Que cada buena obra que llevemos a cabo sea hecha para la gloria de Dios, y entonces será también para nuestra gloria. El cumplimiento de los mandamientos es santo y puro solamente si es hecho teniendo al Señor en la mente, con temor de Dios y amor por Él. El enemigo de la raza humana (el diablo) trata por todos los medios de alejarnos de tal disposición utilizando diversas añagazas terrenales, para que en lugar de un verdadero bienestar - amor a Dios - atemos nuestro corazón a los imaginarios bienes mundanos.
En general, el malvado trata de manchar y desfigurar cualquier bien que el hombre pueda hacer; en nuestro cumplimiento de los mandamientos él disemina las semillas de la vanagloria, duda, murmuración o algo similar, para convertir nuestra buena obra en algo que ya no es bueno. Una buena obra llega a ser verdaderamente buena solo si es hecha para Dios, con humildad y diligencia. En tal estado, todas las cosas prescritas por los mandamientos se vuelven fáciles para nosotros, porque nuestro amor por Dios aleja todas las dificultades para guardar sus mandamientos.
San Efrén el Sirio
San Efrén el Sirio
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