En el día de Bautismo del Señor, Nosotros recordamos el Milagro de la Theo-Fania - Manifestación Divina. En verdad, durante el Bautismo del Salvador, el único, Omnipotente Dios, Creador del cielo y la tierra, por primera vez se hace ver a los hombres en Tres Personas: Dios Padre - con Su voz; Dios Hijo - con Su Bautismo en Jordán y Espíritu Santo - descendiendo como una paloma. Por eso en el tropario de la Festividad de Bautismo se dice, que en este día "Se manifestó para ser adorada la Triple Divinidad."
La Fiesta de Theofania o el Bautismo del Señor ocupa un lugar Especial entre las 12 Festividades importantes de la Iglesia. Nos hace recordar nuestro propio nacimiento espiritual en el día, cuando el Sacerdote nos Sumergió Tres Veces en el Agua. Nos recuerda las Promesas que dimos ante la pila Bautismal, si no consciente por causa de nuestra temprana edad, pero dada por nuestros Padrinos Espirituales, quienes tienen la Obligación de Educarnos como Verdaderos Cristianos.
Durante el Sacramento del bautismo, el sacerdote recuerda el Bautismo del Señor y Ora a Dios con estas Palabras:
Tú, el Dios incircunscrito, sin comienzo e inefable, descendiste a la tierra, tomando la forma de un servidor y haciéndote a semejanza del hombre. Pues no toleraba tu entrañable misericordia, Dueño, ver a la raza del hombre bajo la tiranía del diablo, porque viniste a salvarnos. Confesamos tu Gracia; proclamamos tu misericordia; no escondemos tu beneficencia. Libertaste a los hijos de nuestra naturaleza; por tu nacimiento santificaste el seno de la Virgen. Toda la creación canta tus alabanzas, Tú que te manifestaste. Porque Tú, Dios nuestro, apareciste en la tierra y habitaste entre los hombres. Santificaste las corrientes del Jordán, enviando desde el cielo a tu Santísimo Espíritu, y aplastaste la cabeza de los dragones que allí habitaban.
Para un cristiano, dice san Cirilo de Jerusalén, Padre de la Iglesia de los Primeros tiempos, - las aguas Bautismales son "y Sepulcro, y la madre." Sepulcro de la vida anterior pecaminosa, fuera de Cristo, y madre de la nueva vida en Cristo y Su Reino eterno de la Verdad. El Bautismo es la puerta, que lleva del reino de las tinieblas al Reino de la Luz. "Porque todos los que habéis Sido Bautizados en Cristo, de Cristo Estáis Vestidos" (Gal. 3:27). El Bautizado en Cristo es revestido en la virtud de Cristo, se Le asemeja, Participa en Su Santidad. La Fuerza del Sacramento está en que el Bautizado recibe la Capacidad y Poder de Amar a Dios y a sus Prójimos. Este Amor Cristiano lleva al creyente hacia la vida justa y le ayuda a vencer las atracciones del mundo con sus pecaminosas alegrías.
En nuestros tiempos, la desdicha de muchos Cristianos es que se dedican muy poco para avivar en sus Corazones el dón del amor bendito, que recibieron. La enfermiza atracción del mundo reemplaza en ellos el Amor Espiritual, y trae consigo los sinsabores, la maldad y envidia. Por eso, festejando el bautismo del Señor, debemos recordar nuestras promesas de amar a Dios y a nuestros prójimos. Agradezcamos a Dios por habernos hechos dignos del Nacimiento Espiritual y por habernos llamado a Su Reino de eterno gozo. Hagamos el esfuerzo de ser dignos de este gran honor y Gracia Divina!.
La Fiesta de Theofania o el Bautismo del Señor ocupa un lugar Especial entre las 12 Festividades importantes de la Iglesia. Nos hace recordar nuestro propio nacimiento espiritual en el día, cuando el Sacerdote nos Sumergió Tres Veces en el Agua. Nos recuerda las Promesas que dimos ante la pila Bautismal, si no consciente por causa de nuestra temprana edad, pero dada por nuestros Padrinos Espirituales, quienes tienen la Obligación de Educarnos como Verdaderos Cristianos.
Durante el Sacramento del bautismo, el sacerdote recuerda el Bautismo del Señor y Ora a Dios con estas Palabras:
Tú, el Dios incircunscrito, sin comienzo e inefable, descendiste a la tierra, tomando la forma de un servidor y haciéndote a semejanza del hombre. Pues no toleraba tu entrañable misericordia, Dueño, ver a la raza del hombre bajo la tiranía del diablo, porque viniste a salvarnos. Confesamos tu Gracia; proclamamos tu misericordia; no escondemos tu beneficencia. Libertaste a los hijos de nuestra naturaleza; por tu nacimiento santificaste el seno de la Virgen. Toda la creación canta tus alabanzas, Tú que te manifestaste. Porque Tú, Dios nuestro, apareciste en la tierra y habitaste entre los hombres. Santificaste las corrientes del Jordán, enviando desde el cielo a tu Santísimo Espíritu, y aplastaste la cabeza de los dragones que allí habitaban.
Para un cristiano, dice san Cirilo de Jerusalén, Padre de la Iglesia de los Primeros tiempos, - las aguas Bautismales son "y Sepulcro, y la madre." Sepulcro de la vida anterior pecaminosa, fuera de Cristo, y madre de la nueva vida en Cristo y Su Reino eterno de la Verdad. El Bautismo es la puerta, que lleva del reino de las tinieblas al Reino de la Luz. "Porque todos los que habéis Sido Bautizados en Cristo, de Cristo Estáis Vestidos" (Gal. 3:27). El Bautizado en Cristo es revestido en la virtud de Cristo, se Le asemeja, Participa en Su Santidad. La Fuerza del Sacramento está en que el Bautizado recibe la Capacidad y Poder de Amar a Dios y a sus Prójimos. Este Amor Cristiano lleva al creyente hacia la vida justa y le ayuda a vencer las atracciones del mundo con sus pecaminosas alegrías.
En nuestros tiempos, la desdicha de muchos Cristianos es que se dedican muy poco para avivar en sus Corazones el dón del amor bendito, que recibieron. La enfermiza atracción del mundo reemplaza en ellos el Amor Espiritual, y trae consigo los sinsabores, la maldad y envidia. Por eso, festejando el bautismo del Señor, debemos recordar nuestras promesas de amar a Dios y a nuestros prójimos. Agradezcamos a Dios por habernos hechos dignos del Nacimiento Espiritual y por habernos llamado a Su Reino de eterno gozo. Hagamos el esfuerzo de ser dignos de este gran honor y Gracia Divina!.
Catecismo Ortodoxo
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