Sunday, September 8, 2019

Las Santas Escrituras sobra la gracia del Espíritu Santo.


Tomando en consideración el triste ejemplo del movimiento carismático, el hijo de la Iglesia Ortodoxa de Cristo debe cuidarse como si fuera el veneno más letal de todos los métodos artificiales que conducen a adquirir estados sobrenaturales y agudas sensaciones.
Las escrituras del Nuevo Testamento enseñan con mucha solidez, que dones precisamente se debe pedir a Dios. En sus cartas a los Gálatas el apóstol Pablo escribe: “El fruto del Espíritu: es amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gal. 5:22). Como vemos, todos estos dones se refieren a la región espiritual y moral. Igual que el profeta Isaias, el apóstol Pablo comienza con los dones superiores pasando gradualmente a aquellos que sirven de base. Cabe señalar que los dones del Espíritu Santo aquí citados van paralelos con los virtuosos, hacia los cuales llama el Salvador en Sus Mandamientos de Bienaventuranza (Mat. 5° capítulo). Por eso resulta ilustrativo comparar unas con las otras. Siguiendo el orden del apóstol Pablo, “el fruto del Espíritu es:

· Amor, felicidad. El amor — es la “perfección total” (Col. 3:14). Quienes lograron tal perfección, la misma es tan fuerte, que están prestos a sacrificarlo todo por el Señor y por los amados — incluso hasta sus propias vidas. La felicidad, otorgada por el Espíritu Santo, a veces los hace insensibles al sufrimiento (Bienaventurados los perseguidos por la verdad ... Regocijaos y alegraos.... 8° y 9° mandamiento de bienaventuranza. Ved también 1 Fes. 3:12; Tim. 1:7).
· Paz, paciencia, gentileza — la pacificación de las fuerzas del alma, la pureza del corazón y la sabiduría espiritual hacen a una persona capaz, también, de ayudar a otras a estar en paz con Dios (Bienaventurados los puros de corazón ...Bienaventurados los pacificadores ... 6° y 7° mandamiento).
· Misericordia — capacidad de sentir compasión de la gente, deseos de ayudarles (Bienaventurados los misericordiosos ... 5° mandamiento).
· Fe — sensibilidad espiritual e intuición para aceptar las verdades religiosas, sed de vivir con valores espirituales (Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia ... 4° mandamiento).
· Mansedumbre — apaciguamiento del temperamento — indicador del restablecimiento moral (Bienaventurados los mansos ... 3° mandamiento de Bienaventuranza).
· Abstinencia — humildad, arrepentimiento y abstinencia — es la triple base, sobre la cual se cimienta el edificio de los virtuosos (Bienaventurados los pobres de espíritu ... Bienaventurados los que sufren ... 1° y 2° mandamiento de Bienaventuranza).

Además de éstos, las Santas Escrituras mencionan otros dones benditos, que contribuyen al crecimiento espiritual de la persona. Citaremos algunos de ellos.
La primera acción del Espíritu Santo — es guiar a la gente hacia Cristo, infundiendo en ellos la fe en Él y en la absoluta veracidad de todo lo enseñado por Él (Juan 6:44; Gal. 1:15-16; Ef. 2:8; Ne. 9:20-30; Eze. 36:26-27; Juan 16:13; 1 Juan 2:20-27; 1 Cor. 12:3; 2 Cor. 3:3; Ef. 2:18). El don de fe permite, a su vez, alcanzar el resto de los dones benditos (Rom. 5:2). No obstante, de inclinar a la persona a creer en Cristo, el Espíritu Santo, no obliga o somete la voluntad de la persona. Por eso, la persona es libre de aceptar o rechazar aquello, que le induce el Espíritu Santo. Sin embargo, no deja de ser responsable ante Dios de su decisión (Juan 12:48; Hechos 7:51).
Habiendo plantado la semilla de la fe en la persona, el Espíritu Santo inclina a la persona hacia el arrepentimiento y corrección, ablandando su endurecido corazón (Zac. 12:10 — 13:1; Juan 19:37; Hechos 2:37; Rom. 2:4). Ayuda en la oración (Rom. 8:26) y purifica la conciencia del arrepentido (1 Juan 1:17; Heb. 9:9; Hechos 2:22-41).
En el Bautismo, el Espíritu Santo engendra a la persona para una forma de vida espiritual, lo renueva completamente, cambiando dentro de él la degradación de sus valores. A este renacimiento interno las Escrituras lo comparan con la resurrección de los muertos, donde el creyente se convierte en una nueva creación de Dios (Juan 3:3-6, 8:34; 2 Cor. 5:17; Gal. 6:15; Col. 2:13; Ef. 2:15).
Despertando en la persona las aptitudes espirituales, el Espíritu Santo la conduce a una forma de vida espiritual y de proeza (Lucas 4:1; Gal. 2:20; Tit. 2:11-14). Como resultado de los esfuerzos de arrepentimiernto y de abstinencia el “exterior de la persona” (Cuerpo) “decae” en cambio el “interior de la persona” es renovada día a día
(2 Cor. 4:16).
La gente que vive con intereses espirituales, el Espíritu Santo les otorga un cálido sentimiento de adopción y cercanía de Dios (1 Juan 3:1-2; Rom. 8:13-16,23; Gal. 4:6). Enciende en ellos una llama espiritual y la predisposición hacia Dios (Lucas 12:49; Fil. 2:13). Con esto Él les otorga fuerza, vigor, fortaleza e infatigabilidad (Is. 40:29-31; 1 Cor. 15:10; Ef. 6:10; Felipe 4:13; Ef. 3:20; Rom. 8:26,37; Gal. 2:20).
Literalmente cada paso de un creyente en la vida terrenal, es dirigida por el Espíritu Santo hacia la salvación y la felicidad (Ps. 142:10; Is. 63:10-14; Juan 4:13-14; Pet. 1:5), otorgándole todo los necesario parala vida y la piedad (Jac. 1:17; 2 Pet. 1:3-5; 2 Cor. 3:5; 2 Cor. 12:9-10).
Así, a lo largo de toda la vida de una persona el Espíritu Santo lo transfigura, lo adorna con el perfeccionamiento de la moral y lo asemeja a Cristo. Él santifica a los creyentes, haciendo de ellos templos vivientes de Dios (Gal. 3:27; 1 Cor. 3:16-17; Fes. 5:23).


Obispo Alejandro Mileant
 
Catecismo Ortodoxo
http://catecismoortodoxo.blogspot.com/