Wednesday, January 17, 2018

El Ayuno y la Comunión

El ayuno es un instrumento importante en el desarrollo de la vida espiritual. Es el Señor mismo quien nos dio el ejemplo, y después de El, muchos Santos, comenzando por Juan Bautista. El ayuno es un ejercicio que contribuyó a someter el cuerpo y el alma al espíritu, y por ello, a Dios. Al mismo tiempo, es una arma poderosa en la lucha contra Satanás.

La Iglesia ha establecido períodos de ayuno antes de las fiestas de la Pascua, de la Navidad, de la Dormición y de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, así como en ciertos otros días y los miércoles y los viernes.

La Sagrada Escritura y los textos litúrgicos, sobre todo los de la Cuaresma, nos hablan de las cualidades que debe tener el ayuno. De esto se ocupan también los Santos Padres en sus escritos. Hay que ayunar sin demostrarlo y es necesario guardarse de toda hipocresía. Cristo mismo nos lo dice (Mateo 6:18).

E1 ayuno favorece en nosotros el arrepentimiento. El cristiano debe siempre suprimir la envidia y los malos impulsos, tener moderación en todo, dominar periódicamente las necesidades del cuerpo, y el ayuno le ayuda a hacerlo.

E1 ayuno no es sólo un ejercicio de continencia, sino que ocasiona buenas obras. Es sobre este aspecto del ayuno que la Iglesia pone énfasis en sus himnos cuaresmales. Por ejemplo: "ayunando con nuestros cuerpos, hermanos, ayunemos también con nuestro espíritu, destrocemos toda alianza injusta...demos pan a los hambrientos, conduzcamos a los mendigos y a los desamparados a nuestras casas" (Miércoles de la primera semana de cuaresma).

Este ayuno, que se expresa en particular por una abstinencia completa de todo alimento, está destinado a recordarnos vivamente que toda nuestra vida terrestre es una preparación para la plenitud de la vida de los justos.

La encarnación ya es el principio de esa vida nueva en unión con el Señor y con todos nuestros hermanos en Cristo. Es por eso que el sacramento quita la carga del ayuno según la palabra de Jesucristo mismo: "¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el Esposo?" (Marcos 2:19). Pero hasta no recibir los Santos Misterios, el ayuno nos es indispensable, porque estamos en espera de Aquel que ha de venir y tenemos sed de un nuevo encuentro con El, no sólo en la Eucaristía sino también en el Segundo Advenimiento.

Librándonos del ayuno después de la Comunión, la Iglesia fortalece en nosotros la conciencia de que el Esposo ahora ya nos ha venido. La espera, por un lado, y la realización ya comenzada, por otro, son inherentes a la naturaleza divina y humana de la Iglesia; es lo que encuentra su expresión en su vida litúrgica con la alteración continua entre el ayuno y el gozo después de la comunión.

Los días de fiesta y los domingos, es decir, los días destinados a la eucaristía, que ocurren en un período de ayuno, por ejemplo, durante la Cuaresma, la limitación de alimentos continúa aún después de la Comunión, pero el ayuno es entonces reducido.

Catecismo Ortodoxo
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