- Bendito sea nuestro Dios ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Si
no hay sacerdote: Por
las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro, Ten
piedad de nosotros. Amén.
Gloria
a Ti, Dios Nuestro, Gloria a Ti.
Rey
del Cielo, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todo lugar, y que
todo lo llenas, Tesoro de bienes y Dador de la Vida, ven y haz de nosotros tu
morada, purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas.
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santísima
Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados.
Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras
dolencias, por tu nombre.
Señor,
ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre
nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu
Majestad, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo; el pan
sobreesencial dánosle hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas
líbranos del maligno.
- Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
142
Señor,
escucha mi oración, presta oído a mi súplica según tu fidelidad; óyeme por tu
justicia, y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente es justo
delante de Ti. El enemigo persigue mi alma, ha postrado en tierra mi vida; me
ha encerrado en las tinieblas, como los ya difuntos. El espíritu ha
desfallecido en mí, y mi corazón está helado en mi pecho. Me acuerdo de los
días antiguos, medito en todas tus obras, contemplo las hazañas de tus manos, y
extiendo hacia Ti las mías; como tierra falta de agua, mi alma tiene sed de Ti.
Escúchame pronto, Señor, porque mi espíritu languidece. No quieras esconder de
mí tu rostro: sería yo como los que bajaron a la tumba. Hazme sentir al punto
tu misericordia, pues en Ti coloco mi confianza. Muéstrame el camino que debo
seguir, ya que hacia Ti levanto mi alma. Líbrame de mis enemigos, Señor; a Ti
me entrego. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Tu Espíritu
es bueno; guíame, pues, por camino llano. Por tu Nombre, Señor, guarda mi vida;
por tu clemencia saca mi alma de la angustia. Y por tu gracia acaba con mis
enemigos, y disipa a cuantos atribulan mi alma, porque soy siervo tuyo.
Dios
es Señor.
Tono
4º
Diácono: Dios
es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Coro:
Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del
Señor.
V./
Confesad al Señor, porque es bueno; porque su
misericordia es eterna.
R./
Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que
viene en el nombre del Señor.
V./
Todas las naciones me rodeaban, mas en el nombre del
Señor las rechacé.
R./
Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que
viene en el nombre del Señor.
V./
No he de morir, viviré, y para contar las obras del
Señor.
R./
Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que
viene en el nombre del Señor.
V./
La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la
piedra angular; es el Señor el que lo ha hecho y es un milagro patente.
R./
Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que
viene en el nombre del Señor.
Tropario,
tono 4
Tú
que te sientas en el Trono celestial y resplandeces luminosamente junto con el
Padre sin principio y el Espíritu Divino, te has dignado nacer en la tierra,
por medio de una Virgen, haciéndote hombre por nosotros, oh Cristo. Ahora eres
circuncidado como hombre al octavo día cumpliendo así la ley prescrita a los
ancestros. Gloria a tu bondad inmarcesible, gloria a tu mansedumbre sin igual,
oh amante de la humanidad.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Oh
Madre de Dios, jamás dejaremos nosotros, aunque indignos, de exaltar tus
grandezas, pues si tú no rogaras por nosotros, ¿quién nos libraría de todos los
males? o ¿Quién nos conservaría libres hasta ahora? No nos apartaremos de ti,
oh Señora que libras a tus siervos de toda adversidad.
Salmo
50
Ten
compasión de mí, oh Dios, en la medida de tu misericordia; según la grandeza de
tus bondades, borra mi iniquidad. Lávame a fondo de mi culpa, límpiame de mi
pecado. Porque yo reconozco mi maldad y tengo siempre delante mi delito. He
pecado contra Ti, contra Ti solo, he obrado lo que es desagradable a tus ojos,
de modo que se manifieste la justicia de tu juicio y tengas razón en
condenarme. Es que soy nacido en la iniquidad, y ya mi madre me concibió en
pecado. Mas he aquí que Tú te complaces en la sinceridad del corazón, y en lo
íntimo del mío me haces conocer la sabiduría. Rocíame, pues, con hisopo, y seré
limpio; lávame Tú, y quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír tu palabra de
gozo y de alegría, y saltarán de felicidad estos huesos que has quebrantado.
Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis culpas. Crea en mí, oh Dios,
un corazón sencillo, y renueva en mi interior un espíritu recto. No me rechaces
de tu presencia, y no me quites el espíritu de tu santidad. Devuélveme la
alegría de tu salud; confírmame en un espíritu de príncipe. Enseñaré a los
malos tus caminos; y los pecadores se convertirán a Ti. Líbrame de la sangre,
oh Dios, Dios Salvador mío, y vibre mi lengua de exultación por tu justicia.
Abre Tú mis labios, oh Señor, y mi boca publicará tus alabanzas, pues los
sacrificios no te agradan, y si te ofreciera un holocausto no lo aceptarías. Mi
sacrificio, oh Dios, es el espíritu compungido; Tú no despreciarás, Señor, un
corazón contrito y humillado. Por tu misericordia, Señor, obra benignamente con
Sión; reconstruye los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios
legales, las oblaciones y los holocaustos; entonces se ofrecerán becerros sobre
tu altar.
CANON
Tono
8º
Oda I
Irmos:
Huyendo de la esclavitud de Egipto, el pueblo de Israel,
cruzó el mar como si fuera tierra seca y exclamó: ¡Alabemos a nuestro Salvador
y Dios!
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Venid
y adoremos a Aquel que se humilló a su mismo descendiendo hasta las
profundidades del abismo donde yacía Adán. Festejemos hoy con júbilo pues se
nos ha manifestado como la vía del gran consuelo.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
El
antiguo mandato de la circuncisión se estableció para detener la boca de los
herejes que se alzaban como cizaña desde el inicio de la Iglesia, para que
fuera conocido todo cuerpo que había de ser sanado, limpiando por tu divino
nacimiento nuestras almas y nuestras pasiones corporales.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Naciste
en la carne de una madre terrenal, oh Dios, y cumpliendo la ley en toda
justicia fuiste circuncidado para darnos el ejemplo del cumplimiento de tus
mandatos.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
santísima Theotokos, tú que llevaste en tu vientre al Rey de las huestes
celestiales, te suplicamos que intercedas ante Él por nosotros, pues te
honramos con himnos de alabanza.
Oda
III
Irmos:
Oh Dios que levantas las bóvedas de los cielos y
sostienes a tu Iglesia, afírmanos en tu amor, oh consumación de todos los
deseos, constancia de los fieles y único Amante de la Humanidad.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Ayúdanos,
oh Señor, y cúbrenos con tu infinita compasión, para que seamos librados de
toda invasión maligna y de nuestras pasiones carnales.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Nos
has concedido tu recta ley, oh Cristo, y por eso nos postramos ante ti, pues
has abolido en tu carne la antigua ley del pecado y nos has concedido la ley
del nuevo pacto.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Nos
has liberado del yugo del pecado, y cumpliendo la antigua ley en justicia,
circuncidaste tu carne según nuestra naturaleza, teniendo compasión por
nosotros.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
Con
la intercesión del que nació de ti, oh Theotokos, hemos sido liberados del
trastorno de la antigua maldición. Por eso te suplicamos que intercedas ante Él
para que nos conceda su paz y nos permita traerle ante su trono divino, los
frutos dignos de nuestro arrepentimiento.
A
continuación se dicen las siguientes estíqueras:
Oh
Señor, fuiste circuncidado en la carne para vencer al pecado, y nos has
liberado de la tiranía de nuestras pasiones. Así, te suplicamos que tengas
piedad de nosotros.
Madre
de la Luz, aparta de nosotros la oscuridad y otórganos la vestidura luminosa
del arrepentimiento para que no seamos arrojados al abismo de la muerte.
Ahora
se nombran aquellos por quienes se reza esta paráclesis.
Letanía
Sacerdote: Ten
piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia te suplicamos que nos
escuches y tengas piedad.
Coro:
Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten
piedad.
- De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por todos nuestros hermanos en Cristo.
- También rogamos por la vida, paz, salud, salvación, visitación, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios, los cristianos ortodoxos, los que viven en esta ciudad y los reunidos en este santo templo, sus feligreses y bienhechores.
- De nuevo rogamos por los siervos de Dios N. N. (Aquí se insertan los nombres de los fieles por los cuales se ruega) que elevan esta súplica.
- Porque eres un Dios misericordioso y amante de la humanidad, te rendimos gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
- Amén.
Catisma
tono 4º
No
te alejes de nosotros, pecadores, y acógenos bajo tu misericordia, oh Señor,
pues te sometiste a la circuncisión para eliminar el pecado de Adán y has hecho
brillar la Luz de tu divino reino.
Oda
IV
Irmos:
Oh Señor, Tú eres mi fuerza y fortaleza, Tú eres mi Dios,
mi júbilo y alegría; Oh Tú, que sin dejar el Seno del Padre, te compadeciste
de nuestra pobreza y humildad, con el Profeta Habacuc a ti exclamo:
¡Gloria a tu poder, oh Amante de la humanidad!
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Te
has dignado, oh Señor, circuncidar tu carne según la ley humana y has
establecido tu ley espiritual para que nos guiemos por el camino que conduce a
la salvación.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Circuncidando
tu carne has cumplido toda la ley, oh Cristo, y nos has enseñado a obedecer la
ley del amor cumpliendo toda obra buena, pudiendo obtener así la corona de la
humildad.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Te
alabamos, oh Cristo nuestro Dios, pues te has dignado circuncidar tu carne y
con tu vida inmortal has destruido la muerte y nos has abierto las puertas a la
vida eterna.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
santísima Theotokos, tú llevaste en tu seno a Aquel que está por encima de los
cielos, y has sazonado el cielo con las especias de tus virtudes.
Oda V
Irmos:
¿Por qué me apartaste de tu Rostro, oh Luz que no conoce el ocaso? ¡Oh
desgraciado de mí, me han rodeado las tinieblas! A ti te suplico: ¡Ven y
endereza mis sendas hacia la luz de tus mandamientos!
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Ten
piedad de nosotros, oh Señor, pues somos débiles, y aléjanos de todo peligro,
pues somos tus siervos y damos gloria a tu nombre.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Tú
que te sientas en tu trono rodeado de querubines y serafines que te alaban
llenos de júbilo, no dejes de conceder la paz a tu mundo para que no seamos
asediados por la agitación mundana.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Fuiste
llevado en brazos de la Virgen y has eliminado los pensamientos surgidos por la
transgresión de Adán, para que podamos llevar nuestra mente por el camino de la
pureza.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Ten
misericordia de los que te veneran, oh Theotokos, porque tú puedes
salvaguardarnos de caer en el pozo de las tentaciones.
Oda
VI
Irmos:
Ante el Señor me lamento y derramo mi angustia porque mi alma está llena de
iniquidades y mi vida cercana al Hades. Te ruego pues, como Jonás, exclamando:
¡Levántame de la corrupción, oh Dios mío!
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Habiendo
circuncidado tu carne has eliminado la tiranía de nuestras pasiones corporales
y nos has liberado del pecado, concediéndonos tu gran misericordia.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Viniendo
en la carne, oh Cristo, has venido a proclamar la salvación al mundo, y así, te
has hecho semejante a nosotros circuncidando tu carne y dando cumplimiento a la
antigua ley, oh Señor santísimo.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Tú,
la Vida de todos, oh Cristo, has venido al mundo para sacarnos de las
profundidades de la muerte, y te alabamos incesantemente con acciones de
gracias.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
santísima Theotokos, sácanos con tu maternal mano del engaño y el error, pues
alzamos nuestras manos ante ti, ya que llevaste en tu seno al Creador de todos
los hombres.
A
continuación se dicen las siguientes estíqueras:
Te
has dignado circuncidar tu carne haciéndote semejante a nosotros, oh Cristo, y
has eliminado la pesada carga de nuestros pecados.
Oh
santísima Theotokos, que en los últimos tiempos diste a luz de una manera
inefable a Dios el Verbo, intercede incesantemente ante Él por nosotros, pues
tú posees la seguridad de una Madre.
Ahora
se nombran aquellos por quienes se reza esta paráclesis.
Letanía
Sacerdote: Ten
piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia te suplicamos que nos
escuches y tengas piedad.
Coro:
Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
- De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por todos nuestros hermanos en Cristo.
- También rogamos por la vida, paz, salud, salvación, visitación, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios, los cristianos ortodoxos, los que viven en esta ciudad y los reunidos en este santo templo, sus feligreses y bienhechores.
- De nuevo rogamos por los siervos de Dios N. N. (Aquí se insertan los nombres de los fieles por los cuales se ruega) que elevan esta súplica.
- Porque eres un Dios misericordioso y amante de la humanidad, te rendimos gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
- Amén.
Contaquio
tono 3º
Oh
Señor todopoderoso y vencedor sobre la muerte. Nos has liberado de la antiguo
maldición al dignarte circuncidar tu carne haciéndote semejante a los hombres.
Líbranos de las dificultades de esta vida terrenal, oh Cristo, para que podamos
clamarte: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, nosotros y nuestros descendientes
glorificamos y bendecimos tu santo Nombre!”
Anavathmi.
Primera
antífona de los Himnos de Ascensión del tono 4º.
Desde
mi juventud me sitiaban pasiones, pero Tú, oh Salvador, me proteges y salvas.
Desde
mi juventud me sitiaban pasiones, pero Tú, oh Salvador, me proteges y salvas.
Que
sean confundidos por el Señor todos los enemigos de Sión, que sean como hierba quemada
por un fuego desolador.
Que
sean confundidos por el Señor todos los enemigos de Sión, que sean como hierba
quemada por un fuego desolador.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Toda
alma vive por la gracia del Espíritu Santo, y cuando está totalmente purificada
se eleva hasta que por un misterio sagrado, resplandece con la Unidad
Trinitaria.
Ahora
y siempre y por lo siglos de los siglos. Amén.
Por
el Espíritu Santo, fluyen los arroyos de la gracia, regando toda la creación y
llenándola de vida.
Prokímenon,
tono 4º
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles
Est.:
Que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey
los hijos de Sión por su Rey
Lectura
del Santo Evangelio
Sacerdote: Para
que seamos dignos de escuchar el santo Evangelio, roguemos al Señor nuestro
Dios.
Coro:
Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
Sacerdote:
Sabiduría, en pie, escuchemos el Santo Evangelio. Paz a todos.
Coro:
Y con tu espíritu.
Sacerdote:
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas.
Coro:
Gloria a ti Señor, gloria a ti.
(2:21-24)
“Habiéndose
cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el
mismo que le fue dado por el ángel antes que fuese concebido en el seno. Y
cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de
Moisés, se lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, según está
escrito en la Ley de Moisés: ‘Todo varón primer nacido será llamado santo para
el Señor’, y a fin de dar en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor,
‘un par de tórtolas o dos pichones’”
Coro:
Gloria a ti Señor, gloria a ti.
Tono
2º
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Por
las intercesiones de tus santos, Tú que eres misericordioso borra la multitud
de nuestros pecados
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Por
las intercesiones de la Theotokos, Tú que eres misericordioso borra la multitud
de nuestros pecados.
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Estíquera
tono 6º
Ten
piedad de nosotros, oh Cristo, pues estamos rodeados de peligros y nos asedian
nuestras pasiones, pero tú te dignaste circuncidar tu carne para dar ejemplo en
el cumplimiento de la ley y has eliminado la transgresión de Adán con tu vida.
Por eso te suplicamos que perdones nuestras transgresiones y nos concedas tu
gran misericordia.
Oda
VII
Irmos:
Cuando los tres jóvenes fueron arrojados al horno en
Babilonia, por su fe en la Trinidad, pisotearon las llamas mientras cantaban:
¡Bendito eres Señor, Dios de nuestros padres!
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Habiendo
circuncidado tu carne, oh Cristo Dios, nos has mostrado tu obediencia siendo
hombre verdadero liberándonos de nuestras pasiones, y con tu ejemplo nos has
mostrado la verdadera humildad. Por eso, oh Señor, te glorificamos.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Te
has dignado liberarnos de nuestras pasiones corporales, oh Señor, con tu mano
diestra y poderosa, y has concedido la vida a toda la creación, y has liberado
a Adán de los tormentos del infierno.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Oh
Salvador, salva mi alma de caer en las trampas del enemigo y guíala por el
camino de tus mandamientos.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
santísima Theotokos, el Todopoderoso nació de las entrañas de tu juventud, y
nosotros, nos regocijamos porque hemos sido liberados por Él de nuestra antigua
maldición.
Oda
VIII
Irmos:
Ante ti, como columnas de fuego, se postran los querubines y los serafines, oh
Dios, y toda la creación te alaba diciendo: ¡Glorificad a Dios, bendecidle y
exaltadle por los siglos de los siglos!.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Te
has dignado venir al mundo, oh Cristo, y has sido circuncidado en la carne,
mostrándonos nuestra debilidad carnal y nos has liberado de nuestras
transgresiones. Mas con tu humildad, oh Señor, nos proteges de las flechas de
las huestes del mal.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Nos
has abierto las puertas a la ley del amor, oh Cristo, y nos has concedido
pensamientos humildes para que nos humillemos ante la visión de tu circuncisión
en la carne.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Buscamos
tu misericordia, oh Señor, pues somos obras de tus manos, y te suplicamos que
nos liberes de caer en las manos del maligno y ser conducidos a las profundidades
del abismo.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
santísima Theotokos, hemos caído en la transgresión y en el pecado, y por eso
te suplicamos que intercedas ante Cristo nuestro Dios para que tenga piedad de
nosotros.
Oda
IX
Irmos:
Por Eva, nuestra primera madre, entró el pecado en el
mundo, pero por Ti, oh Theotokos, ha entrado la Salvación al mundo. Por eso, te
magnificamos.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
En
los brazos de tu madre, oh Cristo, has sido puesto, y con tu mano poderosa has
creado el cielo y has creado al hombre del polvo de la tierra.
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Nos
has liberado con tu poderosa misericordia de las olas del engaño y del error, y
por eso los querubines y los serafines te alaban y te glorifican por siempre.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Nos
postramos ante tu presencia, oh Señor, y pues por tu circuncisión nos has
mostrado la debilidad de nuestra carne y manifestado el engaño de los hombres.
Ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh
santísima Theotokos y reina de los ángeles, protégenos de este mundo de
confusión e intercede por nosotros ante tu Hijo y nuestro Dios, amante de la
humanidad.
En
verdad es digno y justo, a ti alabarte Theotokos, siempre santa e inmaculada,
Madre de Nuestro Señor. Más venerable que los querubines, e incomparablemente
más gloriosa que los serafines, que sin mancha engendraste al Verbo Dios. A Ti
verdadera Theotokos, te ensalzamos.
Megalimnario,
tono 8º
Gloria
a Ti, oh Cristo Dios porque nos has sacado de la oscuridad del error a la luz
de tu conocimiento.
Has
sido circuncidado según la ley, oh Dador de la Ley, para darnos tu ejemplo de
obediencia y así alentarnos a cumplir tus justos mandamientos.
Ilumina
nuestros corazones llenos de pecado con la luz divina de tu misericordia, pues
tú conoces la oscuridad de nuestras almas y la maldad que nos asedia.
Haz
dóciles, oh Señor, a los que nos instigan con las pasiones de la carne y con la
hostilidad del mundo, disipando la maldad de la faz de la tierra.
Has
disipado el tormento de nuestras almas y nos has aportado tu inocencia infantil
recibiendo tu circuncisión en la carne, para darnos tu ejemplo y que guardemos
así tus justos mandamientos.
Ábrenos
las puertas de la salvación, oh Cristo Dios, pues estamos colmados de desgracia
y como pecadores nos hemos desviado de la senda de tus juicios, mas condúcenos
al remanso de tu paz eterna.
Ejércitos
Celestiales, Precursor del Señor, Apóstoles bienaventurados y todos los Santos,
suplicad junto a la Madre de Dios, por nuestra liberación y salvación.
Lector:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Gloria
al Padre …. Ahora y siempre …
Santísima
Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados.
Soberano, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras
dolencias por tu nombre.
Señor,
ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Gloria
al Padre … Ahora y siempre …
Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu
Majestad, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan
sobreesencial dánosle hoy; perdona nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas
líbranos del maligno.
Sacerdote:
Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Tropario,
tono 4
Cristo
Dios nuestro, que fuiste clavado en la cruz muriendo por nuestros pecados, y
que has eliminado nuestras transgresiones perversas, ten misericordia de
nosotros, y por tu circuncisión en la carne elimina nuestras pasiones mundanas
para que no seamos arrojados al abismo profundo.
Contaquio,
tono 3
Rey
de los siglos, has eliminado la ley del pecado por tu divino poder y con tu
circuncisión en la carne, has sido un ejemplo para que perseveremos en tus
mandamientos.
Letanía
Sacerdote:
Ten piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia, te suplicamos que
nos escuches y tengas piedad.
Coro:
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
- También rogamos por todos los fieles cristianos ortodoxos.
- De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por toda nuestra hermandad en Cristo.
- Roguemos también para que obtengamos misericordia, vida, paz, salud, protección, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios N. N., por los miembros de nuestra parroquia, y por los benefactores de este santo lugar.
- Roguemos también por los que hacen el bien en esta santa y venerable iglesia, por todos los que trabajan y cantan y por todo el pueblo aquí presente que espera de ti una grande y abundante misericordia.
- De nuevo pidamos para que libre a esta santa iglesia, a esta ciudad, a todas las ciudades y campos del hambre, la ira, las plagas y terremotos, de las inundaciones, de los incendios, de la espada, de las invasiones extranjeras, de la guerra civil y de la muerte súbita; que nuestro Dios, amante de la humanidad, sea misericordioso y se nos muestre favorable y nos libre de toda violencia y enfermedad y del justo castigo que merecen nuestros pecados y tenga misericordia de nosotros.
- Señor, ten piedad. (40 veces)
- Roguemos también para que el Señor, y aunque somos pecadores, escuche nuestra súplica y tenga piedad de nosotros.
- Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Sacerdote:
Escúchanos, oh Dios Salvador nuestro, Esperanza de los
que se encuentras en los confines de la tierra y de los que navegan por el mar;
sé misericordioso, oh Señor, sé misericordioso, perdona nuestros pecados y ten
piedad de nosotros. Porque eres un Dios compasivo y amante de la humanidad y a
ti te damos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
A la
circuncisión del Señor
Señor,
Tú que eres compasivo, siendo Dios según la esencia, tomaste la forma humana
sin sufrir cambio alguno, y habiendo cumplido la ley, por Tu propia Voluntad
aceptaste la circuncisión en la carne, para anular las señales oscuras y quitar
el velo de nuestras pasiones. ¡Gloria a Tu Bondad, gloria a Tu Compasión,
gloria a Tu Indescriptible Condescendencia, oh Verbo amante de la humanidad.
A la
Theotokos
Oh
Señora nuestra, recibe las oraciones de tus siervos y líbranos de todas las
adversidades.
Toda
nuestra esperanza está depositada en ti, oh Theotokos, protégenos con tu
sagrado velo.
Lector:
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Señor ten piedad, Señor ten
piedad, Señor ten piedad, Bendice, padre.
El
sacerdote, en las puertas reales y
cara al pueblo dice la despedida:
Despedida
Que
Cristo nuestro Dios, por intercesión de su purísima e inmaculada Madre, de los
santos, célebres e ilustres Apóstoles, de los santos Mártires, gloriosos y
triunfadores, de los santos ancestros de Dios, San Joaquín y Santa Ana, de (N.
santos del día) cuya memoria hoy celebramos; de (N., patrón de la
iglesia) y de todos los santos, ten piedad de nosotros y sálvanos, pues
eres bueno y amas a la humanidad.
Entonces,
el sacerdote vuelto hacia el icono de Cristo que está en el iconostasio dice:
Sacerdote:
Por las oraciones de nuestros Santos Padres, Señor
Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos.
Lector: Amén.
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