KONTAKION 1
Novio
Escogido de almas y corazones, por Tu encarnación y muerte en la
Cruz, Te
has desposado para siempre con toda la humanidad y nos has
dado Tu
purísimo Cuerpo y Sangre como promesa de vida eterna. ¡Heme
aquí! A
Tu llamado yo, aunque indigno, me atrevo a acercarme a Tu Mesa
divina, e
impresionado por Tu majestuosidad, clamo:
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
IKOS 1
Cuando el
Profeta Isaías Te vio sentado en el Trono y se angustió por su
impureza,
le enviaste a Tu Ángel con un carbón encendido desde el Altar
celestial
para purificar su boca. ¿Y cómo puedo atreverme yo, manchado
en cuerpo
y alma, acercarme a Tus Misterios Divinos para comulgar sino
es porque
Tú Mismo me purificas desde lo alto? Así, desde el fondo de mi
alma
clamo a Ti:
Jesús
amabilísimo, toca también mi boca sucia
con el
fuego de Tu gracia;
Jesús,
quema las espinas de mis muchos pecados;
Jesús,
crea en mí un corazón puro y renueva en mí un espíritu recto;
Jesús,
conduce mi pobre alma fuera de la prisión de las pasiones;
Jesús,
destruye en mí pensamientos impuros y placeres malignos;
Jesús,
guía mis pasos débiles hacia el camino de Tus mandamientos.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 2
Deseando
con infinito anhelo comer con Tus discípulos la última Pascua
antes de
Tu Pasión, a fin de darles la última y más grande promesa de Tu
amor, dos
días antes, enviaste a dos de ellos a Jerusalén a preparar Tu
última
cena. De esto aprendo cómo nosotros también tenemos que
prepararnos
constantemente para comer nuestra Pascua Divina, Tu
Cuerpo y
Sangre. Con gratitud clamo a Ti: ¡Aleluya!
IKOS 2
A Moisés
dijiste desde la zarza que ardía, pero no se consumía por Tu
presencia
invisible dentro de ella: "Remueve las sandalias de tus pies,
pues el
lugar que pisas es suelo sagrado". El cáliz con Tu Cuerpo y Sangre
divinos
es mayor y más santo que la zarza ardiente. Yo soy polvo, sucio y
vendido al
pecado, sin embargo con fe y humildad clamo a Ti:
Jesús
Poderoso, desnúdame del hombre viejo con todas sus obras;
Jesús,
mata la semilla de la corrupción que anida dentro de mí;
Jesús,
rompe las cadenas del pecado
con las
que el enemigo me ha atado;
Jesús,
dame un corazón humilde y un espíritu contrito;
Jesús,
desvanece las tentaciones y ocasiones para el pecado;
Jesús,
fortaléceme en fe y amor hacia Ti.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 3
A los
judíos que buscaban una señal del cielo como el maná de Moisés,
dijiste:
"Sus padres comieron maná en el desierto y sin embargo murieron.
Yo soy el
pan vivo bajado del cielo, quien coma de él vivirá para siempre.
El pan
que yo les voy a dar, es mi carne para la vida del mundo".
Escuchando
y viendo el cumplimiento de la profecía, con temor y alegría
clamamos:
¡Aleluya!
IKOS 3
Habiéndote
levantado de la cena, como relata San Juan, y tomando una
toalla
que Te ceñiste, lavaste los pies de Tus discípulos, enseñándonos
que no
debemos acercarnos a Tu Altar divino sin lavarnos en lágrimas de
arrepentimiento
por nuestros pecados. Sintiendo la extrema necesidad de
esta
misteriosa ablución y la escasez de lágrimas de mi corazón
endurecido,
con Pedro Te clamo:
Jesús,
lleno de gracia, lávame, no sólo mis pies,
sino
también mis manos y mi cabeza;
Jesús,
pon frente a mí el abismo de la corrupción de mi alma;
Jesús,
abre dentro de mí las compuertas de la contrición sincera;
Jesús,
rocíame con las gotas de Tu misericordia;
Jesús,
sacúdeme y ventílame con el temor del Juicio
y los
tormentos eternos;
Jesús,
despierta dentro de mí, mi conciencia dormida
y
fortalece su voz.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 4
Los
judíos decían entre ellos, cuando escuchaban Tu promesa gloriosa de
darte
como alimento a los fieles: "¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo
padre y
madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: he bajado del
cielo?
¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?", pues la dureza de
sus
corazones los hacía incapaces de creer humildemente y clamarte:
¡Aleluya!
IKOS 4
A los
judíos incrédulos dijiste: "Si no comen la carne del Hijo del hombre y
no beben
Su Sangre, no tienen vida en ustedes", y estas palabras
parecieron
duras aún a algunos de Tus discípulos para quienes los
misterios
del Reino de los Cielos todavía eran desconocidos. Pero
nosotros,
iluminados por la luz del Evangelio, contemplamos con rostros
descubiertos
Tu Gloria Divina y con fe y amor Te clamamos:
Jesús, Tú
que puedes hacer todo por la grandeza
de Tu
poder y dominio;
Jesús, Tú
que antiguamente hiciste llover maná del cielo,
como
señal del Misterio presente;
Jesús, Tú
que sacaste agua de una roca como Tipo de este Misterio;
Jesús, Tú
que enviaste una nube de codornices
para
alimentar a los judíos que tenían hambre en el desierto;
Jesús, Tú
que ante los mismos ojos de los judíos incrédulos
satisficiste
a cinco mil hombres con cinco hogazas de pan.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 5
Mientras
comías Tu última cena con Tus discípulos, tomaste pan, lo
bendijiste
y lo partiste, y dándoselos a ellos dijiste: "Tomen, coman, este es
Mi
Cuerpo, que es partido para la remisión de los pecados". Y después de
esto,
dándoles la Copa dijiste: "Beban todos de ella, esta es mi Sangre de
la Nueva
Alianza, que es derramada por muchos para la remisión de los
pecados".
Al escuchar esta voz suave y divina, con agradecimiento
clamamos:
¡Aleluya!
IKOS 5
Tú nos
dijiste: "El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre vive en Mí y Yo en
él. El
tiene vida eterna y Yo lo resucitaré en el Ultimo Día", o sea, en la
resurrección
a la vida y bienaventuranza eterna. Buscando ser digno de
este
deseo de la resurrección a la vida, desde lo profundo de mi alma Te
clamo:
Jesús,
acércate al que busca la unión contigo;
Jesús,
entra en mi ser más profundo, llena cada célula y hueso;
Jesús, se
la luz de mi mente oscurecida;
Jesús,
llena el abismo de mi corazón,
el cual
no es satisfecho por el mundo entero;
Jesús,
habla a través de la voz de mi consciencia;
Jesús,
remueve y guía mi voluntad.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 6
"En
verdad, en verdad, les digo, uno de ustedes me traicionará", dijiste con
angustia
de espíritu, a Tus discípulos en la cena. Y aunque eran inocentes
de
cualquier intención de traicionarte, cada uno preguntó: "¿Seré yo,
Señor?",
mostrando con esto su profunda humildad. ¿Pero qué puedo yo
decirte
cuando caigo y Te traiciono siete veces al día? Sin embargo,
mantenme
contigo, que no caiga completamente lejos, sino que Te clame
agradecido: ¡Aleluya!
IKOS 6
"Así
como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece
en la
vid, así ustedes, a menos que permanezcan en Mí. El que
permanece
en Mí, y Yo en él, da mucho fruto", enseñaste a Tus amados
discípulos
en el camino a Getsemaní. Escuchando esta advertencia, y
conociendo
la debilidad de mi naturaleza sin Tu gracia, intensamente
clamo a
Ti:
Jesús,
agricultor celestial, plántame en Ti, en Tu vid vivificadora;
Jesús,
vid verdadera, injértame en Ti como un sarmiento silvestre;
Jesús,
raíz que no se marchita, lléname con la savia de la vida eterna;
Jesús,
conquistador de la corrupción de la muerte,
corta lo
que el calor de las pasiones ha secado dentro de mí;
Jesús,
bello en bondad, embelléceme con las flores de pensamientos y
sentimientos
buenos;
Jesús,
rico en misericordia, enriquéceme con los frutos
del
verdadero arrepentimiento y justicia.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 7
Al
discípulo que en la cena se reclinaba en Tu pecho y Te preguntó:
¿"Quién
Te traicionará?", le respondiste: "Es aquel a quien dé el bocado
que voy a
mojar". Y mojando el bocado, se lo diste a Judas Iscariote, hijo
de Simón,
para que se arrepintiera. Pero endurecido por el espíritu de
malicia,
no quería entender la voz de amor de su Señor y Maestro. Que
por Tu
gracia sea yo salvado de esa dureza de corazón, clamándote:
¡Aleluya!
IKOS 7
Prescindiendo
de la debilidad de nuestra naturaleza por su repugnancia
por comer
carne humana, con benevolencia nos diste Tu purísima Carne y
Sangre,
no abiertamente sino bajo la apariencia de pan y vino. Meditando
en la
condescendencia de Tu sabiduría por la debilidad de nuestra
naturaleza,
con agradecimiento Te glorifico así:
Jesús, Tú
que en Tu sabiduría y amor por los hombres
arreglas
todo para nuestra salvación;
Jesús, Tú
que adaptas Tus Misterios salvadores
a la
debilidad de nuestro entendimiento y sentidos;
Jesús, Tú
que para afirmar a los dudosos has manifestado frecuentemente
en Tu
Santo Altar en vez de pan y vino,
Tu mismo
Cuerpo y Sangre;
Jesús, Tú
que a ministros dignos has mostrado en el altar
al
Espíritu Santo descendiendo para la
consagración
de los Dones;
Jesús, Tú
que envías a Tus santos Ángeles al altar en lugar de ministros
indignos
para la celebración del Misterio Divino;
Jesús, Tú
que has convertido a la fe a muchos de los incrédulos
más
endurecidos a través de la manifestación
de
milagros en Tu Santo Altar.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 8
Y después
que lo mojaste -o sea, después que el traidor comió el pan que
le diste-
como relata San Juan, Satanás entró en él. ¡Qué terrible castigo
para la
incredulidad! ¡Qué desdichado es el destino del traidor! Lo que
debería
haber sido para su salvación se convirtió en muerte y perdición.
Prosternándome
con reverencia a Tu juicio justo, con temor y temblando
Te clamo:
¡Aleluya!
IKOS 8
Dijiste a
Tus discípulos durante la cena: "Hagan esto en memoria Mía",
dándoles
Tu Cuerpo bajo la apariencia de pan, y Tu Sangre bajo la
apariencia
de vino. Pues con la frecuencia con que comamos este pan, y
bebamos
esta copa, anunciamos Tu muerte, según las palabras de San
Pablo. Y
ahora, recordando Tu Pasión, con compunción Te clamo:
Jesús, Tú
que por la salvación del mundo Te entregaste voluntariamente
en las
manos de Tus enemigos;
Jesús, Tú
que no permitiste que legiones de Ángeles
aparecieran
en Tu defensa;
Jesús, Tú
que con una mirada, y con el canto del gallo,
convertiste
al arrepentimiento a un discípulo infiel;
Jesús, Tú
que no diste respuesta a Caifás ni a Pilato,
al
cuestionarte irracionalmente;
Jesús, Tú
que pediste al Padre desde la Cruz,
que perdonara
los pecados de aquellos que Te crucificaban;
Jesús, Tú
que con benevolencia afiliaste
a Tu
discípulo amado con Tu Madre.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 9
A Tu
discípulo infiel preguntaste dolorosamente: "Judas, ¿con un beso
traicionas
al Hijo del hombre?", cuando llegó con un destacamento de
tropas al
Jardín de Getsemaní buscando traicionarte con un beso. Pero ni
estas
palabras penetrantes evocaron arrepentimiento en su alma
endurecida
por el mal. Conociendo la inconstancia de mi propia voluntad,
temo, no
sea que en mi ingratitud yo también Te dé un beso como Judas.
Por eso
fortaléceme por Tu gracia y que con el buen ladrón pueda clamar:
¡Aleluya!
IKOS 9
En Tu
última gran oración al Padre suplicaste: "Padre, ruego que todos
sean uno,
como Tú en Mí y Yo en Ti; que ellos también sean uno en
nosotros,
para que el mundo crea que Tú me has enviado". Siguiendo Tu
dulcísima
voz y confiando en el poder de Tu oración, con fe Te clamo:
Jesús, Tú
que restauras a todos a la unidad,
únenos
inseparablemente contigo y Tu Padre;
Jesús, Tú
que reconcilias a todos,
que
seamos unánimes en fe y amor a Ti;
Jesús,
intolerante con la enemistad y división,
destruye
las herejías y cismas impíos;
Jesús, Tú
que amas y perdonas a todos,
reúne en
un rebaño a todos los perdidos;
Jesús, Tú
que das paz a todos, apacigua la envidia y las peleas
entre los
que invocan Tu nombre;
Jesús, Tú
que me das en la Comunión Tú mismísimo
Cuerpo y
Sangre, que sea yo
verdadera
carne de Tu carne y hueso de Tus huesos.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 10
Cambiando
el agua en vino en las bodas en Caná de Galilea, mostraste la
primera
señal de Tu poder divino. Luego, justo antes de partir a la Cruz,
como
Novio de las almas, manifestaste el último milagro de Tu amor a los
que
creían en Ti, al cambiar el pan en Tu Cuerpo y el vino en Tu Sangre. Y
al
deleitarme en ellos para la vida eterna, con agradecimiento Te clamo:
¡Aleluya!
IKOS 10
El día de
Tu resurrección, acompañando a dos de Tus discípulos de
camino a
Emaús en la forma de un viajero, los instruiste en el misterio de
Tu
Pasión; pero sus ojos estaban cerrados para que no Te reconocieran,
aunque
sus corazones ardían dentro de ellos por la dulzura de Tus
palabras.
Accediendo a su requerimiento, entraste con ellos a quedarte un
rato y
bendiciendo el pan, se los diste, y sus ojos se abrieron y Te
reconocieron.
Como esos discípulos, también yo humildemente levanto mi
voz así:
Jesús
sufriente, no me dejes solo en el camino de la vida
por mi
poca fe;
Jesús,
enséñame como a ellos, a entender las profecías sobre Ti,
y el
misterio de la unión contigo por la gracia;
Jesús,
calienta e inflama mi frío corazón, como el de esos discípulos;
Jesús
benevolente, habita también en mí,
pues el
día de mi vida se arrastra hacia la tarde;
Jesús,
concédeme hoy conocerte verdaderamente
en el
partir el pan místico y al beber del cáliz;
Jesús,
concédeme que yo también pueda aprender
el poder
de Tu amor y ser mensajero de él a mis hermanos.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 11
Al que
venza prometiste darle de comer del Árbol de la Vida, que está en
el medio
del Paraíso de Dios, y del maná escondido. Que pueda yo estar
preparado
en la tierra para este viaje celestial, a través de la Comunión de
Tu Cuerpo
y Sangre, a los que me acerco ahora indignamente, clamando:
¡Aleluya!
IKOS 11
Pablo, el
celestialmente extasiado, enseña a los que vienen a la
Comunión:
"El que come y bebe indignamente, come y bebe su propio
juicio si
no discierne el Cuerpo y Sangre del Señor". Así, yo también, que
temo y
tiemblo ante mi indignidad, no sea que sea separado largo tiempo
de la
Comunión contigo, y sea perseguido como una bestia por el lobo
espiritual,
vengo a Ti con palabras como estas:
Jesús,
recíbeme, como recibiste al publicano,
a la
prostituta y al ladrón;
Jesús, no
desprecies entrar bajo el techo de mi alma,
aunque
está vacío y caído;
Jesús,
abre los ojos de mi alma, como abriste los ojos
del
hombre que nació ciego;
Jesús,
dime a mí también como a aquel paralítico: levántate y anda;
Jesús,
detén en mí el flujo de deseos impuros
como
detuviste el flujo de la hemorroisa;
Jesús,
sana la lepra de mi alma y mi consciencia.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKIO 12
Por la
envidia del diablo que habló por boca de la serpiente, y por comer el
fruto
prohibido, toda la raza humana perdió el Paraíso y fue entregada a la
muerte.
Pero al participar de Tu purísimo Cuerpo y Sangre, todos los
hombres
vuelven a obtener la vida eterna y a levantarse a su primera
herencia,
pues la comunión de Tus Misterios vivificadores es un remedio
contra el
veneno de la serpiente y es la semilla de la inmortalidad. Así,
agradecido
Te clamo: ¡Aleluya!
IKOS 12
¡Heme
aquí! Estoy ante el cáliz con Tus Misterios Divinos y sin embargo
no
abandono mis pensamientos malignos. Solo Tu gracia omnipotente me
alienta y
atrae. Por eso, tirándome en el abismo de Tu misericordia,
clamo:
Jesús, Tú
que llamas a todos los que laboran y se agobian,
recíbeme
que estoy cansado de este mundo y su vanidad;
Jesús, Tú
que no veniste a llamar al arrepentimiento a los justos sino a
los
pecadores, absuélveme de mis pecados y pasiones;
Jesús, Tú
que sanaste toda enfermedad y toda dolencia,
sana las
heridas y corrupción de mi alma;
Jesús, Tú
que satisficiste a los hambrientos,
satisfáceme
con Tu Cuerpo y Sangre;
Jesús, Tú
que levantaste a los muertos,
levántame
de la muerte del pecado a la vida;
Jesús,
Conquistador del infierno,
rescátame
de las fauces del espíritu maligno.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKIO 13
Oh Jesús,
dulcísimo y generosísimo, que bajaste del Cielo como el maná
para
alimentar nuestras almas y corazones en el sacramento de Tu
purísimo
Cuerpo y Sangre: concédeme que pueda comulgar sin
condenación
de Tus Misterios Divinos, que, siendo sanado, satisfecho,
santificado
y deificado por Ti para siempre, pueda clamarte agradecido:
¡Aleluya!
Oh Jesús,
dulcísimo y generosísimo, que bajaste del Cielo como el maná
para
alimentar nuestras almas y corazones en el sacramento de Tu
purísimo
Cuerpo y Sangre: concédeme que pueda comulgar sin
condenación
de Tus Misterios Divinos, que, siendo sanado, satisfecho,
santificado
y deificado por Ti para siempre, pueda clamarte agradecido:
¡Aleluya!
Oh Jesús,
dulcísimo y generosísimo, que bajaste del Cielo como el maná
para
alimentar nuestras almas y corazones en el sacramento de Tu
purísimo
Cuerpo y Sangre: concédeme que pueda comulgar sin
condenación
de Tus Misterios Divinos, que, siendo sanado, satisfecho,
santificado
y deificado por Ti para siempre, pueda clamarte agradecido:
¡Aleluya!
IKOS 1
Cuando el
Profeta Isaías Te vio sentado en el Trono y se angustió por su
impureza,
le enviaste a Tu Ángel con un carbón encendido desde el Altar
celestial
para purificar su boca. ¿Y cómo puedo atreverme yo, manchado
en cuerpo
y alma, acercarme a Tus Misterios Divinos para comulgar sino
es porque
Tú Mismo me purificas desde lo alto? Así, desde el fondo de mi
alma
clamo a Ti:
Jesús
amabilísimo, toca también mi boca sucia
con el
fuego de Tu gracia;
Jesús,
quema las espinas de mis muchos pecados;
Jesús,
crea en mí un corazón puro y renueva en mí un espíritu recto;
Jesús,
conduce mi pobre alma fuera de la prisión de las pasiones;
Jesús,
destruye en mí pensamientos impuros y placeres malignos;
Jesús,
guía mis pasos débiles hacia el camino de Tus mandamientos.
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
KONTAKION 1
Novio
Escogido de almas y corazones, por Tu encarnación y muerte en la
Cruz, Te
has desposado para siempre con toda la humanidad y nos has
dado Tu
purísimo Cuerpo y Sangre como promesa de vida eterna. ¡Heme
aquí! A
Tu llamado yo, aunque indigno, me atrevo a acercarme a Tu Mesa
divina, e
impresionado por Tu majestuosidad, clamo:
Jesús, Dios de mi corazón, ven y úneme a Ti para siempre.
Amen.
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