Saturday, July 23, 2016

Akathisto al Espíritu Santo


Kontaquio I
Venid fieles a celebrar el descenso del Espíritu Santo que el Padre derrama sobre los Apóstoles. El cubre toda la tierra con el conocimiento de Dios haciéndonos dignos de la vida de la gracia y de la gloria del cielo. Él es el que nos santifica y nos permite exclamar:
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros.
Ikos I
Los coros de los ángeles cantan incesantemente en el cielo la gloria del Espíritu Santo, fuente de vida y luz intangible. Glorificamos con ellos al Espíritu de bondad por todos sus beneficios manifiestos u ocultos, y humildemente le suplicamos diciendo:
Ven, luz verdadera y alegría del alma.
Ven, nube de rocío y belleza indescriptible.
Ven y acepta esta ofrenda que se eleva a ti como el incienso.
Ven, Espíritu de verdad al que el mundo no puede recibir.
Ven, y haznos disfrutar con la felicidad de tu efusión. Ven, y alégranos con la abundancia de tus dones.
Ven, y establece tu morada entre nosotros.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio II
El Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles como lenguas de fuego, luz radiante y aliento poderoso, llenándolo todo de alegría. Entonces el antiguo pescador, lleno de su fuego llamó a todo el orbe a la Iglesia de Cristo. Soportando las vicisitudes con alegría y enfrentándose sin temor a la muerte violenta, los Apóstoles propagaron por todo el mundo el Evangelio por lo que cantamos diciendo:¡Aleluya!
Ikos II
Te bendecimos, Dios Espíritu Santo, porque te has derramado como fuego y rocío sobre los Apóstoles en la cámara alta de Sión. Vierte también la copa de tu sabiduría sobre los que te decimos:
Ven, santificador y protector de la Iglesia.
Ven y concede a los fieles un solo corazón y una sola alma.
Ven y transforma nuestra piedad fría y estéril.
Ven y disipa la oscuridad de la herejía, el ateismo y la masonería que se están extendiendo sobre la tierra.
Ven y se nuestro guía en el camino de la vida recta y piadosa.
Ven y edúcanos en la única Verdad
Ven sabiduría inaccesible para los sabios de este mundo.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio II
Oh misterio insondable, Espíritu de Dios Creador que formaste de la nada la belleza celestial, los órdenes angélicos y el cortejo de las estrellas brillantes. Uniste en una maravillosa unión la carne y el espíritu creando al hombre. Por ello todo ser que alienta te eleva esta alabanza: ¡Aleluya!
Ikos II
Espíritu eterno, has dado vida a todo y a todos y de ti surgió toda la belleza de la creación, desde las altas montañas a los profundos abismos. Asombrados por tu grandeza te cantamos junto a todas las creaturas diciendo:
Ven a nosotros, y llénanos de tu sabiduría.
Ven, pues Tú eres la hermosura tanto de la pequeña flor como de las estrellas lejanas.
Ven, diversidad de la indescriptible belleza eterna.
Ven y disipa la oscuridad del caos de mi alma.
Ven y transfigura mi pobre existencia con tu poder creador.
Ven y enséñame a cumplir en todo tu santa voluntad.
Ven y recréanos en Cristo.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio IV
Espíritu lleno de infinita bondad, Tú descendiste sobre la Virgen purísima, fecundando su seno purísimo y llenándola del esplendor inaccesible de Dios, haciéndola Madre del Logos, Reina de los ángeles y Fuente de nuestra salvación. Llenaste a los Profetas y Apóstoles de una fuerza sobrenatural, llenando sus corazones de la belleza celestial y dando a sus palabras una pasión ardiente que atrajera a los hombres a Dios. Llenos de este celo que convierte a los pecadores te cantamos diciendo: ¡Aleluya!
Ikos IV
Por el Espíritu Santo vivimos y existimos y en la última hora de este siglo, nos levantaremos por su poder para entrar en la Resurrección. Consejero lleno de bondad, en aquel terrible momento levántanos de nuestras tumbas, no para ser condenados sino para alegrarnos junto a los Santos y junto a nuestros padres y hermanos. Pidiendo esta gracia, suplicantes te decimos:
Ven y líbranos de la muerte espiritual.
Ven y en la hora de nuestra agonía permite podamos saciarnos con el Cuerpo y la Sangre de nuestro Salvador.
Ven y concédenos llegar a nuestra última hora con una conciencia pura y así poder tener una muerte santa.
Ven y concédenos despertar de la muerte y encontrarnos con la Luz verdadera.
Ven y haznos dignos de entrar en el gozo eterno.
Ven y concédenos la incorruptibilidad espiritual.
Ven e ilumínanos transformando nuestro cuerpo mortal en inmortal.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio V
Habiendo escuchado tus divinas palabras que nos dicen: “El que tenga sed que venga a mí y beba” te suplicamos, oh Hijo de Dios y Salvador nuestro, que sacies nuestra sed espiritual y nos des el agua viva del Espíritu Santo. Vierte en nosotros el Río de la Gracia para que llenos de amor podamos cantar: ¡Aleluya!
Ikos V
Espíritu Santo y eterno, incorruptible e increado, protección de los justos y purificación de los pecadores, líbranos de toda impureza para que llenos de la luz de tu gracia podamos decirte:
Ven y concédenos el don de las lágrimas para poder llorar nuestros pecados.
Ven y enséñanos a adorar al Padre en espíritu y verdad. Ven, Verdad sublime y elimina las dudas de nuestro débil intelecto.
Ven, Tesoro de bienes, y darnos el tesoro de la pobreza de espíritu.
Ven, Dador de bienes, y restablece la frescura en tu criatura agotada.
Ven, Luz eterna, y disipa los terrores nocturnos de los demonios.
Ven, Alegría sin fin, y haz que olvidemos nuestras penas.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio VI
Alégrate, Hija de la luz, Sión madre nuestra, Novia adornada con tus joyas, Iglesia de Cristo, llena del Espíritu Santo que concede la fuerza a los confesores de la Ortodoxia, cura nuestras enfermedades, da vida a los muertos y conduce a la vida eterna a los que exclamamos llenos de alegría: ¡Aleluya!
Ikos VI
En medio de todos los problemas y peligros de este mundo, ¿Quién nos consolará? Espíritu divino, haz que desaparezcan nuestras penas, intercede por nosotros con gemidos inefables e ilumina los corazones de los que te dicen:
Ven, dulce frescura de los que penamos bajo la carga de nuestros pecados.
Ven, compañero de los cautivos y apoyo de los perseguidos.
Ven y ten piedad de los que sufren a causa de la pobreza y el hambre.
Ven y cura las pasiones de nuestro cuerpo y alma.
Ven y sacia la sed de nuestras almas con tu claridad.
Ven y acompáñanos en nuestras pruebas llenándonos de esperanza y de la alegría divina.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio VII
“El que blasfeme contra el Espíritu Santo, no será perdonado ni en este mundo, ni en el futuro” dice el Señor. Escuchar estas terribles palabras nos llenan de temor por aquellos que son condenados. No permitas, oh Espíritu divino, que aceptemos las malignas palabras y que caigamos en el cisma y en la herejía. No nos permitas caer en el ateísmo ni en cualquier otro error. Antes bien permítenos cantar dentro del seno de tu santa Iglesia Ortodoxa diciendo: ¡Aleluya!
Ikos VII
Cuando el Espíritu Santo se apartó de Saúl, el terror y la angustia se instalaron en él y cayó en la desesperación. Los momentos de desaliento y dificultad llegan a aquéllos que se encuentran lejos de ti. Ayúdame a invocarte sin temor desterrando la timidez de mi alma para que así pueda cantarte:
Ven y aparta de mí la impaciencia y las murmuraciones.
Ven y protégeme de las maquinaciones de los espíritus malignos que tratan de perturbar mi alma.
Ven y calma la tormenta de la angustia.
Ven y aparta de nosotros a aquellos que nos amargan la vida.
Ven y endulza nuestros corazones cuando estemos airados.
Ven y ayuda a los que andan encorvados por el peso de su cruz.
Ven y danos el espíritu de contrición necesario para la salvación de nuestra alma.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio VIII
Dios Padre celestial, espiritualmente somos pobres y estamos enfermos, ciegos y desnudos. Necesitamos ser purificados como el oro en el crisol. Cubre nuestra desnudez y sana nuestros ojos ungiéndolos con el bálsamo de tu Espíritu Santo, que su gracia purifique nuestras almas para que regenerados podamos cantar: ¡Aleluya!
Ikos VIII
Oh Espíritu Santo, en medio de la confusión reinante entre los hombres, concédeme humildad para poder reconocer mis pecados y caídas y reconocer mi debilidad y el gran vacío existente en mi alma. Sin ti no podemos hacer nada y es por tu gracia que esperamos ser salvados. Por ellos te decimos:
Ven, pues sólo contigo podemos dirigir nuestra vida con sabiduría.
Ven y muéstranos tus caminos insondables.
Ven y se la lámpara que ilumine nuestras vidas
Ven y bendice cada una de nuestras buenas acciones.
Ven e ilumina nuestro espíritu en los momentos de duda.
Ven y concede a los hombres el don del arrepentimiento para eliminar las tribulaciones que nos amenazan.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio IX
“Tanto amó Dios al mundo, que nos envió a su Hijo único” El se encarnó por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen; el que creo el universo extendió voluntariamente sus brazos en la Cruz y con su sangre nos ha rescatado del pecado y la muerte. Toda la creación, a la espera de la gloriosa libertad de los hijos de Dios, eleva himnos de gratitud al Padre que nos ama infinitamente, al Hijo nuestro Salvador, y al Espíritu Santificador, diciendo: ¡Aleluya!
Ikos IX
El Espíritu Santo descendió sobre Cristo en forma de una paloma en el Jordán y de igual manera descendió sobre mí cuando fui introducido en la fuente bautismal. Sin embargo, la oscuridad de mis pecados ha oscurecido mi belleza. Ahora camino en medio de la noche tenebrosa en espera del rayo de luz que me traiga el amanecer.
Ven a mí que he recibido tu sello temible.
Ven y libra mi mente de la tribulación de las tentaciones.
Ven a renovar mi vida y a librarme de la esclavitud del pecado
Ven y disipa el espanto de la oscuridad.
Ven y enséñame a sentir compasión ante las desgracias de los demás.
Ven y ayúdame a amar a mi prójimo.
Ven y hazme consciente de la alegría de la salvación.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kontaquio X
El Espíritu Santo es el que ilumina la vida eterna, es El quien inspira a los mártires, consagra a los sacerdotes, corona a los justos y transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor. El nos impulsa a perdonar el sufrimiento que nos causan nuestros enemigos y cuida de todos los que lo invocan diciendo: ¡Aleluya!
Ikos X
¿Quién nos separa del amor de Dios, la miseria, la angustia, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Incluso si lo perdiéramos todo, tenemos un tesoro en el cielo inagotable. Concédenos, oh Señor, amar no sólo con palabras, si no con nuestros trabajos y el esfuerzo de toda nuestra vida y salva a los que te decimos:
Ven Espíritu Santo Todopoderoso y aumenta en nosotros el don precioso de la fe.
Ven y aviva en nosotros el deseo de la oración.
Ven y haz arder nuestros corazones con el fuego de tu amor.
Ven y danos fortaleza para poder enfrentarnos al error y para poder resistir las persecuciones y escarnios.
Ven y presérvanos de las tentaciones.
Ven y llena de vida nuestros corazones con el rocío de tu gracia.
Ven, santifícanos, presérvanos y fortalécenos.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio XI
Lo que el Profeta dijo una vez el Señor lo ha cumplido:”En los últimos días, derramaré mi espíritu sobre toda carne y vuestros hijos e hijas profetizarán, los jóvenes tendrán visiones y los ancianos sueños” Oh Espíritu Santo, danos tu consuelo, al menos las migajas que caen de la mesa de tus hijos, a nosotros que te cantamos diciendo: ¡Aleluya!
Ikos XI
Así como no se puede esconder el resplandor del relámpago, tampoco se puede ocultar el resplandor de la Revelación que transforma nuestra frágil naturaleza divinizándola. Haznos dignos de la misma, oh Divino Consejero, para que podamos cantarte:
Ven, Tú que nos haces partícipes de la luz de la divinidad.
Ven, Tú que nos permites contemplar anticipadamente la gloria de la Trinidad.
Ven, Fuente de agua viva que enfría el ardor de las pasiones.
Ven, porque lejos de ti no hay felicidad ni descanso.
Ven, pues haces presente en medio de nosotros el Reino de los Cielos.
Ven, Tú que alientas toda la Creación. Ven y sella nuestra alma con tu gracia.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio XII
Oh Espíritu Santo, inagotable río de la Gracia que limpia con el perdón nuestros pecados, recibe nuestras oraciones por los cismáticos, los herejes, los ateos y todos aquellos que se han apartado del seno de tu Santa Iglesia Ortodoxa. Ilumina sus corazones y condúcelos a todos al redil de Cristo, purifícalos con el fuego de tu amor de manera que puedan cantar con nosotros: ¡Aleluya!
Oh Espíritu Santo, acompáñame y asísteme durante toda mi presente vida, para que cuando llegue el momento de dejarla pueda partir sin temor a la Jerusalén celeste, donde no hay ni dolor, ni tristeza, ni llanto. Permíteme participar de la alegría de los justos y cantar junto a los coros de los ángeles. Que pueda contemplar la gloria del Señor en medio de sus elegidos. Rey Celestial, Espíritu Santo infunde en nosotros tus dones y llena de ellos a los que te decimos:
Ven Bondadoso, y despierta en nosotros la sed de la vida futura.
Ven y mueve nuestras almas con la esperanza de la vida en el siglo de la verdad.
Ven y revélanos la bondad de las promesas futuras.
Ven y revístenos del manto blanco como la nieve.
Ven y llénanos del resplandor de la Divinidad.
Ven y concédenos la gracia de poder participar en las Bodas de Cordero.
Ven y haznos dignos de reinar en tu gloria eterna
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kondaquio XIII .  se repite 3 veces.
Oh fuente de amorosa luz que nos salva, Vivificador Espíritu, infunde tu aliento en aquellos que han caído en la iniquidad. Por tu poder insondable acelera la destrucción del mal y revela el eterno triunfo de la Verdad divina. Que Dios sea todo para todos y que todas las criaturas, en el cielo y en la tierra proclamen: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Oh fuente de amorosa luz que nos salva, Vivificador Espíritu, infunde tu aliento en aquellos que han caído en la iniquidad. Por tu poder insondable acelera la destrucción del mal y revela el eterno triunfo de la Verdad divina. Que Dios sea todo para todos y que todas las criaturas, en el cielo y en la tierra proclamen: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Oh fuente de amorosa luz que nos salva, Vivificador Espíritu, infunde tu aliento en aquellos que han caído en la iniquidad. Por tu poder insondable acelera la destrucción del mal y revela el eterno triunfo de la Verdad divina. Que Dios sea todo para todos y que todas las criaturas, en el cielo y en la tierra proclamen: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Ikos I
Los coros de los ángeles cantan incesantemente en el cielo la gloria del Espíritu Santo, fuente de vida y luz intangible. Glorificamos con ellos al Espíritu de bondad por todos sus beneficios manifiestos u ocultos, y humildemente le suplicamos diciendo:
Ven, luz verdadera y alegría del alma.
Ven, nube de rocío y belleza indescriptible.
Ven y acepta esta ofrenda que se eleva a ti como el incienso.
Ven, Espíritu de verdad al que el mundo no puede recibir.
Ven, y haznos disfrutar con la felicidad de tu efusión. Ven, y alégranos con la abundancia de tus dones.
Ven, y establece tu morada entre nosotros.
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros
Kontaquio I
Venid fieles a celebrar el descenso del Espíritu Santo que el Padre derrama sobre los Apóstoles. El cubre toda la tierra con el conocimiento de Dios haciéndonos dignos de la vida de la gracia y de la gloria del cielo. Él es el que nos santifica y nos permite exclamar:
Ven Espíritu Santo y permanece en nosotros.

                                  Catecismo Ortodoxo

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