Oración I
Oh Santa Catalina, virgen y mártir, verdadera novia de Cristo. Te suplicamos como alguien que recibió una gracia increada especial por el dulce Jesús, tu Novio, el cual se te apareció; te rogamos que tras haber avergonzado engaños del tirano por tu sabiduría y haber vencido a los cincuenta retóricos, dándoles doctrina celestial de lo cual participaron y ascendieron a la Luz de la verdadera Fe, te dignes asimismo a pedir para nosotros esa misma sabiduría de Dios, para que también nosotros, habiendo roto en pedazos todas las trampas del tirano del hades, y habiendo rechazado las tentaciones del
mundo y la carne, nos sea mostrado ser dignos de la gloria divina, y podamos ser encontrados dignos de ser recipientes que propaguen nuestra Santa Fe Ortodoxa, y en el Tabernáculo Celestial alabemos y glorifiquemos junto a ti a Nuestro Señor y Soberano Jesús Cristo, con el Padre y el Espíritu Santo, por todos los siglos. Amen
Oh Santa Catalina, virgen y mártir, verdadera novia de Cristo. Te suplicamos como alguien que recibió una gracia increada especial por el dulce Jesús, tu Novio, el cual se te apareció; te rogamos que tras haber avergonzado engaños del tirano por tu sabiduría y haber vencido a los cincuenta retóricos, dándoles doctrina celestial de lo cual participaron y ascendieron a la Luz de la verdadera Fe, te dignes asimismo a pedir para nosotros esa misma sabiduría de Dios, para que también nosotros, habiendo roto en pedazos todas las trampas del tirano del hades, y habiendo rechazado las tentaciones del
mundo y la carne, nos sea mostrado ser dignos de la gloria divina, y podamos ser encontrados dignos de ser recipientes que propaguen nuestra Santa Fe Ortodoxa, y en el Tabernáculo Celestial alabemos y glorifiquemos junto a ti a Nuestro Señor y Soberano Jesús Cristo, con el Padre y el Espíritu Santo, por todos los siglos. Amen
Oración II
O santa gran mártir Catalina, recipiente escogido de pureza, pilar de la Ortodoxia, intercesora nuestra de digna alegría, luchadora por la ley, santa que duermes un santo sueño en la Santa Montaña. Puesto que te revelaste incluso a los cristianos que jamás te rogaron, te suplicamos con sinceridad: desciende tú vista desde lo alto, escucha el sonido de nuestra súplica, ten presente misericordiosamente las desgracias de nosotros pecadores, visita la oscuridad de nuestra mente, llévanos a mantener nuestro pensamiento en lo celestial y no en lo terrenal. Por tus intercesiones apresúrate en nuestra ayuda para que podamos superar los deseos de nuestra carne, nuestro apego apasionado al mundo y las artimañas de los espíritus malignos que con malicia guerrean contra nosotros; que por tu intercesión nos sea mostrado ser dignos de ser liberados de sus asaltos maliciosos en los días de esta vida y en los asaltos aéreos [2] tras nuestra partida. O toda-sabia virgen, concédenos todo aquello que pedimos que sea para nuestro beneficio, pues a ti te está permitido interceder por nosotros ante tu amado Novio, Cristo nuestro Dios. Sabemos que la oración del justo tiene gran poder cuando actúa de forma conjunta con la bondad de nuestro misericordioso Dios, a Quien sea la gloria, honor y acción de gracias, por los siglos de los siglos. Amén.
[2] En los puestos de peaje aéreos que debemos pasar tras la muerte.