Todos se separan del que confiesa sus pecados, pues el pecado esta sustentado y fortalecido por el orgullo de nuestra naturaleza caída, y no soporta escrutinio y exhibición. En el Sacramento de la confesión, todos los pecados cometidos de palabra, obra o pensamiento son lavados definitivamente. La confesión de los pecados es necesaria para separarse adecuadamente de los pecados anteriores, y para protegerse uno mismo de caer en pecado en el futuro. Nada, nada ayuda a sanar las heridas causadas por los pecados que dan la muerte, como la frecuente confesión.
San Ignacio Brianchaninov
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