Thursday, January 14, 2016

Padre José el Hesicasta sobre la oración de Jesús


Introducción

Me parece útil dar algunas palabras introductorias a las cuatro cartas del padre José que trata sobre la oración de Jesús.


“La oración interior es para mí como un arte de cada uno…”, es así como el padre José describe “su relación” con la oración del corazón queriendo de esta manera mostrar que él la ha aprendido al lado de un maestro, como un joven aprendiz se pone en la escuela de un artesano para aprender el arte de su oficio. Sin embargo, después de varios años en la ascesis de la oración del corazón, el padre José se convierte a su vez en un “maestro”. Por “maestro” no queremos decir que él ha adquirido “la maestría” de la oración interior, por el contrario, más bien ella es la que ha logrado amaestrar los movimientos de su espíritu.


El padre José no es un teórico entre muchos autores que han escrito sobre la oración de Jesús. Más allá de que estas cartas sean verdaderos tratados de la oración del corazón, dignas de igualar a la de los Padres népticos, el padre José se revela más bien como un guía, más que como un teólogo, para aquellos que quieren aprender a rezar la oración de Jesús: “Dios –dice en una de las cartas- es el origen y el todo” de la oración interior. Y si alguno le parece que él insiste mucho sobre la técnica, notará a su vez que el padre José ha simplificado la forma y que la intención fundamental no ha cambiado: llegar por la oración de Jesús a un estado donde la gracia desciende al corazón: “Ya que el objetivo de la oración interior es el descenso de la gracia”.


Ahora bien, cuando la gracia toma posesión del corazón, no sólo lo renueva, sino que lo transforma en un Templo viviente donde la Santa Trinidad viene a habitar (Carta 64). Desde entonces nosotros no somos más sumisos a nosotros mismos sino a la oración de Jesús. Bienaventurado aquel en quien reina la oración interior ya que él experimentara una alegría y una paz permanente. “¡Oh alegría! ¡Oh alegría, que llena nuestro ser modelado de tierra!” En un momento dado, advertimos en las cartas la impotencia del padre José al no encontrar las palabras para expresar esta felicidad que para su naturaleza trasciende toda expresión.


El padre José considera –y esto podría sorprender ciertamente- que la oración de Jesús es lo único que asegura sin error la vigilancia del corazón contra la imaginación, mientras que las otras formas de oración, aunque sean buenas, no son del todo impermeables a la distracción del espíritu. “¡Oh cuán tremendo es la distracción del espíritu!” Por esta razón, él pone adelante el valor seguro de la oración interior: “La oración circular del corazón no teme la distracción”


Un pequeño hijo del Padre José el Hesicasta.




Primera carta.
A un joven que pregunta cómo practicar la oración del corazón


Mi bien amado en Cristo.
Espero que estés bien. Hoy, recibo tu carta y respondo a lo que me escribes. Las informaciones que me preguntas no exigen ni tiempo ni esfuerzo de mi parte para dártelas.


La oración interior es para mí como el arte de cada uno, y yo la vengo ejercitando desde hace más de treinta y seis años. Cuando llegué a la Santa Montaña, sin demora busqué ermitaños que se aplicaran a la oración del corazón. En este tiempo, estos eran numerosos –hace cuarenta años- y estaban llenos de vida. Hombres de virtudes. Padres espirituales experimentados. Nosotros escogimos uno de entre ellos pero hubiéramos querido tener a todos como nuestra guía.


En cuanto a lo que la oración es, su actividad (praxis) consiste en hacerse continuamente violencia para repetirla incansablemente con la boca. Rápidamente, al comienzo, para no dar tiempo al espíritu (noûs) a que forme alguna idea de grandeza. Procura solamente aplicar tu atención a las palabras: “Señor Jesucristo, ten piedad de mí”. Después de un tiempo suficientemente largo en esta actividad, el espíritu terminará acostumbrándose y la recitará [sin esfuerzo]. Encontrará placer en practicarla ya que le gustará como la miel. Y buscará practicarla continuamente. Si la abandona, sentirá dolor.


Cuando el espíritu se acostumbra y se sacia de ella –asimilando bien el método-, la envía al corazón. Ya que el espíritu es el proveedor del corazón y su trabajo principal consiste en hacer descender allí todo lo que encuentra de bueno o de malo. Porque el corazón es el centro de la potencia espiritual y corporal del hombre, el trono del espíritu. Así cuando el que ora, vigila su espíritu, rechazando toda imaginación, y aplica su atención a las palabras de la “oración”, inhalando suavemente con un cierto esfuerzo y con su propia voluntad, empuja su espíritu hacia su corazón, le mantiene dentro, reteniendo su respiración, y pronuncia con ritmo la oración: “Señor Jesucristo, ten piedad de mí”.


Al comienzo, repetirá la oración muchas veces antes de mantener una respiración. Después, cuando el espíritu se acostumbra a mantenerse en el corazón, pronunciarás con cada respiración la oración: “Señor Jesucristo” inhalando y “ten piedad de mí” expirando. Este modo de practicarla durará hasta que la gracia descienda en el alma y se active. Luego, viene la contemplación (théoria).


La “oración” es pues recitada en todos los lugares y en distintas posturas: sentado como acostado, caminando o estando de pie. “Orad sin cesar y dad gracias en toda circunstancia”, dice el apóstol (1 Ts 5,18). No es suficiente rezar acostado en la cama. Tenemos que luchar. De pie-sentado. Cuando te canses, siéntate. Y luego ponte de pie. No cedas al sueño.


Todos estos ejercicios llevan el nombre de praxis. Tú muestras así a Dios tu disposición interior. Ya que el resultado depende de él. De él proviene la fuerza necesaria. Dios es el origen y el fin de la oración del corazón. Su gracia obra todo. Es la fuerza motriz.


Ahora bien, el amor aparece y obra en aquel que cumple los mandamientos: cuando tú te levantas por la noche para rezar, cuando tienes compasión por un enfermo, y cuanto te muestras misericordioso con las viudas, los huérfanos y los ancianos, entonces Dios te ama. Y tú, a su vez, le muestras tu amor. Es él quien te ama primero y te derrama su gracia.


Cuando buscas a Dios solo por la “oración”, no dejes salir una respiración sin asociarla a ella. Procura luego mantener tu espíritu lejos de fantasías. Ya que lo divino es sin forma, sin figuras y sin color. Es más que perfecto. Rechaza toda forma de silogismo. Obra y actúa como una brisa suave sobre nuestro espíritu. En cuanto a la compunción, ella viene cuando meditas sobre las cosas que han entristecido a Dios. Cuando meditas sobre Aquel que es tan bueno, dulce, misericordioso; sobre Aquel que es el bien y la plenitud del amor, y que ha sido crucificado y ha soportado todos los sufrimientos. Si meditas sobre todas estas cosas y sobre muchas otras, tu corazón se llenará de compunción.


Si, tú puedes, aplícate a la oración en voz alta e incesantemente. Tú te habituarás a ella en dos o tres meses. La gracia te cubrirá y te restaurará. Y cuando tu espíritu reciba la oración, ya no la dirás más por la boca. Tú tendrás entonces descanso. Y después, de nuevo, cuando el espíritu la abandone, que la lengua la retome. La violencia hacia uno mismo debe estar en el esfuerzo vocal de decir la oración hasta que el hábito de repetirla se instale en nosotros. Después, tu espíritu pronunciará la oración sin esfuerzo a lo largo de toda tu vida.


Cuando vengas, como tú me avisas, a la Santa Montaña, ven a vernos. Y entonces hablaremos de otras cosas. […] Aquí, cuando visites los monasterios, tu espíritu se ocupará de escuchar y ver.


Yo estoy seguro, sin embargo, que conseguirás formarte en la oración. No lo dudo. Solo golpea a la puerta de la divina misericordia y el Señor te abrirá. Ámalo mucho, para recibir mucho. Ya que es según los grados del amor que nosotros le demostramos, por los que recibiremos más o menos.






Segunda carta.
Al mismo joven, sobre la oración y muchos otros temas.

Estoy feliz de constatar tu ardor que no puede más que aprovechar a tu alma. Y yo, de mi lado, tengo la sed de ser útil a cada hermano que quiere ser salvado. Entonces, mi querido y más que cariñoso hermano, abre bien tus grandes orejas. La predestinación del hombre, desde que ha nacido a esta vida, es la de encontrar a Dios. Y no puede encontrarlo si Dios no lo ha buscado primero. “En él vivimos y morimos”, pero las pasiones nos han cerrado los ojos del alma y nos impiden ver. Cuando el buenísimo Dios vuelve su mirada sobre nosotros, nos despertamos como de un sueño y comenzamos a mendigar por nuestra salvación.


En cuanto a la primera pregunta: Dios ahora te ha visto, te ha iluminado y te guía. Esfuérzate en hacer su voluntad allí donde tú estás. Di sin descanso la oración con la boca y con el espíritu. Cuando tu boca se canse de repetir la oración, que tu espíritu la suplante. Y de nuevo, cuando el espíritu se canse, la boca comenzará nuevamente. Sólo, no la dejes. Haz muchas metanías. Vela por la noche tanto como tus fuerzas te lo permitan. Cuando una llama se encienda en tu corazón y cuando un amor hacia Dios lo abrace, entonces buscarás la hesiquía, como no podrás permanecer más encerrado en el mundo –ya que la oración quemará en tu interior- cuando tú sientas todo esto, escríbeme y te diré que hacer. Si, sin embargo, la gracia no obra de esta manera, a pesar de que tú no has relajado tu celo y practicas los mandamientos del Señor respecto a tu prójimo, entonces encuentra en esto tu descanso, ya que estás bien como estás. No busques recibir más… Sobre el sentido de la diferencia entre los treinta, sesenta y cien denarios, lee el Evergetinos. Allí encontrarás también otras cosas muy útiles.


Respondiendo a tus otras preguntas: la oración en principio debe ser practicada mentalmente. Pero ya que al comienzo el espíritu no está acostumbrado, la olvida. Este es el por qué es necesario alternarla y recitar la oración unas veces con la boca otras con el espíritu hasta que éste sea saciado y la oración se convierta en su actividad [energía].


Llamo actividad a la sensación de alegría y de gozo que tú sentirás en tu interior durante la oración. Cuando pues el espíritu entre “en posesión” de la oración, experimentarás una emoción de alegría, y la dirás continuamente sin esfuerzo de tu parte. Se da a este estado el nombre de sensación –actividad [energía]- porque la gracia obra sin el concurso de la voluntad del hombre. Quien ha experimentado este estado, camine, duerma, se despierte, en su interior tiene la oración incesante. Él está lleno de paz y de alegría.


En cuanto a las horas de oración, ya que vives en el mundo y que tienes muchas preocupaciones, cuando encuentres un tiempo libre, dedícalo a la oración. Hazte violencia para no descuidarla. En cuanto a la contemplación, es algo muy difícil ya que exige que tengas una paz interior absoluta.


La condición espiritual se divide en tres estados según la actividad de la gracia en cada hombre. El primer estado es el de la purificación donde la gracia purifica al hombre. Tú te encuentras en esta etapa. Cada impulso que tú sientas por las cosas espirituales viene de la gracia. Cada iniciativa en este ámbito no te pertenece a ti. La gracia místicamente obra todo. Esta gracia, pues, cuando tú te haces violencia, se instala en ti durante un cierto número de años. Y cuando el hombre progresa en la oración interior, recibe otras formas de gracias muy diferentes a las anteriores.


El primer estado es llamado sensación-energía y es idéntico a la gracia purificadora, ya que el orante experimenta en el interior de él mismo una moción-energía divina.


El segundo estado corresponde al de la iluminación. Ya que se recibe la luz del conocimiento que lleva a la contemplación de Dios. No se debe confundir con “las luces”, las fantasías u otro tipos de representaciones. Sino que la gracia ilumina el espíritu, lo hace limpio y luminoso, ella obra la purificación de los pensamientos, abre la inteligencia a los pensamientos elevados. Para adquirir esta gracia, el orante debe estar en un estado perfecto de paz interior (hesiquía) y tener un guía experimentado.


El tercer estado – en el cual desciende propiamente la gracia al corazón- es el de la gracia que es perfecta y que es un gran don. No te escribo más que esto ya que no es necesario. Si, sin embargo, deseas leer al respecto, escribí, a pesar de mi ignorancia, sobre las energías operantes de la gracia una obra titulada “Trompeta espiritual”. Intenta encontrarla. Compra también los escritos de san Macario en la editorial Schinias, y los de abba Isaac [San Isaac el Sirio] y sacarás mucho provecho. Escríbeme sobre las transformaciones [espirituales] que experimentarás y yo te responderé con mucha diligencia.


Hoy en día, no paro de responder cartas que recibo. Este año, han venido personas de Alemania con el sólo fin de conocer la oración del corazón. Recibo cartas de América, como de Paris, y en todas ellas se manifiesta un deseo: los que escriben se interesan por la oración interior. Pero aquí, entre nosotros, es todo lo contrario. ¿Es una tarea ingrata invocar sin cesar el nombre de Jesús para atraer hacia nosotros su misericordia? […]

                               Catecismo Ortodoxo 

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Akathisto a la Santa Madre de Dios



(Composición de San Romano el Melodista + c.556)





KONTAKION 1



Victoriosa Soberana del ejército celestial, liberados del peligro te cantamos nuestro agradecimiento, oh Madre de Dios. Ya que posees invencible poder, líbranos de la calamidad, para que podamos cantar: Alégrate, Esposa no desposada.



IKOS 1



El príncipe de los ángeles fue enviado desde el cielo a decirle a la Madre de Dios: ¡Alégrate! Y al ver, oh Señor, que tomabas una forma encarnada, asombrado, y con voz incorpórea le clamaba cosas como éstas:



Alégrate, tú por quien resplandecerá la alegría.

Alégrate, tú por quien cesará la maldición.

Alégrate, levantamiento del Adán caído.

Alégrate, redención de las lágrimas de Eva.

Alégrate, cima difícil de escalar para los pensamientos de los hombres.

Alégrate, profundidad insondable aun para los ojos de los ángeles.

Alégrate, pues tú eres el trono del Rey.

Alégrate, pues tú sostienes a Aquél que sostiene todo.

Alégrate, estrella preludio del Sol.

Alégrate, seno de la divina Encarnación.

Alégrate, tú por quien la creación es renovada.

Alégrate, tú por quien el Creador se hizo niño.

Alégrate, Esposa no desposada.





KONTAKION 2



Contemplando su propia castidad, la santa Virgen dijo valientemente a Gabriel: Las palabras maravillosas que hablas son difíciles de aceptar a mi alma, pues tú predices el nacimiento de un niño por una concepción sin simiente, al clamar: ¡Aleluya!



IKOS 2



Buscando conocer conocimiento desconocido, la Virgen exclamó al ángel enviado: ¿Puede nacer un hijo de un vientre casto? Dime. Pero él le respondió con temor, clamando:



Alégrate, misterio del consejo inefable.

Alégrate, fe de los que oran en silencio.

Alégrate, preludio de los milagros de Cristo.

Alégrate, corona de sus doctrinas.

Alégrate, escalera celestial por la cual Dios descendió.

Alégrate, puente que conduce de la tierra al cielo.

Alégrate, maravilla renombrada grandemente entre los ángeles.

Alégrate, herida lamentada amargamente por los demonios.

Alégrate, tú que inefablemente diste nacimiento a la Luz.

Alégrate, tú que no revelaste el misterio a ninguno.

Alégrate, tú que sobrepasas el conocimiento de los sabios.

Alégrate, tú que traes iluminación al entendimiento de los fieles.

Alégrate, Esposa no desposada.





KONTAKION 3



Entonces el poder del Altísimo cubrió con su sombra a la que no conocía varón, para que concibiera, y Él hizo de su vientre fecundo un campo fértil para todos los que desearan cosechar la salvación, mientras cantan: ¡Aleluya!



IKOS 3



Habiendo recibido a Dios en su seno, la Virgen se apresuró a ir hacia Isabel, cuyo hijo aún no nacido, reconoció en seguida el saludo de la Madre de Dios y regocijándose saltó en un canto, clamándole:



Alégrate, vid de donde surge un Vástago que nunca se marchita.

Alégrate, campo que contiene al Fruto inmortal.

Alégrate, tú que atendiste al Labrador que ama a la humanidad.

Alégrate, tú que diste nacimiento al Sembrador de nuestra vida.

Alégrate, suelo que produce un rico Cultivo de compasión.

Alégrate, mesa cargada con una Riqueza de perdón.

Alégrate, tú que haces florecer el paraíso del deleite.

Alégrate, pues tú preparas un puerto para las almas.

Alégrate, incienso aceptable de intercesión.

Alégrate, oblación de todo el mundo.

Alégrate, buena voluntad de Dios para los mortales.

Alégrate, confianza de los mortales ante Dios.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 4



Teniendo dentro una tormenta de pensamientos dudosos, el casto José estaba turbado. Viendo que tú nunca te desposaste, cavilaba sobre una unión secreta, oh Virgen irreprochable; pero cuando supo que tu concepción era del Espíritu Santo, exclamó: ¡Aleluya!



IKOS 4



Los pastores escucharon a los ángeles, cantando villancicos ante la venida de Cristo encarnado, y corriendo como ovejas hacia un pastor, lo contemplaron como un Cordero Inmaculado que pastaba en el seno de María, a quien alababan, diciendo:



Alégrate, Madre del Cordero y del Pastor.

Alégrate, redil de ovejas racionales.

Alégrate, tormento de las bestias invisibles.

Alégrate, apertura de las puertas del paraíso.

Alégrate, pues las cosas del cielo se regocijan con la tierra.

Alégrate, pues las cosas de la tierra se armonizan con los cielos.

Alégrate, voz nunca silenciosa de los apóstoles.

Alégrate, coraje inconquistable de los mártires.

Alégrate, firme fundación de la fe.

Alégrate, reconocimiento radiante de la gracia.

Alégrate, tú por quien el infierno quedó despojado.

Alégrate, tú por quien nos revestimos de gloria.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 5



Habiendo divisado una estrella movida en forma divina, los Magos siguieron su luz, y manteniéndola ante ellos como un faro, buscaban con su ayuda a un Rey poderoso. Y habiendo alcanzado al Inalcanzable, se regocijaron y le exclamaron: ¡Aleluya!



IKOS 5



Los hijos de los caldeos vieron en manos de la Virgen a Aquél que con sus manos formó al hombre. Aunque había tomado la forma de Siervo, sabían que Él era su Señor, y se apresuraron a agradarlo con regalos y a clamarle a Ella que es bendita:



Alégrate, Madre de la Estrella sin ocaso.

Alégrate, amanecer del Día místico.

Alégrate, tú que has extinguido el horno ardiente del error.

Alégrate, tú que has iluminado a los iniciados de la Trinidad.

Alégrate, tú que has despojado del poder al tirano despiadado.

Alégrate, tú que has manifestado a Cristo el Señor, el Amante de la humanidad.

Alégrate, tú que nos has librado de la adoración pagana.

Alégrate, tú que nos libras de las obras impuras.

Alégrate, tú que has sometido la adoración del fuego.

Alégrate, tú que apagas las llamas de las pasiones.

Alégrate, guía de los fieles hacia la castidad.

Alégrate, alegría de todas las generaciones.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 6



Convirtiéndose en mensajeros portadores de Dios, los Magos regresaron a Babilonia. Habiendo cumplido la profecía sobre Ti y proclamándote como el Cristo, dejaron a Herodes como un mentiroso que no sabía cómo cantar: ¡Aleluya!



IKOS 6



Brillando sobre Egipto con la luz de la verdad, Tú dispersaste la oscuridad de la falsedad, oh Salvador; pues los ídolos de aquella tierra se derrumbaron, incapaces de soportar Tu poder, y todos los que fueron librados de ellos clamaron a la Madre de Dios:



Alégrate, reedificación del hombre.

Alégrate, caída de los demonios.

Alégrate, tú que has pisoteado el poder del engaño.

Alégrate, tú que expusiste el fraude de los ídolos.

Alégrate, mar que ahogaste al faraón noético.

Alégrate, roca que has dado de beber a los sedientos de vida.

Alégrate, columna de fuego, guiando a los que están en la oscuridad.

Alégrate, protección del mundo, más amplia que una nube.

Alégrate, alimento que sustituye al maná.

Alégrate, dispensadora del santo gozo.

Alégrate, Tierra Prometida.

Alégrate, tú de la que fluye leche y miel.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 7



Cuando Simeón estaba próximo a partir de este mundo de error, Te presentaron como un niño recién nacido, pero él Te reconoció también como Dios perfecto, y se maravilló de Tu inefable sabiduría, clamando: ¡Aleluya!



IKOS 7



El Creador reveló una nueva creación cuando se mostró a nosotros sus criaturas. Sin simiente Él surgió del seno, preservándolo incorrupto como estaba antes, para que contemplando el milagro, podamos cantarle a Ella, clamando:



Alégrate, flor de incorrupción.

Alégrate, corona de la continencia.

Alégrate, tú que iluminas la imagen de la Resurrección.

Alégrate, tú que revelas la vida de los ángeles.

Alégrate, árbol de buen fruto, del que se alimentan los fieles.

Alégrate, bosque de hojas frondosas donde se refugian muchos.

Alégrate, tú que portaste al Guía de los perdidos.

Alégrate, tú que diste a luz al Libertador de los cautivos.

Alégrate, intercesora ante el justo Juez.

Alégrate, perdón de las muchas ofensas.

Alégrate, manto de confianza para los que están desnudos.

Alégrate, amor que desvanece todo deseo.

Alégrate, Esposa no desposada.





KONTAKION 8



Al contemplar este extraño nacimiento, volvámonos extraños al mundo y fijemos nuestras mentes en el cielo. Por esta causa apareció el Altísimo en la tierra como un hombre humilde, deseando arrastrar a las alturas a los que claman a Él: ¡Aleluya!



IKOS 8



El Verbo incircunscripto estaba presente totalmente aquí abajo, y de ninguna manera ausente del Reino de lo alto, pues esto fue una condescendencia divina y no una transferencia de lugar, y su nacimiento fue de una Virgen que recibió a Dios, mientras escuchaba estas palabras:



Alégrate, carroza del Dios incontenible.

Alégrate, puerta del misterio solemne.

Alégrate, relato firme aun para los incrédulos.

Alégrate, alarde renombrado de los fieles.

Alégrate, carruaje santo de Aquél que monta sobre los Querubines.

Alégrate, morada gloriosísima de Aquél que está sobre los Serafines.

Alégrate, tú que has unido a los opuestos.

Alégrate, tú que has unido virginidad y maternidad.

Alégrate, tú por quien fue absuelto el pecado.

Alégrate, tú por quien se abrió el Paraíso.

Alégrate, llave del reino de Cristo.

Alégrate, esperanza de las bendiciones eternas.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 9



Todo el mundo angelical se sorprendió por la obra de Tu Encarnación, pues vieron a Dios el inaccesible como Hombre accesible a todos, habitando entre nosotros y escuchando de todos: ¡Aleluya!



IKOS 9



A los oradores más elocuentes vemos enmudecer como peces ante ti, oh Madre de Dios, pues no pueden explicarse como permaneciste Virgen y sin embargo diste a luz un Niño. Mas nosotros, maravillándonos ante el misterio, clamamos con fe:



Alégrate, vaso de la sabiduría de Dios.

Alégrate, tesoro de su providencia.

Alégrate, tú que muestras a los filósofos su falta de sabiduría.

Alégrate, tú que dejas a los retóricos faltos de razón.

Alégrate, pues los oradores inteligentes se han vuelto insensatos.

Alégrate, pues los creadores de fábulas se han esfumado en el silencio.

Alégrate, tú que rompiste las cadenas de los atenienses.

Alégrate, tú que llenaste las redes de los pescadores.

Alégrate, tú que sacas a los hombres de las profundidades de la ignorancia.

Alégrate, tú que iluminas a muchos con el entendimiento.

Alégrate, barco de todos los que desean salvarse.

Alégrate, puerto entre los viajeros del mar de la vida.

Alégrate, Esposa no desposada.





KONTAKION 10



Deseando salvar al mundo, Él que es el Creador de todo vino de acuerdo a su promesa. Él es nuestro Dios y Pastor, y sin embargo por nuestra causa apareció como nosotros; y llamando a la semejanza por la semejanza, como Dios escucha de todos: ¡Aleluya!



IKOS 10



Tú eres una muralla para las vírgenes y para todos los que recurren a ti, oh Virgen Madre de Dios; pues el Creador de cielo y tierra te preparó, oh Purísima; Él habitó en tu seno, y le enseñó a todos a invocarte:



Alégrate, pilar de la virginidad.

Alégrate, puerta de la salvación.

Alégrate, iniciadora de la renovación espiritual.

Alégrate, tú que otorgas la gracia divina.

Alégrate, pues tú has dado un nuevo nacimiento a los concebidos en la vergüenza.

Alégrate, pues tú has dado buen consejo a los que están sin entendimiento.

Alégrate, tú que has dado nacimiento al Sembrador de la pureza.

Alégrate, cámara nupcial de una unión sin simiente.

Alégrate, tú que has unido a los fieles a su Señor.

Alégrate, preceptora, madre de vírgenes.

Alégrate, escolta nupcial para las almas santas.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 11



Vencido es todo himno al tratar de abarcar la multitud de tus muchas misericordias; pues aunque te ofrezcamos, oh Rey Santo, salmos y cantos innumerables como la arena, no habremos hecho nada comparable con lo que nos has dado a nosotros que clamamos: ¡Aleluya!



IKOS 11



Vemos a la Santa Virgen como una lámpara llena de luz, apareciéndose a los que están en la oscuridad. Encendiendo el Fuego inmaterial, Ella guía a todos al conocimiento divino. Ella ilumina nuestras mentes con esplendor, y es honrada con estos saludos:



Alégrate, rayo del Sol espiritual.

Alégrate, luminaria de luz inextinguible.

Alégrate, luz que ilumina las almas.

Alégrate, tú que atemorizas a los enemigos como el trueno.

Alégrate, pues tú haces brillar el resplandor refulgente.

Alégrate, pues tú haces que fluya un río abundante.

Alégrate, imagen vivificadora de la fuente.

Alégrate, tú que limpias la mancha del pecado.

Alégrate, tú que lavas y dejas la conciencia limpia.

Alégrate, copa que derrama alegría.

Alégrate, dulce fragancia de Cristo.

Alégrate, vida de la festividad mística.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 12



Cuando el Señor, que perdona todas las deudas de los hombres, deseó cancelar deudas antiguas por medio de la gracia, Él vino por su propia voluntad a los que habían caído lejos de su gracia y rompió la lista de sus deudas; escuchando de todos: ¡Aleluya!



IKOS 12



Mientras cantamos a tu alumbramiento, te alabamos como el Templo Vivificador, oh Madre de Dios. Pues el Señor que contiene todas las cosas en su mano habitó en tu seno, te santificó y glorificó, enseñando a todos a clamarte:



Alégrate, tabernáculo de Dios el Verbo.

Alégrate, más santa que los santos.

Alégrate, arca bruñida por el Espíritu.

Alégrate, tesoro inagotable de vida.

Alégrate, corona preciosa de reyes piadosos.

Alégrate, orgullo honorable de sacerdotes devotos.

Alégrate, torre inamovible de la Iglesia.

Alégrate, baluarte indestructible del reino.

Alégrate, por quien los estandartes de victoria se levantan en lo alto.

Alégrate, por quien caen los enemigos.

Alégrate, sanación de mi cuerpo.

Alégrate, salvación de mi alma.

Alégrate, Esposa no desposada.



KONTAKION 13



Oh Madre alabadísima que llevaste al Verbo que es más santo que todos los santos, acepta nuestra ofrenda, rescátanos de toda calamidad, y libra de la tormenta futura a los que te claman a una voz: ¡Aleluya!



Oh Madre alabadísima que llevaste al Verbo que es más santo que todos los santos, acepta nuestra ofrenda, rescátanos de toda calamidad, y libra de la tormenta futura a los que te claman a una voz: ¡Aleluya!



Oh Madre alabadísima que llevaste al Verbo que es más Santo que todos los santos, acepta nuestra ofrenda, rescátanos de toda calamidad, y libra de la tormenta futura a los que te claman a una voz: ¡Aleluya!

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