El alma humilde es bendecida. El Señor le ama. La Madre de Dios es superior a todos en humildad, por tanto todas las razas la bendicen en la tierra, mientras que los poderes celestiales le sirven. Y el Señor nos ha dado a Su bendita Madre como defensora y auxiliadora.
San Silvano el Athonita
Catecismo Ortodoxo
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