La Segunda Venida de Nuestro Señor
Entrevistador: Padre, ¿qué nos puede decir acerca de la fecha exacta de la segunda venida de Cristo?
Duhovnic Cleopa: la verdadera Iglesia de Cristo nos ofrece una serie de testimonios bien dispuestos, que muestran que Dios no confió esta fecha a nadie, ni a los ángeles, ni a los hombres, ni siquiera a su propio Hijo como hombre. Escucha las divinas palabras de las Escrituras sobre el tema: (Atención, este dato puede dar lugar a un error teológico, ver Nota al final)
“Mas en cuenta al día aquel y a la hora, nadie sabe, ni lo ángeles del cielo, sino el Padre solo. Y como sucedió en tiempo de Noé, así será la Parusía del Hijo del Hombre. Porque así como en el tiempo que precedió al diluvio, comían, bebían, tomaban en matrimonio y daban en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no conocieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la Parusía del Hijo del Hombre. Entonces, estarán dos en el campo, el uno será tomado y el otro dejado; dos estará moliendo en el molino, la una será tomada y la otra dejada….Velad, pues porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. Comprended bien esto, porque si supiera el amo de casa a qué hora de la noche el ladrón había de venir, velaría ciertamente y o dejaría horadar su casa. Por eso, también vosotros estad prontos, porque a la hora que no pensáis, vendrá el Hijo del Hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien puso el Señor sobre su servidumbre para darles el alimento a su tiempo? ¡Feliz el servidor aquel a quien su señor al venir hallare obrando así! En verdad, os digo, lo pondrá sobre toda su hacienda. Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “Se me retrasa el señor”, y se pone a golpear a sus consiervos y a comer y a beber con los borrachos; volverá el señor de aquel siervo en día que no espera, y en hora que no sabe, y lo separará y le asignará su suerte con los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes. “(Mateo 24:36-51)
Si ni los ángeles del cielo ni el Hijo del Hombre mismo, como hombre, conocen la hora prevista, ¿cómo es posible que sea conocida entre los hombres? En las palabras del Salvador sólo se entiende que debemos estar siempre vigilantes y conscientes de nuestra salvación, siempre listos para la venida del Señor, porque no sabemos ni el día ni la hora de su venida, ni siquiera la hora de nuestro propio final en esta vida. Su aparición será inesperada, como el Señor nos previno cuando dijo: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” (Mateo 25:13)
Entrevistador:. Es verdad que en un primer momento los Apóstoles no sabían la fecha exacta de la segunda venida del Salvador (Mateo 24:36), sin embargo, desde el momento en que se reforzaron desde lo alto con la bajada de la Santa Espíritu, se hicieron conscientes de todo. Pues, como anunció el Salvador, por el Espíritu Santo todos los misterios serán revelados: “Tengo todavía mucho que deciros, pero no podéis soportarlo. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, Él os conducirá a toda la verdad; Él no hablará por Sí mismo, sino que dirá lo que habrá oído, y os anunciará las cosas por venir “(Juan 16:12-13). Desde el momento de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés los Apóstoles, así como todos los fieles cristianos, con la iluminación y la sabiduría que les dio el Espíritu Santo, se hicieron capaces de conocer “toda la verdad.” En otras palabras, se hicieron conscientes de la totalidad del plan divino para la historia del mundo y de su fin, y por lo tanto fueron capaces de determinar a través de la Sagrada Escritura los acontecimientos del futuro, tales como la fecha de la Segunda Venida. ¿No es posible tal determinación?
Duhovnic Cleopa: William Miller calculó que, de acuerdo con la Escritura entre el primero de marzo 1843 y el primero de marzo 1844 tendría lugar la Segunda Venida de Cristo. Anunció esta fecha ya a principios de1833 en el folleto “profecía de las Sagradas Escrituras de la Segunda Venida del Señor en el año 1843.” Otro “profeta” Joseph Chimes, propuso en los diarios “La Voz de la medianoche” (1842) y “la Campana del Peligro” que el Señor vendría en el año 1843.
El discípulo más cercano de Miller, un tal señor Snow, decidió añadir a la “profecía” de Miller otros siete meses y diez días, la predeterminando la fecha de la segunda venida del Señor como el 10 de octubre de 1844. También se puso en ridículo junto con su maestro. Los que creyeron sus pronunciamientos gastaron sus fortunas, entregando todo lo que tenían y comprando ropas blancas y velas para salir y encontrarse con el Señor. Incluso los escaparates de las tiendas se llenaron de vestiduras blancas para los viajeros que buscaran el cielo el 10 de octubre de 1844. Sin embargo, este día pasó como todos los demás. Los llamados “profetas” se convirtieron en el recipiente de todo tipo de vergüenza, escarnio y burlas de todas aquellas personas engañadas que habían derrochado y regalado sus fortunas confiando en las falsas profecías.
A partir de estas experiencias lamentables debemos por lo menos llegar a entender que la promesa de nuestro Salvador Jesucristo, relativa a la revelación del futuro por el Espíritu Santo, no se refería a la fecha de la Segunda Venida, como pareció a muchos, sino más bien a profecías pertenecientes a diversos eventos y signos que deberán suceder en la Iglesia. Pues, de hecho, ha habido revelaciones por medio del Espíritu Santo, como vemos, por ejemplo, en el libro del Apocalipsis y otros libros de la Sagrada Escritura. Estas revelaciones contienen una variedad de enseñanzas escatológicas (en la aparición del Anticristo, de los falsos profetas, el desencadenamiento de las persecuciones de los cristianos), así como la sabiduría indispensable de los Apóstoles que les permitió presentar las enseñanzas divinas cuando eran llevados a presentar una defensa ante sus acusadores (Mateo 10:19-20). Estos son los eventos futuros de los cuales el Salvador habla en el texto.
Entrevistador:. El apóstol Pablo escribe: “Mas vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón, siendo todos vosotros hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas“(1 Tesalonicenses 5:4-5.). De estas palabras se deduce que los cristianos pueden y deben conocer la fecha exacta de la Segunda Venida con el fin de estar listo para aceptarlo.
Duhovnic Cleopa: ¿Por qué has leído sólo los versículos cuatro y cinco del capítulo cinco de Primera de Tesalonicenses, dejando fuera los versículos uno y dos que sirven para interpretar los versos cuatro y cinco? Escucha lo que el apóstol Pablo dice ahí: “Por lo que toca a los tiempos y a las circunstancias, hermanos, no tenéis necesidad de que os escriba. Vosotros mismos sabéis perfectamente que, como ladrón de noche, así viene el día del Señor.”(1 Tesalonicenses 5:1-2). Esta es la verdad a la que la Iglesia de Cristo se ha mantenido fiel. La verdadera enseñanza de la Iglesia, que es igual a la del apóstol Pablo, que habrá un día en que el Señor venga como ladrón en la noche y que nadie sabe ni el día ni la hora de la venida del Hijo del Hombre.
Sólo es posible conocer la proximidad de la Segunda Venida por medio de los signos que deberán venir antes:
~ La predicación del Evangelio en todo el mundo. (Mateo 24:15)
~ La conversión de los judíos al cristianismo después de la predicación del Evangelio en el mundo entero. (Romanos 11:25-34)
~ La aparición del Anticristo, también llamado el hombre de iniquidad o la bestia, junto con sus representantes, pseudo-Cristos, falsos profetas, y todo tipo de falso obrador de milagros por el poder de Satanás para engañar a la gente. El Anticristo se sentará en el lugar de Dios actuando como si fuera Dios, y como una bestia imparable perseguirá con toda su rabia y furia a los siervos escogidos de Dios. (. 1 Jn 2:18; 2 Tesalonicenses 2:3-11;. Rev. 13:1-8, 20:1-10;. Mat 24:9)
~ La multiplicación de la maldad y el crecimiento del amor entre los hombres, el odio y la traición de unos a otros. (Mateo 24:10-12)
~ Un torrente de sangre derramada, guerras y rumores de guerras entre naciones, pueblos y estados. (Mateo 24:6-7)
~ La aparición de calamidades tales como la hambruna masiva, las enfermedades, etc (Mateo 24:7-9)
~ La aparición de ciertos signos en el mundo, como el oscurecimiento del sol y la luna, la caída de las estrellas del cielo, las potencias de los cielos serán conmovidas. (Mateo 24:29)
~ La aparición en los cielos de la señal del Hijo del Hombre, la Verdadera Cruz, porque este es el signo de la victoria de nuestro Señor y ningún otro signo que nos deba alertar de su inminente llegada como Su Cruz.
El Señor explica estos signos así: “De la higuera aprended esta semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y sus hojas brotan, conocéis que está cerca el verano. Así también vosotros cuando veáis todo esto, sabed que está cerca, a las puertas. “(Mateo 24:32 – 33) Por lo tanto, en relación a los signos que precederán la Segunda Venida del Señor, tenemos explicaciones y confirmación del mismo Salvador, que la fecha exacta de Su venida ni los ángeles, ni aun el Hijo del hombre mismo, como hombre, tienen conocimiento, sino que sólo el Padre lo sabe.
FUENTE: “La verdad de nuestra fe: Un discurso sobre las Sagradas Escrituras en las enseñanzas del verdadero cristianismo”, por el Duhovnic Cleopa de Rumania, Uncut Mountain Press, 2000, cap. 15.
Traducido por hipodiácono Miguel P. (H.M.P)
Nota: Sobre las palabras “ni el Hijo del Hombre conoce el día ni la hora”. En el texto anterior del padre Cleopa se puede llegar a la falsa conclusión de que Cristo no sabía la fecha exacta de Su Segunda Venida. Por boca de San Juan Crisóstomo vemos que Cristo conocía perfectamente dicha fecha y tenía un motivo para no darla a conocer. Lo que hay a continuación es un fragmento de la homilía 77 de San Juan Crisóstomo al Evangelio de San Mateo en el que explica perfectamente este tema:
Fragmento de la Homilía 77 al Evangelio de San Mateo
LA IGNORANCIA DEL DÍA DEL JUICIO
Ahora bien, acerca de aquel día y de aquella hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre. Decir el Señor que ni los ángeles saben el día del juicio y fin del mundo, era cerrar la boca a sus discípulos para que no fueran a preguntar lo que ni los ángeles sabían; mas al decirles que ni el Hijo lo sabe, les prohíbe no sólo saberlo ellos, mal también el querer saberlo. Que ésta es la razón por la que se lo dijo, se ve por lo que hace después de la resurrección, pues viéndolos aún más curiosos, les tapa más enérgicamente la boca. Porque aquí les adujo muchas e infinitas pruebas, pero allí les replicó simplemente: No os toca a vosotros conocer los tiempos y los momentos (Hech 1, 7). Luego, para que no dijesen: Nos ha rechazado, porque hemos dudado y no somos dignos de esta revelación, prosiguió Jesús: Que el Padre se reservó para su propio poder. En verdad, nada interesaba tanto al Señor como honrar a sus discípulos y no ocultarles cosa alguna.
De ahí que ese conocimiento se lo reserva al Padre, significando, por un lado, lo terrible de la cosa y cerrándoles a la vez el paso a toda pregunta sobre ella. Porque de no ser así, de admitir que realmente ignora Cristo el día, ¿cuándo lo sabrá? ¿Acaso a la vez que nosotros? ¿Y quién se atreverá a decir eso? Él que conoce claramente al Padre, con la misma claridad que el Padre al Hijo, ¿ha de ignorar el día? Por otra parte: El Espíritu indaga hasta las profundidades de Dios (1 Cor 2, 10), ¿y Él no había de saber ni el momento del juicio? Él sabe cómo ha de juzgar, Él conoce los 958 íntimos secretos de cada uno, ¿y había de ignorar lo que es de menos valor que eso? Y si todo fue hecho por Él y sin Él nada fue hecho (Jn 1, 3), ¿habría Él de desconocer el día? Porque el que hizo los siglos, evidentemente hizo también los tiempos, y, si hizo los tiempos, también el día. ¿Cómo, pues, desconoce lo que Él hizo?
CONTRA LOS ANOMEOS
Vosotros, por cierto, afirmáis conocer la sustancia misma de Dios, y al Hijo no le concedéis conocer ni el día del juicio: ¡Al Hijo, que está eternamente en el seno del Padre! Y a fe que más, infinitamente más, es la sustancia que los días. ¿Cómo, pues, atribuyéndoos lo más a vosotros, no le concedéis ni lo menos al Hijo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia? Pero no, ni vosotros sabéis, por más locuras que digáis, la sustancia de Dios, ni el Hijo ignora el día, sino que lo sabe perfectamente. Por eso, habiéndolo dicho todo, los tiempos y los momentos, habiéndolos llevado hasta las puertas mismas de los acontecimientos (porque: Cerca está ya —dice— y llamando a la puerta), en ese punto se calló y no dijo el día. Si buscáis —dice — saber de mí el día y la hora, no los oiréis; mas si los tiempos y los preludios, todo lo revelare puntualmente, sin ocultaros nada.
Porque, que no los ignoro —día y hora—, con muchas pruebas os lo he demostrado, pues os he dicho los intervalos y todo lo que en ellos ha de suceder y lo que va desde este tiempo hasta aquel día.
Eso, en efecto declaró la parábola de la higuera, y por ella te puse en los pórticos mismos de aquel día; y si no te abrí las puertas, por tu conveniencia no lo hice.
EL EJEMPLO DEL DILUVIO
Y para que más cumplidamente advirtáis, por otro lado, cómo el callar el día no nació de ignorancia, considerad juntamente con lo dicho la otra señal que les pone: Como en los días de Noé las gentes comían y bebían, los hombres tomaban mujer y las mujeres marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no cayeron en la cuenta hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será el advenimiento del Hijo del hombre. Al decir esto, puso de manifiesto que vendrá repentinamente y sin que se le espere y cuando la mayor parte de las gentes se entregarán 959 a sus placeres. Lo mismo dice Pablo cuando escribe: Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos la ruina (1 Tes 5, 3). Y para expresar lo inesperado, dice: Como sobreviene el dolor de parto a la mujer encinta. ¿Cómo, pues, dice el Señor: Después de la tribulación de aquellos días? Porque si entonces ha de haber placer, y paz, y seguridad, como Pablo dice, ¿cómo dice el Señor: Después de la tribulación de aquellos días? Si hay placer, ¿cómo tribulación? — Habrá placer y paz para los estúpidos. Por eso no dijo: “Cuando haya paz”, sino: Cuando digan: Paz y seguridad. Lo que demuestra su estupidez, como la de quienes, en tiempo de Noé, se entregaban a sus placeres entre tamaños males. No así los justos, que vivían en tribulación y tristeza. Por aquí da el Señor a entender que, a la venida del anticristo, los inicuos y desesperados de su salvación se entregarán con más furor a sus torpes placeres. Allí será de la gula, de las francachelas y borracheras. De ahí lo maravillosamente que el ejemplo conviene a la situación. Porque así como, al construirse el arca, no creían en el diluvio —dice—, sino que allí estaba ella a la vista de todos, pregonando anticipadamente los males por venir, y la gente, no obstante estarla viendo, se entregaban a sus placeres, como si nada hubiera de pasar, así ahora aparecerá, sí, el anticristo, tras el cual vendrá la consumación y los castigos que la habrán de acompañar y los tormentos insoportables; mas ellos, poseídos de la borrachera de su maldad, ni temor sentirán de lo que ha de suceder. De ahí que diga también Pablo: Como el dolor a la mujer en cinta, así sobrevendrán sobre ellos aquellos terribles e irremediables males. ¿Y por qué no habló de los males de Sodoma? —Es que quería el Señor poner un ejemplo universal, y que, después de ser predicho, no fue creído.
De ahí justamente que, como la gente no suele dar fe a lo por venir, el Señor confirma por lo pasado sus palabras, a fin de sacudir el espíritu de sus discípulos. Juntamente con esto, por ahí se demuestra también haber sido Él también quien envió los anteriores castigos. Seguidamente pone otra señal, y por ella y por todas las otras queda absolutamente patente que no desconoce el día del juicio. ¿Qué señal es ésa? —Entonces estarán dos hombres en el campo. Y uno será tomado y otro será dejado; y dos mujeres darán vueltas a la piedra de moler, y una será tomada y otra será dejada. Vigilad, pues, porque no sabéis el momento en que vendrá vuestro Señor. Todo esto son pruebas de que el Señor sabía perfectamente el día pero 96 0no quería que sus discípulos le preguntaran sobre él. Por eso citó los días de Noé; por eso habló de los dos que están en el campo, dando a entender que así de improvisamente, así de despreocupados, cogerá aquel día a los hombres. Lo mismo indica el otro ejemplo de las dos mujeres que están moliendo bien ajenas a lo que va a suceder. Y juntamente nos declara que así se toman o se dejan los que son señores como los esclavos, los que descansan como los que trabajan, los de una dignidad como los de otra. Como se dice también en el Antiguo Testamento: Desde el que está sentado en el trono hasta la esclava que da vueltas a la muela (Ex 11, 5). Como había dicho antes que los ricos se salvan con dificultad, ahora nos hace ver que ni todos los ricos se pierden absolutamente, ni todos los pobres absolutamente se salvan, sino que, de entre pobres y ricos, unos se salvan y otros se pierden. Y a mi parecer, también nos indica que su venida será por la noche. Esto lo dice expresamente Lucas (Lc 17, 34). Mirad cuán puntualmente lo sabe todo. Luego, otra vez, para que no le preguntaran, añadió: Vigilad, pues, porque no sabéis en qué momento ha de llegar vuestro Señor. No dijo:
“Porque no sé”, sino: Porque no sabéis. Cuando ya casi los había llevado a la hora misma y puesto tocando a ella, nuevamente los aparta de toda pregunta, pues quiere que estén en todo momento alerta. De ahí que les diga: Vigilad, dándoles a entender que por eso no les había dicho el día. Por eso les dice: Comprended que, si el amo de casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no bebiera dejado que le perforaran la casa. Por eso, estad también vosotros preparados, pues en el momento que no pensáis vendrá el Hijo del hombre. Si les dice, pues, que vigilen y estén preparados es porque, a la hora que menos lo piensen, se presentará Él. Así quiere que estén siempre dispuestos al combate y que en todo momento practiquen la virtud. Es como si dijera: Si el vulgo de las gentes supieran cuándo habían de morir, para aquel día absolutamente reservarían su fervor.
LA IGNORANCIA DEL DÍA NOS HA DE HACER
MÁS VIGILANTES
Así, pues, para que no limitaran su fervor a ese día, el Señor no revela ni el común ni el propio de cada uno, pues quiere que lo estén siempre esperando y sean siempre fervorosos. De ahí que 961 también dejó en la incertidumbre el fin de cada uno. Luego, sin velo alguno, se llama a sí mismo Señor, cosa que nunca dijo con tanta claridad. Mas aquí paréceme a mí que intenta también confundir a los perezosos, pues no ponen por su propia alma tanto empeño como ponen por sus riquezas los que temen el asalto de los ladrones. Porque, cuando éstos se esperan, la gente está despierta y no consiente que se lleven nada de lo que hay en casa. Vosotros, sin embargo, les dice, no obstante saber que vuestro Señor ha de venir infaliblemente, no vigiláis ni estáis preparados, a fin de que no se os lleven desapercibidos de este mundo. Por eso aquel día vendrá para ruina de los que duermen. Porque así como el amo, de haber sabido la venida del ladrón, lo hubiera evitado, así vosotros, si estáis preparados, lo evitaréis igualmente.
http://cristoesortodoxo.com/2014/07/30/sobre-la-segunda-venida-de-nuestro-senor-por-el-padre-cleopa-ilie/
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