(Ahora es San Paísios Athonita)
El diablo intenta anular al
combatiente.
-Géronta, algunas veces las
tentaciones vienen una detrás de otra y no las aguanto.
-Te diré una solución para evitarlas.
¿La aceptarás?
-La única solución para evitar las
tentaciones es… ¡aliarte con el diablo! ¿Por qué te ríes? ¿No te gusta esta
solución? Mira lo que te voy a decir. En cuanto uno lucha, tendrá tentaciones y
dificultades. Y cuanto intenta evitar la tentación, tanto en contra le lleva el
diablo. Pero con las tentaciones –si la persona las explota correctamente- se
da la ocasión de convertirse nuestra vida en “evangélica” teniendo la mayor
emoción que es percepción y sentimiento de la jaris (energía increada), porque
algunas veces nuestra vida es antievangélica.
-Géronta, me engancho y tropiezo
algunas veces en cosas insignificantes y después no tengo ganas de luchar por
algo superior.
-Estas cosas son como minas que pone
el enemigo, para inutilizar el ejército. El tangalaki (diablillo) cuando no
puede provocar otro daño, mira como anularte con cosas insignificantes.
Después, sabes que existen grandes y pequeños diablos, pero que hacen gran
daño. Una vez preguntaron a un pequeño diablillo: “¿qué puedes hacer tú
fingiendo?. “¿Yo que puedo hacer?. Contestó: voy y mezclo los hilos a las
costureras y a los zapateros y les hago enfadarse. Los mayores escándalos se
hacen de cosas insignificantes y no sólo en nosotros sino algunas veces entre
los estados. En los hombres espirituales no existen motivos para escándalos; el
diablo de las cosas pequeñas toma el motivo o la razón. Rompe y machaca al
hombre psíquicamente con unas cosas tontas, pequeñeces y entonces convierte su
corazón como él quiere y uno después se queda atontado, duro como un tronco.
-¿Por qué, Géronta, mientras pongo un
programa, un orden a mi lucha y práctica, y empiezo con ánimo y disposición a
luchar, rápidamente me olvido?
-¿No lo sabes? El
tankalaki-diablillo, cuando se da cuenta de que hacemos un trabajo espiritual,
entonces gira el botón hacia el otro lado. Mientras ponemos un programa, un
cierto orden, nos encontramos en otro y si no tenemos cuidado, nos damos cuenta
después de varios días. Por eso el luchador tiene que ir siempre contra el
diablo –naturalmente con discernimiento- y que sea conducido por un Pnevmaticós
(Guía espiritual) experimentado.
-¿A un hombre que no hace un trabajo
esmerado y fino para sí mismo, el satanás le guerrea, le pelea?
-El satanás no va a un hombre inútil,
sino a un luchador para tentarlo e inutilizarlo. No pierde su tiempo haciendo
un trabajo fino, para alguien que no hace trabajo un fino. Manda al que está
cosiendo con aguja, al diablo. Al que hace un trabajo manual fino manda el
mismo demonio. A los que hacen un trabajo grande, manda un diablo del mismo
orden. A los principiantes manda un diablo experto en principiantes.
Los hombres que tienen una psique
(alma) fina, con pundonor y son generosos y sensibles, es necesario que tengan
mucho cuidado, porque el diablo mete su pata y les hace más sensibles, y pueden
llegar a la melancolía y aún –que Dios guarde- al suicidio. El diablo, mientras
en nosotros los humanos nos hace ir en contra de nuestro prójimo y hace que nos
peleemos, él mismo nunca va en contra. Al negligente le hace más negligente, le
alivia con el loyismós (pensamiento, reflexión): “Te duele la cabeza, estás
indispuesto; no pasa nada si no te levantas a orar”. Al piadoso le hace más piadoso,
para introducirle en el orgullo, o le empuja a luchar más que sus propias
fuerzas, de modo que se agote y así el gran luchador del comienzo, después deje
todas sus armas espirituales y se entregue dándose por vencido. Al duro de
corazón le hace más duro y al sensible, hipersensible.
Y ves, cuantos hombres, unos porque
tienen una sensibilidad y otros porque se han sacudido sus nervios, se
atormentan y se angustian con insomnios y toman pastillas o se castigan y se
destrozan en los hospitales. Hoy es raro ver una persona equilibrada. Los seres
humanos se han convertido en baterías. La mayoría de ellos son como si tuviesen
electricidad. Sobre todo los que no se confiesan, reciben influencias de
energías demoníacas, tienen un magnetismo demoníaco, porque el diablo tiene
poder sobre ellos. Pocos hombres sean jóvenes o mayores tienen una vista
serena, calmada. ¡Demonismo! ¿Sabes lo que quiere decir demonismo? El no poder
entenderse con el mundo ni entenderlo.
El diablo nos pone la
inyección de la anestesia
Dije a algunos médicos que hablaban
sobre la anestesia que hacen en las operaciones: «La anestesia del tentador
tiene malas consecuencias en el hombre, mientras que la que vosotros ponéis,
ayuda.» La anestesia del diablo es como un veneno que pone la serpiente a los
pájaros o a las liebres para que se paralicen y poderlos tragar sin que
reaccionen. El diablo cuando quiere atacar y guerrear a un hombre, primero
manda un diablillo “anestesista”, en principio para anestesiar al hombre, y
después se va él mismo y le tala, hace de él lo que quiere… Pero precede el… “anestesista”. Nos pone la inyección de la
anestesia y nos olvidamos. Mirad, los monjes hacemos el juramento “que seremos
insultados, burlados, etc.,” y finalmente muchas veces el tentador nos lía y hacemos
lo contrario de lo que nos hemos comprometido. De una manera empezamos y de
otra acabamos. Salimos a caminar hacia un lugar y llegamos a otro. No tenemos
cuidado. Os he dado muchos ejemplos.
Antiguamente, en Kónicha (pequeño
pueblo de Ipiro) no había Banco. Los hombres estaban obligados a ir a la
capital Yanina, si querían pedir un préstamo bancario. Salían pues de los
alrededores y hacían setenta kilómetros a pie para ir a conseguir un préstamo
del banco, para así poder comprar, por ejemplo, un caballo. Entonces, si uno
tenía un caballo, podía mantener su familia. Apareaba su caballo con el de otro
y así araba la tierra. Una vez uno se fue a Yanina a solicitar un préstamo,
para comprar un caballo y arar sus tierras y así no se castigaría cavando con
el azadón. Se fue, pues, al banco y le fue concedido el préstamo y después
paseó por las tiendas mirando y tonteando. Cuando algún judío le veía, le
arrastraba al interior de su tienda, diciéndole: “Señor, entra, mira tengo
mercancía buena, bonita y barata”. Él entraba dentro y el judío empezaba a
bajar telas bonitas de sus armarios. Las cogía, las soltaba y le decía:
cómpralo, es bueno y te lo dejaré muy barato ya que es para tus hijos. Salía de
uno y entraba en otro, ven señor, te lo dejaré más barato que aquel. Al final
el pobre se mareó. También era en exceso generoso y piensa que ahora que ha
bajado los paquetes de tela y las ha abierto, etc… y como eran para sus hijos y
se los dejaba más baratos, entregó el dinero del préstamo del banco y compró el
paquete de tela, ¡pero la tela estaba pasada! Además, un paquete ¿para qué le
hacía falta? Ni un rico compraría un paquete de tela, compraría los metros que
le hacían falta. Finalmente regresó a casa con un paquete de tela podrida. Al
llegar, le preguntaron, ¿dónde está el caballo? Se endeudó con el banco y no
compró el caballo sino un paquete de tela podrida. Así pues otra vez a cavar
las tierras con el azadón, castigarse y tener dificultades para pagar el
préstamo. Pero si hubiera comprado el caballo, volvería también montado sin
tener que caminar, haría algunas compras para su casa y no se mataría cavando
con el azadón. Pero por tontear mirando las tiendas, veis lo que le ha pasado.
Lo mismo hace también el diablo, como el mal astuto comerciante, te hace ir de
un lado a otro, te pone zancadillas y finalmente, te convence que vayas por
donde él quiere. Por una parte empiezas a ir y en otra vas a parar, si no
tienes cuidado. Te engaña y pierdes tus mejores años.
El diablo hace de todo,
para que no sea ayudado el hombre
El diablo es todo un artista. Por
ejemplo, a la hora de la Divina Liturgia a un hombre espiritual le hará
percatarse de un loyismós (pensamiento) lastimoso y se apresurará para
sacárselo. Por eso le trae un loyismós espiritual. «Le dice, en tal libro está
escrito esto sobre la Divina Liturgia». Después le atraerá la atención al
polieleos (candelero). Se preguntará, quién lo habrá fabricado o le recordará a
un enfermo que tiene que visitar. «Ah, inspiración, dice a la hora de la Divina
Liturgia», en cambio es el diablo que entra en medio y pone al hombre en
conversación con su loyismós. Tan pronto escucha al sacerdote decir «Con temor
a Dios venid…» y entonces se da cuenta que la Divina Liturgia ha terminado y ál
no ha participado en absoluto, en nada. Mirad, aquí en el Templo, va la señora
que se cuida de la Iglesia a encender las velas en el candelero y he observado
que hasta a los mayores, el tentador les separa y se recrean en la hermana que
está encendiendo las velas. Esto es totalmente una niñez. Sólo los niños
pequeños se alegran de cosas así y dicen: «¡Mira, lo ha encendido!» Esto para
los niños pequeños está justificado, ¿pero para los mayores?. Mientras que
debiéramos de evitar los movimientos y las distracciones durante la divina
Liturgia, el tentador, en aquel momento solemne, puede poner a una hermana a
hojear las páginas del libro analogio haciendo ruido con las hojas del libro y
separar la atención de los demás. Escuchan «krits-krats» y ¿qué pasa? Piensan y
la atención del nus se despista de Dios y el diablillo se alegra. Por eso
debemos tener cuidado que no seamos nosotros la causa de distracción de la
atención de los demás durante la Divina Liturgia. Perjudicamos a la gente y no
nos damos cuenta. Observad en alguna lectura. Cuando el lector llega al punto
más sagrado por el que se ayudarán las personas, entonces sonará fuerte a
través del aire alguna puerta o toserá alguien y se distraerá la atención y no
se beneficiarán de este punto sagrado. Así hace su trabajo el tankalaki.
¡Oh si supierais y vierais como se
mueve! No lo habéis visto nunca, por eso no entendéis ciertas cosas. Hace de
todo y lo posible para que el hombre no sea ayudado. Lo he observado en mi
cabaña cuando estoy conversando. Apenas, cuando llego al punto que quiero, el
punto más sensible para ayudar a los que me están escuchando, entonces algún
ruido se produce o vienen otros y tengo que interrumpir. Antes el diablo les ha
entretenido mirando la Skiti o el paisaje y se las arregla para venir justo al
punto más fino de la conversación, para hacer cambiar de tema y no sean
beneficiados. Porque cuando empieza la conversación, el diablo, sabe donde
resultará y como ve que será perjudicado manda alguien justo al punto más
sensible para interrumpirme. «Gritan, eh, ¿Padre por dónde entramos?». Les
digo: «Tomad dulces y agua y venid por allí. Otros entran en aquel momento y me
interrumpen porque he de levantarme y saludarles. Otros vienen después de un
rato y otra vez de nuevo me tengo que levantar y empiezan a preguntar de dónde
eres, en fin, etc. Por lo tanto estoy obligado a empezar otra vez desde el
principio y volver a repetir el ejemplo de antes. Apenas avanzo un poco, otro
me llama desde allí abajo: «Padre Paísios ¿dónde estás? Por aquí está la
puerta. Otra vez a levantarme… ¡ay, este tentador!. ¡Un día me hizo levantar
seis o siete veces hasta que estuve obligado a poner …vigilantes! «Tú te pones
a este lado, tú al otro y mira si viene alguien por allí. Tú siéntate aquí
hasta que acabe mi trabajo. ¿Seis o siete veces llegas hasta el punto de que
les puedes ayudar, y los tankalakis (diablillos) otra vez te crean historias y
escenas!
¡Hay que ver lo que hace el tentador!
Cambia el botón de la sintonía de la radio a otra frecuencia. Apenas que el
luchador se emocione en algo, tak, le gira el botón hacia otra parte y se
olvida de aquello. Si se acuerda de algo espiritual; tak, le recuerda otra
cosa; Le da vueltas continuamente. El hombre si aprende y se da cuenta cómo
trabaja el diablo se liberará de muchas cosas.
-Géronta ¿cómo aprenderá?
-Persistiendo y observando. Si uno
observa, aprende. Ves que los pastores de rebaños son los mejores meteorólogos,
porque observan las nubes y el aire.
Las alas de la voluntad
El mundo fácilmente se influye hacia
el bien y el mal. Hacia el bien se influye más fácilmente, porque allí gobierna
también el diablo. Por ejemplo; Dile a uno que deje de fumar porque perjudica.
Apenas decida dejarlo, irá el diablo y le dirá: «Aquel cigarro tiene menos
veneno, el otro tiene un filtro y limpia… Fuma aquellos que no te perjudiquen».
¡Le buscará una justificación para no dejarlo, le encontrará una… solución! El
diablo puede encontrarnos un montón de justificaciones. Y aquel cigarro que le
sugiere, puede que le haga más daño aún. Por eso se necesita tener voluntad. Si
uno no corta sus malas costumbres, cuando aún es joven, después es muy difícil
de cortar y a medida que pasa la edad se debilita la voluntad.
Si el hombre no tiene voluntad, no
puede hacer nada. San Crisóstomo dice: «En el
querer o no querer se mueve todo» (PG 62, 428). El
diablo es un gran asunto. Dios es por naturaleza bondad y siempre quiere
nuestro bien. Pero hace falta que nosotros también queramos. Porque el hombre
vuela espiritualmente con dos alas; La voluntad de Dios y la suya. Dios un ala,
es decir, la Suya, nos la ha pegado fijamente a nuestro hombro. Pero para que
volemos espiritualmente, debemos nosotros también pegar en el otro hombro la
voluntad humana. Si el hombre tiene voluntad fuerte, que equivale a la divina,
entonces vuela. En cambio, si su voluntad es atrófica, débil, intenta volar un
poco, pero cae. Vuelve a probar y otra vez abajo.
-Géronta, ¿se cultiva la voluntad?
-¿No hemos dicho que todo se cultiva?
Voluntad existe en todos los hombres, unos poca y a otros más. Cuando el hombre
está dispuesto a luchar, ora y pide a Dios que le haga crecer su voluntad, Dios
le ayuda. Cuando el hombre no progresa, entonces tiene que saber que no pone
nada de su voluntad o pone poca y esta entonces será debilitada y esto no
ayuda. Supongamos que un pájaro tiene un ala fuerte pero descuida la otra; Se
le caen algunas plumas y después no puede volar correctamente. Un ala funciona
bien, pero la otra está como rota, atrofiada. El pájaro la mueve pero el aire
no pasa por en medio y no puede volar bien. Vuela un poco y da volteretas. Es
necesario tener también entera esta ala para poder volar. Así también el
hombre, es decir, si quiere estar espiritualmente volando continuo y
correctamente. Porque el tankalaki-diablillo hace lo siguiente; Poco a poco va
sacando de las alas humanas alguna pluma pequeña, después una mediana, y si el
hombre no tiene cuidado, le quita también una grande y entonces cuando va a
volar ya no puede. Y si por suerte saca algunas plumas, entonces cuando va a
volar entra el aire en las alas que le faltan las plumas y hace volteretas. El
ala divina está siempre llena, completa, no le faltan plumas, porque el diablo
no las puede sacar, son divinas. El hombre debe tener cuidado a que el diablo
no le quite alguna pluma de sus alas. Cuando empieza poco a poco la pereza
(espiritual) y la indiferencia, la voluntad se debilita. ¿Qué va hacer Dios, si
el hombre no quiere? No quiere intervenir, porque respeta la libertad del
hombre. Así de esta manera el hombre inhabilita también el ala de Dios. Pero si
tiene voluntad, es decir, tiene su ala entera, entonces Dios quiere y también
el hombre, entonces el hombre vuela.
-Es decir, gérontas ¿qué es
exactamente este vuelo?
¿Quiere decir que quiero progresar
espiritualmente, quiero mi sotiría redención, sanación y salvación?
-¡Sí, hijo mío! ¡Cuándo digo vuelo,
quiero decir crecimiento, subida, el progreso espiritual, no quiero decir subir
a un árbol!
-Yérontas, nos había explicado que
uno puede labrar, sembrar y hacer todo lo adecuado para estos trabajos y que no
puede sacar ni la semilla.
-Sí, es así. Si uno no tiene cuidado,
el diablo le roba su esfuerzo; Mientras que si tiene cuidado y el tema de la
sanación y salvación de su psique lo toma en caliente y serio, se esfuerza,
lucha, fructifica y se alimenta espiritualmente y se alegra angelicalmente.
El hombre espiritual es
“fuego consumador”; Gérontas Porfirio el Kapsokalivitis, Athonita
Esto es lo que ha conseguido el
diablo: Hacer de la tierra un laberinto para que no podamos entendernos entre
nosotros. ¿Veis cómo hemos sido engañados? Hemos degradado nuestra tierra y
convertido nuestra época en un psiquiátrico verdadero. Y no entendemos qué nos
pasa y quién es el culpable. Todos nos extrañamos: «¿Qué pasa, a dónde vamos,
porque nuestros hijos se han desviado del camino y de sus casas, porqué dejan
sus estudios, etc.? ¿Por qué pasa esto y lo otro? El diablo ha conseguido hacer
como si estuviese desaparecido de sí mismo, como si no existiera y hace que los
hombres utilicen otros nombres. Los médicos, los psiquiatras, dicen a menudo,
cuando padece un hombre psíquica y espiritualmente: Tiene neurosis, tiene
ansiedad, depresión y cosas parecidas. Pero a pesar de esto, el diablo promueve
y provoca el egoísmo en el hombre. Tanto si lo queremos como no, el diablo
existe, es el espíritu del mal. Si decimos que no existe es como si negásemos
el Evangelio, que habla sobre él. Éste es nuestro enemigo en la vida, es el
contrario de Cristo y se le llama anticristo. Cristo ha venido en la tierra
para liberarnos del diablo y regalarnos la sanación y salvación.
San Lucas de Crimea, Médico
cirujano y Obispo de Sebastopol.
Oh, Señor ¿qué otra protección
necesitamos, si Tú permaneces en nuestro espíritu del corazón, si Tú iluminas
nuestra mente con la luz de tu continua presencia en nuestro nus (espíritu) y
corazón? ¡Nos basta esto y es lo que nos hace falta!
Si vestimos este tipo de armadura, no
nos queda otra cosa que tomar con nuestras manos una espada de doble filo, tal
como hacían también los combatientes de épocas antiguas. Ahora, escuchad que
dice sobre esta espada de doble filo el gran Apóstol Pablo: «Porque el logos de
Dios es vivo y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra
hasta partir la psique y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» (Heb 4,12).
He aquí la espada que necesitamos. El
logos de Dios, del cual tienen miedo todos los demonios y el mismo Diablo,
porque con el logos de Dios los demonios huyen vencidos. Si tomamos en nuestras
manos esta arma, el arma del logos de Dios, entonces no tendremos miedo a
ningún enemigo. Porque todos ya están vencidos desde antiguamente por la cruz
de Cristo. La cabeza de la antigua serpiente, del Diablo, se ha destruido bajo
el pedestal de la omnipotente cruz de Cristo.
Recordad siempre que con nuestras
dinamis, (fuerzas, potencias y energías) no podemos combatir los malignos
astutos espíritus. Recordad que toda nuestra esperanza debemos tenerla apoyada
firmemente en nuestro Señor Jesús Cristo, al Cual pertenece la gloria y el
poder junto con su Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos-amén.
Estas fueron las últimas palabras del Santo.
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