Oh santísima y bendita Madre de nuestro dulcísimo Señor Jesucristo. Nos postramos con veneración ante tu santo icono, por el cuál has obrado milagros maravillosos y gloriosos, salvando nuestras moradas del fuego y del relámpago. Has sanado nuestras enfermedades y has escuchado nuestra súplicas con bondad. Por eso, te suplicamos humildemente, oh poderosa Abogada de nuestra raza, que nos concedas a nosotros, pecadores y débiles, tu protección maternal y tu bondad. Guarda y protege, oh Soberana, al amparo de tu misericordia al pueblo ortodoxo, a la Santa Iglesia, a esta ciudad, a todos los países ortodoxos y a todos los que nos postramos ante ti con fe y amor, implorando compungidamente tu intercesión por nuestras lágrimas. Sí, oh Señora misericordiosa, ten compasión de nosotros, pues estamos asediados por la tempestad de nuestros pecados y no tenemos audacia ante Cristo el Señor, y suplícale por su misericordia y perdón, pues te tenemos como intercesora ante Él, ya que eres Su Madre en la carne. Por eso, oh misericordiosa, alza ante Él tus maternales manos e intercede por nosotros ante Su divina gracia, suplicándole el perdón de nuestros pecados, una vida pacífica en la piedad, un fin cristiano en la bondad y una buena respuesta en Su temible Juicio. En la hora en la que Dios nos visite, cuando nuestros hogares sean consumidos por el fuego o seamos compungidos por los truenos de la tormenta, manifiéstate a nosotros con tu defensa misericordiosa y tu asistencia soberana para que seamos salvados por tu poderosa oración al Señor y podamos escapar de la condenación temporal de Dios aquí, y podamos gozar allí de las bienaventuranzas eternas del Paraíso, y así cantemos con todos los santos que alaban el precioso y majestuoso nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y tu gran bondad para con nosotros, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
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