Friday, March 27, 2020

Oraciones de la Cuaresma Leidas en las Visperas.

Oh, Dador de mi vida, ábreme las puertas al arrepentimiento, ya que mi espíritu, desde temprano a la mañana trata con urgencia de llegar hacia Tu Santo Templo; porque mi cuerpo es un templo profanado. Pero Tú, que eres misericordioso, límpiame con tu misericordia bienechora.
Madre de Dios, dirígime hacia la senda de la salvación: Profané mi alma con acciones vergonzosas y toda mi vida transcurrió en indolencia. Con tus plegarias líbrame de toda impureza.
Reflexionando sobre mi gran cantidad de pecados, yo, maldito, tiemblo en espera del día del Juicio. Mas, con esperanza en Tu corazón misericordioso, como David, te imploro: Ten misericordia para conmigo, oh, Dios! por Tu suprema gracia.



Plegaria de San Efrén el Sirio
Esta plegaria debería ser rezada en el transcurso de toda la Cuaresma, de lunes a viernes, al final de las plegarias matinales y vespertinas. Se lee esta plegaria en el templo en los oficios durante todos los días de la semana.
Señor y Dueño de mi vida, el espíritu de ocio, de indiscreción, de ambición y de locuacidad, no me lo des. Postración.
Mas el espíritu de castidad, de humildad, de paciencia y de amor, concédemelo a mí, tu siervo. Postración.
Sí, Señor y Rey, concédeme percibir mis propias ofensas y no juzgar a mis hermanos, porque bendito eres por los siglos de los siglos. Amén. Postración.
Luego nos inclinamos doce veces diciendo: Dios, purifícame a mi pecador. Y otra vez la oración completa con una postración al final.

Esta oración, repetida constantemente en los oficios, es la expresión más sencilla y más pura del arrepentimiento en todas sus dimensiones, de deseo de purificación y anhelo de mejoramiento, de un cambio verdadero en relaciones con otras personas. Las reglas cuaresmales de la Iglesia Ortodoxa dan mucha importancia a la postración; por medio de ella el cuerpo participa en el esfuerzo de humillar nuestro orgullo y nuestra autosatisfacción.
 
Plegaria de la Liturgia
de los Dones Presantificados

Señor, a Ti he clamado, óyeme; escucha la voz de mi oración, cuando te invocare.
Y repiten: Sea enderezada mi oración...

Y cantan el estiquio: Pon, Señor, guarda a mi boca, y una puerta de guarda en mis labios.
Y repiten: Sea enderezada mi oración...

Y cantan el estíquío: No inclines mi corazón a palabras de maldad, a disculparme por mis pecados...

Y repiten: Sea enderezada mi oración... Y otra vez cantan: Sea enderezada mi Oración...
Catecismo Ortodoxo 
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