Oh venerable padre portador de Dios, San Antonio. Tú eres un digno intercesor por tu oración ante el trono de la Santísima Trinidad, y el Señor misericordioso siempre te escucha, pues eres su fiel servidor. Así, humildemente acudimos a ti con humildad, oh santo de Dios. No dejes de interceder por nosotros ante Él, que es adorado y glorificado en la Trinidad, para que nos mire con misericordia y no nos deje perecer por nuestros pecados, sino que nos levante de la corrupción y nos aleje de la vida miserable, apartándonos así de nuestras rebeliones futuras y perdonando todas nuestras faltas cometidas de palabra o pensamiento, desde nuestro nacimiento hasta la hora presente. Oh asceta de la virtud, mira la debilidad y el dolor de nuestro tiempo, y no ceses de suplicar ante Dios para que nos conceda su misericordia, para que nos libre de las tentaciones del mundo, del engaño del maligno y de los deseos carnales, y así podamos recibir lo necesario en esta vida temporal, siendo liberados de la aflicción y la tribulación, con paciencia inquebrantable hasta el fin de nuestros días. Te imploramos que intercedas para que podamos pasar el resto de nuestra vida en la paz y el arrepentimiento y que podamos salir de este mundo, de camino al cielo, escapando de las tribulaciones, los demonios del cielo y los tormentos eternos, y seamos dignos del reino celestial contigo y todos los santos que son agradables a nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, a quien es debida toda gloria, honor y adoración, junto con el Padre sin principio y el Espíritu Santo, bueno y vivificador, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
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