Que remarcable es la propiedad de la fe: un vivo pensamiento en Dios, la fe del corazón — y Él esta ya conmigo; el arrepentimiento sincero en los pecados — y Él esta conmigo; un pensamiento bueno y sentimiento piadoso — y Él esta conmigo. Pero el demonio puede entrar en mi por la falta de fe, dudas, pensamientos orgullosos, pecaminosos y viciosos. Resulta, que su poder sobre mi es limitado y depende de mi mismo. Prestando yo mas atención a mi estado, rezando mas a nuestro Señor Jesucristo, el demonio no tiene poder hacerme algún daño.
La falta de fe demuestra su misma falsedad, llenando el alma en la oscuridad, con intranquilidad, confusión y miedo. Al contrario la fe es siempre tranquila, segura, bienaventurada y fuerte.
Cuantos beneficios me trajo hasta ahora la fe en Cristo! Cuantas indignaciones y pasiones alejaba, trayéndome una paz interior. Cuantas veces corregía las aspiraciones de mi corazón, purificaba mis pecados, salvando de la muerte espiritual. Y que cerca de nosotros esta Señor! Él es nuestro aire y nuestra respiración. Hay que calentar nuestra fe adentro del corazón, porque siendo neglijida, puede apagarse, y la religión cristiana con todos sus Sacramentos vivificadores puede quedar muerta en nosotros. El enemigo siempre intenta de apagar la fe en el hombre y hacerle olvidar la enseñanza de Jesucristo. Por eso encontramos personas, que llevan nombre de cristianos, pero se conducen como paganos.
San Juan de Kronstadt
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