Friday, March 29, 2019

La principal obligación del hombre es amar a Dios y luego a su prójimo, y mas todavía ,a su enemigo. ( San Paisios el Athonita )

La principal obligación del hombre es amar a Dios y luego a su prójimo, y mas todavía — a su enemigo. Si amáramos a Dios como se debe, guardaríamos también todos Sus otros mandamientos. Pero nosotros no amamos ni a Dios, ni a nuestros prójimos. ¿Quien hoy se interesa por otra persona? Todos se preocupan solo por si mismos, y no por otros. De esto vamos a rendir cuentas .a Dios, Quien es todo amor, no nos perdonará esta indiferencia hacia los prójimos.

San Paisios el Athonita
 
Catecismo Ortodoxo
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Thursday, March 21, 2019

Sobre el significado del Ayuno...( Archimandrita Nichifor Horia )

El ayuno es más que un regimen alimentario, más que una dieta cualquiera, aunque esos son los efectos que tiene sobre nuestro cuerpo, que también se limpia y se desintoxica. Pero el propósito de ayunar es el de, diciendo “no” a los alimentos que nos gustan y que nos endulzan, lograr rechazar también todo aquello que creemos que nos produce placer, pero que luego comprobamos que no trae más que dolor y sufrimiento en todos los ámbitos de nuestra vida. El ayuno conduce nuestra atención de lo terrenal a lo divino, porque, acostumbrándonos a la sobriedad, dejamos de prestarle tanta atención a nuestro cuerpo y comenzamos a sentir el pulso de la vida espiritual. Con el ayuno, las prioridades se invierten y se asientan en su forma natural: primero la vida espiritual y, luego, la biológica. En el oficio del Bautizo, ya hacia al final del mismo, decimos una lindísima oración que afirma que Dios creó al hombre “con alma pensante y con un cuerpo bien constituído, para que el cuerpo sirva al alma” y no al revés. Actualmente, para muchos, el alma es sierva del cuerpo hasta llegar al extremo, es decir, hasta llegar a la incapacidad de sentir alguna actividad espiritual. Por eso, el sentido del ayuno es reconducir al hombre hacia aquella armonía ontológica, destruída con la exagerada atención que se le da al cuerpo, cuando la persona sólo busca asegurar su propio comfort.
¿Padre, por qué debemos ayunar? ¿Cuánto nos ayuda ese esfuerzo?
El Santo Apóstol y Evangelista Lucas decía, retomando las palabras de Nuestro Señor: “Estén atentos a Ustedes mismos, que no se saturen sus corazones con la comida, la bebida y las preocupaciones de la vida “ (Lucas 21, 34). El llamado a ayunar es así reafirmado por el mismo Redentor, siendo esas palabras, para nosotros, cristianos, la base principal para ayunar. Los que deseamos alcanzar la vida eterna y la verdad en esta vida tomaremos la palabra del Señor como norma de vida. Por una parte, el ayuno es un esfuerzo, para que el cuerpo no supere al alma, para tener mente ágil, para obtener atención espiritual; por otra parte, el ayuno es una manifestación natural, como sucede entonces cuando el hombre participa del sufrimiento o la tristeza de otro. Cuando los discípulos de Nuestro Señor Jesucristo fueron regañados por los fariseos por no ayunar, recibieron las siguientes palabras de parte del Señor: “¿Quieren ustedes que los compañeros del novio ayunen mientras el novio está con ellos? Mientras tengan al novio con ellos, claro que no pueden ayunar. Pero llegará el momento en que se les arrebatará el novio, y entonces ayunarán.” (Marcos 2, 19-20). El mismo Emperador David, entonces cuando su hijo enfermaba, ayunaba largamente, tratando, por medio de la ascesis, mostrar su arrepentimiento frente a Dios
El ayuno ortodoxo puede ser considerado el más severo del mundo cristiano. ¿Cómo se explica el hecho que, en la Ortodoxia, a diferencia de otras formas de fe, nunca ha sucedido una adaptación a los tiempos actuales, una “flexibilización” significativa del esfuerzo exigido a los creyentes, desde este punto de vista?
No sólo en lo que se refiere al ayuno, sino en todo el cuadro litúrgico, la Iglesia Ortodoxa no ha hecho ningún “aggiornamiento” de acuerdo a cómo cambian las personas, de acuerdo a la moda del momento, sino que ha sabido mantener sus fundamentos verdaderos, mismos que heredó como un tesoro. A una pregunta similar, el Padre Constantin Galeriu decía que también el trigo, como elemento básico en la alimentación del hombre, es algo tan antiguo y, sin embargo, igualmente importante, permaneciendo esencial para el hombre. Todo lo recibido de los Santos Padres, toda nuestra tradición es un valor que esperamos no perder jamás. Claro que, hablando del ayuno, hay alguna excepción y en determinadas circunstancias, como en casos de enfermedad o embarazo, pero esta flexibilización no puede generalizarse, porque el hombre, indiferente de los tiempos en los que se viva, es quien necesita cumplir fielmente con perseverancia tales esfuerzos, que la Iglesia nos enseña son el camino para alcanzar esa vida con sentido que estábamos buscando. Pero la Iglesia no necesita hacer esas concesiones de modo general. Sin embargo, si por ejemplo, en una determinada región o en determinadas condiciones, sólo se pudiera consumir huevos o queso, la Iglesia indudablemente lo permitiría.
Hay quienes dicen “yo no ayuno porque podría enfermarme” o “no rendiría de la misma forma en mi trabajo si comienzo a ayunar”.
Hay una cita de la Filocalia, del anciano Ioan Carpatiul, que dice así: “Me han hablado algunos hermanos monjes, quienes sufren de enfermedades crónicas y por tal motivo no pueden ayunar... Ellos me manifestaron así su preocupación: “¿Cómo podremos protegernos del maligno y de las pasiones, sin ayunar?” La respuesta a esto es “No sólo evitando ciertos alimentos sino también dando el corazón podrán vencer y ahuyentar todo pensamiento errado y a quienes les incitan”
Todo lo referente al ayuno está directamente vinculado al estado espiritual y la fe de cada uno. En la medida en que el hombre profundiza en su oración y en su fe en Dios, recibe una fuerza desconocida, un consuelo enorme y la capacidad de dirigirse a Dios. Nuestro Señor decía “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que viene de Dios” (Mateo 4,4).
Si yo ayuno, pero no tomo parte de la palabra de Dios, no rezo suficientemente, seguro que no me alcanzará con ayunar, que mi fe disminuirá y, entonces, un día me despertaré débil y asustado. Actualmente, muchos de nosotros, llenos de preocupaciones y excusas, buscaríamos flexibilizar todo, si se pudiera. Yo mismo conocí un caso, de unas personas cercanas a mí, quienes, viniendo a confesarse, me dijeron: “Padre, dénos su bendición para ayunar sólo la primera y la última semanas, porque así hemos ayunado toda la vida” Yo les dije “Bien, pero si así han ayunado toda la vida, quiere decir que no saben si pueden o no completar todo el período de ayuno. Entonces, intenten ayunar el período completo, para comprobar si podían o no. ¿Para qué cumplir con el mandamiento de ayunar sólo por la mitad?”. En ese momento, les expliqué detenidamente qué significa ayunar y cuáles son sus frutos. Entendiendo todo lo que les dije, dichas personas lograron ayunar como es debido y me contaron, más adelante, cómo no sólo lograron ayunar todo el período, sino que además buscaron practicar un ayuno aún más severo, de acuerdo a sus posibilidades. Es decir, sólo entendiendo el sentido de este esfuerzo al que estamos llamados, nosotros, no alguien más, recibiremos también la fuerza necesaria para resistir las tentaciones de renunciar.

Conozco personas que trabajan duro físicamente, en condiciones muy severas y que Ayunan como lo hacen los Monjes. Personas así nos demuestran que Dios le da a los que lo buscan una fuerza más allá de lo que podemos entender usualmente. Esas personas que oran, que se confiesan, que comulgan encontrando fuerzas en el Cuerpo y la Sangre del Seșor, la verdadera comida y bebida.

Si en una familia el ayuno es percibido de forma distinta, especialmente en esos casos en los que uno de los esposos ayuna y el otro no... ¿Cómo puede hacerse que esto no afecte la relación entre ambos esposo?
El esposo, la esposa o quien sea de la familia que ayuna, debería, en primer lugar, vivir el ayuno con ternura, con belleza espiritual, sin regañar o molestar al otro. Tarde temprano, este último notará los esfuerzos del que ayuna y en algún momento empezará a ayunar también. Entonces, el otro (que ayuna) orará por este último y así se cumplirán las palabras del Apóstol Pablo, “el hombre que no cree se santifica por su mujer creyente y la mujer que no cree se santifica por su esposo creyente” (I Corintios 7,14). La misma posibilidad es válida para los demás miembros de la familia.
Más allá de los períodos de ayuno determinados por la Iglesia, ¿Está condicionada la Santa Eucaristía al ayuno?
En ninguna parte en los cánones de la Iglesia podrá hallar tal clase de condicionamiento. Pero igualmente es bueno que, además de los períodos de ayuno antes y sobre todo en las vísperas de comulgar, la persona haga este esfuerzo, entendiéndolo como una preparación para lo que habrá de venir. Por eso, muchos confesores invitan a los fieles a ayunar uno, dos o tres días, antes de comulgar. Y hacen bien, porque es una preparación más minuciosa, que nos libera de lo cotidiano.
Alguien preguntaba: “¿Cómo enfrentar las burlas o bromas por parte de compañeros de trabajo, cuando se organizan distintos eventos en dias señalados como de ayuno?”
La persona deberá entender que es en esa clase de situaciones en las que se hace más fuerte. Solemos “solidarizarnos” rápido, cuando se trata de bromear, de ironizar o cualquier otra cosa fácil que usualmente hiere al alma. Pero una respuesta firme, la cual asumimos con toda sus consecuencias, haría que los otros entendieran que somos personas que creemos lo que vivimos y vivimos lo que creemos. Si “sacudes” un poco a los que se ríen de tí, verás que también ellos tienen al menos cierto grado de fe, misma que no saben vivir como debieran.
¿Quién es, en este caso, digno de risa y quién digno de compasióm? El que cree con firmeza o el que cree sólo parcialmente?
Es muy importante defender hasta el final nuestra fe, porque nuestro lugar en la Iglesia no es uno particular, sino, en determinado momento, empiezo a estar en comunión con todos los hijos de la Iglesia, que ayunan. Estoy obedeciendo algo, testificando mi fe, por lo que renunciar a mi fe, aún cuando fuera mediante un gesto aparentemente pequeño, significaría negarla.
Cuando visitemos a alguien, colegas o amigos, por ejemplo y nos miren como extraños porque ayunamos, llegará el momento en el que, seguramente, por determinada circunstancia, esos mismos amigos o compañeros dirán: “esta persona es ciertamente un creyente, alguien que vive su credo hasta las últimas consecuencias... a él podemos pedirle consejo, en él podemos confiar”. Porque nadie puede vivir siempre en la mentira. Por una parte, podrá rechazar lo que le parezca una imposición, pero, por la otra, apreciará a aquellos que asumen su fe en Dios, con todo lo que esta decisión implica. Luego, no podemos ser “tibios”. En tales situaciones, no temamos ser ridiculizados o desconsiderados por parte de los otros, porque se trata simplemente de testificar o no nuestra propia Fe.
 
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Saturday, March 16, 2019

San Alexis el Hombre de Díos ( Marzo 17 )

Padre Alexis, el Hombre de Dios
Nuestro Venerable Padre Alexis, el Hombre de Dios.
En el siglo IV vivían en Roma acaudalados cónyuges Eufemio y Aglaya, conocidos por su caridad y compasión. Todos los días ofrecían comida a los pobres, huérfanos, viudas y peregrinos. Si un día había poca gente a comer, Eufemio decía con tristeza: "Soy indigno de caminar sobre la tierra de Dios."
Todos amaban a Eufemio y a su esposa, pero ellos no tenían hijos. Ambos sufrían y cada día rogaban a Dios para que les dé un hijo, quien les alegraría su vejez. Finalmente Dios escuchó su petición y nació el hijo a quien lo bautizaron con el nombre de Alexis. Los padres hacían todo lo posible para que el hijo crezca bueno y devoto.
Teniendo a sus devotos padres, quienes lo guiaban desde temprana edad, Alexis amaba al Señor, ayunaba, sé vestía humildemente y rezaba mucho. Cuando Alexis llegó a la mayoría de edad sus padres le encontraron una novia y los casaron.
En el primer día de su matrimonio, cuando los jóvenes esposos quedaron solos, Alexis se acercó a su esposa-virgen, le dio el anillo de oro, un cinturón de mucho valor y le digo: "Guarda esto y que Dios esté entre nosotros hasta que su bondad nos haga nuevos." Al decir esto Alexis se alejó.
Se sacó la rica vestimenta nupcial, se vistió como un simple aldeano, tomó un poco de plata y se fue a la casa de sus padre. A Alexis lo llevaban las palabras de Cristo:


"Aquel quien deje la casa, o hermanos o hermanas, o Padre, o Madre, Esposa, Hijos o tierra en nombre mío, tendrá Cien Veces más y heredará la vida eterna" (Mt. 19:29).


Presumimos que antes de irse de la casa de sus padres venerable Alexis consintió en casarse para asegurar el futuro de su novia.
Vagando por varios países, Alexis llegó finalmente a la ciudad Edesa. Ahí se encontraba el antiguo icono del Salvador, no hecho por manos. En Edesa Alexis dio a los pobres sus últimas monedas y empezó a vivir como mendigo cerca de la iglesia de Santísima Virgen — viviendo de lo que le daban. Alexis rezaba día y noche y comulgaba los domingos. Así durante 17 años él vivió en la miseria haciendo esfuerzos espirituales.
Poco a poco muchos habitantes de Edesa conocieron al mendigo que estaba sentado cerca de la iglesia y apreciaron su alta espiritualidad. Uno de los servidores de la iglesia vio en el sueño a la Santísima Virgen María, Quien le dijo: "Haga entrar a Mi Iglesia al hombre de Dios, porque sus oraciones llegan a Dios y como el rey tiene su corona así sobre él está el Espíritu Santo." El servidor se extrañó, no sabía quien era, pero la visión se repitió y la Madre de Dios indicó al mendigo que estaba sentado delante de las puertas de la iglesia.
A partir de este momento aumentó el aprecio a Alexis. Empezaron a alabarlo y citar abiertamente como un ejemplo. Entonces, para alejarse de la futilidad de la gloria, él se fue de Edesa. Llegó al mar Mediterráneo y se embarcó para ir a algún otro país. Durante la travesía se desató una gran tormenta y después de unos días el maltrecho barco llegó a Italia, cerca de Roma, donde años atrás vivía Alexis.
Ya sobre la tierra, Alexis se fue a su casa y en el camino encontró a su padre quien regresaba de la iglesia. Inclinándose delante de su padre, Alexis dijo: "Tenga piedad del mendigo y dadme un lugar en tu casa. Por eso el Señor te bendecirá y otorgará el Reino Celestial y si tenéis a alguno de los tuyos viajando lo devolverá." Estas palabras acordaron a Eufemio sobre su hijo desaparecido, se le cayeron lágrimas y él dijo que le den al mendigo una pequeña casa en su estancia.
Así Alexis empezó a vivir en la estancia paterna, sin ser reconocido, porque viviendo tantos años con privaciones quedó irreconocible. En la casa Alexis llevaba la misma vida como anteriormente en Edesa: oraba constantemente a Dios, comulgaba cada domingo, soportaba ser mendigo y se conformaba con muy poco. Era difícil para Alexis vivir cerca de sus padre, madre y esposa, ver su dolor por la pérdida de hijo y esposo. Así pasaron otros 17 años.
Cuando Alexis sintió que se acercaba su muerte, él escribió sobre un papel su vida, empezando por el día de su alejamiento de sus seres queridos y empezó a esperar la muerte.
El domingo siguiente el obispo de la ciudad de Roma, Inocencio, en la presencia del emperador Honorio oficiaba la misa. Había muchos fieles presentes. Durante la misa se escuchó la voz: "Busquen al hombre de Dios en la casa de Eufemio." El emperador preguntó a Eufemio: "¿Por qué no nos dijiste que en tu cada vive el hombre de Dios?" Eufemio contestó: "Vea Dios, no se nada."
Entonces el emperador Honorio y el papa Inocencio decidieron ir a la casa de Eufemio para conocer al hombre de Dios. Cuando llegaron a la estancia, ellos supieron de los criados que en la pequeña casa vive un mendigo que reza y ayuna.
Entraron a la casita y vieron a un hombre muerto acostado sobre el piso. Su cara resplandecía y su cuerpo exhalaba aroma.
El emperador vio el papel en la mano de Alexis, lo tomó y leyó en voz alta, entonces, finalmente Eufemio y todos los presentes supieron que el mendigo, quien vivía desde hacía tantos años ahí, era su perdido hijo. Los padres sufrían mucho porque tan tardíamente supieron sobre su amado hijo, pero al mismo tiempo se consolaban que él alcanzó tan alta santidad.
 
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El Santo Christodúlos de Patmos ( Marzo 16 )

Era de la región de Nicaea de Bithynia, era el hijo de Teodoro y Anna, y fue Bautizado con el nombre de Juan. En su juventud fue tonsurado monje y tomo el nombre de Christodúlos. Al principio, vivió una vida ascética en varios lugares, entonces él recibió el permiso y el apoyo del Emperador Alexis Comnenus (Reinó 1081-1118), y construyó en la isla de Patmos una iglesia y Monasterio en honor a Santo Juan el Evangelista. Estos edificios se conservan hasta estos día. Sin embargo, cuando los árabes atacaron ese lugar, él huyó con sus discípulos y fue a Euboia, donde él termino sus días cerca del fin del siglo XI en el 16 de Marzo. Los discípulos de este Santo y Justo hombre tomaron su sagrado cuerpo y lo llevaron a su propio Monasterio, donde ellos reposan hasta estos día para la santificación de todos aquellos que lo visiten con fe y devoción. 
 
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Monday, March 11, 2019

Ahora es época de Ayuno, un tiempo conveniente para la limpieza del Alma. ( San Juan Maximovich )

Ahora es época de Ayuno, un tiempo conveniente para la limpieza del Alma. El Señor habla a toda la gente de todos los tiempos y razas, y les dice algo claro y bien conocido. Hoy una persona esta viva, pero mañana muere y todo lo que él tiene esta perdido para él. Pero el alma, la cual mueve al cuerpo, continúa viviendo y es confortada y feliz, o bien, triste y atormentada. El hombre es creado así; el cuerpo debe vivir como el alma desea. En el momento de la muerte el alma continúa viviendo sin el cuerpo. Todo perecerá excepto aquello que el alma reunió a través del amor y la oración. Todo lo virtuoso hecho por un hombre es escrito en el alma y no será tomado de él. Mientras una persona vive, encuentra a sí mismo prestando atención a muchas cosas: vestido, salud, trabajo y estudio. Hay épocas cuando ella esta interesada solo con el pensamiento de guerra o de una cosecha inútil – de todo aquello que es necesario para la vida en la tierra.

Así, también, en la vida espiritual hay épocas de especial atención a lo que es necesario para el alma. Tal es la Gran Cuaresma – una época de especial atención, examinación, de la liberación de fuerzas espirituales. El ayuno es establecido por el Espíritu Santo. Los hombres rectos, esforzándose hacia Dios, a través de la experiencia de vida han venido a conocer el significado del ayuno y a sostener testimonio que sin ayuno no puede haber vida espiritual. Todos los ataques variados del diablo, todas sus tentaciones, todo lo que concierne al mundo diabólico, son apartados – se vuelve sin poder y es avergonzado – cuando una persona firmemente sigue las palabras del propio Salvador, el Señor Jesucristo: ” … este género no se va sino con oración y ayuno” (Mateo 17:21).

Ahora es época de ayuno, un tiempo conveniente para la limpieza del alma. Esta es la cosa más importante, para que un alma este apta para aceptar la gracia de Dios, tal que aquellos tesoros sean almacenados en el alma, que no serán tomadas de ella. Y entonces el paso por su vida será recto; en el alma habrá paz y regocijo. “Crea en mí un corazón puro, ¡oh Dios! Y renueva un espíritu recto dentro de mí”…


Obispo Alexander Mileant


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Friday, March 8, 2019

Domingo del Perdón


"El camino de la reconciliación" Homilía del Rvdo.
(Padre Daniel Bedrán)

El Evangelio de hoy resalta la palabra perdón “si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también os perdonará a ustedes, pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes...” (Mt. 6:14)
La Iglesia nos pone estas lecturas del Evangelio de hoy, para hacernos ver que la cuaresma es una llave para conseguir el perdón de nuestras deudas de nuestros pecados.
Cuando uno toma conciencia de su deuda, y de los beneficios que el pecado le hace perder, tales como: La tranquilidad, la paz, el libre movimiento, la autenticidad, la alegría, y hasta el sueño, viviendo angustiados, preocupados; es que ya es hora de replantearnos nuestra relación con Cristo, de replantearnos nuestra posición frente al pecado, y comenzar nuestro camino de regreso hacia la virtud, hacia Dios, pero para lograrlo, la Iglesia pone una condición ineludible, El Perdón, y nos dice, «si ustedes perdonan, serán perdonados», y una vez liberados de las ataduras del pecado, podrán experimentar la alegría de sentirse libres y en paz.
El perdón de los pecados a nuestro prójimo es la llave para entrar en la cuaresma, y el fin de la cuaresma es recuperar los beneficios perdidos a causa del pecado, es un intento serio de reconciliarnos, de comunicarnos con Dios, de pedirle ayuda para obedecer sus mandamientos.
Esta abstinencia a que nos sometemos, libre y voluntariamente, no impuesta, no ayuno por temor, ni por obligación, sino que recurro a ello, como el enfermo que harto de sufrir y padecer, busca en el médico una solución a sus males, aunque esto implique tomar remedios o abstenerme de comidas que me apetecen, a fin de achicar la onda de dolor que produce la enfermedad, y que afectando el cuerpo, indefectiblemente terminará por afectar el alma.
Dios como médico de las almas y de los cuerpos, opta por el mismo método, nos ayuda a que tomemos conciencia de nuestros pecados, y nos sugiere abstenernos de, por ejemplo: las maldades que estamos cometiendo, de los malos pensamientos, de las habladurías, es decir que haciendo un profundo examen de conciencia, nos demos cuenta, que a raíz de éstos, y otros muchos pecados, hemos perdido la libertad, el ser humano no es más libre, se transforma a causa del pecado en un esclavo de los placeres dolorosos, de los vicios que nos perjudican la salud del alma y del cuerpo. Y ¿Qué es en definitiva el pecado? Es el mal uso de la libertad que Dios nos dio, y que nos lleva hacia una cadena interminable de dolores y sufrimientos, a un mar de dudas que nos desconciertan, nos llevan a cometer cada vez más errores, a aumentar más nuestra deuda, y a obtener cosechas negativas, frutos amargos; más angustias, más confusión, más dolor, más desolación interior, alejándonos cada vez más del camino al Reino de los Cielos, del camino de la Salvación y de la Vida Eterna.
Esta relación permanente entre el creyente y Dios es necesaria para adquirir o recuperar el conocimiento de la voluntad de Dios en m vida, para que me escuche cuando le ruego: Señor, enséñame a cumplir Tus Mandamientos, para no perder mi alma, para no vivir extraviado buscándote donde no estás.
Mañana comienza un intento personal y comunitario, un intento libre y voluntario de abstenerme de tal o cual cosa porque me hace daño, la comida no es mala, el dinero no es malo, la ropa no es mala, tener una casa no es algo malo, tener un auto no es malo, pero si no damos gracias a Dios por todo ello, si no lo utilizamos para el bien, si me olvido de quién es el verdadero dueño de todo, allí está el pecado, allí está lo malo que me impide disfrutar plena y cristianamente de esos bienes, con paz y alegría.
Cuando el hombre se aleja de Dios, comienza a creer que todo lo que tiene es suyo, que le pertenece total y completamente, y se olvida que es un préstamo de Dios, y si además se obstina en no reconocerlo, diciendo como un niño caprichoso, ¡Esto es mío y solamente mío! Está perdido. Va a seguir acumulando deudas con Dios, no va a ser feliz, no va a lograr ser feliz ni disfrutar plenamente de esos bienes que Dios le ha prestado, y en cambio va a ir acumulando amarguras en su alma y un insaciable apetito de poder y cosas materiales que no lo van a dejar ser feliz nunca.
Todo depende de cada uno de nosotros, de la forma correcta o incorrecta que tengamos de pensar que queramos o no aceptar las verdades de Cristo. Si tenemos la fe suficiente, o si ponemos el empeño necesario para creer que la receta de Dios es lo mejor para nuestra vida presente y futura, no dudemos, compremos el remedio que la madre Iglesia nos indica, y tomémoslo en tiempo y forma, para que el mismo actúe en el organismo y podamos recuperar la paz, la tranquilidad, alejando el dolor de nuestras vidas y recibiendo la gracia de gozar de la salud del cuerpo y del alma.
Hermanos, este es el fin de la abstinencia que llamamos cuaresma, abstenemos durante cuarenta días de las cosas malas, de lo que me daña a mí y a mi prójimo, acostumbrarme al buen uso de las cosas que Dios me ha prestado, ese Padre Eterno del que Jesús nos dice: mi Padre que está en los cielos verá el efecto del ayuno de ustedes y les dará la recompensa, no hagan nada en el nombre del hombre, ni en el suyo propio, sino en el nombre de Mi Padre, dándole constantemente gracias por todo y por todos.
San Pablo, nos dice: todo lo que tenemos son medios que Dios nos da para nuestra salvación y hay que saber usarlos bien, porque el pecado en definitiva, es el mal uso de la libertad que Dios nos dio. El mal uso de las cosas se llama Pecado.
Que Cristo, el misericordioso, nos conceda en esta cuaresma, la claridad de pensamientos necesaria, para reconciliarnos definitivamente con Dios, el dueño de todo, con nuestro prójimo, medio para nuestra salvación y con nosotros mismos, templos del Espíritu Santo. Amén.

Rvdo. Padre Daniel Bedrán
 
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