A aquellos que han sido juzgados dignos de llegar a ser hijos de Dios y de nacer de lo alto por el Espíritu Santo, les ocurre que lloran y se afligen por el género humano, y rezan por el Adán total derramando lágrimas, pues arden en amor espiritual por la humanidad. También a veces su espíritu se inflama con tal alegría y tal amor que, si fuera posible, acogerían a todos los hombres en su corazón, sin distinguir a los malos de los buenos. Y a veces, en la humildad de su espíritu, se rebajan de tal manera ante los hombres que se consideran los últimos y menores de todos.
San Macario el Grande
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