Friday, July 31, 2020

La Herencia del Bizancio ( Obispo Alejandro Mileant )

Como uno de los importantes resultados de la incorrecta división en períodos ha sido nuestra casi total falta de la valoración de la herencia teológica del Bizancio. Ahora, con el renacimiento de la patrística en el Occidente, nosotros, ya más que unas décadas atrás. estamos listos de aceptar la eterna autoridad de los Santos Padres. Pero siempre tratamos de limitar el círculo de los reconocidos, y no estamos listos, evidentemente, de incorporar a los "teólogos bizantinos" en calidad de los Santos Padres. Tratamos de trazar una línea divisoria muy severa entre la "patrística" (en un sentido más o menos estricto) y la "era bizantina." Todavía seguimos considerando la "época bizantina" como un decadente agregado al "Siglo de los Padres." Y seguimos dudando todavía si esa época tiene algún valor para el pensamiento teológico. Pero la teología bizantina no repite a la teología de los Padres: no puede decirse, que esto es algo diferente o peor en comparación con la "Antigüedad Cristiana." La teología bizantina prolonga orgánicamente el Siglo de los Santos Padres.¿Dónde está aquí la ruptura? ¿Es posible, que en algún momento (que, de todos modos, nunca podrá ser exactamente fijado) — el "ethos" de la Iglesia Oriental ha cambiado irremediablemente y todo su posterior desarrollo ya no tuvo aquella importancia, o autoridad, u otra cosa más? Aquellos, que aceptan la autoridad de los Santos Padres sólo hasta el VII-mo Concilio Universal, no dicen esto expresamente, pero parece que lo piensan.
 
El venerable San Simón el Nuevo Teólogo y San Gregorio Palama desaparecen de la historia.Los Grandes Concilios de los isicastas en el siglo XVI quedan inadvertidos y olvidados. ¿Cuál es su autoridad, qué lugar ocupan ellos en la Iglesia? En realidad, el venerable San Simón y San Gregorio Palama son maestros e inspiradores de todos los miembros de la Iglesia Ortodoxa, quienes —en la convivencia monástica, en el retiro desértico, o hasta en el propio mundo -aspiran a la perfección y viven una vida de oraciones y de la contemplación. Estos creyentes no saben nada de ninguna "ruptura" entra la patrística y la "bizantinística." "El Amor al Bien," esta enciclopedia de la devoción oriental, que ha juntado los escritos de muchos siglos, se hace en nuestros días en, cada vez más difundido, Manual para Todos, donde pretenden enseñar a vivir en el mundo actual según los cánones de la Ortodoxia. 
 
La autoridad de su autor, el venerable San Nicodemo de la Sierra Santa, ha sido hace poco aceptada y confirmada por medio de una formal canonización. Nosotros continuamos el "Siglo de los Padres" en la Iglesia orante. ¿No deberían, acaso, continuar también en nuestras teológicas doctrinas, las investigaciones y las búsquedas ? 
 
¿No deberíamos nosotros en nuestros pensamientos teológicos hallar de nuevo "el espíritu de los Padres"? Y el espíritu de los Padres no consiste sólo en el estilo arcaico, ni en una pose majestuosa, y tampoco en la adoración de la antigüedad. Este espíritu está en las relaciones existenciales y en la orientación espiritual. Sólo haciendo este camino nuestra teología confluirá de nuevo plenamente con la amplitud de la vida cristiana. Para eso no es suficiente conservar "la liturgia bizantina" — lo que hacemos ahora; ni sólo restaurar la iconografía y la música bizantinas — que también hacemos (pero sin ganas y de manera inconsecuente); ni tampoco practicar solamente algunos métodos bizantinos de crecimiento espiritual. Debemos llegar hasta las raíces de esta "tradicional" devoción, volver al espíritu de los Padres. De lo contrario tendremos la amenaza (que ya cayó sobre algunos de nosotros) del desdoblamiento interior entre la tradicional veneración a Dios y el pensamiento teológico bastante poco tradicional. Es un peligro real. Como "simplemente creyentes" nosotros pertenecemos todavía a la "tradición de los Padres." ¿No deberíamos abierta — y conscientemente permanecer en esta misma "tradición" también como teólogos, como los maestros confesos de la Ortodoxia? ¿Acaso existe otro método para conservar la integridad?

Obispo Alejandro Mileant