Al Profeta Nahum lo llamaban Elcosiano (en hebreo "elgoshi") lo que probablemente indica el nombre de su padre. La familia de Nahum era originaria de una aldea, que más tarde fue nominada en su honor. En el Evangelio se la menciona como Capernaum (aldea de Nahum) y se encontraba en la orilla norte del lago de Galilea. Después de la destrucción del reino israelita por asirios (722 a.C.) los ancestros de Nahum se mudaron a Judá. Allí Nahum realizó su servicio profético al comienzo del siglo VII a.C.
En el tercer capítulo de su libro, Nahum habla principalmente del castigo de Nínive, la capital de Asiria. En el pasado Nínive sirvió en las manos de Dios como medio de castigo y para hacer entrar en razón al pueblo hebreo. Por eso Isaías llamaba a Asiria "Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano ha puesto mi ira" (Is. 10:5-15). Nahum describe en imágenes muy reales el castigo de hebreos por los asirios: "El Señor es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. El Señor marcha entre la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. Él amenaza al mar, y lo hace secar, y agosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano fue destruida. Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿Y quién quedará en pié en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían" (Nah. 1:3-7).
Unos doscientos años antes, en tiempos del profeta Jonás, Nínive -la capital de Asiria, fue perdonada por Dios por la penitencia de sus habitantes. Después de esto, Asiria empezó a crecer y a potenciarse rápidamente. Embriagados por sus victorias, los asirios se tornaron muy arrogantes y crueles con los pueblos vecinos. En su libro, Nahum describe muy exactamente la situación moral de la Nínive contemporánea a él, como una ciudad de sangre y traición. En el futuro castigo, el profeta ve una justa retribución a esta ciudad por toda la inocente sangre derramada. Efectivamente, la hasta entonces invencible Nínive fue pronto sometida por Nabopolasar de Babilonia en el 612 a.C. Su destrucción y siguiente aniquilamiento están bien descriptos por Heródoto, Dióscoro de Sicilia, Xenofonto y otros escritores griegos.
Además, como lo predijo Nahum, Nínive después de su destrucción desapareció totalmente de la faz de la tierra. El profeta sorprendido pregunta: "¿Qué es de la guarida de los leones, y de la majada de los cachorros de los leones, donde se recogía el león y la leona, y los cachorros del león, y no había quien los espantase? El león arrebataba en abundancia para sus cachorros, y ahogaba para sus leonas, y llenaba de presa sus cavernas, y de robo sus guaridas" (Nah. 2:11-12). Efectivamente, durante dos mil años se olvidó hasta del lugar donde estuvo Nínive y recién en el siglo XIX se encontró dicho sitio gracias a las excavaciones de Rawlinson y otros. Estos descubrimientos arqueológicos subrayan la verdad y la sorprendente exactitud de las profecías de Nahum.
En el tercer capítulo de su libro, Nahum habla principalmente del castigo de Nínive, la capital de Asiria. En el pasado Nínive sirvió en las manos de Dios como medio de castigo y para hacer entrar en razón al pueblo hebreo. Por eso Isaías llamaba a Asiria "Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano ha puesto mi ira" (Is. 10:5-15). Nahum describe en imágenes muy reales el castigo de hebreos por los asirios: "El Señor es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. El Señor marcha entre la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. Él amenaza al mar, y lo hace secar, y agosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano fue destruida. Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿Y quién quedará en pié en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían" (Nah. 1:3-7).
Unos doscientos años antes, en tiempos del profeta Jonás, Nínive -la capital de Asiria, fue perdonada por Dios por la penitencia de sus habitantes. Después de esto, Asiria empezó a crecer y a potenciarse rápidamente. Embriagados por sus victorias, los asirios se tornaron muy arrogantes y crueles con los pueblos vecinos. En su libro, Nahum describe muy exactamente la situación moral de la Nínive contemporánea a él, como una ciudad de sangre y traición. En el futuro castigo, el profeta ve una justa retribución a esta ciudad por toda la inocente sangre derramada. Efectivamente, la hasta entonces invencible Nínive fue pronto sometida por Nabopolasar de Babilonia en el 612 a.C. Su destrucción y siguiente aniquilamiento están bien descriptos por Heródoto, Dióscoro de Sicilia, Xenofonto y otros escritores griegos.
Además, como lo predijo Nahum, Nínive después de su destrucción desapareció totalmente de la faz de la tierra. El profeta sorprendido pregunta: "¿Qué es de la guarida de los leones, y de la majada de los cachorros de los leones, donde se recogía el león y la leona, y los cachorros del león, y no había quien los espantase? El león arrebataba en abundancia para sus cachorros, y ahogaba para sus leonas, y llenaba de presa sus cavernas, y de robo sus guaridas" (Nah. 2:11-12). Efectivamente, durante dos mil años se olvidó hasta del lugar donde estuvo Nínive y recién en el siglo XIX se encontró dicho sitio gracias a las excavaciones de Rawlinson y otros. Estos descubrimientos arqueológicos subrayan la verdad y la sorprendente exactitud de las profecías de Nahum.
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