Muchos rezos y ayunos, sin amor a los enemigos, no pueden dar paz al alma. Y yo lo digo solamente, porque Dios me enseño esta clase de amor.
Al hermano hay que persuadir y convencer con dulzura y amor. Si tu alma se pone orgullosa, humillas en ella a tu hermano, o lo desprecias, hablando mal de él, o lo persuadís sin amor, o si comes mucho y rezas sin gana, — por todas estas cosas se pierde la paz interior.
Para empezar, hay que obligarse a querer a los enemigos, y así adquiriremos paz espiritual, ya que con el odio perderemos paz y Dios se alejara de nosotros.
San Siluan el Athonita
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