En algunos países la teoría sobre la “educación liberal” de los niños obtuvo mucha popularidad. Esta teoría rechaza todo constreñimiento y castigo, insistiendo que el niño debe estar libre, para que de esta forma, él pueda expresar y desarrollar su individualidad. Recomiendan aplicar este modo a los niños mas pequeños, los cuales no tienen ningún conocimiento sobre el bien y el mal, ni están acostumbrados a observar sus hechos. Es fácil entender cuantos errores y peligros son producidos por este modo de educación, y estos traen las mas pesadas consecuencias físicas y morales.
Puede un cristiano estar de acuerdo con semejante opinión de educación? Imposible! Así crece una generación que se guía por sus intereses egoístas, sin asumir la responsabilidad moral. Pensando solo en si, estas personas no refrenan sus antojos, su conciencia se duerme poco a poco y ellos empiezan ser poco escrupulosos en los medios para conseguir sus metas. Las escrituras infaliblemente dicen: “porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Génesis 8:21).
La Iglesia nos enseña que desde una edad muy temprana, el niño debe aprender a reconocer entre lo permisible y lo prohibido. Los padres tienen la obligación de guiar las acciones de sus hijos para prepararlos a una vida independiente, edificada sobre los valores espirituales y morales. La guía debe comenzar lo mas temprano posible. A los 10 o 12 anos, podría ser muy tarde corregir los defectos ya adquiridos.
En orden de reconocer la importancia del constreñimiento en la educación, debemos considerar lo siguiente: (1) La voluntad del niño no es muy débil para guiar sus actos. (2) El niño se acostumbra a ser responsable cuando se le exige lo que es factible. (3) Una sensible y moderada combinación del constreñimiento y el castigo, imprimen en el carácter del niño el sentido de la responsabilidad moral y las buenas costumbres.
Los castigos indirectos, no menos efectivos que los directos, podrían ser: terminar la comida sin recibir el postre, privar al niño por un tiempo de ciertos juegos o TV, no dejarle ver a sus amigos y otros placeres, agregarle mas obligaciones, etc. Cuando las palabras dejan de tener su efecto, se debe usar un método de influencia mas productivo para el niño. (Existe un dicho que dice: “No gastéis las palabras, cuando debéis usar la autoridad !” (de la fábula de Krilov, “El gato y el cocinero”). Debido a que el niño no nace únicamente con predisposiciones positivas, pero también con las predisposiciones negativas, se debe luchar con las ultimas desde un principio. Que lucha puede haber sin las restricciones y los castigos? Recuerde tu propia infancia, y se convencerá que el conocimiento y las buenas costumbres no llegaron automáticamente, pero fueron obtenidas con persuasión y a veces con lágrimas. El Apóstol San Pablo dice: “Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia á los que en él son ejercitados” (Hebreos 12:11). Por esta razón, que los padres muy sentimentales, no teman apenar a sus niños, cuando la situación lo requiere. A veces es necesario para el buen desarrollo cristiano.
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