Saturday, January 16, 2016

Paráclesis a la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo


  1. Bendito sea nuestro Dios ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Si no hay sacerdote: Por las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro, Ten piedad de nosotros. Amén.
Gloria a Ti, Dios Nuestro, Gloria a Ti.
Rey del Cielo, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todo lugar, y que todo lo llenas, Tesoro de bienes y Dador de la Vida, ven y haz de nosotros tu morada, purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados. Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras dolencias, por tu nombre.
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Majestad, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo; el pan sobreesencial dánosle hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas líbranos del maligno.
  1. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Salmo 142
Señor, escucha mi oración, presta oído a mi súplica según tu fidelidad; óyeme por tu justicia, y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente es justo delante de Ti. El enemigo persigue mi alma, ha postrado en tierra mi vida; me ha encerrado en las tinieblas, como los ya difuntos. El espíritu ha desfallecido en mí, y mi corazón está helado en mi pecho. Me acuerdo de los días antiguos, medito en todas tus obras, contemplo las hazañas de tus manos, y extiendo hacia Ti las mías; como tierra falta de agua, mi alma tiene sed de Ti. Escúchame pronto, Señor, porque mi espíritu languidece. No quieras esconder de mí tu rostro: sería yo como los que bajaron a la tumba. Hazme sentir al punto tu misericordia, pues en Ti coloco mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir, ya que hacia Ti levanto mi alma. Líbrame de mis enemigos, Señor; a Ti me entrego. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Tu Espíritu es bueno; guíame, pues, por camino llano. Por tu Nombre, Señor, guarda mi vida; por tu clemencia saca mi alma de la angustia. Y por tu gracia acaba con mis enemigos, y disipa a cuantos atribulan mi alma, porque soy siervo tuyo.
Dios es Señor.
Tono 4º
Diácono: Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
V./  Confesad al Señor, porque es bueno; porque su misericordia es eterna.
R./  Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
V./  Todas las naciones me rodeaban, mas en el nombre del Señor las rechacé.
R./  Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
V./  No he de morir, viviré, y para contar las obras del Señor.
R./  Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
V./  La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular; es el Señor el que lo ha hecho y es un milagro patente.
R./  Dios es Señor, y se nos ha manifestado. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Tropario, tono 4
Tú que te sientas en el Trono celestial y resplandeces luminosamente junto con el Padre sin principio y el Espíritu Divino, te has dignado nacer en la tierra, por medio de una Virgen, haciéndote hombre por nosotros, oh Cristo. Ahora eres circuncidado como hombre al octavo día cumpliendo así la ley prescrita a los ancestros. Gloria a tu bondad inmarcesible, gloria a tu mansedumbre sin igual, oh amante de la humanidad.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Madre de Dios, jamás dejaremos nosotros, aunque indignos, de exaltar tus grandezas, pues si tú no rogaras por nosotros, ¿quién nos libraría de todos los males? o ¿Quién nos conservaría libres hasta ahora? No nos apartaremos de ti, oh Señora que libras a tus siervos de toda adversidad.
Salmo 50
Ten compasión de mí, oh Dios, en la medida de tu misericordia; según la grandeza de tus bondades, borra mi iniquidad. Lávame a fondo de mi culpa, límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mi maldad y tengo siempre delante mi delito. He pecado contra Ti, contra Ti solo, he obrado lo que es desagradable a tus ojos, de modo que se manifieste la justicia de tu juicio y tengas razón en condenarme. Es que soy nacido en la iniquidad, y ya mi madre me concibió en pecado. Mas he aquí que Tú te complaces en la sinceridad del corazón, y en lo íntimo del mío me haces conocer la sabiduría. Rocíame, pues, con hisopo, y seré limpio; lávame Tú, y quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír tu palabra de gozo y de alegría, y saltarán de felicidad estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis culpas. Crea en mí, oh Dios, un corazón sencillo, y renueva en mi interior un espíritu recto. No me rechaces de tu presencia, y no me quites el espíritu de tu santidad. Devuélveme la alegría de tu salud; confírmame en un espíritu de príncipe. Enseñaré a los malos tus caminos; y los pecadores se convertirán a Ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios Salvador mío, y vibre mi lengua de exultación por tu justicia. Abre Tú mis labios, oh Señor, y mi boca publicará tus alabanzas, pues los sacrificios no te agradan, y si te ofreciera un holocausto no lo aceptarías. Mi sacrificio, oh Dios, es el espíritu compungido; Tú no despreciarás, Señor, un corazón contrito y humillado. Por tu misericordia, Señor, obra benignamente con Sión; reconstruye los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios legales, las oblaciones y los holocaustos; entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.
CANON
Tono 8º
Oda I
Irmos: Huyendo de la esclavitud de Egipto, el pueblo de Israel, cruzó el mar como si fuera tierra seca y exclamó: ¡Alabemos a nuestro Salvador y Dios!
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Venid y adoremos a Aquel que se humilló a su mismo descendiendo hasta las profundidades del abismo donde yacía Adán. Festejemos hoy con júbilo pues se nos ha manifestado como la vía del gran consuelo.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
El antiguo mandato de la circuncisión se estableció para detener la boca de los herejes que se alzaban como cizaña desde el inicio de la Iglesia, para que fuera conocido todo cuerpo que había de ser sanado, limpiando por tu divino nacimiento nuestras almas y nuestras pasiones corporales.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Naciste en la carne de una madre terrenal, oh Dios, y cumpliendo la ley en toda justicia fuiste circuncidado para darnos el ejemplo del cumplimiento de tus mandatos.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh santísima Theotokos, tú que llevaste en tu vientre al Rey de las huestes celestiales, te suplicamos que intercedas ante Él por nosotros, pues te honramos con himnos de alabanza.
Oda III
Irmos: Oh Dios que levantas las bóvedas de los cielos y sostienes a tu Iglesia, afírmanos en tu amor, oh consumación de todos los deseos, constancia de los fieles y único Amante de la Humanidad.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Ayúdanos, oh Señor, y cúbrenos con tu infinita compasión, para que seamos librados de toda invasión maligna y de nuestras pasiones carnales.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Nos has concedido tu recta ley, oh Cristo, y por eso nos postramos ante ti, pues has abolido en tu carne la antigua ley del pecado y nos has concedido la ley del nuevo pacto.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Nos has liberado del yugo del pecado, y cumpliendo la antigua ley en justicia, circuncidaste tu carne según nuestra naturaleza, teniendo compasión por nosotros.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
Con la intercesión del que nació de ti, oh Theotokos, hemos sido liberados del trastorno de la antigua maldición. Por eso te suplicamos que intercedas ante Él para que nos conceda su paz y nos permita traerle ante su trono divino, los frutos dignos de nuestro arrepentimiento.
A continuación se dicen las siguientes estíqueras:
Oh Señor, fuiste circuncidado en la carne para vencer al pecado, y nos has liberado de la tiranía de nuestras pasiones. Así, te suplicamos que tengas piedad de nosotros.
Madre de la Luz, aparta de nosotros la oscuridad y otórganos la vestidura luminosa del arrepentimiento para que no seamos arrojados al abismo de la muerte.
Ahora se nombran aquellos por quienes se reza esta paráclesis.
Letanía
Sacerdote: Ten piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia te suplicamos que nos escuches y tengas piedad.
Coro: Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
  1. De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por todos nuestros hermanos en Cristo.
  1. También rogamos por la vida, paz, salud, salvación, visitación, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios, los cristianos ortodoxos, los que viven en esta ciudad y los reunidos en este santo templo, sus feligreses y bienhechores.
  1. De nuevo rogamos por los siervos de Dios N. N. (Aquí se insertan los nombres de los fieles por los cuales se ruega) que elevan esta súplica.
  1. Porque eres un Dios misericordioso y amante de la humanidad, te rendimos gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
  1. Amén.

Catisma tono 4º
No te alejes de nosotros, pecadores, y acógenos bajo tu misericordia, oh Señor, pues te sometiste a la circuncisión para eliminar el pecado de Adán y has hecho brillar la Luz de tu divino reino.
Oda IV
Irmos: Oh Señor, Tú eres mi fuerza y fortaleza, Tú eres mi Dios, mi júbilo y alegría; Oh Tú, que sin dejar el Seno del Padre, te compadeciste de  nuestra pobreza y humildad, con el Profeta Habacuc a ti exclamo: ¡Gloria a tu  poder, oh Amante de la humanidad!
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Te has dignado, oh Señor, circuncidar tu carne según la ley humana y has establecido tu ley espiritual para que nos guiemos por el camino que conduce a la salvación.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Circuncidando tu carne has cumplido toda la ley, oh Cristo, y nos has enseñado a obedecer la ley del amor cumpliendo toda obra buena, pudiendo obtener así la corona de la humildad.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Te alabamos, oh Cristo nuestro Dios, pues te has dignado circuncidar tu carne y con tu vida inmortal has destruido la muerte y nos has abierto las puertas a la vida eterna.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh santísima Theotokos, tú llevaste en tu seno a Aquel que está por encima de los cielos, y has sazonado el cielo con las especias de tus virtudes.
Oda V
Irmos: ¿Por qué me apartaste de tu Rostro, oh Luz que no conoce el ocaso?  ¡Oh desgraciado de mí, me han rodeado las tinieblas! A ti te suplico: ¡Ven y endereza mis sendas hacia la luz de tus mandamientos!
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Ten piedad de nosotros, oh Señor, pues somos débiles, y aléjanos de todo peligro, pues somos tus siervos y damos gloria a tu nombre.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Tú que te sientas en tu trono rodeado de querubines y serafines que te alaban llenos de júbilo, no dejes de conceder la paz a tu mundo para que no seamos asediados por la agitación mundana.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Fuiste llevado en brazos de la Virgen y has eliminado los pensamientos surgidos por la transgresión de Adán, para que podamos llevar nuestra mente por el camino de la pureza.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Ten misericordia de los que te veneran, oh Theotokos, porque tú puedes salvaguardarnos de caer en el pozo de las tentaciones.
Oda VI
Irmos: Ante el Señor me lamento y derramo mi angustia porque mi alma está llena de iniquidades y mi vida cercana al Hades. Te ruego pues, como Jonás, exclamando: ¡Levántame de la corrupción, oh Dios mío!
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Habiendo circuncidado tu carne has eliminado la tiranía de nuestras pasiones corporales y nos has liberado del pecado, concediéndonos tu gran misericordia.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Viniendo en la carne, oh Cristo, has venido a proclamar la salvación al mundo, y así, te has hecho semejante a nosotros circuncidando tu carne y dando cumplimiento a la antigua ley, oh Señor santísimo.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Tú, la Vida de todos, oh Cristo, has venido al mundo para sacarnos de las profundidades de la muerte, y te alabamos incesantemente con acciones de gracias.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh santísima Theotokos, sácanos con tu maternal mano del engaño y el error, pues alzamos nuestras manos ante ti, ya que llevaste en tu seno al Creador de todos los hombres.
A continuación se dicen las siguientes estíqueras:
Te has dignado circuncidar tu carne haciéndote semejante a nosotros, oh Cristo, y has eliminado la pesada carga de nuestros pecados.
Oh santísima Theotokos, que en los últimos tiempos diste a luz de una manera inefable a Dios el Verbo, intercede incesantemente ante Él por nosotros, pues tú posees la seguridad de una Madre.
Ahora se nombran aquellos por quienes se reza esta paráclesis.
Letanía
Sacerdote: Ten piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia te suplicamos que nos escuches y tengas piedad.
Coro: Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
  1. De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por todos nuestros hermanos en Cristo.
  1. También rogamos por la vida, paz, salud, salvación, visitación, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios, los cristianos ortodoxos, los que viven en esta ciudad y los reunidos en este santo templo, sus feligreses y bienhechores.
  1. De nuevo rogamos por los siervos de Dios N. N. (Aquí se insertan los nombres de los fieles por los cuales se ruega) que elevan esta súplica.
  1. Porque eres un Dios misericordioso y amante de la humanidad, te rendimos gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
  1. Amén.
Contaquio tono 3º
Oh Señor todopoderoso y vencedor sobre la muerte. Nos has liberado de la antiguo maldición al dignarte circuncidar tu carne haciéndote semejante a los hombres. Líbranos de las dificultades de esta vida terrenal, oh Cristo, para que podamos clamarte: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, nosotros y nuestros descendientes glorificamos y bendecimos tu santo Nombre!”
Anavathmi.
Primera antífona de los Himnos de Ascensión del tono 4º.
Desde mi juventud me sitiaban pasiones, pero Tú, oh Salvador, me proteges y salvas.
Desde mi juventud me sitiaban pasiones, pero Tú, oh Salvador, me proteges y salvas.
Que sean confundidos por el Señor todos los enemigos de Sión, que sean como hierba quemada por un fuego desolador.
Que sean confundidos por el Señor todos los enemigos de Sión, que sean como hierba quemada por un fuego desolador.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Toda alma vive por la gracia del Espíritu Santo, y cuando está totalmente purificada se eleva hasta que por un misterio sagrado, resplandece con la Unidad Trinitaria.
Ahora y siempre y por lo siglos de los siglos. Amén.

Por el Espíritu Santo, fluyen los arroyos de la gracia, regando toda la creación y llenándola de vida.
Prokímenon, tono 4º
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles
Est.: Que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey
Lectura del Santo Evangelio
Sacerdote: Para que seamos dignos de escuchar el santo Evangelio, roguemos al Señor nuestro Dios.
Coro: Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
Sacerdote: Sabiduría, en pie, escuchemos el Santo Evangelio. Paz a todos.
Coro: Y con tu espíritu.
Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas.
Coro: Gloria a ti Señor, gloria a ti.
(2:21-24)
“Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el mismo que le fue dado por el ángel antes que fuese concebido en el seno. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, se lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, según está escrito en la Ley de Moisés: ‘Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor’, y a fin de dar en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, ‘un par de tórtolas o dos pichones’”
Coro: Gloria a ti Señor, gloria a ti.


Tono 2º
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Por las intercesiones de tus santos, Tú que eres misericordioso borra la multitud de nuestros pecados
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Por las intercesiones de la Theotokos, Tú que eres misericordioso borra la multitud de nuestros pecados.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Estíquera tono 6º
Ten piedad de nosotros, oh Cristo, pues estamos rodeados de peligros y nos asedian nuestras pasiones, pero tú te dignaste circuncidar tu carne para dar ejemplo en el cumplimiento de la ley y has eliminado la transgresión de Adán con tu vida. Por eso te suplicamos que perdones nuestras transgresiones y nos concedas tu gran misericordia.
Oda VII
Irmos: Cuando los tres jóvenes fueron arrojados al horno en Babilonia, por su fe en la Trinidad, pisotearon las llamas mientras cantaban: ¡Bendito eres Señor, Dios de nuestros padres!
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Habiendo circuncidado tu carne, oh Cristo Dios, nos has mostrado tu obediencia siendo hombre verdadero liberándonos de nuestras pasiones, y con tu ejemplo nos has mostrado la verdadera humildad. Por eso, oh Señor, te glorificamos.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Te has dignado liberarnos de nuestras pasiones corporales, oh Señor, con tu mano diestra y poderosa, y has concedido la vida a toda la creación, y has liberado a Adán de los tormentos del infierno.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Oh Salvador, salva mi alma de caer en las trampas del enemigo y guíala por el camino de tus mandamientos.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh santísima Theotokos, el Todopoderoso nació de las entrañas de tu juventud, y nosotros, nos regocijamos porque hemos sido liberados por Él de nuestra antigua maldición.
Oda VIII
Irmos: Ante ti, como columnas de fuego, se postran los querubines y los serafines, oh Dios, y toda la creación te alaba diciendo: ¡Glorificad a Dios, bendecidle y exaltadle por los siglos de los siglos!.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Te has dignado venir al mundo, oh Cristo, y has sido circuncidado en la carne, mostrándonos nuestra debilidad carnal y nos has liberado de nuestras transgresiones. Mas con tu humildad, oh Señor, nos proteges de las flechas de las huestes del mal.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Nos has abierto las puertas a la ley del amor, oh Cristo, y nos has concedido pensamientos humildes para que nos humillemos ante la visión de tu circuncisión en la carne.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Buscamos tu misericordia, oh Señor, pues somos obras de tus manos, y te suplicamos que nos liberes de caer en las manos del maligno y ser conducidos a las profundidades del abismo.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh santísima Theotokos, hemos caído en la transgresión y en el pecado, y por eso te suplicamos que intercedas ante Cristo nuestro Dios para que tenga piedad de nosotros.
Oda IX
Irmos: Por Eva, nuestra primera madre, entró el pecado en el mundo, pero por Ti, oh Theotokos, ha entrado la Salvación al mundo. Por eso, te magnificamos.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
En los brazos de tu madre, oh Cristo, has sido puesto, y con tu mano poderosa has creado el cielo y has creado al hombre del polvo de la tierra.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros.
Nos has liberado con tu poderosa misericordia de las olas del engaño y del error, y por eso los querubines y los serafines te alaban y te glorifican por siempre.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Nos postramos ante tu presencia, oh Señor, y pues por tu circuncisión nos has mostrado la debilidad de nuestra carne y manifestado el engaño de los hombres.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oh santísima Theotokos y reina de los ángeles, protégenos de este mundo de confusión e intercede por nosotros ante tu Hijo y nuestro Dios, amante de la humanidad.
En verdad es digno y justo, a ti alabarte Theotokos, siempre santa e inmaculada, Madre de Nuestro Señor. Más venerable que los querubines, e incomparablemente más gloriosa que los serafines, que sin mancha engendraste al Verbo Dios. A Ti verdadera Theotokos, te ensalzamos.
Megalimnario, tono 8º
Gloria a Ti, oh Cristo Dios porque nos has sacado de la oscuridad del error a la luz de tu conocimiento.
Has sido circuncidado según la ley, oh Dador de la Ley, para darnos tu ejemplo de obediencia y así alentarnos a cumplir tus justos mandamientos.
Ilumina nuestros corazones llenos de pecado con la luz divina de tu misericordia, pues tú conoces la oscuridad de nuestras almas y la maldad que nos asedia.
Haz dóciles, oh Señor, a los que nos instigan con las pasiones de la carne y con la hostilidad del mundo, disipando la maldad de la faz de la tierra.
Has disipado el tormento de nuestras almas y nos has aportado tu inocencia infantil recibiendo tu circuncisión en la carne, para darnos tu ejemplo y que guardemos así tus justos mandamientos.
Ábrenos las puertas de la salvación, oh Cristo Dios, pues estamos colmados de desgracia y como pecadores nos hemos desviado de la senda de tus juicios, mas condúcenos al remanso de tu paz eterna.
Ejércitos Celestiales, Precursor del Señor, Apóstoles bienaventurados y todos los Santos, suplicad junto a la Madre de Dios, por nuestra liberación y salvación.
Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Gloria al Padre …. Ahora y siempre …
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados. Soberano, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras dolencias por tu nombre.
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Gloria al Padre … Ahora y siempre …
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Majestad, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan sobreesencial dánosle hoy; perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas líbranos del maligno.
Sacerdote: Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Tropario, tono 4
Cristo Dios nuestro, que fuiste clavado en la cruz muriendo por nuestros pecados, y que has eliminado nuestras transgresiones perversas, ten misericordia de nosotros, y por tu circuncisión en la carne elimina nuestras pasiones mundanas para que no seamos arrojados al abismo profundo.
Contaquio, tono 3
Rey de los siglos, has eliminado la ley del pecado por tu divino poder y con tu circuncisión en la carne, has sido un ejemplo para que perseveremos en tus mandamientos.
Letanía
Sacerdote: Ten piedad de nosotros, oh Señor, según tu gran misericordia, te suplicamos que nos escuches y tengas piedad.
Coro: Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
  1. También rogamos por todos los fieles cristianos ortodoxos.
  1. De nuevo rogamos por nuestro padre y Obispo N. y por toda nuestra hermandad en Cristo.
  1. Roguemos también para que obtengamos misericordia, vida, paz, salud, protección, perdón y remisión de los pecados de los siervos de Dios N. N., por los miembros de nuestra parroquia, y por los benefactores de este santo lugar.
  1. Roguemos también por los que hacen el bien en esta santa y venerable iglesia, por todos los que trabajan y cantan y por todo el pueblo aquí presente que espera de ti una grande y abundante misericordia.
  1. De nuevo pidamos para que libre a esta santa iglesia, a esta ciudad, a todas las ciudades y campos del hambre, la ira, las plagas y terremotos, de las inundaciones, de los incendios, de la espada, de las invasiones extranjeras, de la guerra civil y de la muerte súbita; que nuestro Dios, amante de la humanidad, sea misericordioso y se nos muestre favorable y nos libre de toda violencia y enfermedad y del justo castigo que merecen nuestros pecados y tenga misericordia de nosotros.
  1. Señor, ten piedad. (40 veces)
  1. Roguemos también para que el Señor, y aunque somos pecadores, escuche nuestra súplica y tenga piedad de nosotros.
  1. Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad.
Sacerdote: Escúchanos, oh Dios Salvador nuestro, Esperanza de los que se encuentras en los confines de la tierra y de los que navegan por el mar; sé misericordioso, oh Señor, sé misericordioso, perdona nuestros pecados y ten piedad de nosotros. Porque eres un Dios compasivo y amante de la humanidad y a ti te damos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
A la circuncisión del Señor
Señor, Tú que eres compasivo, siendo Dios según la esencia, tomaste la forma humana sin sufrir cambio alguno, y habiendo cumplido la ley, por Tu propia Voluntad aceptaste la circuncisión en la carne, para anular las señales oscuras y quitar el velo de nuestras pasiones. ¡Gloria a Tu Bondad, gloria a Tu Compasión, gloria a Tu Indescriptible Condescendencia, oh Verbo amante de la humanidad.
A la Theotokos
Oh Señora nuestra, recibe las oraciones de tus siervos y líbranos de todas las adversidades.
Toda nuestra esperanza está depositada en ti, oh Theotokos, protégenos con tu sagrado velo.
Lector: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Señor ten piedad, Señor ten piedad, Señor ten piedad, Bendice, padre.
El sacerdote, en las puertas reales y cara al pueblo dice la despedida:
Despedida
Que Cristo nuestro Dios, por intercesión de su purísima e inmaculada Madre, de los santos, célebres e ilustres Apóstoles, de los santos Mártires, gloriosos y triunfadores, de los santos ancestros de Dios, San Joaquín y Santa Ana, de (N. santos del día) cuya memoria hoy celebramos; de (N., patrón de la iglesia) y de todos los santos, ten piedad de nosotros y sálvanos, pues eres bueno y amas a la humanidad.
Entonces, el sacerdote vuelto hacia el icono de Cristo que está en el iconostasio dice:
Sacerdote: Por las oraciones de nuestros Santos Padres, Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos.
Lector: Amén.

                                     Catecismo Ortodoxo 

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