La Santísima Virgen María, Madre de Dios
La Virgen María tiene un importante lugar en la Iglesia Ortodoxa, el que
fácilmente se puede observar con el simple hecho de entrar a un templo ortodoxo:
siempre hay al menos un ícono de la Virgen María notoriamente visible a los
fieles. Entre todos los santos, la Santísima Virgen María goza de un lugar
singular. Es venerada como la más excelsa de todas las criaturas de Dios,
"mas venerable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los
serafines," como cantamos en uno de los himnos de la Divina Liturgia.
Los datos más antiguos que tenemos acerca de María, los encontramos en
el Nuevo Testamento, y también en los escritos llamados los "evangelios
apócrifos". Estos son documentos compuestos en los primeros días de la
iglesia, que no fueron aceptados finalmente como "Evangelios
Canónicos" incluidos en el Nuevo Testamento, pero que si son una fuente
que nos enseña acerca de la vida de María. Algunos de estos evangelios
apócrifos que relatan detalles de su vida incluyen el Proto Evangelio de
Santiago, el Pseudo-Mateo, y el Evangelio de la Natividad de María.
De estas fuentes apócrifas, sabemos que el padre de María era Joaquín,
un hombre justo, pastor de ovejas, de la tribu de Judá, y que vivía en Nazaret.
Era muy generoso, y tenía como costumbre dar un tercio de sus bienes a los
pobres, a las viudas y a los huérfanos, otro tercio al templo y a las personas
que servían en él, y el último tercio lo guardaba para sus necesidades y las de
su familia. La madre de María se llamaba Ana, hija de un sacerdote del templo
judío, que había nacido en Belén. Joaquín y Ana habían estado casados por
muchos años, pero no tenían hijos. Esto, en la cultura de su tiempo, se
consideraba como una maldición de Dios, una humillación delante de todos.
Rogaban incesantemente a Dios que les diera hijos, prometiéndole que le
dedicarían la vida de su hijo o hija. Un día, un ángel del Señor visitó a
Joaquín mientras pastoreaba, y le anunció que Ana daría a luz a una niña. Luego
el mismo ángel también apareció a Ana, dándole la misma noticia. Se alegraron
mucho y agradecieron a Dios Su Gran Misericordia. La Iglesia Ortodoxa celebra
la fiesta de la concepción de María por sus padres, el día 9 de diciembre.
Celebramos su nacimiento el 8 de septiembre. Cumpliendo con su promesa a Dios,
Joaquín y Ana llevaron después a la pequeña María al templo para dedicar su
vida a Dios. Esta fiesta, la Presentación de María en el Templo, la celebramos
el 21 de noviembre.
En el Nuevo Testamento, encontramos referencias a María en los
Evangelios y en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Del Evangelio según San Lucas, sabemos que un ángel del Señor fue
enviado a María, cuando era una joven virgen comprometida con José, para
anunciarle que nacería de ella el Niño Dios, por obra del Espíritu Santo.
(Lucas 1, 27 al 38) "El ángel…le dijo, 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo
Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.' " María, ante esta asombrosa
nueva, aceptó gozosa. "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo
conforme a tu palabra." (Lucas 1, 38) El Evangelio de Mateo también afirma
que María concibió a Jesús por medio del Espíritu Santo. "El nacimiento de
Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se
unieran, se halló que ella había concebido del Espíritu Santo." (Mateo
1,18) Luego la Iglesia expresó esto mismo en el Credo Niceo-Constantinoplano,
escrito en los primeros dos Concilios Ecuménicos en los años 325 y 381. "Y
en un solo Señor Jesucristo… quien por nosotros los hombres y para nuestra
salvación, descendió del cielo, se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y
se hizo hombre."
De igual forma sabemos, del Evangelio según San Lucas, que María
era prima de Isabel (Elizabeth), la madre de San Juan Bautista, y que ella fue
a visitarla antes de que naciera su hijo. "Aconteció que, cuando Isabel
oyó la salutación de María, la criatura saltó en su vientre. E Isabel fue llena
del Espíritu Santo." (Lucas 1,41)
El Evangelista San Juan relata que María estuvo presente cuando Jesús
hizo su primer milagro en Caná de Galilea, cuando convirtió el agua en vino, en
la celebración de unas bodas. (Juan 2,1 al 11)
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se relata que María
permaneció junto a los discípulos después de la muerte y resurrección de Jesús
: "Todos éstos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con
María la madre de Jesús y con los hermanos de Él," (Hechos 1,14) y que
estaba con ellos también en la Fiesta de Pentecostés, cuando recibieron el
Espíritu Santo (Hechos 2,1). Ella, que había cobijado a la divina Persona del
Hijo de Dios en su vientre por poder del Espíritu Santo, ahora recibe el
Espíritu Santo en su divino descendimiento.
En la Iglesia Ortodoxa, todo cuanto creemos y afirmamos acerca de María,
se relaciona directa y explícitamente con nuestra fe en Jesucristo, el Hijo de
Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad Hecho Hombre. La
"Mariología" está imprescindiblemente relacionada con la
"Cristología," con nuestra fe en la Encarnación.
Sostenemos dos dogmas acerca de María : primero, como ya hemos dicho, que
ella concibió a su Hijo Jesucristo por obra del Espíritu Santo, como
encontramos en el Credo Niceo-Constantinoplano. El segundo dogma acerca de
María fue proclamado por el tercer Concilio Ecuménico, celebrado en Efeso en al
año 431. Este dogma afirma que María es Theotokos, es decir, "La que Dio a
Luz a Dios", Madre de Dios, y no solamente Cristotokos, o sea, únicamente
Madre de Cristo.
Asimismo la Iglesia nos enseña acerca de María en su himnología.
Numerosos himnos y oraciones son de alabanza o de súplica a la Santísima Virgen
María. Al comienzo de cada Divina Liturgia, el primer himno (antífona)
que se canta es a María : "Por las intercesiones de la Madre de Dios,
Sálvanos oh Salvador." También, después de la consagración del pan y vino
en el Cuerpo y Sangre de Cristo, se canta un himno de alabanza a la Virgen
María. "Verdaderamente es digno bendecirte, oh Madre de Dios."
La iconografía también es fuente de enseñanza acerca de la Madre de
Dios. Los íconos de ella siempre la demuestran con el Niño Jesús en sus brazos,
tal como se ve en el ícono de ella que se encuentra en el iconostasio o en el
ápside del altar. Esto manifiesta que la principal importancia de María es que
haya dado a luz a Dios-Hijo. Un ícono de la Santísima Virgen María es siempre
imagen de la Encarnación. Otros íconos demuestran distintas fiestas que
celebramos de ella : su nacimiento, su presentación en el templo, y su
dormición, entre otros.
María, la Madre de Dios, figura prominentemente en los escritos de
los Santos Padres de la Iglesia. Encontramos referencias a ella en sus escritos
tan temprano como el siglo II. San Ignacio de Antioquía, a quien la leyenda
identifica con el niño que acogió Jesús en sus brazos cuando habló del reino,
es considerado como el "primer escritor mariano". Este santo,
que sufrió el martirio en los primeros años del siglo II, afirma que Nuestro
Dios Jesucristo fue llevado por María en su seno, conforme a la disposición
divina, y que María la Madre de Nuestro Señor era en verdad virgen. San
Ambrosio, Obispo de Milán en el siglo IV, dijo : "La vida de María es una
regla de vida para todos. " También en el siglo IV, San Cirilo de
Jerusalén, quien fuera una importante figura en el Concilio de Efeso, en el
sermón que se considera como el más célebre de la antigüedad sobre María, dice
así : "Regocíjate, María Madre de Dios, venerable tesoro del mundo entero,
luz inextinguible, corona de virginidad, báculo de la Ortodoxia, templo
indestructible que contiene lo incontenible… es a través de ti que se glorifica
y se adora a la Santísima Trinidad; mediante tuyo, se venera a la preciosa Cruz
en el mundo entero; por ti los cielos se alegran, los ángeles y los arcángeles
se regocijan, y los demonios huyen;… por ti toda la creación ha alcanzado el
conocimiento de la verdad. "San Juan de Damasco, en el siglo VII-VIII,
afirma que ella es virgen "en mente, en alma y en cuerpo," y nos
asegura que "en ella se personifica todo el misterio del plan divino de la
salvación." San Andrés de Creta lo expresa de la siguiente manera : María es
"la ciudad viva del Rey y Dios, en que Cristo habitó y obró nuestra
salvación."
María en las Fiestas de
la Iglesia.
En el Año Litúrgico Ortodoxo, las fiestas dedicadas a la Santísima
Virgen María son : la Natividad de María (8 de Septiembre), en que celebramos
su nacimiento; la Presentación de María en el Templo (21 de Noviembre),
en que María es presentada en el templo por sus padres San Joaquín y Santa Ana
para dedicar su vida a Dios; la Anunciación (25 de Marzo), en que celebramos el
anuncio del Arcángel Gabriel a ella y su libre aceptación de ser la Madre de
Dios; y la Dormición de María (15 de Agosto). Ya que nuestro año
litúrgico se inicia el 1 de Septiembre, podemos ver que una fiesta principal de
María (su nacimiento) lo inaugura, y otra (su Dormición) lo cierra. La
Anunciación se basa en el texto del Evangelio según San Lucas (capítulo 1).
Conocemos los acontecimientos que celebramos en las tres otras fiestas por los
escritos del Evangelio Apócrifo de Santiago. Además de estas fiestas mayores,
durante todo el año celebramos otras fiestas menores en que recordamos a María,
la Santísima Virgen y Madre de Dios.
En el tesoro de su himnología, la Iglesia Ortodoxa incluye dos oficios
distintivos a la Virgen María : El Paráclisis y el Acathiston. El Paráclisis es
un oficio de súplica a María, tradicionalmente celebrado a diario durante las 2
semanas de Cuaresma en preparación a la Fiesta de la Dormición (1 a 14 de
agosto). El AKathiston es celebrado en nuestra iglesia los días viernes por la
tarde durante la Gran Cuaresma, y el una oración de alabanza a la Virgen. Es
atribuido a San Romanos el Melodista.
Además de estos singulares oficios, existen himnos a María denominados
"Theotokion" (de la palabra griega Theotokos, o Madre de Dios), una
para cada fiesta que la Iglesia celebra. Esta insistencia de la Iglesia en
recordar a María en su vida litúrgica en forma constante, demuestra la gran
importancia que tuvo la libre colaboración de María en el Plan Divino de la
Salvación.
La Santísima Virgen María no fue un simple instrumento pasivo en la obra
de nuestra salvación. Ella podía aceptar la invitación de Su Creador, o bien
rechazarla. Pero su respuesta a Dios fue un "si", libre y valiente.
Ella personifica la libertad humana restaurada. En ella vemos la vocación de
cada mujer y de cada hombre, de la humanidad entera. María es la simiente e
imagen de la Iglesia. Ella siempre buscó realizar, en su propia conciencia, el
significado de su maternidad divina.
Dios ofrece a cada ser humano el libre don de vida nueva en Su Reino
Eterno. Depende de nosotros, de cada uno individualmente, de aceptar este don,
o rechazarlo. María es el signo de la aceptación de este don divino.
María participó en la obra de nuestra salvación no sólo corporalmente,
sino también mediante su fe personal y obediencia. Se abrió al Espíritu del
Altísimo. En la conciencia de la Iglesia, la imagen de María no es una de
feminidad frágil y pasiva. Ella es la Nueva Eva, arquetipo de la plena y
verdadera humanidad, llena de la gracia vivificadora del Espíritu.
Glorificamos a María por la maternidad que ella recibió de Dios por el
Espíritu Santo. Ella nos revela la vocación más alta de todo ser humano : Dar a
luz a Dios en uno mismo, y para toda la creación, por el Espíritu Santo.
En Nazaret de Palestina hace 2000 años, un ángel visitó a una joven
Virgen, y ella acogió con regocijo su saludo. Mediante ella, el mismo saludo se
dirige a la humanidad entera.
En
Griego tambien se llama Panagia. Panagia Es mas Superior de todos los
Santos.
Catecismo Ortodoxo
http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/
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