamente,
hay pasajes de las Sagradas Escrituras en los que de manera simbólica son
adjudicados a Dios órganos o miembros humanos: oídos, ojos, manos y otros, que
reciben el nombre de "antropomorfísmos." Estas expresiones son usadas
en sentido demostrativo y son halladas con frecuencia entre los libros poéticos
de la Biblia. Con ellos, las Escrituras establecen una correspondencia con los
atributos espirituales de
Dios.
Así, por ejemplo, los oídos y ojos simbolizan la omnisciencia divina, la mano
su omnipotencia y el corazón, su Amor.
(2)
Pamteismo: creencia en una divinidad irracional e impersonal esparcida por toda
la naturaleza.... (FALTA NO SALIO LA
FOTOCOPIA).
Dios
es omnisciente." Todo está desnudo y
descubierto ante sus ojos" (Heb. 4:13) El rey David escribió: "Tus
ojos han visto mi origen" (Salmos 138:16).
La
ciencia de Dios es visión y conocimiento de todas las cosas existentes y
posibles, del presente, del pasado y del futuro. La previsión del futuro es una
visión espiritual, porque para Dios el futuro es presente. La previsión de Dios
no altera la libre voluntad de la creación, así como la libertad de nuestro
prójimo no es alterada a pesar de que nosotros podemos ver sus acciones. La
previsión de Dios, con respecto al mal en el mundo y las acciones de los seres
libres, se coronan con la previsión de la salvación del mundo cuando "Dios sea todo en todos" (1 Cor. 15:28).
Otro
aspecto de la omnisciencia de Dios es Su sabiduría. "Grande es nuestro
Señor, grande es su fortaleza y su sabiduría es infinita" (Salm.
146:5).
Los
Santos Padres de la Iglesia, siguiendo la palabra de Dios, siempre han enseñado
con profunda piedad la grandeza de la Sabiduría de Dios en la economía del
mundo visible, dedicando a este tema una gran cantidad de obras como por
ejemplo: "el Hexameron" es decir el proceso de la creación de mundo (San Basilio Magno, San Juan Crisóstomo, San Gregorio de Niza). San
Basilio magno dice: "Un pequeño
tallo, una hierbezuela es suficiente para ocupar toda la atención de tu mente
en examinar el arte de su creación."
Dios
es absolutamente recto. El entendimiento del vocablo rectitud tanto en la
Palabra de Dios, como en el uso corriente del término comprende dos
significados: la santidad y la justicia. La santidad no solo consiste en la
ausencia del mal o del pecado, es además la presencia de elevados valores
espirituales unidos a la pureza. La santidad es semejante a la luz, y la
santidad de Dios es luz purísima. Dios es "el único Santo" en
esencia, por su naturaleza. Él es la Fuente de santidad para los ángeles y los
seres mismos. El justo juicio de Dios es otro aspecto de su rectitud. Él
juzgará al mundo según la verdad, y a los pueblos con rectitud" (Salmo 9:8)."El retribuirá a cada uno conforme a sus obras, porque
Dios no hace acepción de personas" (Rom. 2:6-11).
¿Cómo
concuerdan el amor Divino y la rectitud de Dios con el juicio severo por los
pecados y el castigo del culpable? Con respecto a esta pregunta muchos Santos
Padres expresan su opinión. Ellos comparan la ira de Dios con la ira de un
padre, que para hacer entrar en razón al hijo desobediente, acude a métodos
paternales de castigo. Al mismo tiempo, se apena por el hijo insensato,
compadeciéndose por la aflicción que le causa. Por eso la justicia de Dios es
siempre la misericordia y la misericordia es siempre la verdad, como está
escrito: "La misericordia y la verdad se
encontraron; se darán el ósculo" (Salm.
84:10).
La
santidad y la verdad de Dios están estrechamente vinculadas entre sí. Dios
llama a todos a la vida eterna en Su Reino. Pero al Reino de Dios no puede
ingresar nada impuro. Por esa razón, Dios nos purifica mediante el castigo como
método de corrección a causa del gran amor que nos tiene. Nos espera el juicio
justo, el juicio terrible, ¿cómo podríamos entrar en el Reino de la santidad y
la luz, y cómo nos sentiríamos estando allí, siendo impuros, oscuros, sin
ninguna santidad y sin tener ningún valor espiritual o moral positivo?
Dios
es Todopoderoso. "Porque Él
habló y todo fue hecho, Él ordenó y todo apareció" (Salm. 32:9). Así
se expresa el salmista sobre la omnipotencia de Dios. Dios es el Creador y
sustentador del mundo.
El es
omnipotente, "El único que hace maravillas"
(Sal. 71:18). Si Dios tolera el mal y a los malvados en el mundo, no es
porque El no pueda eliminarlos. Es porque Él da libertad a los seres
espirituales y los guía, de tal forma, que ellos por su propia voluntad
rechazan el mal y se dirigen hacia el bien (sobre las cuestiones casuística, de
que hay ciertas cosas que Dios "no puede realizar," responderemos que
la Omnipotencia de Dios se extiende sobre todo aquello que le place a su mente,
a su benevolencia y a su voluntad).
Dios
es Omnipresente. "¿Adónde
iré que me sustraiga a tu Espíritu? ¿Adónde huiré de tu rostro? Si subieres a
los cielos allí estas Tú. Y descendiere al abismo, allí estás Tú. Si tomare las
alas del alba y habitare en el extremo del mar, también allí me guiaría Tú mano,
y me asirá Tu diestra" (Salm. 138:7-10) .
Dios
no esta limitado espacialmente. Él impregna todo con su Ser. Siendo de
naturaleza simple (indivisible), está presente en todo lugar pero no
parcialmente ni con su fuerza, sino con todo su Ser y sin mezclarse con nada.
Dios impregna todo, sin mezclarse con nada y nada puede penetrar en Él. (San Juan Damasceno).
Dios
es inmutable. "En e Padre de las luces no hay
cambio, ni sombra de variación" (Stg. 1:17). Dios es perfección. Un
cambio es signo de imperfección, por esa razón, la mutabilidad es inconcebible
en un Ser perfecto. Cuando se habla de Dios no se puede decir que en Él existe
un proceso de desarrollo, cambio, evolución, progreso o algo parecido. Pero el
hecho de que Dios es invariable, no significa de que El se encuentre en un
estado inmóvil o este encerrado en sí. Todo lo contrario, a pesar de que Dios
es invariable, Él es vida, y se encuentra siempre en un estado activo y
energético. Dios por sí mismo es vida, y esta vida es el estado de Su existencia.
Dios
es muy bienaventurado y perfectísimo. Estos dos conceptos son muy parecidos.
Perfectisimo significa que posee todo, que tiene plena riqueza, plenitud de
bienes, y su significado no es estar contento consigo mismo. Dios no tiene
necesidad de nada pero, "es el que da a todos la vida y el aliento, y
todas las cosas" (Hech.17:25). De esta manera, Dios es la fuente de toda existencia y de
todos los bienes. Los seres creados reciben la perfección de esa Fuente. El
apóstol San Pablo se refiere dos veces en sus epístolas a Dios como
Bienaventurado en 1 Timot. 1:11 dice "del evangelio que me ha sido
confiado y que nos revela la gloria del Bienaventurado," y en 1 Timot.
1:15 dice "a su tiempo mostrará el Bienaventurado y único soberano, Rey
de reinantes y Señor de señoreadores." No debe entenderse la palabra
"Bienaventurado" en el sentido que Dios, siendo perfecto y teniendo
todo en Sí Mismo, es indiferente a Su creación y a sus sufrimientos; si no que
de Él y en El todos sus seres reciben la bienaventuranza. Dios no sufre, pero
es misericordioso. "Jesucristo sufre
como un mortal" (canon de la
Pascua) no como Dios, sino, por su naturaleza humana. Dios es la fuente de la
bienaventuranza, en Él habitan la plena felicidad, la dulzura, y la alegría
para aquellos que lo aman; Como dice en el salmo: "plenitud de gozo; a
la vista de tu rostro, las eternas delicias de Tú diestra" (Salm.15:11).
________________________
(1)
Ciertamente hay pasajes de las Sagradas Escrituras en los que de manera
simbólica son adjudicados a Dios órganos y miembros humanos: oídos, ojos, manos
y otros, que reciben el nombre de "antropomórfisimos." Estas
expresiones son usadas en sentido demostrativo y son hallados con frecuencia
entre los libros poéticos de la Biblia. Con ellos, las Escrituras establecen
una concordancia con los atributos espirituales de Dios. Así, por ejemplo, los
oídos y ojos simbolizan la omnisciencia Divina, la mano su Omnipotencia y el
corazón, su Amor.
(2)
(Panteísmo = creencia en una divinidad irracional e impersonal esparcida por
toda la naturaleza. El Budismo y otras creencias orientales se fundamentan en
el panteísmo).
_________________________
Es
importante tener en cuenta que, la Sagradas Escritura y los Santos Padres
hablan predominantemente de las cualidades divinas, y no de la naturaleza de
Dios. Los Santos Padres rara vez hablan de la naturaleza de Dios, y cuando lo
hacen, lo hacen tangensialmente, explicando que "su naturaleza es simple,
única y sencilla." Pero esta sencillez y simplicidad no son un todo
indiferente o insubstancial, por el contrario, contienen en sí, la plenitud de
Sus cualidades. "Dios es un mar de esencia, ilimitado e incalculable"
(San Gregorio el Teólogo). "Dios es la plenitud de todas las cualidades y
perfecciones en su aspecto más sublime e infinito (San Basilio Magno).
"Dios es simple. Él es todo sentido, todo espíritu, todo pensamiento y
toda fuente de bienes" (San Irineo, Obispo
de Lyon).
Refiriéndose
a los atributos de Dios, los Santos Padres señalan que su multitud, en
comparación con la naturaleza simple de Dios, es resultado de nuestra
incapacidad de encontrar una sola forma de apreciar la naturaleza divina. En
Dios un atributo es aspecto de otro atributo. Dios es recto, esto significa que
Él es omnisciente, omnipotente, bondadoso y bienaventurado. Esta multiplicidad
de la simpleza de Dios puede compararse con la luz del sol que se evidencia en
los colores del arco iris.
Nuestros
pensamientos sobre Dios se refieren en primer lugar a Su distinción del mundo
(por ejemplo: Dios - es "sin Principio," mientras que el mundo tiene
un origen, Dios es eterno, mientras que el mundo es finito; y en segundo lugar
a sus acciones en el mundo y la relación del Creador con la creación (Creador,
Sustentador, Misericordioso, Juez recto).
Al
referirnos a las cualidades divinas, nosotros no definimos con precisión lo que
es Dios pues, Su naturaleza hace imposible una definición. Cualquier definición
establece límites, marca una restricción, una imperfección. Dios no tiene
límites, por ello, no es posible precisar un concepto sobra la Divinidad porque
"incluso el entendimiento es una forma de limitación."
El Misterio de la
Santísima
Trinidad
La comprensión de la unidad y de las
excelsas cualidades divinas no agotan la plenitud de la enseñanza cristiana
sobre Dios. La fe cristiana nos consagra al profundísimo misterio de la vida
interna de Dios; ella presenta a Dios como uno en esencia y trino personas. Así
como Dios en su esencia es Uno, todas sus cualidades - eternidad, omnipotencia,
omnipresencia y demás, pertenecen igualmente a las tres Personas de la
Santísima Trinidad. En otras palabras, el Hijo de Dios y el Espíritu Santo, son
eternos y todopoderosos como Dios Padre.
La verdad acerca de la trinidad de Dios
constituye la sobresaliente herencia del cristianismo. Las religiones naturales
ignoran esta verdad, e inclusive en la enseñanza del Antiguo Testamento no
existe una revelación clara y directa sobre el tema. Allí hay rudimentos,
indicaciones alegóricas u oscuras sobre este misterio, que solo puede
entenderse, en su plenitud con la luz del nuevo testamento que revela la
enseñanza sobre Dios uno y trino con total claridad. Hay fragmentos del Antiguo
Testamento que se refieren a la pluralidad de personas en la divinidad "Hagamos
al hombre en nuestra imagen y semejanza" (Gen. 1:26),
"He aquí el hombre es como uno de nosotros" (Gen. 3:22).
"Ahora, pues, descendamos y confundamos
allí su lengua" (Gen. 11:7). En estos ejemplos podemos ver que Dios usa el plural cuando
habla de Su propia Persona. Hay otro ejemplo bíblico en el que la narración
dice que Dios se manifiesta como Uno en Tres Personas Es la teofanía ante
Abraham en la forma de tres peregrinos (ángeles). Abraham conversa con los tres
usando el singular. Esta manifestación de Dios ante Abraham sirvió de
inspiración a Andrés Rublev, para escribir el icono de la Santísima Trinidad.
La enseñanza sobre la Trinidad es el
cimiento sobre el cual se fundamenta la fe cristiana. Todas las verdades
felices y saludables del cristianismo sobre la salvación, la santificación y la
bienaventuranza del hombre, pueden ser adquirirse únicamente con la condición
de crecer en el Dios Trinitario, porque todos estos magníficos bienes nos son dados
por la acción conjunta y común de las Personas Divinas. San Gregorio el Teólogo
dice: "El diseño de nuestra enseñanza es uno y breve. Es como un
letrero sobre un poste que hace entrar en razón a todos y que dice: Estas
personas adoran sinceramente a la Trinidad."
La gran importancia y el principal
significado del dogma de la Santísima Trinidad encuentra su explicación en la
constante preocupación con la que la Iglesia siempre ha guardado este Dogma.
Esa vigilancia y tensa labor del pensamiento con las que defendió su fe ante
los herejes estableciendo la exacta definición: "Dios es uno en esencia y
trino en personas, unisubstancial e indivisible." Con estas palabras se
expresa la naturaleza de la enseñanza cristiana sobre la Santísima Trinidad.
Pero a pesar de esta evidente síntesis y simpleza, el dogma de la Trinidad es
el más profundo, incomprensible y desconocido misterio de la divina revelación.
Sin importar el esfuerzo de nuestras mentes nos es imposible imaginar de qué
manera Tres Personas Divinas, independientes, completamente iguales en dignidad
divina pueden constituir un solo e independiente Ser.
Los Santos Padres de la Iglesia, cuyas mentes
fueron iluminadas por Dios, más de una vez se acercaban a esta verdad sublime e
incomprensiblemente profunda. En sus esfuerzos por explicarla y aproximarla al
entendimiento de nuestras mentes limitadas, acudían a diferentes ejemplos
tomados de las manifestaciones de la naturaleza o de la formación espiritual
del hombre. Por ejemplo: 1) sol, luz y calor, (de aquí surge luz verdadera de
luz verdadera en el Credo); 2) manantial, llave y corriente; 3) raíz, tronco y
ramas; 4) mente, sentimiento y voluntad... San Cirilo, el equiapóstol
instructor de los eslavos año 869 durante una conversación con los musulmanes sobre
la Santísima Trinidad, indicando al sol, dijo: "Ven Ustedes en el cielo
un círculo brillante del cual nace la luz y el calor? Dios Padre, como
este círculo solar, es sin principio ni fin. De Él nace el Hijo de Dios como
del sol nace la luz, y como del sol, juntamente con los rayos luminosos, sale
también el calor, así procede el Espíritu Santo de Dios Padre. Todos
nosotros diferenciamos en el sol él circulo, la luz y el calor, pero el sol es
uno solo en el cielo. Así es la Santísima Trinidad: en ella hay tres Personas,
pero Dios es Uno e Indivisible." Todas estas y otras semejanzas que
facilitan un poco el entendimiento del misterio de la Santísima Trinidad, no
son más que una débil insinuación sobre la naturaleza de un Ser excelso. Ellas
dejan la sensación de insuficiencia, de falta de correspondencia con aquel
concepto sublime para cuya explicación fueron elegidas. No pueden quitar de la
enseñanza sobre Dios Uno y Trino, el velo de lo incomprensible y e lo
misterioso con el que se cubre esta enseñanza para la mente humana.
Existe un relato muy instructivo sobre San
Agustín, famoso maestro de la iglesia occidental. Sumido en la contemplación
del misterio de la Trinidad, y planeando una composición sobre el tema, fue a
pasear a la orilla del mar. Allí vio a un niño que jugaba excavando un hoyo en
la arena. Acercándose al niño, San Agustín le preguntó: "¿Qué estas
haciendo?" – "Quiero pasar todo el mar a este hoyo" le contestó
el niño, sonriendo. En ese momento San Agustín entendió y se dijo: Acaso no
estoy yo haciendo lo mismo que esta haciendo este niño cuando trato de entender
al infinito mar, que es Dios, con mi mente?
De la misma manera, San Gregorio
Nacianceno, el gran jerarca universal llamado el Teólogo por su capacidad
de penetrar mentalmente hasta los más profundos misterios de la fe, escribía
que él hablaba más de la Santísima Trinidad de lo que respiraba, admitiendo que
no existe un término satisfactorio para el entendimiento del dogma de la
Trinidad. Él decía, que todo cuanto estudiaba escudriñadora, y empeñándose en
enriquecerla con analogías era insuficiente para explicar la esencia de Dios.
Así la enseñanza sobre la Santísima
Trinidad, es el más profundo e incomprensible misterio de la fe. Todos los
esfuerzos por hacerla entendible, introduciéndola en el marco de nuestra manera
de pensar, son vanos. San Atanasio el Grande dice: "Aquí
se encuentra el límite de todo aquello que los querubines cubren con sus
alas."
Sin embargo, a pesar de toda su
incomprensibilidad, la enseñanza sobre la Santísima Trinidad tiene para
nosotros un importante significado moral, y por esta causa este misterio fue
revelado a los hombres. En realidad, ésta enseñanza eleva la idea del
monoteísmo, la establece sobre un cimiento sólido y aleja aquellas dificultades
importantes e insuperables que aparecieron tempranamente en la mente humana.
Algunos filósofos de la antigüedad pre-cristiana, elevándose al entendimiento
de la Unidad del Ser Supremo, no pudieron resolver la cuestión de, como se
manifiesta la vida y la actividad de este Ser por sí mismo fuera de Su relación
con el mundo. Entonces la Divinidad se identificaba con el mundo (panteísmo), o
bien tenía vida, estaba encerrada en sí misma, era inmóvil constituyendo un
principio aislado (deísmo), o se convertía en un terrible e inexorable destino
que gobernaba el mundo (fatalismo). La enseñanza cristiana sobre la Santísima
Trinidad revela que en las Tres-Hipóstasis del Ser Supremo, además de su
relación con el mundo, se manifiesta la infinita plenitud de una misteriosa vida
interior. Dios, según la expresión de uno de los más antiguos Padres de la
Iglesia, Pedro Crisologo: "es Uno, pero no solitario." En Él hay
distinción de Personas que permanecen ininterrumpidamente en comunicación la
una con la otra. "Dios Padre no nace ni procede de otra Persona, el Hijo
de Dios es engendrado eternamente del Padre, el Espíritu Santo eternamente
procede del Padre." Esta relación recíproca de las Personas
Divinas, desde siempre consistió la vida interior y mística de Dios, que antes
de Cristo estaba oculta para nosotros por una impenetrable cortina.
Gracias al misterio de la Trinidad, el
cristianismo, no solo nos enseñó como adorar a Dios y ser piadosos ante su
presencia, también nos enseñó a amarlo. Justamente por este misterio, el mundo
adquirió la feliz y significante idea, que Dios es amor perfecto e ilimitado.
El estricto y seco monoteísmo de estas enseñanzas religiosas, Judaísmo,
Islamismo, les impide elevarse hasta la revelación espiritual de la Trinidad de
Dios, y por lo tanto no pueden alcanzar el verdadero entendimiento del amor
como cualidad soberana de Dios. El amor, en su esencia, no tiene ningún sentido
sin una alianza y una comunión. Si Dios fuera unipersonal, entonces ¿con
respecto a quién se manifestaría su amor?, ¿Con respecto al mundo? Pero el
mundo no es eterno. Entonces, ¿En qué podría revelarse el amor divino en la
eternidad antes de la creación del mundo? Al mismo tiempo el mundo es limitado,
y el amor de Dios no puede manifestarse en toda su infinita dimensión. El amor
sublime para su completa revelación necesita de alguien igualmente sublime.
Pero ¿dónde encontrarlo? Unicamente el misterio del Dios Uno y Trino nos ofrece
la solución al dilema ya presentado. Este misterio nos revela que el amor de Dios
nunca permaneció inactivo o sin manifestarse: Las Personas de la Santísima
Trinidad permanecen desde la eternidad en una comunión de amor mutuo e
ininterrumpido. El Padre ama al Hijo y lo llama amadísimo. El Hijo dice de sí
mismo: "Yo amo al Padre" (Ju 14:31) Son de profundamente ciertas las
palabras de San Agustín: "El misterio cristiano de la Trinidad es el
misterio del amor Divino. Tu ves la Trinidad, cuando ves el amor."
Sobre la doctrina de la Santísima Trinidad se basa
todo el entendimiento de qué es Amor. Sobre esta enseñanza se basa toda la
enseñanza moral cristiana, cuya esencia reside en el mandamiento del amor.
Humildemente conscientes de nuestra
incapacidad de entender los misterios de la Santísima Trinidad, debemos
recibirla con plena fe y hacerlo de tal forma que esta verdad no quede como
algo superficial y ajeno a nosotros, sino, que penetre hasta los más profundos
rincones de nuestro espíritu y sea parte de nuestras almas y guíe nuestras
vidas. Así debe ser nuestro entendimiento de todas las verdades cristianas,
porque el cristianismo no es una teoría abstracta sino, la vida nueva y
renaciente.
Notas: La antigua enseñanza ortodoxa sobre los
atributos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo fue tergiversada por la
Iglesia Católica Romana con la formulación de un nuevo dogma que sostiene la
procedencia del Espíritu Santo, del Padre y del Hijo (filioque). Las primeras
menciones sobre este agregado surgieron en el siglo VI en España. En el siglo
IX el Papa León III aprobó personalmente esta enseñanza, sin embargo, prohibió
su inclusión en el Credo Niceo-Constantinopolitano, el cual dice que el
Espíritu Santo procede únicamente del Padre. Pero unos cuantos siglos más
tarde, el "filoque" fue incluido en el Credo de la Iglesia Romana. La Iglesia Ortodoxa
nunca aprobó este agregado en el Símbolo de la Fe, porque esta enseñanza no existe en las
Sagradas Escrituras, ni en la iglesia cristiana de los primeros tiempos, y es
tan solo una invención de la mente humana. Esta tergiversación de la fe
cristiana es uno de los obstáculos más grandes que impiden la unión de la
Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Romana. Los Protestantes, que se separaron en el
siglo XVI de la Iglesia Romana, heredaron esta falsa teoría.
La perfección de Dios
manifestada
en nuestro
Señor Jesucristo
Hace dos mil años ocurrió un gran milagro:
se reveló el misterio de piedad: Dios excelso, que habita en la gloria
inaccesible, en la Persona del Unigénito Hijo de Dios, descendió a nuestro
mundo y se hizo hombre. Para no reducirnos a cenizas ante la presencia de Su
Gloria y naturaleza Divina, el Hijo de Dios la ocultó en un cuerpo humano. De
esta forma, el invisible, se hizo visible, el intangible, tangible, y el
desconocido, se dio a conocer.
"El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre," dice Jesucristo a sus contemporáneos (San Juan 14:9). ¿Cuáles son las
perfecciones divinas que se manifestaron a aquellos que lo vieron y tuvieron
contacto con el Hijo de Dios? Ellos vieron aquello, que es característica de
Dios: Su omnipotencia, y omnisciencia. La vida de Jesucristo sobre la tierra se
acompañó de milagros. Para El no existe enfermedad incurable, y la naturaleza
irracional obedecía maravillosamente a su palabra Divina. Los ángeles le sirven
con temor, como al gran Soberano. Los demonios malignos huyen de El temerosos,
como esclavos llenos de culpa; Hasta la muerte despiadada y el infierno
tenebroso se sometieron a Él, dejando ir hacia el Paraíso a sus rehenes. Todas
las obras de su Divinidad Todopoderosa se llevan a cabo ante la vista de todos.
Estas obras dejaron una huella imborrable en la historia de la humanidad. La
conciencia sobre la realidad del encuentro con el Creador fue tan firme en los
discípulos de Cristo, que todos ellos consagraron sus vidas a la enseñanza de
la feliz noticia de la venida de Dios a la tierra "Lo que era
desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo
que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocantes al Verbo de vida.
Porque la vida fue
manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna,
la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó" escribe San Juan (1
Juan 1:1-2).
Además de la Omnipotencia Divina, la gente
percibió en Jesucristo algo muy valioso en el sentido moral Sus cualidades
espirituales y su santidad. Durante su vida terrenal el Salvador manifestó la
grandeza de su virtud: su sensibilidad, su misericordia, su humildad, su
mansedumbre, su obediencia al Padre, su aspiración hacia la verdad, su total
pureza y santidad, su desinterés, valentía, paciencia y especialmente su amor
sin límite. Los apóstoles nos recuerdan constantemente la misericordia de
Jesucristo y su compasión por el hombre en "En esto hemos conocido el amor, en
que Él dio su vida por nosotros: También nosotros debemos dar nuestras vidas
por los hermanos" (1 Juan 3:16).
San Pablo, que sintió la fuerza del amor de
Cristo, describe las cualidades de esta virtud: "El amor es paciente, es benigno; el
amor no envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no busca mal; no se regocija en la
injusticia, mas goza de la verdad. Todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta. El amor nunca se acaba; en cambio, las profecías se
acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia tendrá su fin" (1 Cor 13:4-8).
Así, Jesucristo con Su vida y Su obra
manifestó al mundo la perfección moral de Dios y nos otorgó la posibilidad de
entender en qué consiste la imagen y semejanza de Dios en el hombre y hacia qué
debemos dirigir nuestras aspiraciones.
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Dios es el Ser Espiritual excelso, de quién
todo procede y sin el que nada es posible. El no tiene principio y nunca tendrá
fin. Él esta sobre todo tiempo y espacio. Él es omnipresente, se encuentra en
todos los lugares al mismo tiempo e impregna todo, pero El no puede ser
impregnado por nada. El es el Principio, la continuación y la vida y de todo
cuanto existe. Él es infinitamente bondadoso y justo. Sin tener necesidad
alguna Él, por Su bondad, se preocupa de todo el mundo visible e invisible y
dirige la vida de cada ser humano hacia la salvación. El camino del
conocimiento de Dios y la eterna bienaventuranza se manifiesta a las personas
por medio del Hijo Unigénito de Dios.
El hombre contemporáneo, a pesar de sus
conocimientos, sabe muy poco y no piensa casi en Dios. Parece que a propósito,
todo está destinado a desviar la mente del hombre de lo más importante que es
Dios y la eternidad, privando al hombre de una viva comunión con su Creador. El
resultado es la lúgubre vanidad, la pena constante y la oscuridad espiritual.
Es imprescindible realizar un esfuerzo de voluntad para desplazar la vanidad en
un segundo plano y dirigir nuestra mirada hacia Dios y percibir su luz. De esta
manera, en comunión con Dios, sentiremos su proximidad y bondad, veremos su
diestra rectora en nuestras vidas, y aprenderemos a obedecer su voluntad. Así,
paulatinamente, Dios se convertirá para nosotros en lo más importante de
nuestras vidas la fuente de nuestra energía, paz y alegría y la razón de nuestra
existencia.
Él será nuestro Padre, y nosotros, sus hijos.
Obispo Alexander Mileant
Catecismo Ortodoxo
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