Eufrosine era hija de Paunucio, un hombre rico y distinguido de Alejandría. Sus Padres , que eran estériles, habían suplicado a Dios por el nacimiento de una criatura, y Eufrosine les fue dada. Estos piadosos padres criaron a su hija en la fe cristiana. No deseando casarse, la joven Eufrosine se escondió de su padre, y poniéndose ropa de hombre, se presentó ante el abad de un monasterio como si fuese un eunuco del emperador Teodosio, usando el nombre de Esmaragdo. El abad la recibió, y la puso bajo la guía del Padre espiritual Agapito. Por la rigurosidad ascética de su ayuno y oración, Esmaragdo sobrepasó rápidamente a todos los Monjes de aquel Monasterio. Cuando hubo complido treinta y Ocho años de Estricto Ascetismo, su padre Paunucio visitó el Monasterio, y el abad lo dirigió a Esmaragdo para oración y consejo. Esmaragdo reconoció Paunucio, pero Paunucio no reconoció Esmaragdo. Cuando el padre confesó su pena por su hija perdida, Esmaragdo le dijo que no perdiera la esperanza, pues vería a su hija otra vez en esta vida, y le suplicó que regresara en tres días. Al regresar Paunucio, Esmaragdo estaba en su lecho de muerte. El Monje moribundo dijo a Paunucio: «Yo soy tu hija Eufrosine, y tú Eres mi Padre». A causa de la fuerte impresión, el padre no pudo componerse durante un largo tiempo. Entonces, la bienaventurada Eufrosine respiró su último aliento, y su padre la endechó. Después de enterrarla, Paunucio mismo entró al monasterio, estableciédose en la celda de su santa hija muerta; y tras diez años de Ascetismo, Paunucio también entró a su descanso en el Señor.
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