No digas: “He pecado mucho, por tanto, no tengo valor para postrarme ante Dios.” No desesperes; simplemente no aumentes tus pecados por la desesperación, y con la ayuda del Todo Misericordioso, no serás avergonzado. Pues El ha dicho: “Al que a mi viene, no lo echo fuera.” (Juan 6:37) De modo que, sé valiente y cree que El es puro y purifica a los que se le acercan. Si quieres obtener el verdadero arrepentimiento, demuéstralo con tus acciones. Si has caído en el orgullo, demuestra tu humildad, si en embriaguez, demuestra sobriedad; si en impureza, demuestra pureza en tu vida. Pues se ha dicho: “Aleja de ti todo mal y obra el bien,” (1 Pedro 3:11).
San Genadio
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